PUPILLE. Francia-Bélgica, 2018. Un film escrito y dirigido por Jeanne Herry
Aunque en varias oportunidades se ha asistido a historias donde criaturas no deseadas por sus madres son dadas en adopción, Jeanne Herry aborda este tema en Pupille imprimiéndole una inusitada energía emocional. Con meticulosa precisión la directora describe el sistema social de adopción de Francia a partir del nacimiento del bebé rechazado por su progenitora biológica hasta el instante en que es recibido por quien habrá de asumir la responsabilidad de darle un hogar y considerarlo como hijo propio.
Todo comienza en una clínica francesa donde Clara (Leila Muse), una joven estudiante de 21 años, da a luz a un bebé al que ella no desea ver ni tampoco aceptar como hijo. Es allí donde la visitadora social Mathilde (Clotilde Mollet), le comunica en forma amable y paciente que ella tiene tres días de tiempo para llenar la solicitud donde declara no hacerse cargo de la criatura agregando detalles personales adicionales si lo desea; además le comunica que a partir de ese momento dispondrá de un período de 2 meses para cambiar su decisión y recobrarlo sin problema alguno si así ocurriese.
De allí en más el relato enfoca una interesante gama de personajes donde entre los mismos se destacan médicos del departamento de pediatría encargados de auscultar el estado físico de Theo ‑el transitorio nombre del bebé‑, enfermeras del establecimiento y fundamentalmente las personas del servicio social que intervienen en este proceso; entre ellos se encuentran Karine (Sandrine Kiberlain) y Jean (Gilles Lellouche) quienes tienen la misión de encontrar a quien o quienes serán los padres de la criatura.
La excelencia del film queda reflejada en el cuidadoso trabajo de documentación efectuado por por Herry a juzgar por la impresionante realidad transmitida en el relato que en muchas instancias adopta el carácter de un documental. Interesante resulta ver las entrevistas realizadas a potenciales candidatos deseosos de adoptar y la frustración demostrada cuando se les anuncia que no reúnen las condiciones suficientes como eventuales padres. Igualmente atractivo resulta contemplar las reuniones del Departamento de Protección del Menor donde la coordinadora (Miou-Miou) trata de compatibilizar los diferentes criterios emergentes de los asistentes sociales a fin de determinar entre la lista de candidatos seleccionados, quién será entre ellos la persona más calificada para brindar el mejor bienestar a Theo.
Tanto los personajes principales como los secundarios están remarcablemente descriptos e interpretados de igual modo por un homogéneo elenco. En uno de los roles protagónicos Kimberlain transmite las características de una mujer que frustrada en su vida personal encuentra su compensación volcando cariño a los niños que se hallan en proceso de adopción; magnífica es la participación de Lelouche quien como padre sustituto de Theo hasta el momento en que sea adoptado, lo recibe en el seno de su hogar y le habla con amor y ternura sobre lo que está viviendo; por su parte, Élodie Bouchez irradia luminosidad y transmite gran emoción al saber que ha sido escogida como madre adoptiva de Theo.
La dirección de Herry es impecable habiendo logrado un drama humano muy bien construido que por su intensa sensibilidad conquista la total empatía del público. Huelga decir que Pupille es un film, decididamente recomendable. Jorge Gutman