André Rieu en un Con­cier­to Especial

CELE­BRAN­DO EL ESPÍ­RI­TU NAVIDEÑO

Con­si­de­ra­do como uno de los más renom­bra­dos artis­tas inter­na­cio­na­les de la músi­ca popu­lar, el vio­li­nis­ta, direc­tor y com­po­si­tor holan­dés André Rieu, bien cono­ci­do en Cana­dá por sus exi­to­sos espec­tácu­los ofre­ci­dos en reite­ra­das opor­tu­ni­da­des, retor­na aho­ra en la pan­ta­lla de los cines, gra­cias a la fil­ma­ción rea­li­za­da de uno de sus con­cier­tos ofre­ci­dos en oca­sión de las fies­tas navideñas.

andre-rieu-christmas-with-andreEl espec­tácu­lo de 90 minu­tos que por pri­me­ra vez es dado a cono­cer inter­na­cio­nal­men­te inclu­ye las can­cio­nes típi­cas de Navi­dad como Halle­lu­jah, Jin­gle Bells, Whi­te Christ­mas y muchos otros temas alu­si­vos. El maes­tro vuel­ve a diri­gir la Orques­ta Johann Strauss con la par­ti­ci­pa­ción de sopra­nos, teno­res e invi­ta­dos espe­cia­les. Como en todas sus pre­sen­ta­cio­nes, la actua­ción de André Rieu se carac­te­ri­za por su fino espí­ri­tu de humor como así tam­bién por la ale­gría y emo­ción que trans­mi­te a los con­cu­rren­tes en las com­po­si­cio­nes que va ofreciendo.

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Como un agre­ga­do espe­cial en esta pro­yec­ción cine­ma­to­grá­fi­ca, André invi­ta al públi­co a su hogar natal de Maas­tricht en un reco­rri­do ínti­mo y mági­co resal­tan­do la cele­bra­ción de esta fies­ta. Asi­mis­mo, tam­bién par­ti­ci­pa­rá en una sesión de pre­gun­tas y res­pues­tas (Q&A que ten­drá como anfi­trio­na a Char­lot­te Haw­kins, en don­de Rieu satis­fa­rá las pre­gun­tas some­ti­das por los espec­ta­do­res asis­ten­tes. En esen­cia, éste es un fes­ti­vo con­cier­to que sin duda algu­na la audien­cia sabrá apreciar.

https://www.youtube.com/watch?v=NWH02VK_xhE

El film se pro­yec­ta­rá por úni­ca vez el 1 de Diciem­bre de 2016 en los cines de la cade­na exhi­bi­do­ra Cine­plex. Para infor­ma­ción sobre las salas par­ti­ci­pan­tes y los hora­rios loca­les de pro­yec­ción pre­sio­ne aquí.

Impreg­na­do de Vio­len­cia Sexual

ELLE. Fran­cia, 2016. Un film de Paul Verhoeven

El direc­tor holan­dés Paul Verhoe­ven retor­na al cine con un film com­ple­jo de difí­cil cata­lo­ga­ción; sea que se lo con­si­de­re como sáti­ra social, dra­ma rea­lis­ta, o bien como un estu­dio de carac­te­res de algu­nos de sus per­so­na­jes, lo que más sor­pren­de el de haber ela­bo­ra­do un rela­to de sus­pen­so car­ga­do de con­si­de­ra­ble vio­len­cia sexual.

Isabelle Huppert

Isa­be­lle Huppert

Basa­do en el libro Oh de Phi­lip­pe Djian, el guión de David Bur­ke pre­sen­ta a Michè­le Leblan­ce (Isa­be­lle Hup­pert) quien vive soli­ta­ria­men­te en una sun­tuo­sa man­sión ubi­ca­da en los subur­bios de París. En la pri­me­ra esce­na un hom­bre enca­pu­cha­do pene­tra en su domi­ci­lio y la vio­la en for­ma bru­tal, deján­do­le una nota­ble magu­lla­du­ra deba­jo de su ojo izquier­do. A pesar de haber sido la víc­ti­ma de ese igno­mi­nio­so acto, no repor­ta el hecho a la poli­cía y poco des­pués retor­na a su tra­ba­jo don­de ella es una de las due­ñas de una com­pa­ñía de video­jue­go de con­te­ni­do sexual que com­par­te con Anna (Anne Con­signy), su mejor ami­ga. Su actua­ción en la ofi­ci­na reve­la que Michè­le es una mujer deci­di­da a implan­tar su férrea volun­tad con sus empleados.

Si en prin­ci­pio la tra­ma intri­ga por saber quién es el vio­la­dor, hay razo­nes adi­cio­na­les que des­pier­tan la curio­si­dad obser­van­do la for­ma en que se des­en­vuel­ve la heroí­na de esta his­to­ria, don­de se des­ta­ca su com­ple­ta amo­ra­li­dad. Tenien­do en cuen­ta que ha vivi­do una infan­cia trau­má­ti­ca debi­do a un padre con­ver­ti­do en ase­sino serial cuya vida trans­cu­rre en la cár­cel y al que nun­ca deseó vol­ver a ver, es muy posi­ble que eso la haya mar­ca­do fuer­te­men­te para con­ver­tir­la en un ser frío, dis­tan­te, impre­vi­si­ble y capaz de sola­zar­se sexual­men­te sin con­si­de­rar con quién intima.

De lo que ante­ce­de, el rela­to com­pren­de una suce­sión de esce­nas don­de se obser­va a Michè­le con su madre Ire­ne (Judith Magre) a quien prác­ti­ca­men­te no tole­ra, la par­ti­cu­lar rela­ción de amis­tad que man­tie­ne con Anna don­de no tie­ne res­que­mor alguno de tener como aman­te a su mari­do ( Chris­tian Ber­kel), el lazo que la une con su irres­pon­sa­ble hijo Vin­cent (Jonas Blo­quet) que está a pun­to de ser padre de una cria­tu­ra que no le per­te­ne­ce, así como su civi­li­za­da cor­dia­li­dad man­te­ni­da con Richard, su ex mari­do (Char­les Ber­ling). A todo ello se agre­ga la pre­sen­cia de sus veci­nos Rebec­ca (Vir­gi­nie Efi­ra) y en espe­cial su mari­do Patrick (Lau­rent Lafit­te) quien cobra impor­tan­cia espe­cial den­tro del con­tex­to de esta historia.

Tras­gre­dien­do todas las fron­te­ras de la tra­di­cio­nal moral, lo que que­da cla­ro es que resul­ta difí­cil escu­dri­ñar la per­so­na­li­dad de Michè­le cuyas acti­tu­des impre­vi­si­bles y con­tra­dic­to­rias, a la vez que deci­di­da­men­te crue­les en más de una oca­sión, impi­den que pue­da tener­se una idea con­cre­ta sobre su extra­ño com­por­ta­mien­to. De esta mane­ra, el film crea la intri­ga acer­ca de si esta per­so­na ávi­da de sexo ha goza­do o no con su vio­la­dor, en don­de el recuer­do de ese acto vuel­ve a su memo­ria en dife­ren­tes ins­tan­cias del film. Qui­zá esa duda es lo que crea la fas­ci­na­ción de con­tem­plar un film sobre la extra­ña com­ple­ji­dad de la natu­ra­le­za huma­na demos­tra­da no sólo por su pro­ta­go­nis­ta sino tam­bién por quie­nes la rodean.

Más allá de su rebus­ca­da tra­ma, lo que tras­cien­de en Elle es la mag­né­ti­ca pre­sen­cia de Isa­be­lle Hup­pert enfa­ti­zan­do bri­llan­te­men­te la ambi­güe­dad y enig­ma que emer­ge de su per­so­na­je; igual­men­te apre­cia­ble es la mane­ra en que el direc­tor narra la his­to­ria a fin de man­te­ner el sus­pen­so has­ta su des­en­la­ce. Jor­ge Gutman

Una Fami­lia Como Espe­jo del Mundo

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

POUR­QUOI TU PLEU­RES…? Autor: Chris­tian Bégin — Direc­ción: Marie Char­le­bois – Elen­co: Chris­tian Bégin, Sophie Clé­ment, Marie Char­le­bois, Pie­rre Cur­zi, Pier Paquet­te, Isa­be­lle Vin­cent — Esce­no­gra­fía: Max-Otto Fau­teux — Ves­tua­rio: Elen Ewing – Ilu­mi­na­ción: Mar­tin Labrec­que – Músi­ca Ori­gi­nal: Phi­lip­pe Brault. Dura­ción: 1h35 (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 10 de diciem­bre de 2016 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de (www.tnm.qc.ca)

Com­pro­me­ti­do con el mun­do en que esta­mos vivien­do, don­de lamen­ta­ble­men­te la corrup­ción que va minan­do los valo­res mora­les de una socie­dad es una reali­dad insos­la­ya­ble, el dra­ma­tur­go Chris­tian Bégin efec­túa el retra­to de una uni­dad fami­liar don­de lo que acon­te­ce entre sus miem­bros cons­ti­tu­ye un espe­jo de dicho universo.

El elenco de la pieza (Foto de Yves Renaud)

El elen­co de la pie­za (Foto de Yves Renaud)

Con una luci­dez a toda prue­ba, la obra pro­pues­ta por el dra­ma­tur­go resul­ta difí­cil de cata­lo­gar dado que pue­de ser leí­da como tra­ge­dia grie­ga, dra­ma veraz, come­dia sar­cás­ti­ca o bien un rela­to absur­do que es copia fiel de la viven­cia que expe­ri­men­ta gran par­te de la gene­ra­ción actual. Des­de la pri­me­ra esce­na, el espec­ta­dor se enfren­ta con los miem­bros de la fami­lia Béru­bé, inte­gra­da por el patriar­ca Yvon (Pie­rre Cur­zi), su mujer Colet­te (Sophie Clé­ment) y los cua­tro hijos inte­gra­dos por Gui­llau­me (Chris­tian Bégin), Manon (Marie Char­le­bois), Roger (Pier Paquet­te) y Fran­ce (Isa­be­lle Vin­cent). En dicha pre­sen­ta­ción, Gui­llau­me ‑el menor de los cua­tro her­ma­nos- ha retor­na­do de Nige­ria quien apro­ve­chó rea­li­zar algu­nos nego­cios per­so­na­les mien­tras estu­vo cum­plien­do una misión ofi­cial de gobierno. La ale­gría del reen­cuen­tro pron­ta­men­te cede paso al fac­tor que moto­ri­za el con­flic­to de la his­to­ria; así, cuan­do Yvon mue­re un año des­pués, esta fami­lia bur­gue­sa se encuen­tra nue­va­men­te reu­ni­da para dar lec­tu­ra al tes­ta­men­to de más de 5 millo­nes de dóla­res y deci­dir cómo ese mon­to será dis­tri­bui­do por sus herederos.

Pierre Curzi y Christian Begin. (Foto de Yves Renaud)

Pie­rre Cur­zi y Chris­tian Bégin. (Foto de Yves Renaud)

Dado lo que ante­ce­de, Bégin no tie­ne com­pla­cen­cia algu­na para des­nu­dar por com­ple­to las mise­rias de cada uno de sus miem­bros ilus­tran­do la dis­fun­cio­na­li­dad fami­liar fren­te a la apa­rien­cia de un clan bien cons­ti­tui­do. Así se evi­den­cia la amo­ra­li­dad del padre cuya for­tu­na ama­sa­da fue logra­da median­te nego­cios tur­bios; más aún, que­da en cla­ro que Gui­llau­me es la mejor prue­ba de lo que un hijo pue­de apren­der de la des­ho­nes­ti­dad de un padre. Al pro­pio tiem­po, los res­tan­tes her­ma­nos tam­bién demues­tran fisu­ras inca­pa­ces de disi­mu­lar y es pre­ci­sa­men­te en ese momen­to don­de se pro­du­ce un ver­da­de­ro ajus­te de cuen­tas entre todos los inte­gran­tes de la fami­lia quie­nes sacan­do los tra­pi­tos sucios bien disi­mu­la­dos, van libe­ran­do los demo­nios inter­nos que los corroe. Si bien este tema podría no resul­tar nove­do­so lo que dis­tin­gue a esta pie­za es la maes­tría con que el autor logra pasar de la ten­sión dra­má­ti­ca exis­ten­te has­ta momen­tos de gran joco­si­dad dado el plan­teo de las situaciones.

La pues­ta en esce­na de Marie Char­le­bois está muy bien orques­ta­da al per­mi­tir que sus per­so­na­jes pue­dan refle­jar sus ver­da­de­ras emo­cio­nes a tra­vés de la vio­len­cia laten­te impre­sa en la cruel­dad que emer­ge de sus diá­lo­gos viru­len­tos. Cuan­do todo que­da dicho y los secre­tos ocul­tos que inva­den a los Béru­bé han que­da­do dolo­ro­sa­men­te reve­la­dos, la catar­sis rea­li­za­da per­mi­te que sus per­so­na­jes recu­pe­ren la iden­ti­dad per­di­da; esto últi­mo que­da refle­ja­do en una esce­na de gran emo­ti­vi­dad cuan­do al pro­du­cir­se un encuen­tro ima­gi­na­rio de Gui­llau­me con su des­apa­re­ci­do padre, al ver­lo llo­rar de arre­pen­ti­mien­to, él le pre­gun­ta “¿Por qué lloras…?”.

La inter­pre­ta­ción del elen­co impre­sio­na por su homo­gé­nea cali­dad y si habría que dis­tin­guir a alguien en par­ti­cu­lar, me incli­na­ría a men­cio­nar a Sophie Clé­ment quien logra trans­mi­tir mara­vi­llo­sa­men­te el papel de la madre que al igual que el aves­truz se nie­ga a ver la reali­dad cir­cun­dan­te para sal­var a toda cos­ta la inexis­ten­te armo­nía fami­liar. En los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción tan­to la esce­no­gra­fía como la ilu­mi­na­ción se aco­mo­dan muy bien a la esen­cia de la pieza.

Que­da como resul­ta­do una obra lace­ran­te, mor­daz, cíni­ca y con­mo­ve­do­ra que al pene­trar en la inti­mi­dad de una fami­lia en cri­sis, su com­por­ta­mien­to refle­ja el “modus viven­di” de nues­tra época.

Un Popu­lar Paya­so Negro

CHO­CO­LATFran­cia, 2016. Un film de Roschdy Zem

Este film sigue la tra­yec­to­ria de Rafael Padi­lla, un artis­ta cir­cen­se y el pri­me­ro de raza negra que lle­gó a adqui­rir gran popu­la­ri­dad en la Fran­cia de la belle épo­que de los años 20.

James Thierrée y Omar Sy

James Thie­rrée y Omar Sy

En una adap­ta­ción efec­tua­da por el rea­li­za­dor jun­to a Cyril Gely y Oli­vier Gor­ce del libro de Gérard Noi­riel “Cho­co­lat clown negre”, el film pre­sen­ta a Padi­lla (Omar Sy), un ex escla­vo negro cubano que lle­ga a Fran­cia hacia fina­les del siglo 19 aspi­ran­do a un por­ve­nir más ven­tu­ro­so. Al poco tiem­po, mero­dean­do un cir­co pro­vin­cia lle­ga a cono­cer a Tony Gri­ce (James Thie­rrée), de sobre­nom­bre “Foo­tit”, quien le ofre­ce tra­ba­jar con él al haber des­cu­bier­to sus con­di­cio­nes poten­cia­les de paya­so; des­pués de un bre­ve entre­na­mien­to don­de Padi­lla, aho­ra apo­da­do “Cho­co­lat”, se impo­ne de todos los aspec­tos bási­cos del tra­ba­jo por par­te de su cole­ga, ambos se pre­sen­tan en un espec­tácu­lo que con­quis­ta de inme­dia­to al públi­co asis­ten­te. Si bien el éxi­to se debe a una labor de equi­po muy bien ensam­bla­do, no pasa mucho tiem­po para que un sagaz empre­sa­rio pari­sino (Oli­vier Gour­met) los con­tra­te para actuar en el Nou­veau Cir­que de París como una de sus prin­ci­pa­les atrac­cio­nes; allí este dúo vuel­ve a sedu­cir a una audien­cia que en ese caso es más nume­ro­sa y exigente.

En for­ma sutil el direc­tor des­cri­be muy bien cómo el éxi­to de Cho­co­lat, ade­más de sus legí­ti­mas con­di­cio­nes artís­ti­cas, se debe a situa­cio­nes gra­cio­sas en don­de lle­ga a bur­lar­se de su pro­pia raza. Ese hecho evi­den­te­men­te tie­ne efec­to posi­ti­vo en la audien­cia por­que en la Fran­cia de ese enton­ces exis­te un mar­ca­do racis­mo don­de el hom­bre de color es una per­so­na de cate­go­ría infe­rior; en tal sen­ti­do no resul­ta extra­ño que el sala­rio de Cho­co­lat sea sus­tan­cial­men­te menor al de su colega.

El con­flic­to cen­tral del rela­to se pro­du­ce cuan­do por ser negro es injus­ta­men­te arres­ta­do por la poli­cía adu­cien­do una falaz excu­sa y es a par­tir de ese momen­to que Cho­co­lat adquie­re cla­ra con­cien­cia de su situa­ción; de allí en más, deja de actuar con Foo­tit y la amis­tad que los unía fue­ra del esce­na­rio lle­ga a que­brar­se. Cre­yen­do que su fama le per­mi­ti­ría actuar en un ver­da­de­ro espec­tácu­lo tea­tral repre­sen­tan­do a Ote­lo de Sha­kes­pea­re, Cho­co­lat inten­ta hacer­lo aun­que sin lograr un resul­ta­do positivo.

Entre­mez­clan­do la come­dia, con el dra­ma, Sy repi­te el éxi­to que logró con Intou­cha­bles (2011) ofre­cien­do una cáli­da inter­pre­ta­ción de un hom­bre que habien­do lle­ga­do a la fama no pue­de rene­gar de su raza para recla­mar la dig­ni­dad que huma­na­men­te mere­ce. Igual­men­te con­vin­cen­te es la actua­ción de Thie­rrée quien como el paya­so blan­co logra una bue­na com­bi­na­ción con Sy en varios núme­ros cir­cen­ses que alcan­zan rele­van­cia den­tro del con­tex­to de la his­to­ria narra­da; sin ade­lan­tar su des­en­la­ce, la esce­na final que los reúne es alta­men­te conmovedora.

En esen­cia, Zem logra una pelí­cu­la emo­ti­va que pro­du­ce risa, tris­te­za, pate­tis­mo, al pro­pio tiem­po que efec­túa una apro­pia­da crí­ti­ca de la dis­cri­mi­na­ción racial de la épo­ca. Jor­ge Gutman

La Lle­ga­da

ARRI­VAL. Esta­dos Uni­dos-Cana­dá, 2016. Un film de Denis Villeneuve

La ver­sa­ti­li­dad del direc­tor cana­dien­se Denis Ville­neu­ve se com­prue­ba una vez más al incur­sio­nar en un cam­po total­men­te inex­plo­ra­do para él como es el de la cien­cia fic­ción en un dra­ma deci­di­da­men­te cere­bral que con­fi­gu­ra un muy buen entretenimiento.

Arri­val es un film que enfo­ca el tema de la lle­ga­da de seres pro­ve­nien­tes de otros luga­res del uni­ver­so y el impac­to cau­sa­do en nues­tro pla­ne­ta. Aun­que ya se han vis­to varias pelí­cu­las de ese géne­ro y algu­nas de ellas muy logra­das, Ville­neu­ve ha sido capaz de insu­flar­le sufi­cien­te poe­sía y huma­ni­dad para que su rela­to trascienda.

 Amy Adams

Amy Adams

Basa­do en el libro Story of Your Life de Ted Chiang, el arti­cu­la­do guión de Eric Heis­se­rer enfo­ca la lle­ga­da mis­te­rio­sa de una doce­na de naves extra­te­rres­tres a dife­ren­tes luga­res de la Tie­rra, inclu­yen­do la ciu­dad de Mon­ta­na en Esta­dos Uni­dos. Al cun­dir el des­con­cier­to y ante la beli­co­si­dad asu­mi­da por algu­nos paí­ses, el ejér­ci­to ame­ri­cano a tra­vés de uno de sus fun­cio­na­rios (Forest Whi­ta­ker) enco­mien­da a Loui­se Banks (Amy Adams), una exper­ta doc­to­ra lin­güís­ti­ca que sabe inter­pre­tar y des­ci­frar alfa­be­tos, la tarea de deco­di­fi­car los men­sa­jes alie­ní­ge­nos y a su vez esta­ble­cer el con­tac­to con los ocu­pan­tes de las naves para saber cuá­les son sus inten­cio­nes; en esa tarea ella cuen­ta con la cola­bo­ra­ción del físi­co Ian Don­nelly (Jeremy Renner).

https://www.youtube.com/watch?v=aTNJtEXYsyw

El film se des­ta­ca por su ele­gan­cia visual a tra­vés de logra­das imá­ge­nes fan­tás­ti­cas. Pero ade­más de sus valo­res téc­ni­cos, don­de tras­cien­de la bella foto­gra­fía de Brad­ford Young y la bue­na músi­ca de Johan Johanns­son, lo impor­tan­te del rela­to es el sig­ni­fi­ca­do que adquie­re el len­gua­je como medio per­sua­si­vo de comu­ni­ca­ción así como ins­tru­men­to paci­fis­ta; más allá que estos ovnis no hablan la len­gua de los huma­nos el esfuer­zo rea­li­za­do por la doc­to­ra Banks demues­tra el modo en que es posi­ble que se esta­blez­ca un enten­di­mien­to con una civi­li­za­ción com­ple­ta­men­te dife­ren­te a la nues­tra. Para la épo­ca en que vivi­mos don­de se atra­vie­sa por múl­ti­ples con­flic­tos entre los seres huma­nos en diver­sas regio­nes de nues­tro pla­ne­ta, lo que se obser­va pue­de meta­fó­ri­ca­men­te ser leí­do como un men­sa­je anti­be­li­cis­ta para cons­truir un mun­do mejor.

Sin caer en los este­reo­ti­pos clá­si­cos de domi­nan­tes ovnis que agre­si­va­men­te lle­gan a este pla­ne­ta con el pro­pó­si­to de arra­sar­lo, lo que aquí se con­tem­pla es un dra­ma que sin dejar de lado su aris­ta espec­ta­cu­lar es a la vez humano e ínti­mo, sobre todo tenien­do en cuen­ta la dimen­sión que adquie­re el per­so­na­je inter­pre­ta­do por Adams. Esta inte­li­gen­te actriz, en el mejor papel de su carre­ra trans­mi­te inten­si­dad y emo­ción como una mujer que vivien­do el dolor de una madre que ha per­di­do a su hija afec­ta­da de cán­cer, logra ven­cer su pesa­dum­bre al ser­vi­cio de una cau­sa que aun­que arries­ga­da está impreg­na­da de nobleza.

Para con­cluir pue­de seña­lar­se que lo que aquí se con­tem­pla es una his­to­ria que admi­te más de una lec­tu­ra pero lo más impor­tan­te es que Ville­neu­ve entre­ga uno de los más bellos y refi­na­dos fil­mes de cien­cia fic­ción que el gran públi­co sabrá apreciar.
Jor­ge Gutman