AMERICAN WOMAN. Canadá, 2019. Un film escrito y dirigido por Semi Chellas. 85 minutos. Disponible en diversas plataformas de streaming
Recreando las últimas semanas de una célebre joven secuestrada en la década del 70, la directora y guionista Semi Chellas ofrece en American Woman un relato de ficción que no llega a trascender.
Patty Campbell Hearst, la nieta y rica heredera del famoso magnate de prensa William Hearst, fue raptada en la noche del 4 de febrero de 1974 de su departamento del campus de la Universidad de Berkeley. Sus secuestradores eran miembros del Ejército de Liberación Symbionese, un grupo de terroristas de ultraizquierda. Curiosamente durante los 20 meses de su cautiverio fue víctima del Síndrome de Estocolmo, donde después de un lavado de cerebro se unió a sus captores transformándose en una genuina guerrillera.
En base a lo que antecede Chellas ubica la acción en las últimas semanas antes de su detención en 1975. La trama adopta el punto de vista de Jenny Shimada (Hong Chau); una fervorosa antibélica activista que se mantiene fugitiva por haber participado en la explosión de un edificio en un movimiento de protesta contra la guerra de Vietnam. A través de uno de sus contactos ella es asignada para que se infiltre y observe el accionar de Juan (John Gallagher Jr.) e Yvonne (Lola Kirke), una pareja de inestables e inmaduros activistas revolucionarios que se encuentran recluidos en una cabaña solitaria al norte de Nueva York donde mantienen cautiva a Pauline (Sarah Gadon), la ficticia Patty Hearst, ideológicamente asociada a la causa de estos guerrilleros.
A pesar de su breve duración este psicodrama se torna fatigoso. Aunque la directora tiene buenos antecedentes como escritora de un par de series concebidas para la televisión, en su debut para el cine ella se vale de un guión poco inspirado que no permite que la historia narrada llegue a cundir. Así. con una endeble descripción de sus personajes, el relato se nutre de situaciones que no alcanzan a cohesionarse satisfactoriamente.
A pesar de las limitaciones del libreto, Chau ofrece una muy buena caracterización de una activista política no exenta de contradicciones; igualmente resulta potable el lazo de afecto que gradualmente va surgiendo entre su personaje y el de Pauline ‑con la convincente actuación de Gadon- cuando abandonan la cabina de refugio e inician un viaje a lo largo del camino. De todos modos, estos elementos positivos más la buena reproducción de época no alcanzan a compensar las falencias de este relato carente de un foco preciso. Jorge Gutman