THE IRISHMAN. Estados Unidos, 2019. Un film de Martin Scorcese
Tras una larga espera finalmente se estrena The Irishman, la ambiciosa producción de Netflix dirigida por Martin Scorcese. A todas luces, el más importante realizador viviente de Estados Unidos, depara un impactante drama describiendo una historia real de gangsters valiéndose del guión de Steve Zaillian quien a su vez se basó en el libro I Heard You Paint Houses de Charles Brandt publicado en 2004.
El personaje central es Frank Sheeran (Robert De Niro), apodado “el irlandés”, un veterano de la segunda guerra quien ya avejentado y viviendo en una residencia de ancianos se dirige a un interlocutor no identificado a quien le relata su vida criminal al servicio de la mafia de Estados Unidos a lo largo de 4 décadas.
A través de flashbacks se lo ve a Sheeran de 24 años desempeñándose como camionero en la Filadelfia de la década del 50; no pudiendo con su innata naturaleza tramposa se las arregla guardando parte de la carne que transporta para su beneficio personal hasta que es despedido. Sin embargo, pronto encontrará la vía para mejorar su condición económica cuando conoce y entabla contacto con el jefe mafioso Russell Bufalino (Joe Pesci) que controla Filadelfia y Detroit; sintiendo una innata simpatía hacia Frank, inmediatamente le comisiona algunos trabajos en calidad de sicario; posteriormente Rusell lo conecta con Jimmy Hoffa (Al Pacino) quien es el presidente de la Hermandad Internacional de Camioneros además de ser uno de los sindicalistas más poderosos de Estados Unidos; con él, Frank proseguirá ejerciendo su profesión de asesino a sueldo como asimismo forjará una gran amistad. Para no develar lo que sigue es preferible que el potencial espectador lo descubra por sí mismo.
No es la primera vez que Scorcese aborda esta temática y al volver a hacerlo aquí nuevamente se esmera para efectuar una narración fluida en el marco del denso relato de tres horas y media de metraje cuyo interés en ningún momento decae. Eso en gran parte se debe al insuperable trío de actores caracterizando los personajes centrales. Siendo De Niro uno de los actores fetiches del gran cineasta dado que ha trabajado con él en 9 filmes no es de extrañar que exista una gran compenetración entre ambos dando como resultado una magistral caracterización de su personaje en tres etapas diferentes de su vida. Otra memorable actuación es la de Pesci, un actor que prácticamente retirado decidió aceptar la invitación de Scorcese para dar vida a un padrino reposado que no obstante su idiosincrasia criminal exhala un tierno humanismo en la relación mantenida con su protegido tratándolo como un verdadero hijo. Por su parte Pacino, colaborando por primera vez con el realizador, fascina como el individuo corrupto, manipulador, errático, gritón y obstinado que habiendo ocupado el máximo cargo en el sindicato de camioneros, cae en desgracia después de haber sido encarcelado durante varios años por fraude y al quedar libre trata inútilmente de retomar su posición anterior.
Con esta épica saga Scorcese ofrece una magnífica lección de cine donde ningún detalle ha quedado de lado; la ilustración efectuada destacando las tensiones suscitadas entre los líderes mafiosos, los conflictos emergentes en materia de lealtad, confianza, amistad y traición así como la vinculación del crimen organizado con el estamento político de Estados Unidos en los años 60, están remarcablemente reseñados.
El uso de efectos especiales digitales para reflejar la evolución física de los actores a través del paso del tiempo, especialmente en el caso de De Niro, no está por completo logrado pero de ningún modo ese detalle menoscaba la grandeza de esta encomiable producción que además de los valores mencionados se agrega el de la magnífica fotografía de Rodrigo Prieto, el logrado montaje de Thelma Schoonmaker y los diseños de producción de Bob Shaw reproduciendo los lugares y diferentes períodos en que transcurre el relato.
En esencia, The Irishman es una obra maestra que con el tiempo será valorada como uno de los grandes clásicos del séptimo arte. Jorge Gutman