La Géne­sis de Cyrano

EDMOND. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Ale­xis Michalik.

El pro­ce­so crea­ti­vo de un autor es con­si­de­ra­do por el rea­li­za­dor Ale­xis Micha­lik en Edmond cuyo guión se basa en su pro­pia pie­za tea­tral. Esta hila­ran­te come­dia enfo­ca la géne­sis de la emble­má­ti­ca obra Cyrano de Ber­ge­rac, en el que el direc­tor, entre­mez­clan­do fic­ción y reali­dad, ima­gi­na el modo en que la mis­ma fue con­ce­bi­da por Edmond Eugè­ne Ale­xis Ros­tand (1868 – 1918). Aun­que los que hayan vis­to la pie­za pue­den dis­fru­tar aún más con esta pelí­cu­la, en todo caso el film por sí mis­mo per­mi­te gozar con todas las alter­na­ti­vas que tuvie­ron lugar en su concepción.

Tho­mas Solivérès

El rela­to que comien­za en 1895 pre­sen­ta al joven Ros­tand (Tho­mas Soli­vé­rès), casa­do con su ama­da Rose­mon­de (Ali­ce de Lenc­que­saing) y padre de fami­lia, quien aca­ba de estre­nar en París su recien­te obra La Prin­ces­se Loin­tai­ne pro­ta­go­ni­za­da por la gran Sarah Bernhardt (Clé­men­ti­ne Céla­rié), cuya recep­ción crí­ti­ca no es favorable.

Dos años des­pués y sin haber escri­to algo nue­vo Edmond sale al encuen­tro del popu­lar come­dian­te Benoît-Cons­tant Coque­lin (Oli­vier Gour­met) quien se encuen­tra urgi­do en mon­tar una pie­za antes que con­clu­ya el con­tra­to que lo liga al tea­tro Por­te Saint Mar­tin de París. Apro­ve­chan­do esa cir­cuns­tan­cia Ros­tand le pro­po­ne una pie­za para que el actor pue­da lucir­se; sin embar­go hay un obs­tácu­lo que debe ser supe­ra­do en la medi­da que esa obra aún no exis­te a pesar de tener un títu­lo -Cyrano de Ber­ge­rac- y que Edmond solo dis­po­ne de tres sema­nas para que la mis­ma pue­da ser estrenada.

Tra­ba­jan­do bajo pre­sión, la ima­gi­na­ción del autor agu­di­za su inge­nio. Así se ins­pi­ra en viven­cias per­so­na­les, como es el caso de la ayu­da brin­da­da a su ami­go Leo Volny (Tom Leeb) que desea con­quis­tar el cora­zón de Jean­ne (Lucie Bou­je­nah); es allí que Edmond, al igual que Cyrano, comien­za a escri­bir­le román­ti­cos ver­sos para que Leo se los reci­te a su ena­mo­ra­da que en la pie­za se lla­ma­rá Roxa­ne; lo que sigue for­ma par­te de la fan­ta­sía urdi­da por Rostand.

El cora­zón del film resi­de en los entre­te­lo­nes que se van sus­ci­tan­do a medi­da que el escri­tor va ges­tan­do la obra con la inclu­sión de sus per­so­na­jes; de este modo se pre­sen­cia el cli­ma febril que se gene­ra con los capri­chos sus­ci­ta­dos entre los miem­bros del elen­co a medi­da que los ensa­yos se van suce­dien­do, las exi­gen­cias de los pro­duc­to­res, los celos de su espo­sa y otras peri­pe­cias pro­du­ci­das. Final­men­te se lle­ga al 28 de diciem­bre de 1897, fecha en que Cyrano de Ber­ge­rac se estre­na en La Por­te Saint-Mar­tin de París. Ins­tan­tá­nea­men­te la pie­za logra un éxi­to des­co­mu­nal y a tra­vés del tiem­po es con­si­de­ra­da como una de las obras maes­tras del reper­to­rio francés.

Con­ce­bi­da en tono de far­sa vode­vi­les­ca, Micha­lik evi­ta que su obra tea­tral se con­vier­ta en tea­tro fil­ma­do, per­mi­tien­do en cam­bio que el film adquie­ra vida pro­pia gra­cias al diná­mi­co rit­mo que le supo impri­mir. La pelí­cu­la es suma­men­te entre­te­ni­da y se encuen­tra res­pal­da­da por un impe­ca­ble elen­co que trans­mi­te ener­gía y un con­ta­gio­so entu­sias­mo; a los fac­to­res cita­dos se aña­de el mag­ní­fi­co dise­ño de pro­duc­ción de Franck Sch­warz repro­du­cien­do la vibran­te ciu­dad de París de la Belle Époque.

Una acer­ta­da ini­cia­ti­va de Micha­lik ha sido la de des­ta­car en los cré­di­tos fina­les a algu­nos de los acto­res que han teni­do la opor­tu­ni­dad de repre­sen­tar al céle­bre per­so­na­je, inclu­yen­do entre otros al pro­pio Coque­lin, Jean Marais, Jose Ferrer y Gérard Dépardieu.

En resu­men, el rea­li­za­dor brin­da un film humano y atrac­ti­vo que a la vez cons­ti­tu­ye un bello home­na­je a la crea­ción tea­tral al ilus­trar cómo Edmond Ros­tand con su esfuer­zo, cons­tan­cia y talen­to con­ci­bió una exce­len­te obra que fue tra­du­ci­da a nume­ro­sos idio­mas y apre­cia­da por el públi­co del mun­do ente­ro. Jor­ge Gutman

Cor­to­me­tra­jes de Ficción

He aquí un bre­ve comen­ta­rio de los cin­co cor­to­me­tra­jes de fic­ción nomi­na­dos para los pre­mios Oscar que serán otor­ga­dos el 24 de Febrero.

Una bue­na con­ci­sión y esme­ra­da cons­truc­ción fíl­mi­ca es lo que dis­tin­gue a Mar­gue­ri­te (Cana­dá) de la rea­li­za­do­ra y actriz Marian­ne Far­ley. Este cor­to impreg­na­do de emo­ción se cen­tra en el víncu­lo exis­ten­te entre Mar­gue­ri­te (Béa­tri­ce Picard), una mujer nona­ge­na­ria, y Rachel (San­dri­ne Bis­son), la enfer­me­ra que la atiende.

Béa­tri­ce Picard y San­dri­ne Bis­son en MARGUERITE

Cuan­do la ancia­na des­cu­bre por una con­ver­sa­ción tele­fó­ni­ca de Rachel que ella man­tie­ne rela­cio­nes ínti­mas con una per­so­na de igual sexo, Mar­gue­ri­te acu­de a su vie­jo álbum de fotos don­de reme­mo­ra que en su juven­tud ella tam­bién se sin­tió atraí­da por una ami­ga de ese enton­ces. Ade­más de la exce­len­te actua­ción de Picard, sin des­me­re­cer la de Bis­son, la direc­to­ra sutil­men­te logra un tierno y dul­ce rela­to afec­ti­vo que se inten­si­fi­ca por la mag­ní­fi­ca alqui­mia de sus per­so­na­jes. Ilus­tran­do una admi­ra­ble rela­ción huma­na entre dos seres de apre­cia­ble dife­ren­cia de edad, Far­ley abor­da con máxi­ma deli­ca­de­za el tema de la orien­ta­ción sexual.

Skin (Esta­dos Uni­dos) escri­to y diri­gi­do por Guy Nat­tiv enfo­ca su aten­ción en dos temas: uno de ellos es el racis­mo y el otro el de la venganza.

Jack­son Robert Scott y Jonathan Tuc­ker en SKIN

El rela­to se desa­rro­lla en una peque­ña ciu­dad ame­ri­ca­na no espe­ci­fi­ca­da en don­de un skinhead (Jonathan Tuc­ker) blan­co que lide­ra una ban­da adic­ta a la vio­len­cia, ense­ña a su hijo (Jack­son Robert Scott) de 10 años cómo mane­jar y dis­pa­rar un fusil, sin que el niño ten­ga con­cien­cia de los sen­ti­mien­tos de odio hacia los negros que ani­man a su pro­ge­ni­tor. El nudo dra­má­ti­co del rela­to se pro­du­ce cuan­do ambos visi­tan un super­mer­ca­do y un emplea­do afro­ame­ri­cano en for­ma ino­cen­te le son­ríe al menor; ese ges­to moti­va a que su padre y su pan­di­lla lo ata­quen des­pia­da­da­men­te. Esa bru­tal pali­za de indu­da­ble con­no­ta­ción racis­ta con­du­ci­rá a que la humi­lla­da víc­ti­ma tra­te de ven­gar­se has­ta lle­gar a una reso­lu­ción muy bien logra­da por Nat­tiv. Mag­ní­fi­ca­men­te fil­ma­do, el cor­to hace gala de un impre­sio­nan­te e inten­so rea­lis­mo cap­tan­do el odio de los supre­ma­cis­tas blancos.

Rodri­go Soro­go­yen quien aca­ba de ser dis­tin­gui­do con el pre­mio Goya por la mejor direc­ción del fas­ci­nan­te film El Rei­no, demues­tra su inna­ta cua­li­dad de cor­to­me­tra­jis­ta con Madre (Espa­ña); en el mis­mo, el cineas­ta rela­ta la angus­tia vivi­da por una madre impo­ten­te de defen­der a su hijo.

Mar­ta Nie­to en MADRE

La actriz Mar­ta Nie­to inter­pre­ta a Mar­ta, una mujer divor­cia­da que está en su casa jun­to a su madre (Blan­ca Api­lá­nez) que la está visi­tan­do y que al comen­zar el rela­to man­tie­ne con ella una con­ver­sa­ción infor­mal. Repen­ti­na­men­te sue­na el telé­fono y al res­pon­der Mar­ta oye la voz de Iván (Álva­ro Balas), su hiji­to de 6 años, quien habien­do via­ja­do con su padre a una pla­ya no muy leja­na y com­ple­ta­men­te desier­ta dice encon­trar­se sólo e inquie­to dado que su papá ha des­apa­re­ci­do. A medi­da que la con­ver­sa­ción avan­za, Iván mani­fies­ta que un hom­bre lo está ace­chan­do y len­ta­men­te se apro­xi­ma hacia él; fren­te a esa situa­ción, la des­con­so­la­da mujer urge a su hiji­to a huir rápi­da­men­te del lugar en que se encuen­tra pero cuan­do el chi­co pier­de con­tac­to con ella por­que la bate­ría de su telé­fono se ha des­car­ga­do la deses­pe­ra­ción de Mar­ta se inten­si­fi­ca. En una narra­ción impe­ca­ble Soro­go­yen crea una atmós­fe­ra de inusi­ta­da ten­sión gene­ran­do el sus­pen­so natu­ral al igno­rar qué es lo que habrá de acon­te­cer. En esen­cia, la horren­da pesa­di­lla de una madre que pue­de estar a pun­to de per­der a su hijo impac­ta sen­si­ble­men­te en el áni­mo del espectador.

Escri­to y diri­gi­do por Jérémy Com­te el cor­to­me­tra­je Fau­ve (Cana­dá) pre­sen­ta a Ben­ja­min (Ale­xan­dre Perreault) y Tyler (Félix Gre­nier), dos ami­gos pre­ado­les­cen­tes quie­nes duran­te un perío­do de vaca­cio­nes dis­traen su tiem­po jugan­do en lo que apa­ren­ta ser una super­fi­cie de mina. Aun­que lo hacen bro­mean­do, el jue­go asu­me en un momen­to dado dimen­sio­nes peli­gro­sas; eso acon­te­ce cuan­do Ben­ja­min se va hun­dien­do en un pan­ta­nal de cemen­to sin poder salir a flote.

Pese a que Tyler tra­ta de res­ca­tar­lo, nada pue­de hacer por ayu­dar­lo como tam­po­co logra avi­zo­rar a alguien que pue­da asis­tir­lo. Este cor­to que fue pre­mia­do en el Fes­ti­val de Sun­dan­ce de 2018 ilus­tra muy bien el sen­ti­mien­to de la amis­tad, sobre todo en momen­tos alta­men­te dra­má­ti­cos: así, Com­te rese­ña el páni­co y frus­tra­ción de un menor que fren­te a la des­apa­ri­ción de su ami­go car­ga sobre su con­cien­cia un gran sen­ti­mien­to de cul­pa. El rea­li­za­dor ha impre­so máxi­mo rea­lis­mo a esta trá­gi­ca historia.

De los cin­co cor­tos de fic­ción Detain­ment (Irlan­da), es a mi jui­cio el mejor y el más impre­sio­nan­te. El direc­tor y guio­nis­ta Vin­cent Lam­be dra­ma­ti­za el esca­lo­frian­te suce­so regis­tra­do en un cen­tro comer­cial del con­da­do de Mer­sey­si­de de Gran Bre­ta­ña, cuan­do en 1993 Robert Thom­pson y Jon Vena­bles, ambos meno­res de 10 años, rap­ta­ron y tor­tu­ra­ron a James Bul­ger de tan solo dos años de edad para ter­mi­nar asesinándolo.

Ely Solan y Leon Hughes en DETAINMENT

De ese abo­mi­na­ble suce­so, Lam­be ha deja­do de lado las esce­nas de cruel­dad oca­sio­na­das a la cria­tu­ra para en cam­bio valer­se de las entre­vis­tas trans­crip­tas en los lar­gos inte­rro­ga­to­rios a que estos dos cri­mi­na­les fue­ron some­ti­dos separadamente.

De lo que ante­ce­de, el espec­ta­dor que­da asom­bra­do de la mane­ra en que el film repro­du­ce los acon­te­ci­mien­tos dan­do la impre­sión de obser­var un docu­men­tal. Lo más tras­cen­den­te es cómo los chi­cos vaci­lan, titu­bean, llo­ran y se deses­pe­ran fren­te a los impla­ca­bles inte­rro­ga­to­rios de los detec­ti­ves policiales.

El film crea un sen­ti­mien­to ambi­va­len­te en el espec­ta­dor; por una par­te, se pue­de sen­tir com­pa­sión de la mane­ra seve­ra en que Jon y Robert son tra­ta­dos por la auto­ri­dad poli­cial como si fue­sen cri­mi­na­les adul­tos, pero por la otra uno no pue­de apar­tar de la men­te la mons­truo­si­dad come­ti­da pri­van­do a una fami­lia de su que­ri­do hijito.

El rela­to no escla­re­ce, tal como ha ocu­rri­do real­men­te, cuál ha sido la cau­sa que moti­vó a estos niños a per­pe­trar el homi­ci­dio, pero en todo caso lo que se apre­cia es una exce­len­te recons­truc­ción del suce­so. Ade­más de la mag­ní­fi­ca narra­ción, el film sobre­sa­le por la extra­or­di­na­ria com­po­si­ción logra­da por Ely Solan como Jon y la de Leon Hughes como Robert; no obs­tan­te su cor­ta edad, estos bri­llan­tes acto­res dan la impre­sión de haber que­da­do pose­sio­na­dos por las per­so­na­li­da­des de los reales cri­mi­na­les. El elen­co se com­ple­ta con Will O’Con­nell, David Ryan, Tara Breath­nach, Mor­gan C. Jones, Brian For­tu­ne y Kathy Monahan quie­nes ofre­cen com­ple­ta auten­ti­ci­dad a sus res­pec­ti­vos roles.

Dicho lo que ante­ce­den­te, Detain­ment es un per­tur­ba­dor dra­ma de exce­len­te cali­dad. Jor­ge Gutman

Fan­ta­sía y Humor Negro

BEING JOHN MALKOVICH

Den­tro de la nue­va serie Flash­back reme­mo­ran­do fil­mes que tuvie­ron favo­ra­ble impac­to de la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da en opor­tu­ni­dad de su estreno, Cine­plex pre­sen­ta duran­te la segun­da quin­ce­na de este mes Being John Malko­vich, pro­duc­ción de Esta­dos Uni­dos de 1999.

John Cuzack

De difí­cil cate­go­ri­za­ción, este film se acer­ca más a la fan­ta­sía y humor negro que a la come­dia rea­lis­ta que osten­ta duran­te los pri­me­ros 20 minu­tos de su metra­je. En todo caso, cual­quie­ra sea el modo en que se la juz­gue, la pelí­cu­la es ori­gi­nal en su con­cep­ción explo­ran­do el amor, sexo y los aspec­tos de la iden­ti­dad del ser humano. Tan­to el direc­tor Spi­ke Jon­ze ‑en lo que fue su pri­mer tra­ba­jo como rea­li­za­dor- y Char­lie Kauf­man ‑debu­tan­do como guio­nis­ta- han logra­do una obra inno­va­do­ra; apor­tan­do ele­men­tos no fre­cuen­tes en el cine; así, el renom­bra­do actor John Malko­vich ha acep­ta­do pres­tar su nom­bre, per­so­na y com­por­ta­mien­to como ins­tru­men­to de un plan­teo deci­di­da­men­te inge­nio­so y divertido.

John Malko­vich

La sinop­sis es un tan­to difí­cil de tras­la­dar al papel. Ape­lan­do a una sín­te­sis tele­grá­fi­ca se pue­de anti­ci­par que la tra­ma gira en torno de un frus­tra­do titi­ri­te­ro (John Cusack) casa­do con una vete­ri­na­ria (Came­ron Díaz) con quien man­tie­ne una rela­ción sin mucha fuer­za pasio­nal; un buen día, en la peque­ña empre­sa en que tra­ba­ja des­cu­bre un por­tal que lo con­du­ce lite­ral­men­te a un túnel con direc­to acce­so al hogar y al cere­bro de John Malko­vich. Por si lo dicho sue­ña risue­ño, efec­ti­va­men­te lo es en esta his­to­ria des­me­su­ra­da que gra­cio­sa­men­te invo­lu­cra al públi­co a que par­ti­ci­pe en un jue­go pleno de extra­ños labe­rin­tos y situa­cio­nes don­de cada uno de los pro­ta­go­nis­tas tra­ta de man­te­ner el con­trol y domi­nio de los otros valién­do­se de la men­te del cele­bra­do actor.

En esen­cia, más allá de su espí­ri­tu joco­so, el inge­nio­so rela­to ofre­ce mar­gen para refle­xio­nar acer­ca del cere­bro como motor de la per­so­na­li­dad y con­duc­ta del indi­vi­duo, las dife­ren­tes iden­ti­da­des que pue­de asu­mir una per­so­na y la bús­que­da de la eter­na inmortalidad.

Con un exce­len­te John Cusack, una mag­ní­fi­ca e irre­co­no­ci­ble Came­ron Diaz y la par­ti­ci­pa­ción adi­cio­nal de Cathe­ri­ne Kee­ner jun­to con la pre­sen­cia de Malko­vich inter­pre­tán­do­se a sí mis­mo, a vein­te años de su estreno resul­ta bien­ve­ni­da la repo­si­ción de esta avis­pa­da far­sa para apre­ciar­la nue­va­men­te en la gran pantalla.

La come­dia será pre­sen­ta­da entre el 15 y el 28 de febre­ro de 2019 en diver­sas salas del cir­cui­to Cine­plex. Para los cines de exhi­bi­ción y hora­rios per­ti­nen­tes pre­sio­ne aquí 

La Tra­ge­dia del Monarca

THE TRA­GEDY OF KING RICHARD THE SECOND

En una nue­va pro­duc­ción de Natio­nal Thea­tre se podrá con­tem­plar la pie­za his­tó­ri­ca The Tra­gedy of King Richard The Second de William Sha­kes­pea­re que se cree que fue escri­ta en 1595. Como su títu­lo lo ade­lan­ta está basa­do en Richard II de Ingla­te­rra que gober­nó entre 1377 y 1399, aun­que el autor se cir­cuns­cri­be a los dos últi­mos años de su vida, des­de 1399 a 1400.

Elen­co. (Foto: Marc Brenner)

Esta obra que en la adap­ta­ción de Jeff James ha sido con­den­sa­da a 100 minu­tos se repre­sen­tó has­ta el pasa­do 2 de febre­ro en el Tea­tro Almey­da de Lon­dres y fue fil­ma­da en una de sus repre­sen­ta­cio­nes a fin de ser exhi­bi­da en los cines del mundo.

Simon Rus­sell Bea­le. (Foto: Marc Brenner)

La pie­za ha sido diri­gi­da por el reco­no­ci­do direc­tor Joe Hill-Gib­bins quien ha ofre­ci­do una lúci­da pro­duc­ción res­pe­tan­do el espí­ri­tu de Sha­kes­pea­re. Su con­te­ni­do cons­ti­tu­ye una explo­ra­ción de los lími­tes del poder en un mar­co de cons­pi­ra­ción, trai­ción y revan­cha don­de Richard II es pre­sen­ta­do como un monar­ca irres­pon­sa­ble, vani­do­so y arro­gan­te cuyo medio­cre desem­pe­ño con­vier­te a Ingla­te­rra en un ver­da­de­ro caos. Esa debi­li­dad es apro­ve­cha­da por el Duque de Lan­cas­ter Henry Boling­bro­ke, su ambi­cio­so pri­mo, quien desa­fía al rey en su dere­cho divino para gober­nar lle­gan­do final­men­te a usur­par­le el trono para con­ver­tir­se en su suce­sor como Henry IV.

Simon Rus­sell Bea­le y Leo Bill. (Foto: Marc Brenner)

El vete­rano y pres­ti­gio­so actor Simon Rus­sell Bea­le, con­si­de­ra­do como uno de los mejo­res intér­pre­tes de la esce­na bri­tá­ni­ca y en espe­cial de las obras de Sha­kes­pea­re, vuel­ve a lucir­se carac­te­ri­zan­do al inep­to sobe­rano. Leo Bill ha sido igual­men­te elo­gia­do por la crí­ti­ca lon­di­nen­se dan­do vida a Boling­bro­ke, en tan­to que Joseph Mydell ha sali­do airo­so inter­pre­tan­do al padre del futu­ro Henry IV. El res­to del homo­gé­neo elen­co desem­pe­ñan­do varios roles y estan­do pre­sen­te en el esce­na­rio duran­te la ente­ra repre­sen­ta­ción está inte­gra­do por Mar­tins Imhang­beNata­lie Kla­marJohn Mac­kayJoseph MydellSas­kia Reeves y Robin Wea­ver.

La esce­no­gra­fía es de Ultz, el dise­ño de ilu­mi­na­ción es de James Farn­com­be y el de soni­do corres­pon­de a Peter Rice.

Esta pie­za será difun­di­da en los cines cana­dien­ses de la cade­na Cine­plex el 16 y 21 de febre­ro de 2019. Para infor­ma­ción de las salas par­ti­ci­pan­tes y res­pec­ti­vos hora­rios pre­sio­ne aquí

Un Ani­ma­do Virus

VIRUS TRO­PI­CAL. Colom­bia-Ecua­dor, 2018. Un film de San­tia­go Caicedo

Un muy buen tra­ba­jo de ani­ma­ción en blan­co y negro es lo que el direc­tor San­tia­go Cai­ce­do ofre­ce en Virus Tro­pi­cal. A pesar de que gene­ral­men­te las pelí­cu­las ani­ma­das están diri­gi­das a la pobla­ción menu­da, ya se ha vis­to que en los últi­mos tiem­pos este tipo de géne­ro atrae igual­men­te al públi­co adul­to como es el caso de este film.

Cai­ce­do se vale del guión de Enri­que Lozano que a su vez está basa­do en la nove­la grá­fi­ca del mis­mo nom­bre publi­ca­da en 2011 de la exce­len­te dibu­jan­te Pao­la Gavi­ria, más cono­ci­da como Power Pao­la. Su con­te­ni­do auto­bio­grá­fi­co rese­ña los aspec­tos más tras­cen­den­tes que han mar­ca­do la exis­ten­cia de la autora.

Uno de los méri­tos de este film es el tra­ba­jo de ani­ma­ción y en tal sen­ti­do el logro visual obte­ni­do es admi­ra­ble a tra­vés de una minu­cio­sa tarea que ‑según se infor­ma- ha con­ta­do con más de cin­co mil dibu­jos dise­ña­dos por Pao­la; a tra­vés de los mis­mos se asis­te al desa­rro­llo de un rela­to que des­ti­la sin­ce­ri­dad per­mi­tien­do que el públi­co siga su desa­rro­llo en for­ma amena.

Una esce­na del film de animación

El títu­lo del film res­pon­de al epi­so­dio vivi­do por Hil­da (la voz de Ale­jan­dra Borre­ro) la madre de Pao­la (María Ceci­lia Sán­chez) quien a pesar de haber liga­do sus trom­pas que­dó de todos modos emba­ra­za­da por una suer­te de “virus tro­pi­cal”, per­mi­tien­do así que la futu­ra artis­ta lle­ga­ra al mun­do. De allí en más el rela­to ilus­tra su infan­cia en la ciu­dad de Qui­to, con su madre, su padre Uriel (Die­go León Hoyos) que dejó el sacer­do­cio al casar­se y sus dos her­ma­nas mayo­res, Clau­dia (Cami­la Valen­zue­la) y Patty (Mara Gutié­rrez). Des­de muy peque­ña, Pao­la demues­tra su voca­ción por los dibu­jos, cir­cuns­tan­cia que le per­mi­ti­rá man­te­ner un encuen­tro con Juan Pablo II cuan­do el pon­tí­fi­ce visi­ta Ecuador.

https://www.youtube.com/watch?v=mh8cRL10z_E

Al pro­pio tiem­po el rela­to ilus­tra varia­dos aspec­tos de su fami­lia, como la rup­tu­ra de sus padres cuan­do Uriel aban­do­na el hogar para radi­car­se en su ciu­dad natal de Mede­llín, la par­ti­da de Clau­dia a Galá­pa­gos y la deci­sión de su madre de lle­var­la a los 13 años a vivir a Cali, la cuna de sus ances­tros, jun­to a Patty. Final­men­te, la his­to­ria pre­sen­ta a Pao­la tran­si­tan­do el pro­ce­so de madu­rez de la ado­les­cen­cia hacia la adul­tez don­de ella va for­jan­do su des­tino como remar­ca­ble ilustradora.

Más basa­da en inci­den­tes que en el desa­rro­llo de una tra­di­cio­nal auto­bio­gra­fía, hay cier­tos momen­tos en que la flui­dez de la narra­ción se resien­te por situa­cio­nes repe­ti­ti­vas; sin embar­go, a nivel glo­bal eso no lle­ga a empa­ñar la fres­cu­ra, sim­pa­tía y encan­to que irra­dia este pro­yec­to de Cai­ce­do a tra­vés de su diná­mi­ca rea­li­za­ción, la bue­na pin­tu­ra de sus per­so­na­jes, sus acer­ta­dos diá­lo­gos y algu­nas situa­cio­nes sal­pi­ca­das de con­ta­gio­so humor.

Ade­más de la apre­cia­ble téc­ni­ca de ani­ma­ción ya men­cio­na­da, don­de Pao­la cola­bo­ró como direc­to­ra artís­ti­ca del pro­yec­to, este virus tro­pi­cal se bene­fi­cia con la gra­ta músi­ca de Adria­na Gar­cía Galán, dan­do como resul­ta­do una encan­ta­do­ra película.
Jor­ge Gutman