NUESTRAS MADRES. Bélgica-Francia, 2019. Un film escrito y dirigido por César Díaz. 77 minutos
Inspirado por hechos personales, el realizador guatemalteco César Díaz ofrece un impactante documento referido a las consecuencias de la sangrienta guerra civil que azotó a su país desde 1960 y que habiéndose prolongado hasta 1996 dejó un saldo de más de 200.000 muertos y 45.000 desaparecidos. Díaz, cuyo padre había sido uno de los numerosos militantes que lucharon contra la dictadura militar imperante en la década del 80 y nunca más se supo de él, se sintió motivado a rendir tributo a todas aquéllas valerosas mujeres que habiendo perdido a sus maridos en el genocidio perpetrado ahora desean recuperar sus cadáveres.
La historia se desarrolla en la capital de Guatemala en 2018 donde el país entero está sumergido en el juicio de los soldados que participaron en el conflicto bélico. En ese contexto el guión introduce a Ernesto (Armando Espitía), el álter ego del realizador, quien como antropólogo de la Fundación de Antropología Forense su tarea consiste en identificar a las víctimas de la guerra civil que fueron enterradas en fosas comunes en los cementerios del país. El motor que propulsa la trama se produce cuando ante Ernesto se presenta Nicolasa (Aurelia Caal), una anciana mujer indígena, que procura hallar el cuerpo de su amado esposo Mateo quien como guerrillero fue apresado y eliminado en 1982; cuando ella le presenta una foto de él junto a otros militantes, Ernesto cree que uno de ellos pudo haber sido su padre; indirectamente ese hecho le ofrece ciertas pistas para que a su vez él también pueda localizar los restos de su progenitor. Esa difícil tarea no está exenta de inconvenientes dado que ganar acceso a los huesos de los desaparecidos y obtener una muestra del DNA requiere no solo tesón, dedicación y paciencia sino también superar obstáculos burocráticos.
Aunque Díaz cuida evitar el estremecimiento emocional al que el tema se presta, hay algunas instancias donde resulta difícil no conmoverse; en una tensa secuencia Cristina (Emma Dib), la madre de Ernesto, le relata cómo ella había sido humillada, golpeada y violada por los militares durante el período en que estuvo en prisión y cómo él llegó a este mundo; otro momento culminante es cuando en el juicio numerosas madres testifican ante las autoridades pertinentes el escarnio sufrido para que se haga justicia y los agresores sean castigados.
Habiendo incursionado en el cine como montajista y documentalista, en este primer trabajo de ficción, el director se impone como un avezado cineasta. Además de la denuncia que efectúa en su narración, dentro de un marco social donde parte de la sociedad de Guatemala prefiere hoy día dar vuelta la página, el documento obtenido está nutrido de remarcable autenticidad.
Con la excepción de Espitía y Dib, dos actores mexicanos que logran dar carnadura a sus personajes, el resto del elenco, donde ampliamente se destaca Caal como Nicolasa, está integrado por gente real de la aldea que nunca estuvo expuesta frente a una cámara ofreciendo de este modo absoluta naturalidad.
Apelando a un estilo documental, Díaz se ha valido de la fotógrafa Virginie Surdej para lograr un film que se acercara lo más posible a la realidad; así a través de excelentes primeros planos su cámara ha sabido captar los expresivos rostros de los familiares de las víctimas.
Por sus innegables méritos, el Festival de Cannes de 2019 recompensó a Nuestras Madres con la Cámara de Oro, premio discernido a la mejor ópera prima. Jorge Gutman