El Faro

THE LIGHTHOU­SE. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Robert Eggers

Enfo­ca­do como un dra­ma de horror psi­co­ló­gi­co, The Lighthou­se es un film per­tur­ba­dor que se dis­tin­gue por su exce­len­te actua­ción y por su nota­ble ambientación.

Willem Dafoe y Robert Pattinson

El rela­to que se desa­rro­lla en una ale­ja­da isla roco­sa en Mai­ne hacia fines del siglo XIX tie­ne como úni­cos pro­ta­go­nis­tas a Tho­mas (Williem Dafoe), un vie­jo expe­ri­men­ta­do cui­da­dor de la ilu­mi­na­ción del faro y Eph­raim (Robert Pat­tin­son), un nova­to fare­ro que en cali­dad de ayu­dan­te per­ma­ne­ce­rá jun­to a él duran­te 4 semanas.

Des­de el ini­cio se aspi­ra un aire de tie­su­ra entre Tho­mas y Eph­raim en la medi­da que el vete­rano anciano gru­ñón en for­ma auto­ri­ta­ria impar­te las órde­nes a su cola­bo­ra­dor quien dócil­men­te debe acep­tar las no muy gra­tas tareas que le encomienda.

Si bien duran­te la pri­me­ra par­te se va esla­bo­nan­do el jue­go de poder que se esta­ble­ce entre ellos, la tiran­tez va acre­cen­tán­do­se a medi­da que las jor­na­das trans­cu­rren, a pesar de que hay ins­tan­cias un tan­to ami­ga­bles com­par­ti­das a la hora de cenar.

Esa for­za­da con­vi­ven­cia está sig­na­da por una atmós­fe­ra de per­ver­si­dad y laten­te ten­sión gene­ra­da al ampa­ro de la sole­dad del lugar. Dado el com­por­ta­mien­to agre­si­vo de Tho­mas ‑en par­te pro­vo­ca­do por su abu­so de alcohol‑, Eph­raim comien­za a reac­cio­nar has­ta lle­gar a un cli­max don­de la vio­len­ta bru­ta­li­dad sus­ci­ta­da entre ambos alcan­za el pun­to de no retorno.

Si bien el guión del rea­li­za­dor escri­to con su her­mano Max Eggers tra­ta de crear un cli­ma de terror, la his­to­ria care­ce de una sóli­da enver­ga­du­ra dra­má­ti­ca para lograr­lo y poco agre­gan a la esen­cia de esta his­to­ria algu­nas refe­ren­cias mito­ló­gi­cas a que alu­de Tho­mas, así como el viso de fan­ta­sía aso­cia­da con los sue­ños de Eph­raim hacien­do el amor con una sen­sual sirena.

A su favor la pelí­cu­la se bene­fi­cia con la fil­ma­ción en blan­co y negro de 35 mm. en una pan­ta­lla cua­dra­da don­de la foto­gra­fía de Jarin Blasch­ke recrea mag­ní­fi­ca­men­te el esce­na­rio en que trans­cu­rre la acción. Otro fac­tor fun­cio­nal al rela­to es el efi­cien­te dise­ño sono­ro trans­mi­tien­do el rui­do de las gavio­tas que sobre­vue­lan el lugar, el soni­do del inso­len­te vien­to y el de las olas que rom­pen el mar.

Lo más des­ta­ca­ble de este film es el due­lo de tita­nes que en mate­ria acto­ral ofre­cen sus dos intér­pre­tes. Dafoe encan­di­la dan­do vida al vie­jo alcohó­li­co, vital y rudo como así tam­bién inmer­so de una extra­ña vio­len­cia; a su lado Pat­tin­son igual­men­te fas­ci­na carac­te­ri­zan­do a un indi­vi­duo de natu­ra­le­za intros­pec­ti­va que al no poder con­te­ner su furia inter­na gene­ra­da por la acti­tud de su anta­go­nis­ta lle­ga­rá a explo­tar y enfren­tar­lo en una deses­pe­ra­da lucha mor­tal. Entre ambos acto­res exis­te una com­ple­ta sim­bio­sis evi­den­cian­do con total con­vic­ción el pro­ce­so de degra­da­ción físi­ca y moral de sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes. Jor­ge Gutman