BAD EDUCATION. Estados Unidos, 2019. Un film de Cory Finley. 104 minutos. Disponible en HBO
En los últimos meses se han visto algunos films basados en historias reales tan sorprendentes que llegan a superar a las más imaginativas fantasías de ficción. El caso de Bad Education es otro ejemplo donde el realizador Cory Finley reproduce un monumental fraude que tuvo lugar en el ámbito escolar de Estados Unidos.
El relato se ubica en 2002 donde Frank Tassone (Hugh Jackman) se desempeña como superintendente del distrito escolar Roslyn de Long Island. Esa escuela pública de enseñanza media a través de los años fue adquiriendo positiva notoriedad gracias a la admirable labor por él desplegada. De irreprochable presencia, siempre amable y servicial, este personaje basado en su larga experiencia docente estimulaba permanentemente a los alumnos como asimismo a sus padres, para que el rendimiento escolar fuese altamente satisfactorio; tan es así, que la mayoría de los estudiantes egresados de la escuela no tenía problema para ingresar a las más renombradas universidades del país. En pocas palabras, su máxima ambición era conseguir que Roslyn fuese considerado el establecimiento educativo más importante de Estados Unidos.
En el equipo de administración Tassone es asistido por Pam Gluckin (Allison Janney) quien tiene a su cargo el manejo del presupuesto y su buen desempeño en la materia la convierte en el brazo derecho de su jefe. Por su parte, Bob Spicer (Ray Romano), presidiendo el consejo de administración, se congratula de la labor realizada por Frank al haber logrado el prestigio de Roslyn como institución escolar.
Como suele suceder en las historias de ficción ‑a pesar de que ésta es real- la calma precede a la tormenta que arriba de la manera más inesperada. Eso acontece cuando la joven Rachel Bhargava (Geraldine Viswanathan), una de las más emprendedoras estudiantes, decide escribir un artículo para el periódico del colegio sobre una próxima renovación de la escuela, recibiendo para tal propósito el apoyo de Frank. Nada hacía presumir que en la preparación de su trabajo, Rachel abriría la caja de Pandora. Así de su investigación sale a relucir que la muy eficiente y respetable Pam utiliza la tarjeta de crédito de la escuela para fines personales, llegando de este modo a sustraer un monto superior a los 200 mil dólares.
Como consecuencia de lo que antecede Frank no tiene otra opción que despedir a su asistente por malversación de fondos. Obrando como un efecto dominó, los acontecimientos subsiguientes prueban que el inmaculado superintendente había adoptado los malos hábitos de Pam. Así, llevando una doble vida durante poco más de una década había utilizado varias tarjetas de crédito del distrito para financiar sus gastos personales; eso inclujía las expensas de su pareja (Stephen Spinella) neoyorkina así como mantener a su ex alumno Kyle (Rafael Casal) en Las Vegas con quien también estaba vinculado amorosamente.
Resulta difícil comprender cómo el desfalco que superó los 11 millones de dólares pudo haber pasado desapercibido para quienes estaban a cargo de la auditoría interna del colegio. De todos modos es imposible negar la existencia de este escandaloso acontecimiento que por sus graves implicaciones alcanzó considerable difusión.
Finley supo aprovechar la excelencia del guión escrito por Mike Makowsky quien ha sido alumno de Roslyn y testigo de los hechos descriptos. El realizador, que gratamente impresionó con su ópera prima Throughbreds (2017), reafirma aquí su condición de notable narrador en la dramatización de esta apasionante comedia negra; con pulso firme maneja los hilos del relato sin que se produzca la más mínima nota en falso.
Si bien gran parte del mérito de esta excelene producción recae en Finley apoyado por el inmejorable libreto, hay que distinguir a su irreprochable elenco. Tanto Janney como Viswanathan y Romano en los principales roles de apoyo ofrecen prestaciones maravillosas. Con todo quien verdaderamente deslumbra es Jackman quien en el mejor papel en su carrera de actor transmite la dimensión psicológica del gran estafador; así, la metamorfosis de su personaje a partir de un distinguido hombre de bien hasta que desenmascara su careta para desembocar como un amoral impostor que pareciera no haber tenido conciencia de lo que estaba haciendo, es sencillamente extraordinaria. Jorge Gutman