De Opri­mi­da a Opresora

LADY MAC­BETH. Gran Bre­ta­ña, 2016. Un film de William Oldroyd

Con pres­ti­gio­sos ante­ce­den­tes en su con­di­ción de direc­tor tea­tral y de ópe­ra, William Oldroyd incur­sio­na por vez pri­me­ra como rea­li­za­dor cine­ma­to­grá­fi­co en Lady Mac­beth ofre­cien­do un sobrio dra­ma, cui­da­do­sa­men­te tra­ta­do e irre­pro­cha­ble­men­te actua­do por Flo­ren­ce Pugh en el rol protagónico.

Este film es una adap­ta­ción rea­li­za­da por la escri­to­ra Ali­ce Birch del libro Lady Mac­beth of the Mtensk Dis­trict de Niko­lai Les­kov publi­ca­da en 1865 y que trans­cu­rre en la Rusia de esa épo­ca; como refe­ren­cia adi­cio­nal, esa nove­la ha ins­pi­ra­do a Shos­ta­ko­vich para com­po­ner en 1934 la ópe­ra del mis­mo nom­bre como tam­bién fue tras­la­da­da al cine en 1962 por el gran rea­li­za­dor pola­co Andrzej Waj­da. En esta oca­sión, la his­to­ria está ambien­ta­da en la Ingla­te­rra vic­to­ria­na de la segun­da mitad del siglo 19 en una zona rural del nor­te del país.

Flo­ren­ce Pugh

En la pri­me­ra esce­na se obser­va el puri­tano ros­tro de Kathe­ri­ne (Pugh), de 17 años de edad, en momen­tos de cele­brar­se su boda con Ale­xan­der (Paul Hil­ton), un hom­bre mucho mayor que ella e hijo de un rico pro­pie­ta­rio de minas; este enla­ce sin amor alguno y de abso­lu­ta con­ve­nien­cia comer­cial ha sido arre­gla­do por los padres de ambos cón­yu­ges. La acción inme­dia­ta­men­te se des­pla­za a la man­sión de Ale­xan­der don­de en la noche de bodas que­da refle­ja­do su com­por­ta­mien­to sádi­co e impo­ten­cia sexual, tra­tan­do a su espo­sa como un frío obje­to. A medi­da que los días trans­cu­rren que­da cla­ro que el con­fi­na­mien­to de Kathe­ri­ne al no poder salir al exte­rior y el tra­to des­pre­cia­ble del que es obje­to por par­te de su mari­do y de su auto­ri­ta­rio y des­pó­ti­co sue­gro Boris (Chris­topher Fair­bank) la van asfi­xian­do aní­mi­ca­men­te; sola­men­te, la pre­sen­cia de Anna (Nao­mie Ackie), la emplea­da domés­ti­ca negra de la man­sión, pare­ce­ría miti­gar en par­te la angus­tia de la pri­sión en la que habita.

Kathe­ri­ne encuen­tra final­men­te una vía de esca­pe cuan­do su espo­so y Boris se ausen­tan duran­te cier­to tiem­po en via­je de nego­cios. Es allí don­de comien­za a explo­rar el mun­do exte­rior y pron­ta­men­te ini­cia una tórri­da rela­ción amo­ro­sa con Sebas­tian (Cos­mo Jar­vis), el sexual­men­te atra­yen­te pala­fre­ne­ro de raza mix­ta de la fin­ca. A medi­da que el affai­re pro­gre­sa la per­so­na­li­dad de la ange­li­cal joven va evo­lu­cio­nan­do de mane­ra sor­pren­den­te; así, la espo­sa sumi­sa y sufri­da cede el paso a la mujer adúl­te­ra que domi­na­da por un irre­fre­na­ble deseo de poder la con­vier­te en un ser de moral corrup­ta que no duda­rá en ape­lar a cual­quier medio con tal de lograr lo que se propone.

Es enco­mia­ble el tra­ta­mien­to que el rea­li­za­dor impri­me al rela­to recu­rrien­do a una narra­ción des­po­ja­da y meticu­losa­men­te inten­sa. De algún modo, el maquia­ve­lis­mo de Kathe­ri­ne alcan­za cier­to para­le­lis­mo con el per­so­na­je de la rei­na de Esco­cia crea­do por Sha­kes­pea­re en Mac­beth. En tal sen­ti­do Oldroyd supo extraer de Flo­ren­ce Pugh la varia­da gama de emo­cio­nes que tra­sun­ta la pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria; la joven actriz des­lum­bra tan­to con su gla­cial mira­da como con sus ges­tos facia­les ani­man­do a la anti­he­roí­na que ini­cial­men­te inge­nua y repri­mi­da adop­ta­rá una rebe­lión inusi­ta­da car­ga­da de indo­ma­ble crueldad.

Más allá de la trans­for­ma­ción que asu­me su pro­ta­go­nis­ta, el film cons­ti­tu­ye una bue­na pin­tu­ra de la épo­ca en que trans­cu­rre en rela­ción al some­ti­mien­to de la mujer en la socie­dad, como así tam­bién deja entre­ver cier­tos atis­bos racia­les aten­dien­do a la ten­sa rela­ción esta­ble­ci­da entre Anna y sus patro­nes. Final­men­te cabe des­ta­car la bue­na foto­gra­fía de Ari Weg­ner y el apro­pia­do dise­ño musi­cal de Dan Jones que con­tri­bu­yen a valo­ri­zar artís­ti­ca­men­te este apre­cia­ble dra­ma. Jor­ge Gutman

Impla­ca­ble Persecución

KID­NAP. Esta­dos Uni­dos, 2017. Un film de Luis Prieto}

Tal como lo anti­ci­pa su títu­lo, el secues­tro de un menor es el tema abor­da­do por Luis Prie­to en Kid­nap. Des­pués de un buen comien­zo, la inve­ro­si­mi­li­tud que adop­ta el rela­to impi­de que el film lle­gue a satis­fa­cer como debiera.

Halle Berry

La acción que trans­cu­rre en Lui­sia­na intro­du­ce a Kar­la Dyson (Halle Berry), una madre sepa­ra­da que vive con Fran­kie (Sage Correa), su hiji­to de 6 años a quien quie­re entra­ña­ble­men­te. Emplea­da como mese­ra de un res­tau­ran­te tra­ta de com­pa­ti­bi­li­zar su tra­ba­jo dia­rio con su res­pon­sa­bi­li­dad maternal.

Un día, des­pués de haber cum­pli­do su turno labo­ral lle­va al niño a un par­que de diver­sio­nes. Des­pués de un buen rato, ella reci­be en su celu­lar un lla­ma­do que pare­ce ser impor­tan­te; del otro lado de la línea su abo­ga­do le comu­ni­ca que su ex mari­do le recla­ma la cus­to­dia del niño. Deján­do­lo momen­tá­nea­men­te para man­te­ner pri­va­da­men­te la comu­ni­ca­ción tele­fó­ni­ca, Kar­la se ale­ja ubi­cán­do­se de espal­da a esca­sos metros de don­de Fran­kie se halla. Cuan­do retor­na y com­prue­ba que no se encuen­tra, una fre­né­ti­ca angus­tia la inva­de al no poder ubi­car­lo; en un momen­to dado obser­va que salien­do del par­que el chi­co es arras­tra­do por la fuer­za por una mujer (Chris McGinn) para intro­du­cir­lo en un coche esta­cio­na­do que inme­dia­ta­men­te par­te en for­ma precipitada.

https://www.youtube.com/watch?v=R‑Ht8VRPRvU

De allí en más con una cons­ter­na­ción plau­si­ble de com­pren­der, Kar­la se lan­za furio­sa­men­te en su mini­van per­si­guien­do a la mujer que secues­tró a su hijo y al con­duc­tor del vehícu­lo para tra­tar de recu­pe­rar a su hijo. Has­ta ese momen­to, el film des­pier­ta con­si­de­ra­ble inte­rés al ir crean­do una intri­ga sobre lo que ocu­rri­rá. Pero suce­de que la impla­ca­ble cace­ría auto­mo­vi­lís­ti­ca, que revis­te la for­ma de una desen­fre­na­da carre­ra en una auto­pis­ta de New Orleans, se pro­lon­ga por espa­cio de casi una hora; en con­se­cuen­cia, la ten­sión ini­cial se resien­te fren­te a la exis­ten­cia de casi un úni­co esce­na­rio. Con todo, el aspec­to más vul­ne­ra­ble del film resi­de en el guión de Kna­te Lee don­de resul­ta prác­ti­ca­men­te implau­si­ble que pue­da acon­te­cer lo que se expo­ne en el mis­mo. Sería indis­cre­to men­cio­nar las situa­cio­nes impro­ba­bles que se pro­du­cen en la men­cio­na­da per­se­cu­ción don­de pare­cie­ra casi nula la acción poli­cial fren­te a las coli­sio­nes y acci­den­tes espec­ta­cu­la­res ‑algu­nos de ellos mor­ta­les- que se pro­du­cen en la mis­ma. A todo ello, nada se sabe de las moti­va­cio­nes de los villa­nos secues­tra­do­res para rap­tar a Fran­kie y, final­men­te, cuan­do se arri­ba a su irrea­lis­ta des­en­la­ce varios hilos per­ma­ne­cen suel­tos sin expli­ca­ción racional.

Aun­que sin lle­gar a com­pen­sar las debi­li­da­des del film, a su favor cabe des­ta­car la nota­ble foto­gra­fía de Fla­vio Mar­tí­nez Labiano cap­tan­do des­de dife­ren­tes ángu­los ‑inclui­do tomas aéreas- la desen­fre­na­da carre­ra auto­mo­vi­lís­ti­ca, la bue­na direc­ción de Prie­to a pesar de las limi­ta­cio­nes del guión y sobre todo la exce­len­te actua­ción de Berry. Esta actriz con­fir­ma una vez más que es una de las mejo­res intér­pre­tes del cine ame­ri­cano; con inten­sa furia, tem­blo­res, gri­tos, con­tor­sio­nes y hablan­do a sí mis­ma trans­mi­te con­vin­cen­te­men­te el des­aso­sie­go de una madre que no está dis­pues­ta a per­der a su reto­ño que es lo más impor­tan­te que cuen­ta en su vida. Jor­ge Gutman