Una Cabal­ga­ta Sin Rum­bo Fijo

CON­TI­NUER. Bél­gi­ca-Fran­cia, 2018. Un film de Joa­chim Lafosse

En la pri­me­ra esce­na de Con­ti­nuer se ve a Sybi­lle (Vir­gi­nie Efi­ra), una madre fran­ce­sa y a su hijo Samuel (Kacey Mot­tet-Klein) de 19 años mon­ta­dos a caba­llo a tra­vés de una zona desér­ti­ca de Kir­guis­tán ‑un país mon­ta­ño­so de Asia Cen­tral-. ¿Cómo ambos lle­ga­ron a ese lugar? Sin ante­ce­den­te alguno de estos per­so­na­jes, solo el direc­tor Joa­chim Lafos­se lo sabe. Lo que en cam­bio que­da cla­ro es que la rela­ción entre ellos es deci­di­da­men­te ten­sa y que Samuel, fas­ti­dia­do de efec­tuar esa tra­ve­sía, pres­ta más aten­ción a su celu­lar y a su caba­llo que a su progenitora.

Vir­gi­nie Efi­ra y Kacey Mottet-Klein

De acuer­do a los datos de pren­sa, el film está basa­do en una nove­la de Lau­rent Muvg­nier de 2016 y adap­ta­do para el cine por cin­co guio­nis­tas. He aquí otro ele­men­to curio­so al haber reque­ri­do tan­tas per­so­nas para una his­to­ria mini­ma­lis­ta don­de el argu­men­to es lo que menos cuen­ta sino más bien el tiran­te víncu­lo entre los dos per­so­na­jes mencionados.

Des­pués de pasar la pri­me­ra noche en la rús­ti­ca caba­ña de un matri­mo­nio de la región cono­ci­do por Sybi­lle, al día siguien­te reanu­dan la cabal­ga­ta don­de el cli­ma de anti­pa­tía de Samuel hacia su madre se mani­fies­ta aún con más intensidad.

Gra­dual­men­te se sabe que esta mujer había ven­di­do la casa de su difun­to padre para finan­ciar ese via­je; asi­mis­mo, en los esca­sos momen­tos del diá­lo­go que Sybi­lle man­tie­ne con Samuel uno se impo­ne que ella que­dó emba­ra­za­da en su ado­les­cen­cia y que des­pués de haber naci­do su hijo, hizo aban­dono del hogar; en con­se­cuen­cia, se lle­ga a com­pren­der la razón de la ani­mo­si­dad del joven hacia su progenitora.

La pre­sen­cia de unos ban­di­dos ame­na­za­do­res que se cru­zan en el camino así como el peli­gro enfren­ta­do al atra­ve­sar una zona pan­ta­no­sa son los úni­cos fac­to­res dra­má­ti­cos que mati­zan el rela­to. Por lo demás, el res­to del mis­mo con­sis­te en apre­ciar la labor del fotó­gra­fo Jean-Fra­nçois Hens­gens cap­tan­do la vas­te­dad pano­rá­mi­ca del tra­yec­to en tan­to que el her­mo­so tema Obli­vion de Astor Piaz­zo­lla pro­vee un cli­ma de nos­tal­gia a esta suer­te de western.

Final­men­te que­da cla­ro que el pro­pó­si­to de este via­je sin rum­bo fijo tie­ne como obje­ti­vo repa­rar el daño emo­cio­nal que con su ausen­cia la madre cau­só a su hijo. Si bien hay indi­cios de que la rís­pi­da rela­ción exis­ten­te va ate­nuán­do­se, su abrup­to final evi­ta que el film alcan­ce la fuer­za emo­cio­nal que prometía.

La bue­na inter­pre­ta­ción de Efi­ra y sobre todo la de Mot­tet-Klein quien ofre­ce una muy bue­na carac­te­ri­za­ción del hijo ira­cun­do, con­tri­bu­yen a que este dra­ma de fami­lia logre media­na­men­te inte­re­sar aun­que sin lle­gar a con­mo­ver. La direc­ción de Lafos­se es acer­ta­da aun­que debi­do a la ausen­cia de un guión sin gran enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca, este film no alcan­za la reso­nan­cia logra­da en À per­dre la rai­son (2012) o bien L’Économie du couple” (2016), para citar dos títu­los de su dis­tin­gui­da fil­mo­gra­fía. Jor­ge Gutman