Sona­tas para Piano de Mozart

CHRIS­TIAN BLACKSHAW 

Invi­ta­do por la orga­ni­za­ción musi­cal Arte Músi­ca el pia­nis­ta bri­tá­ni­co Chris­tian Blackshaw ofre­ce­rá la obra inte­gral de las Sona­tas para Piano de Mozart en cua­tro reci­ta­les dis­tri­bui­dos entre la actual y la pró­xi­ma temporada.

CHRIS­TIAN BLACKSHAW (Foto: Salle Bourgie)

Con­si­de­ra­do como un músi­co vir­tuo­so y carac­te­ri­za­do por la exqui­si­ta sen­si­bi­li­dad impre­sa en sus inter­pre­ta­cio­nes, este pia­nis­ta ha actua­do en los más impor­tan­tes audi­to­rios musi­ca­les del mun­do tan­to como reci­ta­lis­ta como así tam­bién en carác­ter de solis­ta en con­cier­tos cola­bo­ran­do con pres­ti­gio­sos direc­to­res de orques­ta inclu­yen­do entre otros a Sir Nevi­lle Marri­ner, Simon Rattle y Vale­ri Guer­guiev. Abar­can­do un diver­si­fi­ca­do reper­to­rio, su pasión por Mozart ha moti­va­do a que como buen mozar­tiano haya atri­bui­do espe­cial impor­tan­cia a las sona­tas com­pues­tas para piano; así, ade­más de haber efec­tua­do una gra­ba­ción de las mis­mas duran­te sus con­cier­tos rea­li­za­dos en el Wig­mo­re Hall de Lon­dres que le mere­ció haber sido salu­da­do elo­gio­sa­men­te por la crí­ti­ca, duran­te la pre­sen­te tem­po­ra­da las eje­cu­tó igual­men­te en Tokio, Shanghai y Beijing.

Como es bien sabi­do el piano ha teni­do espe­cial rele­van­cia en las com­po­si­cio­nes rea­li­za­das por el genio de Salz­bur­go don­de ade­más de haber com­pues­to sus 27 con­cier­tos de piano, varia­cio­nes, fugas y arre­glos efec­tua­dos, sus 18 sona­tas para dicho ins­tru­men­to siem­pre han sido muy apre­cia­das por los pia­nis­tas. La eje­cu­ción de las mis­mas requie­ren del músi­co un com­ple­to domi­nio téc­ni­co como así tam­bién la sapien­cia de trans­mi­tir a tra­vés del tecla­do la dosis de fine­za y trans­pa­ren­te cla­ri­dad que ema­na de las par­ti­tu­ras; en tal sen­ti­do el artis­ta invi­ta­do por Arte Musi­ca reúne todas esas con­di­cio­nes para satis­fa­cer a los más exi­gen­tes melómanos.

Los dos pri­me­ros reci­ta­les de la actual tem­po­ra­da ten­drán lugar en la Sala Bour­gie del Musée des Beaux-Arts de Mon­tréal. El pro­gra­ma del pri­mer con­cier­to de Chris­tian Blackshaw será rea­li­za­do el 19 de mayo (1930) y está inte­gra­do por Sona­tas para Piano 1, 2, 8, 9 y 17. El segun­do con­cier­to del 20 de mayo (19h30) inclu­ye las Sona­tas para Piano 3, 4, 5, 10 y 13.  

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El Retorno de un Clásico

ALE­GRIA

El Cir­que du Soleil retor­na a Cana­dá ofre­cien­do una de las pro­duc­cio­nes que fue obje­to de un extra­or­di­na­rio éxi­to de la audien­cia y de la crí­ti­ca cuan­do por pri­me­ra vez Ale­gria se dio a cono­cer el 21 de Abril de 1994 en la Gran Car­pa del Vie­jo Puer­to de Mon­treal. A tra­vés de los años este extra­or­di­na­rio espec­tácu­lo, has­ta su últi­ma repre­sen­ta­ción en la ciu­dad bel­ga de Ambe­res en Diciem­bre de 2013, ha mara­vi­lla­do a más de 14 millo­nes de espec­ta­do­res a tra­vés de 7000 repre­sen­ta­cio­nes rea­li­za­das en más de 250 ciu­da­des de 40 paí­ses del mundo.

ALE­GRÍA — LE RETOUR D’UN CLASSIQUE

Den­tro de pocas sema­nas el show se pre­sen­ta­rá en una ver­sión com­ple­ta­men­te reno­va­da que ha sido ins­pi­ra­da en la obra ori­gi­nal con­ce­bi­da por los direc­to­res Fran­co Dra­go­ne y Gilles Ste-Croix. En con­se­cuen­cia, el públi­co ten­drá la oca­sión de asis­tir a una nue­va visión del espec­tácu­lo pro­por­cio­na­da por el direc­tor de crea­ción Daniel Ross y su equi­po de cola­bo­ra­do­res ofre­cien­do una recrea­ción del mis­mo, aun­que sin des­na­tu­ra­li­zar su esen­cia. Según su mani­fes­ta­ción, él anhe­la que Ale­gría - Le retour d’un clas­si­que lle­gue a sen­si­bi­li­zar y con­mo­ver al públi­co de hoy día del mis­mo modo como lo logró en la ver­sión original.

(Foto: Cir­que du Soleil)

La direc­ción escé­ni­ca ha sido con­fia­da a Jean-Guy Legault, un talen­to­so artis­ta que es muy apre­cia­do por sus crea­cio­nes auda­ces e inven­ti­vas mani­fes­ta­das tan­to en el Fes­ti­val Jus­te pour Rire como asi­mis­mo en los tea­tros Deni­se-Pellie­tier, d’Au­jour­d’hui, Rideau Vert y el TNM. En tal carác­ter su pro­pó­si­to es hono­rar los recuer­dos de una gene­ra­ción de admi­ra­do­res tra­tan­do de gene­rar nue­vas emo­cio­nes a 25 años de su estreno.

(Foto: Cir­que du Soleil)

En esta pro­duc­ción la tra­ma de la ver­sión ori­gi­nal rena­ce narran­do una his­to­ria intem­po­ral don­de la clá­si­ca lucha de poder entre el anti­guo y el nue­vo orden es actua­li­za­da para ajus­tar­se a la reali­dad cul­tu­ral de nues­tra épo­ca. Impul­sa­do por un intan­gi­ble vien­to de cam­bio, un movi­mien­to emer­gen­te se esfuer­za en derro­car el orden esta­ble­ci­do, a fin de cons­truir una socie­dad nue­va y prós­pe­ra en un mun­do que con­vi­va en per­fec­ta arrmo­nía. En suma, Ale­gría pro­pa­ga una vez más su ener­gía con­ta­gio­sa alen­tan­do un por­ve­nir más alen­ta­dor e inspirador.

VES­TUA­RIO (Foto: Cir­que du Soleil)

En la con­cep­ción del espec­tácu­lo Anne-Séguin Poi­rier es res­pon­sa­ble de la esce­no­gra­fía y los acce­so­rios. La legen­da­ria ban­da sono­ra com­pues­ta por René Dupe­ré ha sido revi­sa­da y arre­gla­da por Jean-Phi Gon­cal­ves; este des­ta­ca­do per­cu­sio­nis­ta y miem­bro acti­vo de la esce­na musi­cal elec­tró­ni­ca de Mon­treal, diri­gió la músi­ca de los espec­tácu­los de la Serie Home­na­je al Cir­que du Soleil pre­sen­ta­dos en la ciu­dad de Trois Riviè­res. Quie­nes han vis­to el show ori­gi­nal pudie­ron apre­ciar el rico ves­tua­rio de Domi­ni­que Lemieux tras­lu­cien­do una esté­ti­ca barro­ca de deca­den­cia y orna­men­ta­ción; es ella quien vuel­ve a asu­mir esa impor­tan­te tarea. Pie­rre Mas­se jun­to con Kevin Fau­quem­ber­gue como aso­cia­do tie­nen a su car­go los equi­pa­mien­tos acro­bá­ti­cos.. El con­te­ni­do acro­bá­ti­co está garan­ti­za­do por Richard LePa­ge en su carác­ter de direc­tor y entre­na­dor de su eje­cu­ción. El dise­ño de ilu­mi­na­ción es de Mik­ki Kunt­tu en tan­to que el del soni­do es de Jac­ques Bou­cher y Jean-Michel Caron. Final­men­te Natha­lie Gag­né, que tuvo a su car­go la con­cep­ción ori­gi­nal de los maqui­lla­jes, se une al equi­po actual uti­li­zan­do las téc­ni­cas e inno­va­cio­nes de hoy día.

Ale­gríaLe retour d’un clas­si­que será repre­sen­ta­do con un elen­co de 53 artis­tas y músi­cos inter­na­cio­na­les en la Car­pa del Vie­jo Puer­to de Mon­treal a par­tir del 18 de Abril has­ta el 30 de Junio de 2019. Pos­te­rior­men­te el espec­tácu­lo se tras­la­da­rá a Gati­neau el 1 de Agos­to de 2019 para final­men­te arri­bar a Toron­to el 12 de Sep­tiem­bre de 2019 en el Onta­rio Pla­ce.

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Tres Ros­tros Femeninos

3 FACES. Irán, 2018. Un film escri­to y diri­gi­do por Jafar Panahi

Una vez más cabe expre­sar la admi­ra­ción que des­pier­ta Jafar Panahi quien some­ti­do a arres­to domi­ci­lia­rio des­de 2010 y con la inter­dic­ción de diri­gir fil­mes por las auto­ri­da­des teo­crá­ti­cas de Irán, a pesar de todo con­ser­va el espí­ri­tu y la ener­gía nece­sa­ria para con­ti­nuar fil­man­do. Des­de su deten­ción reali­zó tres fil­mes has­ta 2015 don­de en ese año Taxi obtu­vo el Oso de Oro en el Fes­ti­val de Ber­lín; aho­ra con su cuar­ta pelí­cu­la 3 Ros­tros. pre­sen­ta­da en Can­nes en 2018, rati­fi­ca nue­va­men­te su con­di­ción de ser uno de los más des­ta­ca­dos cineas­tas den­tro del con­tex­to inter­na­cio­nal. Como ya es usual en los tra­ba­jos de este rea­li­za­dor siem­pre com­pro­me­ti­do con expo­ner aspec­tos de la reali­dad social de su país, aquí enfo­ca un tema don­de la con­di­ción feme­ni­na se impo­ne por su presencia.

Mar­zi­yeh Rezaei y Jafar Panahi

En el pre­sen­te rela­to don­de sus per­so­na­jes se con­fun­den entre fic­ción y reali­dad, ese aspec­to se evi­den­cia en su paté­ti­ca pri­me­ra esce­na. En la mis­ma se mues­tra un video en el que la ado­les­cen­te Mar­zi­yeh (Mar­zi­yeh Rezaei) mani­fies­ta que había desea­do ser actriz y que a pesar de haber sido admi­ti­da en el Con­ser­va­to­rio de Arte Dra­má­ti­co de Tehe­rán, sus padres le han impe­di­do dejar su hogar para estu­diar; al final de ese video se la con­tem­pla ponién­do­se una soga alre­de­dor de su cue­llo para ahorcarse.

Ese dra­má­ti­co video es envia­do al celu­lar de la famo­sa actriz ira­ní Beh­naz Jafa­ri ‑inter­pre­tán­do­se a sí mis­ma- quien fue acu­sa­da por Mar­zi­yeh al haber­le pedi­do su ayu­da sin obte­ner res­pues­ta algu­na. Al no haber podi­do sal­var a la sui­ci­da deci­de empren­der un via­je a un remo­to pue­blo ubi­ca­do en la región tur­ca del Azer­ba­yán ira­ní, con el pro­pó­si­to de inda­gar sobre ella. Con tal pro­pó­si­to soli­ci­ta la cola­bo­ra­ción de su ami­go Jafar Panahi para que con su camio­ne­ta la trans­por­te al lugar de destino.

Duran­te el tra­yec­to el direc­tor con­je­tu­ra con su acom­pa­ñan­te si aca­so el video reci­bi­do no es qui­zá una tre­ta de mal gus­to para atraer la aten­ción de la actriz; en todo caso, esa lar­ga tra­ve­sía moti­va a que el con­duc­tor y su acom­pa­ñan­te se topen con una varie­dad de per­so­na­jes que van refle­jan­do las pecu­lia­ri­da­des cul­tu­ra­les de las aldeas que van atravesando.

Al final del via­je los via­je­ros se ente­ran de que allí vive com­ple­ta­men­te ais­la­da Shahr­za­de, una actriz y bai­la­ri­na (a quien no se la ve) que gozó de gran popu­la­ri­dad antes de la revo­lu­ción de 1979 y que con la lle­ga­da del nue­vo régi­men fue prohi­bi­da por la sen­sua­li­dad feme­ni­na que irra­dia­ba en sus actuaciones.

Con tres muje­res de dife­ren­tes gene­ra­cio­nes (Mar­zi­yeh, Beh­naz y la ausen­te Shahr­za­de, Panahi ha ela­bo­ra­do una come­dia dra­má­ti­ca tes­ti­mo­nial sal­pi­ca­da de atrac­ti­vo humor. De este modo que­dan refle­ja­das la ausen­cia de liber­tad de su país, el peso que ejer­cen las tra­di­cio­nes y las supers­ti­cio­nes reli­gio­sas y fun­da­men­tal­men­te la situa­ción de las muje­res en el mar­co de un con­tex­to polí­ti­ca­men­te repre­si­vo como igual­men­te en el plano social al estar domi­na­das por el viri­lis­mo masculino.

He aquí un film sen­ci­llo que aun­que no sea el mejor del rea­li­za­dor, de todos modos man­tie­ne la soli­dez nece­sa­ria para con­cen­trar la aten­ción del ciné­fi­lo exi­gen­te. A pesar de dis­po­ner de modes­tos recur­sos y con las res­tric­cio­nes a que está suje­to, Panahi es capaz de supe­rar los obs­tácu­los inter­pues­tos brin­dan­do el fru­to de su inte­li­gen­cia como cineas­ta a tra­vés de tra­ba­jos que como el actual adquie­ren reso­nan­cia. Jor­ge Gutman

El Pro­ce­so Crea­ti­vo de un Artista

NEVER LOOK AWAY. Ale­ma­nia, 2015. Un film escri­to y diri­gi­do por Flo­rian Henc­kel von Donnersmarck.

Des­pués de haber obte­ni­do un reso­nan­te suce­so artís­ti­co con su pri­mer lar­go­me­tra­je The Lives of Others (2006) que fue pre­mia­do con el Oscar a la mejor pelí­cu­la extran­je­ra no habla­da en inglés, el direc­tor ger­mano Flo­rian Henc­kel von Don­ners­marck retor­na a su país natal para abor­dar en su ter­cer film Never Look Away un ambi­cio­so tema sobre el poder del arte y la bús­que­da del artis­ta para encon­trar su iden­ti­dad como tal.

Ins­pi­rán­do­se en gran par­te en la vida de Gerhard Rich­ter, uno de los más céle­bres pin­to­res con­tem­po­rá­neos de Ale­ma­nia, el direc­tor echa una mira­da al dra­má­ti­co pasa­do de su país des­de el sur­gi­mien­to del nazis­mo has­ta arri­bar a la déca­da del 60, a tra­vés del fic­ti­cio per­so­na­je Kurt Barnert,

La his­to­ria comien­za en Dres­den cuan­do en 1937 Kurt (Cai Cohrs), un chi­co de 10 años de edad, es lle­va­do por su joven tía Eli­za­beth (Sas­kia Rosen­dahl) a una expo­si­ción de “arte dege­ne­ra­do” (Entar­te­te Kunst) orga­ni­za­da por los nazis quie­nes des­pre­cian el arte moderno; esa visi­ta esti­mu­la en el niño su amor a la pin­tu­ra. Cuan­do al poco tiem­po su tía comien­za a pade­cer des­va­ríos men­ta­les, de inme­dia­to es for­za­da a ser inter­na­da en un psi­quiá­tri­co, hecho que pro­du­ce en Kurt un gran estre­me­ci­mien­to emo­cio­nal al sepa­rar­se de su ama­da tía. En el hos­pi­tal, Carl See­band (Sebas­tian Koch), un médi­co gine­có­lo­go afi­lia­do al nazis­mo, deter­mi­na que Eli­za­beth sea este­ri­li­za­da y cuan­do la gue­rra irrum­pe ella es envia­da a un cam­po de con­cen­tra­ción para morir en la cáma­ra de gas.

Tom Schi­lling

La segun­da par­te, la más impac­tan­te del rela­to, se ubi­ca en 1945 una vez con­clui­da la gue­rra. En la bom­bar­dea­da ciu­dad de Dres­den que aho­ra per­te­ne­ce a Ale­ma­nia Orien­tal, el adul­to Kurt (Tom Schi­lling), entris­te­ci­do por el sui­ci­dio de su padre, es admi­ti­do como alumno en la aca­de­mia de arte local don­de habrá de cana­li­zar su voca­ción artís­ti­ca: es allí don­de cono­ce a Ellie See­band (Pau­la Beer), el gran amor de su vida, igno­ran­do que ella es la hija del médi­co cri­mi­nal de gue­rra que indi­rec­ta­men­te fue el cau­san­te de la muer­te de su tía. Curio­sa­men­te ese fac­tor impor­tan­te que vin­cu­la a su fami­lia con la de su ama­da que­da rele­ga­do a un segun­do plano en tan­to que el rea­li­za­dor pri­vi­le­gia su aten­ción en el desa­rro­llo de la carre­ra del joven artis­ta quien al poco tiem­po adquie­re noto­rie­dad pin­tan­do nota­bles mura­les; con todo, Kurt dis­ta de hallar su rea­li­za­ción artís­ti­ca al tener que some­ter­se a las pre­sio­nes del comu­nis­mo en don­de el arte debe estar al ser­vi­cio del socia­lis­mo rea­lis­ta que­dan­do dese­cha­da cual­quier otra mani­fes­ta­ción diferente.

Para el joven pin­tor la asfi­xian­te atmós­fe­ra de vivir en un régi­men tota­li­ta­rio que aten­ta con­tra la liber­tad de expre­sión moti­va a que en 1961 jun­to con Ellie se des­pla­cen a Dus­sel­dorf, poco antes de cons­truir­se el infa­me muro de Ber­lín. En este seg­men­to final del rela­to Kurt logra enro­lar­se en la renom­bra­da escue­la de arte Kuns­ta­ka­de­mie don­de reci­bi­rá las ense­ñan­zas del pro­fe­sor Anto­nius Van Wer­ten (Oli­ver Masuc­ci); esa influen­cia resul­ta­rá deci­si­va para Kurt en la medi­da que el pro­fe­sor, recha­zan­do lo que su alumno has­ta ese enton­ces venía ela­bo­ran­do, le hace ver que para que pue­da invo­lu­crar­se total­men­te con la crea­ción artís­ti­ca es nece­sa­rio que se ins­pi­re en epi­so­dios dra­má­ti­cos de su vida. En con­se­cuen­cia, valién­do­se de foto­gra­fías del pasa­do, sobre todo en don­de como niño posa jun­to a su tía, como así las que apa­re­cen en recor­tes de dia­rios refe­ri­dos a los jui­cios some­ti­dos a los nazis, Kurt encuen­tra en las pin­tu­ras que va rea­li­zan­do su defi­ni­ti­va iden­ti­dad como pintor.

Aun­que la ilus­tra­ción de Don­ners­marck resul­te un poco alar­ga­da a tra­vés de sus 3 horas y 10 minu­tos de dura­ción, este absor­ben­te y fas­ci­nan­te dra­ma en nin­gún momen­to lle­ga a fati­gar. Esen­cial­men­te, el rea­li­za­dor ha logra­do una obra épi­ca ambi­cio­sa sobre el pro­ce­so crea­ti­vo a tra­vés de un artis­ta que se empe­ña en des­cu­brir su autén­ti­ca voz; en tal sen­ti­do el resul­ta­do de lo expues­to es suma­men­te gra­ti­fi­ca­dor. Jor­ge Gutman

Un Thri­ller Poco Atractivo

GRE­TA. Esta­dos Uni­dos-Irlan­da, 2018. Un film de Neil Jordan

A tra­vés de una carre­ra de tres déca­das y media, el direc­tor irlan­dés Neil Jor­dan ha ofre­ci­do algu­nas pelí­cu­las des­ta­ca­bles como ha sido el caso de Mona Lisa (1986) y The Crying Game (1992). Des­afor­tu­na­da­men­te, Gre­ta no habrá de enri­que­cer su currí­cu­lum dado que la tra­ma pro­pues­ta se carac­te­ri­za por su incon­gruen­cia y ausen­cia de coherencia.

Repi­tien­do una fór­mu­la ya pro­ba­da en varias opor­tu­ni­da­des con un logro muy supe­rior como lo fue­ron Fatal Attrac­tion (1987) y Sin­gle Whi­te Fema­le (1992), entre otros títu­los, este thri­ller psi­co­ló­gi­co se cen­tra en dos per­so­nas de dife­ren­te natu­ra­le­za en don­de una de ellas es emo­cio­nal y físi­ca­men­te aco­sa­da por la otra.

Isa­be­lle Hup­pert y Chloë Gra­ce Moretz

El rela­to comien­za aus­pi­cio­sa­men­te intro­du­cien­do a Fran­ces (Chloë Gra­ce Moretz), una joven gra­dua­da uni­ver­si­ta­ria de Bos­ton, quien recien­te­men­te ha per­di­do a su madre y habién­do­se muda­do a New York com­par­te su depar­ta­men­to con Eri­ca (Mai­ka Mon­roe), su mejor amiga.

El pun­to de par­ti­da es una car­te­ra de mujer aban­do­na­da que Fran­ces reco­ge en uno de los vago­nes del metro neo­yor­kino en el que está via­jan­do; al abrir­la, des­cu­bre en su inte­rior la iden­ti­dad de su due­ña y pro­ce­de a con­tac­tar­la para devol­vér­se­la. Lle­gan­do a su domi­ci­lio cono­ce a Gre­ta (Isa­be­lle Hup­pert), una mujer fran­ce­sa de media­na edad que agra­de­ce la hones­ti­dad de la chi­ca y la invi­ta a su hogar ofre­cién­do­le una taza de té; en ese pri­mer encuen­tro, la anfi­trio­na le hace saber que se sien­te sola dado que hace poco enviu­dó y su úni­ca hija vive en Fran­cia. A ese pri­mer con­tac­to le siguen otros que per­mi­ten cimen­tar una amis­tad entre ambas don­de Fran­ces encuen­tra en Gre­ta el afec­to de la madre que ya no tie­ne en tan­to que su ami­ga halla en ella la bue­na com­pa­ñía nece­sa­ria para ate­nuar la sole­dad que la inva­de. Todo mar­cha sobre rue­das has­ta el cir­cuns­tan­cial momen­to en que la joven des­cu­bre evi­den­tes indi­cios ‑los cua­les no con­vie­ne reve­lar- de que Gre­ta es poco menos que un mons­truo humano y en con­se­cuen­cia resuel­ve de inme­dia­to inte­rrum­pir esa relación.

Dicho lo que ante­ce­de, a par­tir de allí el guión de Jor­dan y Ray Wright se des­ca­rri­la por com­ple­to al que­rer crear un cli­ma de sus­pen­so mos­tran­do cómo la inge­nua Fran­ces se halla per­se­gui­da y arrin­co­na­da por la psi­có­pa­ta Gre­ta. Brin­dar deta­lles adi­cio­na­les de lo que acon­te­ce sería inapro­pia­do para el lec­tor que qui­sie­ra ver el film y es por eso que se evi­tan los spoi­lers; con todo pue­de seña­lar­se que la ende­blez del rela­to resi­de en su inve­ro­si­mi­li­tud, la poca pro­fun­di­dad sumi­nis­tra­da a los per­so­na­jes pro­ta­gó­ni­cos, sus insus­tan­cia­les diá­lo­gos y sobre todo por los gol­pes efec­tis­tas que emplea el rea­li­za­dor con el pro­pó­si­to de man­te­ner el inte­rés de la audiencia.

Si el film pue­de tole­rar­se es por la actua­ción de Hup­pert que como es bien sabi­do cual­quie­ra sea el papel que le toca en suer­te carac­te­ri­zar siem­pre sale bien para­da; en este caso la extra­or­di­na­ria actriz fas­ci­na al con­tem­plar su meta­mor­fo­sis de una afa­ble mujer soli­ta­ria que ama y toca la músi­ca a fin de lograr su tran­qui­li­dad de espí­ri­tu para adqui­rir la natu­ra­le­za de una dia­bó­li­ca demen­te capaz de estre­me­cer. Aun­que sin lle­gar al nivel de Hup­pert, Moretz satis­fa­ce ple­na­men­te como la can­do­ro­sa y tier­na Fran­ces que incons­cien­te­men­te que­da hechi­za­da por Gre­ta sin poder des­em­ba­ra­zar­se de ella. En un impor­tan­te papel de apo­yo Mon­roe se dis­tin­gue como la ami­ga de Fran­ces que hace lo posi­ble para evi­tar que ella cai­ga en las redes de la his­té­ri­ca Greta.

En resu­men, este incon­se­cuen­te y des­en­fo­ca­do tra­ba­jo de Neil Jor­dan no lle­ga a per­du­rar en la memo­ria del espec­ta­dor. Jor­ge Gutman