La Som­bra de una Duda

UNE PART D’OM­BRE. Bél­gi­ca-Fran­cia-Sui­za, 2017. Un film escri­to y diri­gi­do por Samuel Tilman

El tema de la racio­na­li­dad de la duda es satis­fac­to­ria­men­te abor­da­do por el direc­tor Samuel Til­man en su pri­mer lar­go­me­tra­je de fic­ción. Más de una vez se ha con­si­de­ra­do la exis­ten­cia de situa­cio­nes difí­ci­les de escla­re­cer cuan­do no exis­ten evi­den­cias obje­ti­vas para con­si­de­rar cul­pa­ble a una per­so­na aun­que todo pue­da suge­rir en ser­lo. En tal sen­ti­do Une part d’om­bre se dis­tin­gue por­que el dile­ma de la incer­ti­dum­bre alcan­za una ten­sión psi­co­ló­gi­ca pocas veces refle­ja­da en el cine en la medi­da en que final­men­te cada espec­ta­dor podrá tener su opi­nión con res­pec­to al com­por­ta­mien­to asu­mi­do por el pro­ta­go­nis­ta de esta historia.

Fabri­zio Rongione

El actor Fabri­zio Ron­gio­ne inter­pre­ta con total con­vic­ción a David, un hom­bre bel­ga que es un buen padre de fami­lia, feliz en su vida con­yu­gal y social­men­te rodea­do de bue­nas amis­ta­des con quie­nes sue­le salir de vaca­cio­nes. Como buen depor­tis­ta le gus­ta prac­ti­car jog­ging y en uno de sus reco­rri­dos rea­li­za­dos en una zona bos­co­sa de los Vos­gos de Fran­cia duran­te un fin de sema­na es inter­cep­ta­do por una mujer que via­jan­do en un auto pare­ce haber­se per­di­do y le pide su ayu­da para que le indi­que el camino a seguir. Al día siguien­te, se la encuen­tra muer­ta y todo indi­ca de que se tra­ta de un asesinato.

A tra­vés de un exce­len­te guión y de una mag­ní­fi­ca direc­ción escé­ni­ca, David quien apa­re­ce como tes­ti­go de haber vis­to a la difun­ta mujer pocas horas antes del cri­men se con­vier­te en un invo­lun­ta­rio sos­pe­cho­so por par­te de la poli­cía encar­ga­da de la inves­ti­ga­ción. Esa ines­pe­ra­da trans­for­ma­ción de ciu­da­dano hones­to en posi­ble cul­pa­ble es debi­do a cir­cuns­tan­cias que esca­pan al ase­si­na­to y que más están refe­ri­das a su vida ínti­ma. Así, habién­do­se des­cu­bier­to que el inma­cu­la­do David ha sido capaz de haber­le sido infiel a su espo­sa Julie (Natasha Rég­nier), sin que ella como tam­po­co sus ami­gos lo hubie­ran ima­gi­na­do, podría infe­rir­se que de la mis­ma mane­ra simu­la su ino­cen­cia en el cri­men que se le adjudica.

A medi­da que avan­za el rela­to, la intri­ga se inten­si­fi­ca en la medi­da que sin prue­bas con­cre­tas, David ve su núcleo fami­liar res­que­bra­ja­do, lle­ga a per­der su empleo como docen­te y la mayor par­te de su gru­po social lo aban­do­na con excep­ción de su mejor ami­go Noël (Bap­tis­te Lalieu) y su abo­ga­do Mar­co (Chris­tophe Paou).

Por razo­nes obvias, no se divul­ga­rá la deci­sión que en últi­ma ins­tan­cia adop­ta el jura­do que inter­vie­ne en la cau­sa. Con todo el gran méri­to del film es que has­ta la últi­ma esce­na el direc­tor mane­ja la ambi­güe­dad de la per­so­na­li­dad de David ori­gi­nan­do de este modo una difu­sa línea entre la cul­pa­bi­li­dad y la ino­cen­cia. Más allá de la sen­ten­cia final, los pre­jui­cios que se van crean­do a tra­vés de la “mira­da de los otros” pue­den emo­cio­nal­men­te lle­gar a derrum­bar la vida de una per­so­na si real­men­te es ino­cen­te. El resul­ta­do final es un thri­ller psi­co­ló­gi­co muy bien cons­trui­do don­de la duda es obje­to de un inte­li­gen­te aná­li­sis. Jor­ge Gutman