ALLES IST GUT (Todo está bien). Alemania, 2018. Un film escrito y dirigido por Eva Trobisch. Distribución: Netflix.
La violación constituye un hecho traumático que genera consecuencias de mayor o menor intensidad dependiendo de la personalidad de la víctima. Ese aspecto es tratado con mesura y sutilidad en Alles ist Gut, primer trabajo de la directora germana Eva Trobisch.
El escenario es Munich en donde Janne (Aenne Schwarz) vive con su novio Piet (Andreas Döhler). Frente al fracaso comercial en la explotación de la empresa editorial que manejaban, ellos piensan abandonar la cosmopolita ciudad y radicarse en una zona aledaña de Baviera para abordar un nuevo proyecto.
Quiere la casualidad que Janne salga al encuentro de Robert (Tilo Nest), un antiguo conocido que tiene a su cargo una editorial, quien le ofrece un empleo para trabajar en la misma al que ella termina aceptando. Ese mismo día, Janne concurre a una reunión de egresados donde también asiste Martin (Hans Low), otro de los graduados; en esa reunión social, con copas entremedio, se produce un leve flirteo entre ambos y al concluir la velada ella le ofrece pasar la noche en un lecho de su casa. Con esa actitud, Martin erróneamente supone que la ocasión se presta para un acercamiento sexual; sin embargo cuando él lo intenta y ella se opone, finalmente la viola aunque ese acto ‑tal como está expuesto- no origina una fuerte violencia.
Al día siguiente, aunque internamente turbada, Jeanne trata de convencerse a sí misma que nada ocurrió ocultando lo acontecido a su madre como igualmente a Piet al manifestar que “todo está bien”. Esa misma jornada, al comenzar a trabajar con Robert, Janne se sorprende al enterarse que allí también trabaja Martin, el cuñado de su empleador; eso le crea un clima de incomodidad, a pesar de que su atacante admite su culpabilidad y se muestra dispuesto para hacer todo lo posible a fin de reparar el daño que le causó.
Lo esencial del relato reside en el modo en que la protagonista sobrelleva la secuela de la violación, la negación de asumirla así como la angustia y soledad que internamente experimenta tratando de que su rostro no la delate. En tal sentido, la magistral interpretación de Schwarz logra transmitir plenamente su inestabilidad emocional; el resto del reducido elenco igualmente es convincente en cada uno de los roles de apoyo que les toca caracterizar.
Sin música alguna ni resaltantes aspectos visuales, el film se beneficia grandemente por los pequeños detalles que la directora ha volcado en su guión y que ha sido plasmado maravillosamente por una impecable puesta escénica. Con su acertado final abierto, dejando al espectador imaginar por sí mismo cómo la vulnerable Janne continuará y definirá su futura existencia, este impecable drama resulta altamente gratificante. Por sus méritos, el film obtuvo en el Festival de Locarno de 2018 el premio a la mejor ópera prima. Jorge Gutman