LES ÉBLOUIS. Francia, 2019. Un film de Sarah Succo.
En su debut como directora la actriz Sarah Succo aborda un tema urticante basado en la experiencia personal de haber vivido con su familia durante varios años en una comunidad que guarda similitud con la que aquí expone.
El relato que transcurre en la ciudad de Angoulème asume el punto de vista de Camille (Céleste Brunnquell), próxima a cumplir 14 años, quien vive con sus padres Frédéric (Eric Caravaca) y Christine (Camille Cottin) y sus hermanos menores (Armand Rayaume, Jules Dhios Francisco, Eva Ristorcelli) en el marco de un clima familiar que a primera vista resulta armonioso.
El conflicto dramático surge cuando sus progenitores como buenos católicos que asisten regularmente a la iglesia se dejan entusiasmar por su pastor carismático (Jean-Pierre Darroussin) quien astutamente les convence para que integren una comunidad religiosa basada en los principios de solidaridad y ayuda humana. Lentamente, la madura adolescente va observando cómo esa comunidad es en el fondo una dogmática secta que lentamente va cambiando la conducta de sus padres al tener que adoptar ritos y actitudes decididamente anómalas que van restringiendo la libertad de la familia en su conjunto.
Aunque el fenómeno de las sectas religiosas tuvo auge hace poco tiempo atrás, a través de lo que aquí se aprecia aún subsisten hoy día agrupaciones fanáticas que invocando al Espíritu Santo encandilan a los miembros que la integran mediante un astuto lavado de cerebro, tal como es objeto la familia descripta por Succo.
Con admirable eficacia y con una coherente puesta escénica, la directora valiéndose del guión que preparó con Nicolas Silhol va creando una atmósfera que gradualmente se vuelve asfixiante y malsana para Camille quien al rebelarse ante sus padres termina siendo víctima de la secta al ser acosada psicológica y físicamente.
Cada uno de los actores responde con autenticidad a lo que sus complejos roles les demanda. Brunnquell, la protagonista del drama, deja una remarcable impresión caracterizando a la adolescente de libre espíritu que contemplando la conducta de sus progenitores debe luchar denodadamente para afirmar su libertad y al propio tiempo rescatar de esa adversidad a sus inocentes hermanos. En otros roles Cottin transmite satisfactoriamente la naturaleza de una mujer depresiva que encuentra solaz en la comunidad, Caravaca es convincente como el marido sumiso que sigue los pasos de su mujer, en tanto que Darroussin es impecable como el religioso que sagazmente maneja y domina la voluntad de sus feligreses.
Aunque Succo no efectúa una denuncia concreta de lo que constituye el radicalismo religioso, este sensible film no deja de atemorizar al constatar cómo sectas minoritarias con el consentimiento de las autoridades pueden llegar a dañar las vidas de personas adultas; aún más grave es que los menores, que no tienen otra alternativa que obedecer a sus enceguecidos padres, son prisioneros de estas aparentes respetables instituciones.
En esencia, la directora ha logrado un notable drama que evitando cargar las tintas impresiona por la sobriedad de su tratamiento lo que permite captar la completa atención de la audiencia. Jorge Gutman