El Mar Pro­fun­do y Azul

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

THE DEEP BLUE SEA. Autor: Teren­ce Rat­ti­gan. Direc­ción: Carrie Crack­nell. Elen­co: Helen McCrory, Tom Bur­ke, Peter Sulli­van, Nick Flet­cher, Marion Bai­ley, Huber Burton,Yolanda Kettle y Ade­to­mi­wa Edun.

Esta impor­tan­te pro­duc­ción de Natio­nal Thea­tre que en 2016 se man­tu­vo en car­tel en el Tea­tro Lyt­tel­ton de Lon­dres, se pue­de apre­ciar en línea has­ta el 16 de julio en el sitio nationaltheatre.org.uk. Escri­ta entre 1949 y 1952 por el pres­ti­gio­so dra­ma­tur­go bri­tá­ni­co Teren­ce Rat­ti­gan, el pasa­je del tiem­po no ha dis­mi­nui­do la soli­dez que ema­na de su con­te­ni­do, de allí que no es extra­ño que The Deep Blue Sea haya sido repre­sen­ta­da inter­na­cio­nal­men­te, ade­más de haber sido tras­la­da­da dos veces al cine y en múl­ti­ples oca­sio­nes a la televisión.

Helen McCrory. (Foto: Richard Hubert Smith)

En la pre­sen­te ver­sión es la extra­or­di­na­ria inter­pre­ta­ción Helen McCrory en el rol pro­ta­gó­ni­co que con­ci­ta su mayor atrac­ción. La acción que trans­cu­rre en Ingla­te­rra en la déca­da de los años 50 pre­sen­ta a Hes­ter Coll­yer don­de en la pri­me­ra esce­na se la ve des­va­ne­ci­da en el sue­lo de su depar­ta­men­to al haber inten­ta­do sui­ci­dar­se. Gra­cias a la inter­ven­ción de la seño­ra Elton (Marion Bai­ley) ‑la case­ra del edi­fi­cio- que des­cu­bre lo acon­te­ci­do, más la bue­na volun­tad del joven matri­mo­nio Phi­lip y Ann Welch (Hubert Bur­ton, Yolan­da Kettle) que habi­ta en uno de los pisos y la inter­ven­ción del señor Miller (Nick Flet­cher) un ex doc­tor que tam­bién allí resi­de, Helen logra ser resucitada.

Tom Bur­ke y Helen McCrory. (Foto: Richard Hubert Smith)

De inme­dia­to se sabe que Hes­ter qui­so qui­tar­se la vida por sen­tir­se aban­do­na­da por su aman­te Fred­die Page (Tom Bur­ke), quien ha sido un pilo­to de avión en la Segun­da Gue­rra. A pesar de que ella está legal­men­te casa­da con William Coll­yer (Peter Sulli­van), un pres­ti­gio­so juez de la Cor­te per­te­ne­cien­do a la cla­se alta, no estan­do satis­fe­cha en su rela­ción con­yu­gal ha encon­tra­do en Fred­die la per­so­na capaz de cal­mar sus ansie­da­des y satis­fa­cer sus ínti­mos deseos.

Enfo­can­do como tema cen­tral a una mujer casa­da domi­na­da por una pasión amo­ro­sa inca­paz de con­tro­lar, a tra­vés de sus per­so­na­jes el autor ofre­ce una visión micros­có­pi­ca de las dife­ren­cias de cla­se exis­ten­tes en su país en el perío­do de post­gue­rra; ade­más, Rat­ti­gan con­si­de­ra el impac­to del adul­te­rio en el con­tex­to de un medio social con­ser­va­dor como así tam­bién el com­por­ta­mien­to espe­cial que deja tras­lu­cir el per­so­na­je de Miller quien estu­vo en pri­sión y per­dió en con­se­cuen­cia su licen­cia pro­fe­sio­nal de médico.

McCrory des­lum­bra como Hes­ter brin­dan­do todos los com­ple­jos mati­ces de su per­so­na­je, tan­to en silen­cio­sa angus­tia cuan­do está sola como su trans­for­ma­ción en la ilu­mi­na­da y dicho­sa mujer al estar con su aman­te. A su lado se des­ta­ca Bur­ke ani­man­do a un per­so­na­je que aun­que noble y afa­ble no está en con­di­cio­nes de ofre­cer a Hes­ter el amor y la esta­bi­li­dad emo­cio­nal que ella requie­re de él. Por su par­te, Sulli­van cum­ple su come­ti­do como el mari­do enga­ña­do que a toda cos­ta quie­re con­ser­var a su mujer en el mar­co de una vida orde­na­da y tran­qui­la que ella rehú­sa aceptar.

La impe­ca­ble pues­ta escé­ni­ca de Carrie Crack­nell per­mi­te que esta obra adquie­ra un inten­so rea­lis­mo al cap­tar la dimen­sión moral, psi­co­ló­gi­ca y emo­cio­nal que el dra­ma­tur­go con espe­cial deli­ca­de­za ver­tió en su per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co. En esen­cia, ésta es una pro­duc­ción de remar­ca­ble nivel que mere­ce su visión por los aman­tes del buen teatro.