Com­ple­ta­men­te Decente

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

INDE­CENT. Libro: Pau­la Vogel. Direc­ción: Lisa Rubin.  Elen­co: Ryan Bom­ma­ri­to, Cara Kris­man, Mark Uhre, Julia Juhas, Dov Mic­kel­son, Feli­cia Shul­man, Sam Stein con el acom­pa­ña­mien­to musi­cal de Gabriel Paquin-Buki (cla­ri­ne­te), Bri­git­te Dajc­zer (vio­lín) y Ser­giu Popa (acor­deón). Esce­no­gra­fía: Brian Dud­kie­wicz. Dise­ño del Ves­tua­rio: Loui­se Bou­rret. Ilu­mi­na­ción: Clau­de Acco­las. Coreo­gra­fía: Ray Hogg. Direc­ción Musi­cal: Nick Bur­gess. Dise­ño del Soni­do: Peter Balov. Pro­yec­ción: Video­Com­pany. Dura­ción: 1 hora y 45 mii­nu­tos sin entre­ac­to. Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 19 de mayo de 2019 en la sala prin­ci­pal del Segal Cen­tre (www.segalcentre.org)

Habien­do sido estre­na­da en 2015 en el Yale Reper­tory Thea­tre para lue­go ser trans­fe­ri­da a Broad­way en 2017 don­de ha obte­ni­do un cla­mo­ro­so éxi­to, aho­ra lle­gó a Mon­treal Inde­cent, la exce­len­te pie­za de Pau­la Vogel que por su ori­gi­nal osa­día impac­ta favo­ra­ble­men­te en la audien­cia que la contempla.

Mark Uhre, Julia Juhas y Cara Kris­man. (Foto: Andrée Lanthier)

La auto­ra se basa en la obra “El Dios de la Ven­gan­za” que el excep­cio­nal escri­tor pola­co Sho­lem Ash con­ci­bió en 1906, para narrar las vici­si­tu­des que esta pie­za expe­ri­men­tó a tra­vés del tiem­po. La tra­ma de la pie­za de Ash se cen­tra en una fami­lia judía don­de Yekel y su mujer Sarah mane­jan un bur­del en la plan­ta baja de su hogar; cuan­do su hija Rif­ke­le, cria­da con las máxi­mas vir­tu­des y pure­za, des­cu­bre la exis­ten­cia del pros­tí­bu­lo y se ena­mo­ra apa­sio­na­da­men­te de Man­ke, una de sus pupi­las, el roman­ce sáfi­co pro­du­ce esta­lli­dos en Yekel quien ade­más de cas­ti­gar a su hija, des­tru­ye la sagra­da Torah que tie­ne en sus manos.

Des­pués de que la pie­za de Ash fue mon­ta­da en su idio­ma ori­gi­nal idish en dife­ren­tes ciu­da­des de Euro­pa con gran suce­so, el gru­po de acto­res que la inter­pre­ta resuel­ve lle­var­la a Esta­dos Uni­dos para su pre­sen­ta­ción en inglés. Seis sema­nas des­pués de su estreno en Broad­way en 1923, la obra baja de car­tel cuan­do la poli­cía arres­ta al elen­co que la inter­pre­ta y a su pro­duc­tor por con­si­de­rar­la inde­cen­te e inmo­ral debi­do a la eró­ti­ca esce­na del beso les­biano de las dos muje­res. Eso no impi­dió que los valo­res de la pie­za siguie­ran sien­do apre­cia­dos en Euro­pa e inclu­so duran­te la Segun­da Gue­rra cuan­do en 1942, en un ges­to de afir­ma­ción artís­ti­ca, un gru­po de impro­vi­sa­dos acto­res la repre­sen­tó en un alti­llo del ghe­to de Lodz en Polonia.

El Elenco.(Foto: Andrée Lanthier)

Lisa Rubin ha rea­li­za­do una pues­ta escé­ni­ca mara­vi­llo­sa rati­fi­can­do sus con­di­cio­nes de excep­cio­nal direc­to­ra. Valién­do­se de un talen­to­so equi­po, inclu­yen­do a tres com­pe­ten­tes músi­cos que con­vier­ten a la obra en una suer­te de espec­tácu­lo músi­cal, Rubin sin ape­lar a sen­sa­cio­na­lis­mo alguno, logró con gran sobrie­dad e inten­sa pasión tea­tral extraer los dife­ren­tes temas sub­ya­cen­tes que Vogel refle­ja en su pie­za. En la mis­ma, cuyo títu­lo con­tra­ría su esen­cia, que­da refle­ja­da la homo­fo­bia, la cen­su­ra en la liber­tad de expre­sión como así tam­bién los valo­res pre­va­le­cien­tes en Esta­dos Uni­dos con rela­ción a la situa­ción de los judíos en un ambien­te de laten­te anti­se­mi­tis­mo impe­ran­te y de rece­los hacia la inmi­gra­ción europea.

En cuan­to al elen­co, el mis­mo se some­te de mane­ra irre­pro­cha­ble a las exi­gen­cias de la pie­za don­de muy a menu­do los acto­res van cam­bian­do de per­so­na­jes en una meta­mor­fo­sis que se pro­du­ce con máxi­ma natu­ra­li­dad y pro­fe­sio­na­lis­mo. Aten­dien­do a la mayor expo­si­ción que Vogel otor­ga a algu­nos de sus per­so­na­jes, se des­ta­ca la irre­pro­cha­ble carac­te­ri­za­ción logra­da por Ryan Bom­ma­ri­to como el direc­tor escé­ni­co y narra­dor de la pie­za; por su par­te, Cara Kris­man y Julia Juhas vuel­can inten­si­dad emo­cio­nal como las aman­tes de la his­to­ria; a su vez Mark Uhre da vida a Sho­lem Ash refle­jan­do su pro­gre­sión del entu­sias­ta joven de un comien­zo hacia un des­ilu­sio­na­do ser en su edad madura.

Los músi­cos ale­gran la pie­za con su muy bue­na eje­cu­ción de moti­vos de músi­ca klez­mer y de jazz, la coreo­gra­fía armo­ni­za estu­pen­da­men­te la dan­za con las can­cio­nes, el dise­ño esce­no­grá­fi­co se adap­ta muy bien a las cam­bian­tes esce­nas que tie­nen lugar duran­te el desa­rro­llo de la obra y la ilu­mi­na­ción crea el apro­pia­do cli­ma atmos­fé­ri­co reque­ri­do por la misma.

Con la pre­sen­ta­ción de esta poten­te pie­za que resal­ta la pure­za del amor más allá de cual­quier orien­ta­ción sexual, el Cen­tro Segal cul­mi­na otra gran tem­po­ra­da tea­tral con­fir­man­do que es una de las ins­ti­tu­cio­nes que más se preo­cu­pa por la rique­za cul­tu­ral de Montreal.

Diá­lo­gos de Carmelitas

LA OPE­RA DE FRAN­CIS POU­LENC 

Com­ple­tan­do la déci­mo ter­ce­ra tem­po­ra­da de trans­mi­sio­nes de ópe­ras des­de el Met por pri­me­ra vez será difun­di­da en alta defi­ni­ción la repo­si­ción de Dia­lo­gues des Car­mé­li­tes 

Esta crea­ción del com­po­si­tor fran­cés Fran­cis Pou­lenc de 1956 se estre­nó mun­dial­men­te en idio­ma ita­liano en La Sca­la de Milán el 26 de enero de 1957 y su pri­me­ra repre­sen­ta­ción en fran­cés tuvo lugar en la Ópe­ra de Paris el 21 de junio de 1957.

El Elen­co. (Foto: Ken Howard)

El dra­má­ti­co rela­to ubi­ca la acción en la épo­ca de la Revo­lu­ción Fran­ce­sa. Cuen­ta la ver­da­de­ra his­to­ria de die­ci­séis Car­me­li­tas de la ciu­dad de Com­pièg­ne quie­nes vivie­ron bajo el régi­men de terror de Robes­pie­rre que prohi­bió los ofi­cios reli­gio­sos rea­li­za­dos por esta con­gre­ga­ción. Ade­más de ser per­se­gui­das, las reli­gio­sas fue­ron arres­ta­das el 22 de junio de 1794 y pos­te­rior­men­te juz­ga­das por un tri­bu­nal revo­lu­cio­na­rio que las con­de­nó a la pena capi­tal, sien­do gui­llo­ti­na­das el 17 de julio de ese año. Sola­men­te la Madre Marie de la Encar­na­ción, logró huir vol­can­do la expe­rien­cia vivi­da en un libro que fue publi­ca­do des­pués de su muer­te en 1836. Casi un siglo des­pués, en 1931, esta his­to­ria es reto­ma­da por la escri­to­ra ale­ma­na Ger­trud von Le Fort en su nove­la de 1932 La Últi­ma del Patí­bu­lo don­de agre­gó el per­so­na­je fic­ti­cio de Blan­che de la For­ce. En 1947, el nove­lis­ta cató­li­co Geor­ge Ber­na­nos escri­bió un guión para su ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca; debi­do a que en 1948 mue­re Phi­lip­pe Agos­ti­ni, el direc­tor del film, el pro­yec­to que­dó sus­pen­di­do. Final­men­te el tex­to de Ber­na­nos ori­gi­nó la pie­za de tea­tro bajo el nom­bre de Dia­lo­gues des Car­mé­li­tes que fue repre­sen­ta­da por pri­me­ra vez en 1952. Pou­lenc se iden­ti­fi­có por com­ple­to con su con­te­ni­do y es así que con­ci­bió esta ópe­ra como así tam­bién su libre­to basa­do en la obra teatral.

(Foto de Ken Howard)

En esta crea­ción líri­ca de pro­fun­da espi­ri­tua­li­dad el com­po­si­tor logró fusio­nar un esti­lo meló­di­co pro­fano con una esté­ti­ca defi­ni­da que ape­la a pro­fun­dos sen­ti­mien­tos reli­gio­sos. El Met la repre­sen­tó por pri­me­ra vez en 1977 con la pro­duc­ción de John Dex­ter y es esta mis­ma y úni­ca pro­duc­ción la que aho­ra ha sido repues­ta con la pues­ta escé­ni­ca de David Kneuss.

Isa­bel Leo­nard. (Foto: Ken Howard)

El exce­len­te elen­co está enca­be­za­do por la des­ta­ca­da mez­zo-soprano Isa­bel Leo­nard carac­te­ri­zan­do a Blan­che de la For­ce, la nue­va her­ma­na de la orden; ella que ya había can­ta­do ese rol en la repo­si­ción del Met de 2013 cau­só gran impre­sión trans­mi­tien­do la lucha enta­bla­da por un per­so­na­je que se deba­te entre el temor y su fe reli­gio­sa; del mis­mo modo, la soprano Erin Mor­ley tam­bién retor­na para encar­nar ‑como lo hizo hace 6 años- el rol de la novi­cia Cons­tan­ce. En otros impor­tan­tes pape­les se des­ta­can la soprano Kari­ta Mat­ti­la como Mada­me de Croissy, la enfer­ma pre­la­da del con­ven­to en tan­to que la soprano Adrian­ne Piec­zon­ka ani­ma a su suce­so­ra Mada­me Lidoi­ne; la mez­zo soprano Karen Car­gill es la madre Marie, guía moral de la pie­za; el tenor David Por­ti­llo inter­pre­ta al her­mano de Blan­che, Che­va­lier de la For­ce; hacien­do su debut para el Met, el barí­tono Jean-Fra­nçois Lapoin­te ani­ma al Mar­quis de la For­ce. El repar­to que­da inte­gra­do con la par­ti­ci­pa­ción del tenor Tony Ste­ven­son en el rol del cape­llán y el bajo barí­tono Patrick Car­fiz­zi como el carcelero.

La direc­ción musi­cial está a car­go del bri­llan­te maes­tro Yan­nick Nézet-Séguin que com­ple­ta su exi­to­sa pri­me­ra tem­po­ra­da como direc­tor musi­cal del Met. La esce­no­gra­fía es de David Rep­pa, el ves­tua­rio de Jane Green­wood y la ilu­mi­na­ción de Gil Wechs­ler.

Esta obra maes­tra de fe y mar­ti­rio es can­ta­da en fran­cés con sub­tí­tu­los en inglés y será trans­mi­ti­da en los cines del cir­cui­to Cine­plex en vivo y en direc­to el 11 de mayo de 2019 y vuel­ta a difun­dir los días 8, 10, 12 y 23 de junio de 2019. Para infor­ma­ción adi­cio­nal pre­sio­ne aquí

La Secre­ta­ria y su Escritor

LONG SHOT. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Jonathan Levine

El impro­ba­ble encuen­tro de una alta fun­cio­na­ria de Gobierno con un perio­dis­ta sui gene­ris y las con­se­cuen­cias del mis­mo cons­ti­tu­ye el tema cen­tral de Long Shot, una come­dia polí­ti­ca­men­te román­ti­ca del rea­li­za­dor Jonathan Levine.

Para apre­ciar este film es nece­sa­rio dejar de lado la resis­ten­cia a la cre­di­bi­li­dad que ofre­ce su tra­ma; de este modo, el espec­ta­dor que se deje lle­var sin racio­na­li­zar dema­sia­do sobre lo que está vien­do es muy pro­ba­ble que dis­fru­te con las ocu­rren­cias gra­cio­sas con­ce­bi­das en el guión de Dan Ster­ling y Liz Hannah.

Char­li­ze The­ron y Set Rogen

Fred Flarsky (Seth Rogen) es un aven­tu­ra­do y des­en­fa­da­do perio­dis­ta de ideas libe­ra­les que no tie­ne empa­cho alguno en infil­trar­se en una orga­ni­za­ción de neo-nazis para hacer­se pasar por uno de sus inte­gran­tes con el pro­pó­si­to de tener la nota sen­sa­cio­na­lis­ta para su publi­ca­ción en el dia­rio en el cual tra­ba­ja. Cuan­do el perió­di­co es ven­di­do a un acé­rri­mo con­ser­va­dor (Andy Ser­kis), pre­fie­re renun­ciar aun­que que­de des­em­plea­do antes que doble­gar sus prin­ci­pios ideológicos.

Con­so­la­do y apo­ya­do por su gran ami­go Lan­ce (O’Shea Jack­son Jr.) por lo acon­te­ci­do, éste lo con­du­ce a una fies­ta de Manhat­tan don­de Fred avi­zo­ra la pre­sen­cia de Char­lot­te Field (Char­li­ze The­ron), la Secre­ta­ria de Esta­do de Esta­dos Uni­dos; en ese momen­to Fred recuer­da que a los 13 años ella, tres años mayor que él, fue su niñe­ra que lo cui­da­ba; al mis­mo tiem­po no se olvi­da que Char­lot­te le pro­du­jo una de sus pri­me­ras exci­ta­cio­nes sexua­les de pre­ma­tu­ro ado­les­cen­te cuan­do le dio un beso. Ese acon­te­ci­mien­to del pasa­do le per­mi­te al rea­li­za­dor ofre­cer una de las esce­nas más joco­sas del film.

Como Char­lot­te es invi­ta­da por el actual Pre­si­den­te (Bob Oden­kirk) a que se pre­sen­te como can­di­da­ta para las pró­xi­mas elec­cio­nes dado que él no desea pos­tu­lar­se, ella acep­ta la pro­pues­ta y deci­de uti­li­zar como estra­te­gia de lan­za­mien­to su cam­pa­ña de pro­tec­ción del medio ambien­te; pero para eso nece­si­ta a alguien que pue­da pre­pa­rar­le con­vin­cen­tes dis­cur­sos. ¿Quién mejor que Fred, para que le escri­ba los tex­tos, tenien­do en cuen­ta que ella que­dó gra­ta­men­te impre­sio­na­da al leer sus notas periodísticas?

De allí en más ambos comien­zan a tra­ba­jar con­jun­ta­men­te fren­te a la cons­ter­na­ción de los dos asis­ten­tes de la Secre­ta­ria (June Dia­ne Raphael y Ravi Patel), que no pue­den con­ce­bir que su jefa haya opta­do por una per­so­na de ves­ti­men­ta dema­sia­do infor­mal y des­co­me­di­da en la for­ma en que se expre­sa. Con el pro­pó­si­to de difun­dir sus ideas a nivel inter­na­cio­nal, Char­lot­te y su redac­tor visi­tan Esto­col­mo, Hanói, Bar­ce­lo­na, Bue­nos Aires, París y otros pun­tos del mun­do. El dia­rio y per­ma­nen­te víncu­lo pro­fe­sio­nal entre Char­lot­te y Fred gene­ra, como era pre­vi­si­ble, un acer­ca­mien­to romántico.

Levi­ne ha logra­do que la sáti­ra polí­ti­ca con refe­ren­cia a cier­tos pro­ta­go­nis­tas de la hora actual resul­te efi­caz; sin embar­go, la tran­si­ción hacia el terreno román­ti­co pue­de ser más cues­tio­na­ble en la medi­da que no se logra el com­ple­to equi­li­brio entre ambas historias.

De no haber media­do algu­nas situa­cio­nes sexua­les gro­tes­cas caren­tes de suti­li­dad, esta implau­si­ble his­to­ria habría resul­ta­do en una bri­llan­te come­dia. Con todo, sus hila­ran­tes gags, jugo­sos diá­lo­gos y un rit­mo diná­mi­co impre­so por Levi­ne en su narra­ción ate­núan la obje­ción apun­ta­da. Estos fac­to­res posi­ti­vos se refuer­zan por su cali­fi­ca­do elen­co, don­de se des­ta­can la ver­sa­ti­li­dad de Rogen y The­ron quie­nes carac­te­ri­zan­do a la sin­gu­lar pare­ja des­pa­re­ja per­mi­ten que el públi­co dis­fru­te con la muy bue­na com­po­si­ción logra­da de sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. Jor­ge Gutman

Al Maes­tro con Cariño

THE GRIZZ­LIES. Cana­da, 2018. Un film de Miran­da de Pencier

En su pri­mer lar­go­me­tra­je la direc­to­ra Miran­da de Pen­cier explo­ra la cul­tu­ra de un pue­blo a tra­vés de una dra­má­ti­ca e ins­pi­ra­do­ra his­to­ria basa­da en hechos reales.

Rara vez el cine cana­dien­se tra­tó las con­di­cio­nes de vida de la pobla­ción autóc­to­na que habi­ta en el Árti­co de Cana­dá como lo efec­túa en The Grizz­lies; en tal sen­ti­do la madu­rez demos­tra­da por la rea­li­za­do­ra ayu­da­da por el remar­ca­ble guión de Graham Yost y Moi­ra Walley-Bec­kett ha per­mi­ti­do que el film cale hon­da­men­te en el áni­mo del espectador.

Una esce­na de THE GRIZZLIES

Lejos del con­fort que se pue­da expe­ri­men­tar en ciu­da­des como Toron­to, Mon­treal y Van­cou­ver se halla Nuna­vut ubi­ca­da den­tro del Círcu­lo Polar Árti­co. En la pri­me­ra esce­na que se desa­rro­lla en 2004 se obser­va el sui­ci­dio de un joven; es así que un car­tel nos infor­ma que en esa región la tasa de sui­ci­dios es una de las más altas de Amé­ri­ca del Norte.

Con ese mar­co de refe­ren­cia la acción comien­za con el arri­bo de Russ Shepherd (Ben Sch­netzer), un joven pro­fe­sor blan­co pro­ve­nien­te del sur cana­dien­se que lle­ga a la ais­la­da aldea nór­di­ca de Kugluk­tuk, ubi­ca­da en Nuna­vut, para impar­tir docen­cia a jóve­nes ado­les­cen­tes de la escue­la ingle­sa de edu­ca­ción secun­da­ria del lugar. El pri­mer encuen­tro no es muy alen­ta­dor para el edu­ca­dor al enfren­tar­se con una quin­ce­na de estu­dian­tes sin moti­va­ción algu­na y que ade­más lo rece­lan y des­con­fían de él . No tar­da­rá mucho tiem­po para que el maes­tro se ubi­que en el con­tex­to en el que se encuen­tra y dar­se cuen­ta de los múl­ti­ples pro­ble­mas que la juven­tud enfren­ta; así, el cos­to ele­va­do de la ali­men­ta­ción que en algu­nos casos engen­dra el ham­bre, las fami­lias dis­fun­cio­na­les y la caren­cia de opor­tu­ni­da­des que des­in­cen­ti­va la espe­ran­za de un futu­ro mejor, moti­van a que la gen­te local encuen­tre en el alcohol o a veces en la dro­ga una mane­ra de olvi­dar momen­tá­nea­men­te las penas sufri­das. A todo ello, per­ma­ne­ce la apren­sión hacia cual­quier foras­te­ro blan­co como con­se­cuen­cia del tris­te lega­do de la colo­ni­za­ción y acul­tu­ra­ción expe­ri­men­ta­da por la pobla­ción autóctona.

Fren­te a ese cua­dro tan poco opti­mis­ta, Russ sien­te que pue­de efec­tuar un cam­bio bus­can­do un medio de moti­var a sus dis­cí­pu­los para que pue­dan ele­var su auto­es­ti­ma y pre­ve­nir al pro­pio tiem­po que que­den atra­pa­dos con la idea del sui­ci­dio. Con tal pro­pó­si­to crea un pro­gra­ma depor­ti­vo ense­ñán­do­les fue­ra de las horas de cla­se el lacros­se; se tra­ta de un jue­go rápi­do entre dos equi­pos don­de cada juga­dor uti­li­za un palo con una red en la par­te supe­rior para pasar y reci­bir una pelo­ta de goma a fin de meter goles al embo­car la pelo­ta en la red del equi­po opo­nen­te. Si bien la direc­to­ra del esta­ble­ci­mien­to (Tan­too Car­di­nal) al prin­ci­pio resis­te la ini­cia­ti­va de Russ, final­men­te ter­mi­na asin­tien­do. De este modo y ven­cien­do varios incon­ve­nien­tes que se le pre­sen­tan, a tra­vés del depor­te Russ va logran­do que estos estu­dian­tes apre­cien sus esfuer­zos al pro­pio tiem­po que van ganan­do cada vez más con­fian­za y sufi­cien­cia prac­ti­can­do el lacros­se. Como bro­che de oro, el pro­fe­sor obtie­ne la finan­cia­ción reque­ri­da para trans­por­tar a Toron­to a su equi­po lla­ma­do “The Grizz­lies” para jugar. A su arri­bo estos jóve­nes, que has­ta ese enton­ces no cono­cie­ron otro sitio que el nata,l no pue­den ocul­tar su asom­bro fren­te a la gran metró­po­li tal como si estu­vie­sen visi­tan­do otro planeta.

Apar­tán­do­se del clá­si­co rela­to depor­ti­vo, el film enfa­ti­za el tesón de un hom­bre idea­lis­ta que median­te el depor­te ha logra­do con­quis­tar el cari­ño de sus alum­nos quie­nes aho­ra pue­dan per­ci­bir el futu­ro con más optimismo.

Ade­más de una his­to­ria tan bien con­ce­bi­da y rela­ta­da, este film se real­za por la auten­ti­ci­dad gene­ra­da por el elen­co. La direc­to­ra ha reclu­ta­do mag­ní­fi­cos intér­pre­tes per­mi­tien­do que el públi­co se com­pe­ne­tre con cada uno de ellos; entre los mis­mos, ade­más de la logra­da pres­ta­ción de Sch­netzer y Car­di­nal, se des­ta­can Eme­rald Mac Donald como la alum­na más inte­li­gen­te del gru­po, así como los jóve­nes Ricky Marty-Pah­tay­kan, Paul Nata­ra­riaq y Boo­boo Stewart.

En los aspec­tos téc­ni­cos cabe dis­tin­guir la foto­gra­fía de Jim Denault cap­tan­do viva­men­te la majes­tuo­si­dad del pai­sa­je inver­nal de Kugluktuk.

En esen­cia, la rea­li­za­do­ra efec­túa en este exce­len­te film un hono­ra­ble tri­bu­to al estoi­cis­mo y resi­lien­cia de una comu­ni­dad a pesar de los obs­tácu­los incon­ve­nien­tes y con­tra­tiem­pos que deben afron­tar. En los cré­di­tos fina­les, se des­cri­be la situa­ción actual de los ex alum­nos de esta his­to­ria, desem­pe­ñán­do­se en la actua­li­dad en pres­ti­gio­sos car­gos pro­fe­sio­na­les. Jor­ge Gutman

Una Con­mo­ve­do­ra Historia

DIA­NE. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Kent Jones

Kent Jones, quien ha sido en el pasa­do un exce­len­te crí­ti­co cine­ma­to­grá­fi­co y aho­ra diri­ge el pres­ti­gio­so Fes­ti­val de Nue­va York, ya ha demos­tra­do sus dotes de exce­len­te docu­men­ta­lis­ta con Hitchcock/Truffaut (2015). Aho­ra, en Dia­ne su pri­mer lar­go­me­tra­je de fic­ción con­fir­ma su madu­rez de rea­li­za­dor asig­nan­do más impor­tan­cia al con­te­ni­do de la his­to­ria que cuen­ta que al esti­lo empleado.

Mary Kay Place

En la narra­ción nutri­da por una serie de viñe­tas, Jones enfo­ca al per­so­na­je que da el títu­lo al film. En la mag­ní­fi­ca inter­pre­ta­ción de la vete­ra­na actriz Mary Kay Pla­ce, gra­dual­men­te se va cono­cien­do a Dia­ne, una mujer viu­da sep­tua­ge­na­ria que vive en una con­cen­tra­da comu­ni­dad ubi­ca­da en la zona rural de Mas­sa­chu­setts. En el cru­do invierno en que trans­cu­rre la acción, ella se mue­ve en for­ma incan­sa­ble, des­pla­zán­do­se cons­tan­te­men­te de un lugar al otro para dedi­car su tiem­po y ener­gía al ser­vi­cio de los que más la nece­si­tan. Así, sumi­nis­tra con­fort a su que­ri­da pri­ma Don­na (Deir­dre O’Con­nell), visi­tán­do­la en el hos­pi­tal don­de atra­vie­sa la últi­ma eta­pa de un cán­cer ter­mi­nal; igual­men­te, pres­ta ayu­da a los indi­gen­tes y nece­si­ta­dos del lugar, sir­vién­do­les comi­da en los come­do­res popu­la­res jun­to con su ami­ga Bob­bie (Andrea Martin).

Con todo, su máxi­ma preo­cu­pa­ción radi­ca en el esta­do de su hijo Brian (Jake Lacy) de 30 años, un dro­ga­dic­to que no ha logra­do su reha­bi­li­ta­ción don­de se esta­ba tra­tan­do a pesar de afir­mar que está recu­pe­ra­do; es así que visi­ta fre­cuen­te­men­te el poco desea­ble depar­ta­men­to en el que habi­ta tra­yén­do­le comi­da y lim­pián­do­le su ropa. A pesar de que ella le urge a que retor­ne a la clí­ni­ca que lo esta­ba aten­dien­do, sus esfuer­zos resul­tan infructuosos.

La vida de esta mujer dis­ta de ser feliz y mucho de sus sin­sa­bo­res vol­ca­dos en su dia­rio per­so­nal radi­can en peca­dos del pasa­do que se hacen sen­tir en el pre­sen­te. Si bien sus accio­nes de bue­na sama­ri­ta­na pue­den ser reco­no­ci­das por quie­nes reci­ben su ayu­da, Dia­ne no pue­de eli­mi­nar el car­go de cul­pa que lle­va consigo.

El rea­li­za­dor se preo­cu­pa de efec­tuar un aná­li­sis pro­fun­do de la per­so­na­li­dad de esta mujer expo­nién­do­la como un ser pro­vis­to de con­tra­dic­cio­nes pero esen­cial­men­te humano. Al pro­pio tiem­po, Jones no sos­la­ya el ineluc­ta­ble pro­ce­so de enve­je­ci­mien­to de la gen­te de la ter­ce­ra edad como así tam­bién el sen­ti­mien­to inte­rior de sole­dad que pue­de conllevar.

No hay nota algu­na que sue­ne a fal­sa en esta con­mo­ve­do­ra his­to­ria que cuen­ta con un com­pe­ten­te elen­co don­de deci­di­da­men­te sobre­sa­le la extra­or­di­na­ria carac­te­ri­za­ción logra­da por Pla­ce; ella enri­que­ce enor­me­men­te al film trans­mi­tien­do con sus ges­tos y expre­sio­nes la angus­tia exis­ten­cial de su pro­ta­go­nis­ta que tra­ta de obte­ner la ansia­da paz que tran­qui­li­ce su conciencia.

Com­ple­men­tan­do sus méri­tos, la ban­da sono­ra del com­po­si­tor Jere­miah Born­field y la foto­gra­fía de Wyatt Gar­field se aso­cian armo­nio­sa­men­te a la atmós­fe­ra impreg­na­da por Kent Jones en su artís­ti­ca obra, cuya visión segu­ra­men­te será apre­cia­da por el ciné­fi­lo selec­ti­vo. Jor­ge Gutman