MISS SLOANE. Estados Unidos, 2016. Un film de John Maden
La agitada vida de una audaz lobista es lo que enfoca el realizador John Madden en Miss Sloane. Adoptando las características de un thriller político, su contenido ya ha sido tratado en varias oportunidades y por lo tanto no hay nada nuevo en lo expuesto que pueda sorprender.
Elizabeth Sloane (Jessica Chastain) trabaja en una firma consultora de Washington cuyos integrantes se especializan en practicar el lobby para tratar de influir en las decisiones que adoptarán altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos.
En el momento en que comienza la acción ella es convocada para testimoniar ante un Comité del Senado encabezado por el congresal Ron Sperling (John Lithgow) donde es cuestionada por haber quebrado reglas éticas en su implicación con un viaje efectuado por un senador a Indonesia. A partir de allí, a través de flashbacks que retrotraen el relato a algunos meses anteriores, se puede observar que los jefes (Sam Waterston, Michael Stuhlbarg) de Elizabeth están empeñados en defender los intereses de la National Rifle Association para que cualquier ciudadano pueda portar armas libremente. Frente a esta situación y en un acto de supuesta conciencia moral, ella resuelve adoptar una actitud completamente opuesta lo que la lleva a dejar el estudio y con casi todo su equipo que la sigue decide trabajar en otra firma más pequeña de lobistas. La misma está a cargo de Rodolfo Schmidt (Mark Strong), un hombre idealista deseoso de que los senadores legislen a favor del control de armas; en tal sentido él encontrará en Miss Sloane una ferviente colaboradora.
Tal como lo anticipa su título, la trama gira en torno de Elizabeth que aunque talentosa y ambiciosa es también una mujer temible que sin escrúpulo alguno trata de obtener lo que se propone sin importar los medios a los que tiene que recurrir. De allí que no resulte extraño que su carismática presencia la convierta en líder del grupo que la rodea. Sin una clara convicción política, lo importante para ella es luchar para ganar una causa sin considerar el contenido de la misma.
El guión de Jonathan Perera también destaca aspectos de su vida personal donde en ausencia de una relación sentimental, su intimidad es únicamente mantenida con Forde (Jake Lacy), un escolta masculino que le presta un satisfactorio servicio sexual a cambio de una buena retribución monetaria. Curiosamente, es en ese vínculo donde la personalidad de Elizabeth emana cierta humanidad.
El relato puede resultar engañoso en la medida que gran parte del mismo está centrado en la ardua lucha librada entre los dos grupos de lobistas con respecto a la portación de armas. Si bien en un principio se puede suponer que el film trata de defender la regulación del control de armas, a medida que avanza la historia se verá que el énfasis es puesto en la despiadada conducta de Elizabeth que muchas veces la obliga a jugar suciamente o incluso traicionar a un aliado si le resulta conveniente.
En otros aspectos, el realizador capta muy bien el modo en que operan los grupos de coerción y la forma en que logran obtener el apoyo de los senadores para aprobar una ley al servicio de los intereses de sus clientes. Al propio tiempo queda reflejado como ese accionar puede llegar a desnaturalizar el sistema democrático al generar un nivel de corrupción que alcanza a las altas esferas oficiales incluyendo al senador Sperling que está juzgando a Elizabeth.
Más allá de que pueda o no agradar el personaje de Miss Sloane, lo cierto es que Chastain infunde todos los matices necesarios para que su caracterización resulte creíble; igualmente es irreprochable el elenco que la secunda, con especial referencia a Gugu Mbatha-Raw asumiendo el rol de una víctima de la violencia armada.
Tal como se manifestó al principio de esta nota lo que aquí se contempla es ampliamente conocido; así, para mencionar un ejemplo basta señalar la excelente teleserie House of Cards reflejando el cinismo, egoísmo y corrupción de los políticos. Con todo, la muy buena actuación de Chastain permite que el film logre captar la atención e interés del espectador. Jorge Gutman