Com­ba­tien­do la bipolaridad

TENIR TȆTE / HEAD FIRST. Cana­dá, 2019. Un film de Mathieu Arsenault.

Tris­te por lo expues­to pero a la vez recon­for­tan­te a la vez por lo que trans­mi­te en su men­sa­je es lo que el docu­men­ta­lis­ta Mathieu Arse­nault se pro­pu­so en Tenir Tête, un esme­ra­do docu­men­tal don­de abor­da el tema de la bipolaridad.

El tras­torno bipo­lar es una enfer­me­dad men­tal en la que la per­so­na afec­ta­da atra­vie­sa serias ins­tan­cias de manía y depre­sión. Eso es pre­ci­sa­men­te lo que Arse­nault ha sufri­do como uno de los azo­ta­dos por este preo­cu­pan­te males­tar. A modo de catar­sis recuen­ta en este docu­men­to su expe­rien­cia per­so­nal y al hacer­lo igual­men­te qui­so que otras dos per­so­nas que han sufri­do el mal y se han recu­pe­ra­do trans­mi­tan lo que han vivi­do, como es el caso de Louis Pari­zeau, un ex bate­ris­ta del gru­po Les Sin­ners, y de la joven fotó­gra­fa Fré­dé­ri­que Ménard-Aubin. La cáma­ra de Arse­nault asi­mis­mo inter­ca­la los tes­ti­mo­nios de las per­so­nas alle­ga­das a los pro­ta­go­nis­tas de esta his­to­ria dan­do cuen­ta sobre los pro­ble­mas de afec­ti­vi­dad emo­cio­nal y los pro­nun­cia­dos alti­ba­jos que con­lle­va esta enfermedad.

De lo expues­to que­da cla­ro que cual­quier per­so­na pue­de ser víc­ti­ma de esta afec­ción en don­de cada caso es dife­ren­te, pero lo impor­tan­te es lograr un buen diag­nós­ti­co pro­fe­sio­nal y seguir estric­ta­men­te la medi­ca­ción reque­ri­da. De acuer­do al rea­li­za­dor, dejar­se caer en la psi­co­sis o la depre­sión sin tomar acción fren­te a la adver­si­dad es aten­tar con­tra uno mis­mo como así tam­bién pro­du­cir el dolor de la fami­lia que lo rodea.

Siguien­do la infor­ma­ción sumi­nis­tra­da por las tres per­so­nas men­cio­na­das que han logra­do com­ba­tir el mal habien­do con­tan­do en todo momen­to con el apo­yo de sus fami­lia­res, que­da como resul­ta­do un lumi­no­so docu­men­tal didác­ti­co, alec­cio­na­dor y espe­ran­za­dor para quie­nes pade­cen el mal indi­can­do el camino para supe­rar­lo. Más allá de su sobria rea­li­za­ción cabe des­ta­car la mag­ní­fi­ca foto­gra­fía logra­da por Arsenault.
Jor­ge Gutman