Con­fron­ta­ción de Intereses

AQUA­RIUS. Bra­sil, 2016. Un film escri­to y diri­gi­do por Kle­ber Men­do­nça Filho

Tras la gra­ta impre­sión deja­da por el direc­tor y guio­nista bra­si­leño Kle­ber Men­do­nça Filho con su exce­lente debut en Au Som au Redor (2012), aho­ra retor­na con Aqua­rius cuyo tema está cen­trado en la agre­siva espe­cu­la­ción del mer­cado inmo­bi­lia­rio de Reci­fe con algu­nas refe­ren­cias sobre las dife­ren­cias socia­les impe­ran­tes en Brasil.

El rela­to enfo­ca a Cla­ra (Sonia Bra­ga), una crí­tica musi­cal jubi­lada de 65 años de edad pro­ve­nien­te de una acau­da­lada fami­lia de Reci­fe. Ella vive con­for­ta­ble­mente en un anti­guo depar­ta­mento de un edi­fi­cio de dos pisos deno­mi­nado “Aqua­rius”, ubi­cado en una pri­vi­le­giada zona y con una esplén­dida vis­ta al océano; sin­tién­do­se ple­na­men­te con­for­ta­ble don­de habi­ta, su pro­pó­si­to es el de seguir resi­dien­do allí has­ta el final de sus días.

El orden impe­ran­te con res­pec­to a Aqua­rius se ve alte­ra­do cuan­do Die­go (Hum­berto Carrao), un ambi­cioso e ines­cru­pu­loso pro­mo­tor de una empre­sa cons­truc­tora ha adqui­rido todos los res­tan­tes depar­ta­men­tos y solo le res­ta lograr el de Cla­ra para echar aba­jo el edi­fi­cio y cons­truir en su lugar un moderno con­do­mi­nio. Sin embar­go, al negar­se a acep­tar una muy ten­ta­do­ra pro­pues­ta de com­pra, ella crea­rá una con­fron­ta­ción con los intere­ses de la con­tra­parte y es esa situa­ción la que ori­gi­na el con­flic­to dra­má­ti­co del rela­to que con­du­ce a un sor­pre­sivo desenlace.

Apar­te del tópi­co cen­tral, el direc­tor efec­túa un buen estu­dio de la per­so­na­li­dad de Cla­ra en sus víncu­los de fami­lia, sobre todo con el recuer­do de una tía (Thaia Perez) a quien qui­so mucho y que había habi­ta­do en ese mis­mo depar­ta­men­to. Con todo, lo más impor­tante del film es la bri­llan­te inter­pre­ta­ción de Sonia Bra­ga; la nota­ble intér­pre­te que en el pasa­do des­lum­bró al públi­co con Doña Flor y sus dos Mari­dos (1976) y El Beso de la Mujer Ara­ña (1985), efec­túa otra nota­ble inter­pre­ta­ción per­so­ni­fi­can­do con brío a una mujer de gran empu­je y carác­ter que habien­do que­dado mar­cada por el estig­ma de un cán­cer sufri­do duran­te una impor­tante par­te de su vida, es capaz de man­te­ner su dig­ni­dad intac­ta y deci­di­da a mar­char hacia ade­lante a pesar de los obs­tácu­los que se pre­sen­tan en su camino. Jor­ge Gutman