Crónica de Jorge Gutman
Debido a la dramática pandemia el Toronto Jewish Film Festival (TJFF) resolvió realizar su 28ª edición en dos partes: la primera de las mismas se difundirá en línea desde el 30 de mayo hasta el 7 de junio; la segunda mitad será ofrecida en las salas de cine entre el 22 de octubre y el 1 de noviembre próximo
En esta primera presentación se ofrecerán 39 películas, incluyendo ficción, documentales y cortometrajes, que abarcan una variedad de géneros tendientes a satisfacer las expectativas de la vasta audiencia que desde 1993 ha disfrutado de esta muestra.
He aquí una breve evaluación de algunos de los filmes que este crítico ha tenido oportunidad de ver.
El TJFF se inaugura con The End of Love/A Coeur battant (Francia-Israel), segundo film de la directora Keren Bar Rafael, igualmente autora del guión escrito con Élise Benroubi. Su trama gira en torno de la joven pareja israelí integrada por Yuval (Arieh Worthalter) y su esposa Julie (Judith Chemla) viviendo en París y recientes padres de un bebé. Como su visa de inmigrante expira Yuval debe retornar a Israel por un par de semanas a fin de renovarla. Dada esa situación, Julie además de trabajar debe ocuparse de la criatura y la comunicación con su marido se mantiene recurriendo a los medios ofrecidos por la moderna tecnología. Si en principio todo marcha sobre rieles, en la medida que el trámite del visado se prolonga mucho más de lo aguardado por razones burocráticas, el amor de la pareja es puesto a prueba; eso se debe a que Yuval, disfrutando en Tel Aviv de la compañía de sus familiares y amigos, se siente inclinado a querer permanecer en Israel en tanto que Julie se niega a volver dado que en Francia tiene un empleo estable y además no desea estar expuesta a los conflictos políticos de su tierra natal. A pesar de que la mayor parte de la acción transcurre en un espacio confinado, la directora ha insuflado al relato un dinámico ritmo donde convincentemente muestra cómo un sólido amor puede llegar a fragilizarse.
Dos películas de un mismo realizador arrojan dispares resultados. En Stripped (Israel-Alemania) el realizador y guionista Yaron Shani yuxtapone dos historias: en una de ellas muestra cómo Alice (Lativ Sivan), una exitosa escritora de aproximadamente 30 años, se encuentra atormentada por una violación que ella cree haber sufrido mientras estaba durmiendo en su hogar; en la otra se halla Ziv (Bar Gottfried), un adolescente de 17 años obsesionado por la música que confronta su masculinidad en vísperas de ser reclutado por el ejército; aunque ambos relatos llegan a fusionarse, el film flaquea porque el personaje de Alice con su descontrol en sus ataques de pánicos dista de ser creíble y además porque su desenlace resulta poco menos que incongruente. Las muy buenas actuaciones de Sivan y Gottfried no llegan a atenuar las falencias del guión.
Totalmente diferente es el caso de Chained (Israel-Alemania) donde Shani analiza magníficamente el fenómeno del machismo. El guión del realizador enfoca a Rashi (Eran Naim), un policía bien intencionado dispuesto a mantener el orden a toda costa al estar expuesto de manera permanente con la violencia del mundo que lo rodea.
Cuando en un parque público comprueba que seis adolescentes sentados en el césped están fumando marihuana, él los traslada al recinto policial y allí de manera autoritaria les obliga a desnudarse por completo para comprobar si en sus cuerpos ocultan drogas; ese incidente motiva a que sus superiores lo suspendan de su trabajo dado que el padre de uno de los jóvenes, un importante funcionario político, lo denunció por abuso sexual.
A la humillación sufrida se agrega los contratiempos de su vida familiar. Casado en segundas nupcias con Avigail (Stav Almagor) quien es madre de Yasmine (Stav Patay) de 13 años de edad, Rashi sufre una gran desilusión de no poder ser padre cuando se comprueba que el feto de su mujer embarazada está muerto; a ello se agrega la difícil relación mantenida con su rebelde hijastra que termina odiándolo debido a que con su actitud desmesurada de sobreprotección ella se siente disminuida y maltratada frente a sus amistades. La creciente tensión creada entre Rashi y Yasmine generando un clima hogareño asfixiante motiva a que Avigail se separe de su esposo. Frente a esta situación el policía adopta una decisión que lo conduce a un camino sin retorno. El film remarcablemente narrado asombra por su genuino realismo y por el nivel de interpretación logrado en su mayoría por actores no profesionales; en tal sentido se destaca la extraordinaria caracterización de Naim, un ex policía en la vida real transmitiendo la fuerza brutal que emerge de su personaje.
En Van Goghs el director ruso Sergey Livnev enfoca la problemática relación establecida entre un padre y su hijo a través de un drama que no alcanza a impactar como debiera. Mark (Aleksey Serebryakov) es un artista torturado de 52 años radicado en Israel que está a punto de suicidarse en la medida que tanto a nivel personal como profesional no logró realizarse. Un hecho inesperado modifica su situación y lo impulsa a retornar a su hogar nativo de Letonia donde se reencuentra con Victor (Daniel Olbrychski), un renombrado director musical de Riga que experimenta los primeros estadios de demencia senil. Gradualmente se sabrá las razones por las cuales Mark decidió mudarse a Israel así como también su resentimiento a su padre que nunca se preocupó de prodigarle cariño. Como resulta previsible este viaje permite que padre e hijo se redescubran y salden las diferencias existentes. Sin que el film aporte algo distintivo sobre un tema ya tratado por el cine en numerosas oportunidades con mejor suerte, la fuerza del mismo radica en las actuaciones de Serebryakov y del veterano actor polaco Olbrychski a pesar de la endeble descripción de sus personajes.
Un emotivo drama sobre los coletazos de la Segunda Guerra se aprecia en el drama Those Who Remained (Hungría) del director Barnabas Toth. Basado en la novela de Zsuzsa F. Varkonyi publicada en 2004, el film que transcurre en Hungría en 1948 introduce a Aladar (Karoly Hajduk), un médico judío de 42 años que logró sobrevivir en el campo de concentración aunque perdió a su mujer e hijos. La rutina de este hombre se altera cuando en ocasión de un examen ginecológico practicado conoce a Klara (Abigel Szoke), una adolescente de 16 años que vive con su tía abuela (Mari Nagy) y siente gran frustración al no poder reencontrar a sus padres desaparecidos en la guerra; prontamente ella se siente atraída por el introvertido médico y decide mudarse a su casa. La soledad de Aladar y la necesidad de afecto de la triste Klara motiva a que se establezca una especie de vínculo paterno-filial; en esa convivencia que permite que ambos puedan aliviar en parte las heridas no cicatrizadas del pasado, el entusiasmado cariño de la joven hacia Aladar motiva a que sabiamente él sepa guardar la necesaria distancia para no traspasar los límites del sentimiento amistoso. El obstáculo a esa coexistencia proviene del régimen comunista vigente en Hungría donde la relación mantenida entre los dos es mal interpretada por parte de terceros llegando al punto en que el médico es sospechado de corromper a una menor. Con suma delicadeza el director que escribió el guión con Klara Muhi ofrece un film de emociones reprimidas describiendo satisfactoriamente a dos almas gemelas que buscan apoyarse mutuamente en el contexto de un asfixiante escenario político.
No muchos han llegado a saber que Winston Churchill con antelación a su actuación política fue un eficiente guionista. Eso lo devela John Fleet en su documental Churchill and the Movie Mogul (Gran Bretaña) en donde refleja el alcance del poder manipulativo ejercido por la cinematografía. Es en 1934 cuando Alexander Korda, el judío húngaro que emigró a Gran Bretaña convirtiéndose en el más importante productor de cine, contrata a Churchill en calidad de guionista y asesor histórico. Ése fue el inicio de una colaboración artística que llegaría a trascender más allá de lo que en principio se podría esperar. Teniendo en cuenta que en esos turbulentos años previos a la Segunda Guerra, el infame genocida de Hitler se valió de la directora germana Leni Riefenstahl para transmitir su mensaje mediante un cine de propaganda, Churchill consideró igualmente el potencial que puede brindar el séptimo arte como instrumento de guerra; ese aspecto quedó demostrado en los guiones que preparó para Korda en varios de sus films, como por ejemplo lo han sido Fire Over England (1937) y Lady Hamilton (1941). Esta atractiva documentada historia de la gran amistad personal y profesional del renombrado estadista con el poderoso magnate permite al propio tiempo que el cinéfilo eche un vistazo a extractos de algunos de las remarcables producciones de Korda.
Eve Ash es la autora del fascinante documental Man On The Bus en donde también asume el rol de protagonista. Ella pertenece a una familia judía de Melbourne, cuyos padres Feliks y Martha ya fallecidos han sido sobrevivientes de los campos de concentración donde perdieron a sus familiares más directos incluyendo a sus respectivos cónyuges. Después del casamiento, en 1949 emigraron a Australia donde nacieron Helen, la hija mayor, y posteriormente Eve.
La realizadora manifiesta haber sido integrante de una bella familia con padres que se amaron entrañablemente, transmitiendo ese mismo afecto a sus hijas que vivieron confortablemente en un hogar que podría ser calificado de “modelo”. A pesar de todo, hubo algo ciertamente inexplicable por lo cual emocionalmente Eve se sintió un poco apartada de los suyos.
El motor que impulsa la acción del relato se produce cuando tiempo después de la muerte de sus progenitores, revisando películas caseras Eve observa algo que le despierta sospechas; las dudas se intensifican cuando en enero de 2008 recibe un e‑mail de una persona desconocida; eso la impulsa a iniciar una búsqueda vinculada con su identidad como así de algo más trascendente que resulta improcedente revelar.
Muchas veces se han asistido a relatos de ficción donde emergen secretos de familia; sin embargo nada es comparable con lo expuesto en este sorprendente documental; lo cierto es que la investigación de la realizadora se asemeja a un complicado rompecabezas donde ella debe reordenar las distintas piezas que lo integran a fin de poder completarlo.
Dado que Ash es igualmente psicóloga mucho de sus conocimientos en la materia han sido volcados en este documental remarcablemente articulado e impecablemente editado que manteniendo la intriga hasta el final asimismo logra emocionar.
Otro documental que suscita interés es Comrade Dov (Israel) del director Barak Heymann quien ha contado con la colaboración de Uri Levi para retratar al izquierdista político israelí Dov Khenin. De manera afectuosa Heymann sigue los pasos de Khenin durante un período de 13 años desde que fue electo miembro del parlamento israelí representando al partido minoritario Hadash hasta su retiro en abril de 2019. Durante ese lapso el documental ilustra la elocuencia de este activista en la Knesset defendiendo los derechos sociales de los palestinos israelíes. La batalla del ex legislador ha sido dura en la medida que resulta difícil conciliar los intereses de los árabes israelíes que bregan por la necesidad de la existencia de dos Estados simultáneos y la posición completamente opuesta de los legisladores que sustentan la ideología del partido gobernante sobre la anexión de los territorios ocupados. En esencia, este film muestra los grandes esfuerzos de un político tratando de resaltar los valores democráticos de Israel y que a pesar de los obstáculos existentes trata de no renunciar a sus ideales.
Israel, Land of the Series es el documental que clausura esta primera parte de TJFF que según se anticipa versa sobre la gran popularidad de las series de televisión realizadas en Israel.
Una Información de la lista completa de filmes que serán difundidos para las audiencias de Toronto se puede obtener presionando aquí