A PRIVATE WAR. Estados Unidos, 2018. Un film de Matthew Heineman
Aunque ya han sido juzgados varios filmes sobre la acción que cumplen los corresponsales de guerra, ninguno ha alcanzado la repercusión de A Private War donde se dramatiza la humanitaria acción llevada a cabo por Marie Colvin.
Esta extraordinaria reportera americana, que dedicó su vida para dar cuenta y denunciar los dramáticos sucesos que se desarrollan en las guerras, fue corresponsal del diario Sunday Times de Londres y en 2001 al igual que en 2009 fue galardonada con el premio otorgado por la prensa británico a la mejor reportera del año.
Aunque el film dirigido por Matthe Heineman es de ficción, la aproximación del realizador es decididamente documental y en tal sentido lo que ofrece en pantalla adquiere una sensación de impresionante realismo. Para ello contó con la valiosa colaboración de Rosamund Pike quien en la mejor actuación de su carrera se sumerge en la piel de Colvin.
El relato en base al buen guión de Arash Hamel, comienza en 2001 cuando la periodista solicita al Sunday Times ser enviada al Medio Oriente; sin embargo es despachada a Sri Lanka, donde se desarrolla la lucha entre las fuerzas del gobierno local y las de las guerrillas Tamil; es allí que ella resulta herida en un tiroteo entablado entre las partes en pugna perdiendo su ojo izquierdo. Esta valerosa mujer seguirá arriesgando su vida en otras regiones caldeadas como Libia ‑entrevistando a Kadhaffi‑, Irak y Siria, donde en la mayoría de los casos es acompañada por su amigo y fotógrafo Paul Conroy (Jamie Dronan).
En los momentos de receso Marie experimenta el clásico síndrome de estrés post-traumático con pesadillas horribles durante su sueño, pero eso no la inhibe de su obsesión en retornar a los campos de batalla para entrevistar a civiles y soldados sobre lo que está aconteciendo.
Tan brillante como resulta, el film no puede evitar reflejar la violencia de la guerra y el daño físico y moral involucrado. Con todo, es en los últimos tramos del relato que transcurre en Homs, la sitiada ciudad siria, donde uno no puede evitar el sentimiento de horror al ver cómo el gobierno sirio con la excusa de cumplir con su objetivo militar termina diezmando con sus bombardeos a la población civil. Esa denuncia que Marie efectúa sin complacencia ni compromiso alguno es altamente demoledora. A pesar de que el fuego de las ametralladoras y las explosiones la rodean, ella no ceja en su propósito de retirarse y así termina su vida de manera cruenta el 22 de febrero de 2012, donde también perece Rémi Ochlik (Jérémie Laheurte), el fotógrafo periodista que se encontraba en el mismo bombardeo. En los créditos finales se señala que desde 2012 hasta la fecha la guerra siria cobró la vida de medio millón de víctimas civiles.
Este excelente film además de constituir un bello homenaje a la gran reportera constituye un angustioso viaje a los infiernos de los campos de guerra. Aunque doloroso, es decididamente recomendable. Jorge Gutman