Dine­ro Lavado

THE LAUN­DRO­MAT. Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Ste­ven Soderbergh

Fiel a su come­ti­do de denun­ciar aspec­tos socio-polí­ti­cos que afec­tan a nues­tra socie­dad, Ste­ven Soder­bergh rati­fi­ca su ido­nei­dad de com­pe­ten­te rea­li­za­dor en este tra­ba­jo entre fic­ti­cio y real que alu­de a uno de los fenó­me­nos que afec­ta a la socie­dad contemporánea.

El tema abor­da­do por el direc­tor es el de los Pana­ma Papers, tér­mino refe­ri­do a los docu­men­tos con­fi­den­cia­les per­te­ne­cien­tes al gabi­ne­te de abo­ga­dos pana­me­ño Mos­sack Fon­se­ca que debi­do a una fil­tra­ción infor­ma­ti­va en abril de 2016 se difun­die­ron públicamente..

Basa­do en el libro Secrecy World del perio­dis­ta Jake Berns­tein, Soder­bergh dra­ma­ti­za el estruen­do­so escán­da­lo finan­cie­ro sus­ci­ta­do median­te una come­dia pun­zan­te no exen­ta de sáti­ra y ape­lan­do a una narra­ción leja­na­men­te brechtiana.

Con un des­ca­ro a toda prue­ba y en for­ma satí­ri­ca, el abo­ga­do pana­me­ño Ramón Fon­se­ca (Anto­nio Ban­de­ras) y su socio ale­mán Jür­gen Mos­sack (Gary Old­man) se diri­gen al públi­co para ilus­trar­los sobre la mane­ra en que su infa­me bufe­te ofre­ce ser­vi­cios a poten­tes millo­na­rios, ocul­tan­do su iden­ti­fi­ca­ción, median­te la crea­ción de socie­da­des cor­po­ra­ti­vas fan­tas­mas radi­ca­das en varios paraí­sos fis­ca­les, para así elu­dir el cum­pli­mien­to de las obli­ga­cio­nes impositivas.

Meryl Streep

De allí en más el guión de Scott Z. Burns intro­du­ce varias his­to­rias, algu­nas mejo­res que otras, don­de entre las mis­mas se des­ta­ca la de la viu­da Ellen Mar­tin (Meryl Streep); tras haber per­di­do a su mari­do (James Crom­well) en un acci­den­te de ferry ella resul­ta esta­fa­da por par­te de la com­pa­ñía de segu­ros navie­ra que se nie­ga a indem­ni­zar­la. Eso la impul­sa a efec­tuar una inves­ti­ga­ción don­de indi­rec­ta­men­te es el hilo con­duc­tor que per­mi­ti­rá des­cu­brir otras acti­vi­da­des social­men­te per­ni­cio­sas. Así que­da expues­to el queha­cer de varias com­pa­ñías exper­tas en el blan­queo de capi­ta­les pro­ve­nien­tes de corrup­cio­nes y sobor­nos efec­tua­dos, como igual­men­te se va cono­cien­do a una gale­ría de inter­me­dia­rios, tes­ta­fe­rros, buró­cra­tas e inclu­so tra­fi­can­tes de órga­nos que huér­fa­nos de moral, para nada les intere­sa la situa­ción de la gen­te ino­cen­te que se ve des­po­ja­da de sus ahorros.

El rea­li­za­dor ofre­ce una agria come­dia que aun­que su tema sea bien cono­ci­do, logra que tras­cien­da en la pan­ta­lla pro­du­cien­do estu­por y de algu­na mane­ra una tris­te­za impo­si­ble de disi­mu­lar. Si bien su narra­ción resul­ta un tan­to des­igual en la medi­da que los dis­tin­tos epi­so­dios que la inte­gran no logran una com­ple­ta cohe­sión, reúne ele­men­tos favo­ra­bles que ate­núan tal obje­ción. En tal sen­ti­do cabe des­ta­car la ágil direc­ción de Soder­bergh impi­dien­do que el rela­to decai­ga y el buen desem­pe­ño de su elen­co, en espe­cial la actua­ción de la siem­pre estu­pen­da Streep.

Como balan­ce se asis­te a un buen docu­dra­ma cuyo men­sa­je que­da expre­sa­do en su ima­gen final acer­ca de la nece­si­dad de tomar acción para eli­mi­nar las lagu­nas exis­ten­tes en un sis­te­ma finan­cie­ro que pro­du­ce una pro­fun­da des­igual­dad eco­nó­mi­co-social sobre todo en Esta­dos Uni­dos con­si­de­ra­do como el más gran­de paraí­so fis­cal. Jor­ge Gutman