J’ACCUSE. Francia, 2019. Un film de Roman Polanski. 126 minutos.
Antecedentes
Resulta difícil analizar este film sin hacer referencia a los aspectos personales de su prestigioso realizador. Como es bien sabido, en 1977 Roman Polanski ha sido acusado de haber violado a una menor de 13 años. Sin haber retornado a Estados Unidos, donde ocurrió el lamentable incidente, a través del “mea culpa” y compensación monetaria de por medio, la víctima logró perdonarlo y él prosiguió con su exitosa carrera en Europa donde reafirmó su talento en varios de sus filmes siguientes; así, El Pianista obtiene la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2002 y en 2003 es distinguido con el Oscar al mejor director. Todo cambió a partir de octubre de 2017 con la aparición del movimiento #metoo en donde el realizador cayó en desgracia al serle retirado la membresía de la Academia de Hollywood a la vez que su film D’Après une histoire vrai que en mayo de 2017 clausuró el Festival de Cannes no pudo ser estrenado en varios países del mundo, incluido Canadá.
Con respecto a J’accuse, su último opus y uno de los títulos que fue elegido para competir en el Festival de Venecia de 2019, la directora argentina Lucrecia Martel que presidió el jurado comentó que no asistiría al estreno oficial para no ofender a las víctimas que fueron objeto de violación sexual. Con esa afirmación ya estaba sembrada la semilla del escándalo aunque a pesar de todo, el film obtuvo el Gran Premio del Jurado. De todos modos, eso no acalló los comentarios negativos sobre el cineasta que se manifestaron en ocasión de su estreno en Francia y posteriormente con el movimiento de protesta en ocasión de la ceremonia de entrega de los César de este año donde la película obtuvo 3 distinciones, incluida la del mejor director.
¿Y ahora? Lamentablemente nada ha cambiado y es así que el público canadiense se ve por segunda vez impedido de apreciar un valioso trabajo de Polanski debido a que ningún distribuidor se ha atrevido a adquirirlo por temor a las protestas que pudiera generar su exhibición en sala. Dada la situación descripta, por el momento uno de los medios para juzgar J’accuse es adquiriendo el DVD o Blu-ray en línea.
Evaluación
Dejando de lado cualquier tipo de prejuicio, se puede adelantar que el film es una obra maestra. Polanski, valiéndose del guión por el escrito en colaboración con Robert Harris quien es el autor de la novela en que se basa, ofrece una admirable reproducción de un denigrante acto de intolerancia que tuvo lugar en Francia en 1895; eso aconteció cuando el capitán del ejército francés de origen judío Alfred Dreyfus fue juzgado por sus pares como traidor por haber actuado como espía de los alemanes. A pesar de clamar vivamente su inocencia, Dreyfus (Louis Garrel) fue despojado de su investidura militar y castigado a prisión perpetua en la terrorífica cárcel de Isla del Diablo en la Guayana francesa.
En su sobria narración Polanski evita la nota emocional para que en cambio el espectador cerebralmente analice los pormenores que posteriormente acaecieron a través de la óptica del coronel Georges Picquart (Jean Dujardin). Este funcionario del ejército que había sido profesor de Dreyfus en la escuela militar no tuvo empacho alguno en hacerle saber en su momento que a pesar de su animosidad a los judíos él lo respetaba como ser humano.
La acción empieza después de que Dreyfus es condenado y cuando Picquart es promovido a coronel actuando como jefe del servicio de contraespionaje de Francia Por imperio de fortuitas circunstancias, este alto funcionario militar llega a determinar que realmente ha habido un grave error en las pruebas que fueron sometidas durante el juicio de Dreyfus y por lo tanto decide investigar a fondo el pertinente legajo. Sin embargo, su tarea se ve obstaculizada por los inconvenientes interpuestos por sus superiores, entre ellos el del desdeñable y arrogante general Gonse (Hervé Pierre); a pesar de las evidencias demostradas de que el verdadero culpable había sido el mayor Ferdinand Walsin Esterhazy y que Dreyfus fue objeto de una vil manipulación, Picquart recibe la orden de no proseguir con la investigación; claramente, el ejército no estaba dispuesto a reconocer la verdad para no menoscabar su reputación.
Lo que sigue es historia bien conocida por la gran difusión alcanzada a nivel público. En gran parte eso es debido a que el aberrante acto de injusticia hacia el ex capitán es denunciado en 1898 por el renombrado escritor Émile Zola; su valiente alegato intitulado J’ accuse dirigido al primer ministro francés Félix Faure, alcanza dimensión nacional al aparecer en primera plana del periódico L’Aurore.
Con gran precisión y suministrando considerable dosis de intriga al relato, Polanski sin recurrir a exquisiteces visuales describe magistralmente a un hombre que a pesar de su antipatía hacia los semitas se convierte en el devoto defensor de un condenado inocente. El realizador ha encontrado en Dujardin al intérprete ideal quien de manera contenida caracteriza a un individuo que debiendo su lealtad al ejército, sin embargo se niega a cumplir las instrucciones de sus superiores respondiendo así al dictado que le suministra su conciencia de actuar como un íntegro profesional. Aunque en muy segundo plano, igualmente satisface Garrel como el chivo expiatorio de la monstruosidad cometida por el ejército francés infectado por un fuerte antisemitismo.
El film permanece en la memoria largo tiempo después de su visión dejando una impresión de profunda tristeza y amargura. A pesar de que Dreyfus es finalmente rehabilitado en 1906 por el delito que nunca cometió, el antisemitismo persistió. Lo más lamentable es que este negativo sentimiento de rechazo hacia las personas de ascendencia o nacionalidad judía se mantiene vigente, sobre todo con su recrudecimiento tanto en Francia como en otros sitios del mundo. De allí que este excepcional drama de Polanski impacta sensiblemente en la medida que permite al público reflexionar sobre uno de los endémicos males que aflige a la humanidad. Jorge Gutman