Crónica de Jorge Gutman
CANDIDE OU L’OPTIMISME. Texto: Pierre Yves Lemieux basado en la novela de Voltaire. Dirección: Alice Ronfard. Elenco: Valérie Blais, Patrice Coquereau, Larissa Corriveau, Benoît Drouin-Germain, Emmanuel Schwartz. Escenografía: Danièle Lévesque. Vestuario: Marie Chantale Vaillancourt. Iluminación: Cédric Delorme-Bouchard. Música Original: Tomas Furey. Video: Éric Gagnon. Duración: 1 hora y 45 minutos sin entreacto. Representaciones: Hasta el 6 de octubre de 2018 en el Théâtre du Nouveau Monde
La nueva temporada del TNM comienza auspiciosamente con la inteligente adaptación que Pierre Yves Lemieux ha realizado del cuento más famoso de Voltaire publicado en 1759. Si bien Candide ou l’optimisme refleja el optimismo a ultranza de su personaje protagónico, Lemieux ha modificado parcialmente el texto original a través de su visión personal aunque manteniendo el espíritu del mismo. Antes de referirme a la versión apreciada en el TNM es necesario considerar las circunstancias que rodearon al gran filósofo para gestar su novela.
Voltaire ‑cuyo verdadero nombre fue François-Marie Arouet- ha sido un brillante pensador y ensayista quien a través de sus numerosos trabajos publicados defendió a rajatablas la tolerancia y la libertad religiosa acusando al cristianismo de ser la causa del fanatismo ideológico. Precisamente sus irónicas críticas a clérigos, nobles, reyes y militares fueron el sustento que nutrió a su cuento.
Basado en lo que antecede, Lemieux ingeniosamente dramatiza la concepción de la obra original permitiendo que el remarcable iluminista se convierta en un personaje adicional de la misma. Dentro de lo que puede considerarse como teatro dentro del teatro, el comienzo de la presente versión encuentra a Voltaire exiliado en Ferney en un castillo en ruinas donde rodeado de algunos actores no profesionales decide adaptar su novela en una pieza teatral. Para ello procede a los ensayos de la obra que llegará a concebir reuniendo a actores no profesionales, entre los que se encuentra su valet a quien le adjudica el papel de Cándido. Obrando como marionetista, Voltaire va dirigiendo los pasos de este joven candoroso y optimista quien después de haber sido expulsado del castillo donde habitaba por haberse enamorado de Cunégonde, la hija del barón, emprende un viaje iniciático; a través del mismo visitará Lisboa, Buenos Aires, el Amazonas, Turquía, Venecia y París donde la realidad por el contemplada deja bastante que desear. Con todo, las situaciones adversas que atraviesa no le impiden eliminar su natural optimismo insuflado por el filósofo Pangloss quien aplica el refrán “no hay mal que por bien no venga”.
En una puesta escénica irreprochable de Alice Ronfard, ella mantiene una contundente complicidad con Lemieux permitiendo que a través de su texto el espectador pueda sumergirse en los detalles involucrados en el proceso creativo de una obra. Así, a través de su desarrollo la directora mantiene un delicado equilibrio entre las carcajadas y risas que producen muchas de las escenas burlescas con el patetismo y dramatismo que en última instancia emergen del contenido de la pieza que se está gestando en los ensayos..
Además de los méritos de Lemieux y Ronfard, es necesario destacar el brillante elenco que enaltece a esta creación. Dentro del quinteto de ases que la animan, la directora ha sabido aprovechar el talento de sus intérpretes comenzando con el remarcable comediante. Emmanuel Schwartz quien se introduce profundamente en la piel de Voltaire volcando el sarcasmo, ironía, impetuosidad y el lado humano que emanan de su persona. Por su parte, Benoît Drouin-Germain se convierte en un magnífico Cándido transmitiendo el proceso de madurez que va experimentando su personaje sin dejar de lado su simplicidad y pureza. No menos importante es la contribución realizada por Valérie Blais, Larissa Corriveau y Patrice Coquereau quienes caracterizando a una gama de pintorescos personajes en los variados roles asignados enriquecen el contenido del espectáculo.
La adaptación de esta pieza que ha sido modernizada permite reflexionar acerca del mundo vivido por Voltaire con sus catástrofes, guerras, intolerancia y miserias humanas que no guardan diferencia en la época actual. Frente a esta ineluctable realidad, surge la pregunta de si es posible emular a Cándido pensando que al adoptar un espíritu optimista queda abierta la puerta para avizorar un futuro mejor.
En suma, el espectador asiste a una muy buena velada teatral donde el mensaje de Voltaire bajo la óptica de Lemieux tiene hoy día más vigencia que nunca.
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