La Gran Dama de la Justicia

RBG. Esta­dos Uni­dos, 2018. Un film diri­gi­do y pro­du­ci­do por Betsy West y Julie Cohen

¡Qué pla­cer y emo­ción cau­sa ver este docu­men­tal! Aun­que fue rea­li­za­do con ante­rio­ri­dad al movi­mien­to que sur­gió valo­ri­zan­do la con­di­ción feme­ni­na debi­do al lamen­ta­ble caso Weins­tein, este film no pue­de ser más opor­tuno al resal­tar la per­so­na­li­dad de Ruth Bader Gins­burg, cari­ño­sa­men­te bau­ti­za­da RBG. A los 85 años de edad, inte­gran­do la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia de los Esta­dos Uni­dos, demues­tra una vita­li­dad a toda prue­ba y no está dis­pues­ta a resig­nar su car­go mien­tras siga estan­do en for­ma para cum­plir con com­ple­ta sol­ven­cia sus fun­cio­nes como has­ta el pre­sen­te lo ha esta­do realizando.

Ruth Bader Ginsburg

Betsy West y Julie Cohen han logra­do un exce­len­te docu­men­tal per­mi­tien­do que la audien­cia pue­da cono­cer minu­cio­sos deta­lles de un ser que se ha trans­for­ma­do en un ícono popu­lar de la cul­tu­ra ame­ri­ca­na. Para tal pro­pó­si­to ha sido muy impor­tan­te la cola­bo­ra­ción pres­ta­da por su pro­ta­go­nis­ta como así tam­bién por varias cabe­zas par­lan­tes inclu­yen­do a varios inte­gran­tes de su fami­lia cer­ca­na, ami­gos, cole­gas como así tam­bién al pre­si­den­te Bill Clinton.

A tra­vés de la insig­ne jue­za se lle­ga a saber que cuan­do con­clu­yó sus estu­dios de ense­ñan­za media, su madre le incul­có que como bue­na dama supie­ra con­tro­lar sus emo­cio­nes, como así tam­bién que man­tu­vie­ra su inde­pen­den­cia en el sen­ti­do de ser auto­su­fi­cien­te sin impor­tar con quien pudie­ra unir su vida futu­ra. Y vaya si ha sabi­do apli­car sus consejos.

https://www.youtube.com/watch?v=btcpG9APacU

A los 17 años de edad comien­za sus estu­dios uni­ver­si­ta­rios en la Uni­ver­si­dad de Cor­nell en Itha­ca, Nue­va York; en ese medio cono­ce a quien sería el ama­do hom­bre de su vida, Marty Gins­burg, un año mayor que ella, con quien con­vi­vi­ría duran­te 56 años en ple­na feli­ci­dad con­yu­gal y con dos hijos, con­for­man­do de este modo una her­mo­sa familia.

En tal sen­ti­do, es impor­tan­te des­ta­car cómo la gene­ro­si­dad de un hom­bre pue­de con­tri­buir a real­zar los valo­res excep­cio­na­les de una mujer. Eso ha sido Marty; así, cuan­do Ruth es nom­bra­da por el pre­si­den­te Car­ter para inte­grar la Cor­te de Ape­la­cio­nes del cir­cui­to de D.C, él deja su aso­cia­ción com­par­ti­da en un bufe­te de abo­ga­dos para seguir­la a ella en el lugar don­de debe des­en­vol­ver­se. La nie­ta Cla­ra Spe­ra hace refe­ren­cia a las car­tas que su abue­lo reco­gió de los admi­ra­do­res de Ruth en oca­sión de cele­brar su quin­cua­gé­si­mo ani­ver­sa­rio en 1983 para for­mar par­te de un libro de recor­tes a ella dedi­ca­do. Años des­pués él sería el motor que impul­sa­ría la pro­mo­ción de su espo­sa a fin de que el pre­si­den­te Clin­ton, reco­no­cien­do sus méri­tos la desig­na­ra en 1993 como miem­bro inte­gran­te de la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia, que dicho sea de paso ha sido la segun­da mujer en la his­to­ria de los Esta­dos Uni­dos en ocu­par tal alto ran­go des­pués de San­dra Day O’Con­nor en 1981. Ruth es amplia­men­te reco­no­ci­da de lo que su espo­so hizo por ella mani­fes­tan­do que haber cono­ci­do a Marty fue lo más afor­tu­na­do que acon­te­ció en su vida; de allí que no resul­ta extra­ño el dolor que le pro­du­jo su muer­te en 2010 y que a pesar de todo, due­ña de una for­ta­le­za a toda prue­ba, siguió ade­lan­te sin que el tris­te suce­so empa­ña­ra su trabajo.

Entre los tes­ti­mo­nios se encuen­tran el de sus hijos Jane y James, recor­dan­do anéc­do­tas de su infan­cia rela­ti­vas a su madre; igual­men­te se asis­te a las mani­fes­ta­cio­nes elo­gio­sas ver­ti­das por quie­nes la han cono­ci­do inclu­yen­do las de aque­llas per­so­nas que ideo­ló­gi­ca­men­te han disen­ti­do con su posi­ción libe­ral, como ha sido el caso del con­ser­va­dor juez y cole­ga Anto­nin Scalia.

El film se nutre de varias anéc­do­tas, todas ellas muy bien ensam­bla­das, y que en con­jun­to tras­cien­den la figu­ra de una mujer que afron­tó estoi­ca­men­te la miso­gi­nia, luchó por los dere­chos igua­li­ta­rios de la mujer a fin de eli­mi­nar la dis­cri­mi­na­ción basa­da en el sexo y que con inma­cu­la­da inte­gri­dad tra­tó de adop­tar deci­sio­nes que se atu­vie­ran al estric­to sen­ti­do de justicia.

Rea­li­za­do de mane­ra clá­si­ca, este remar­ca­ble docu­men­tal es un bello tri­bu­to a esta extra­or­di­na­ria mujer, ver­da­de­ro sím­bo­lo del femi­nis­mo. ¡Qué Dios la siga ben­di­cien­do en el sabio cum­pli­mien­to de sus altas fun­cio­nes! Jor­ge Gutman