THE RED TURTLE / LA TORTUE ROUGE. Francia-Bélgica-Japón, 2016. Un film de Michael Dudok de Wit
El encanto del cine se hace presente con esta joya de la animación realizada por Michael Dudok de Wit. Si acaso el séptimo arte ha sido concebido para que con sólo imágenes desprovistas de diálogo pueda transmitirse una historia de considerable significación humana, La Tortue Rouge lo confirma claramente. Se encuentre el espectador inclinado hacia el género de la animación o no, lo cierto es que quedará ampliamente gratificado después de contemplar este poético film.
Fue por iniciativa del renombrado Studio Ghibli de Japón, que Dudok de Wit comenzó a ocuparse en 2006 de esta fantasía que constituye su ópera prima en el largometraje; de esa asociación y basado en una historia original del realizador con la participación de la cineasta Pascale Ferran que se encargó de la adaptación se cristalizó esta hermosa fábula sobre la parábola de la vida.
La trama es de máxima sencillez donde quedan resaltados los aspectos más esenciales que residen en el género humano. Así, la necesidad de socializar, ser tolerante, cultivar la amistad, sentir el amor y fundar una familia se conjuga con la presencia de una naturaleza todo poderosa que de algún modo refleja la maravilla de la existencia humana.
Todos esos valores se destacan en la odisea vivida por el protagonista del relato. En la primera y cautivante secuencia se observa a un hombre que despierta en la playa de una isla desierta abandonada; después de inspeccionar el lugar donde se encuentra, cobra conciencia de su soledad al contemplar las envolventes olas del océano, las rocas gigantescas del lugar, la arena y algunos crustáceos que por allí rodean. Su espontánea decisión es abandonar la isla y para lograrlo con troncos que recoge construye una balsa para lanzarse al mar. Sin embargo, sus intenciones se ven frustradas cuando su embarcación es destruida por la presencia de una gigantesca tortuga roja marina; retornando a la playa procederá a construir una nueva balsa y a la vez tratará de vencer al victorioso galápago que se le interpone en su camino; sin embargo, cuando ya ha logrado dominarlo y comienza a dañarlo su remordimiento le impide deshacerse del mismo. Es allí que la magia de este cuento cobra vuelo con la aparición de un tercer personaje que permite al realizador efectuar una magnífica narración sobre los ciclos de la existencia humana que incluye su mortalidad.
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Sin que se pronuncie una sola palabra, se sigue un relato que deslumbra no solo por su contenido sino por sus múltiples y minuciosos detalles que lo distinguen. Así, la música de Laurent Perez del Mar se encuentra perfectamente integrada al relato y se combina armoniosamente con los sonidos que emergen de la naturaleza, perfectamente resaltados por los diseñadores Alexandre Fleurant y Sébastien Marquilly; la animación ‑con cierta influencia del Studio Ghibli- está magníficamente ilustrada por el realizador permitiendo que uno se compenetre con sus personajes y que incluso logre emocionarse; igualmente se distingue la iluminación reflejando los diferentes momentos del día; finalmente la lograda gama de colores empleados constituye otro acierto que visualmente enriquece al film.
Por su alta creatividad este cuento de animación para adultos, resaltando el poder de la naturaleza y las importantes etapas de la vida, es una obra maestra del género que merece la máxima recomendación de quien suscribe estas líneas. Jorge Gutman