Trá­fi­co de Cria­tu­ras Robadas

CAN­CIÓN SIN NOM­BRE. Perú-Espa­ña-Esta­dos Uni­dos, 2019. Un film de Meli­na León. 97 minutos

Des­pués de su bue­na aco­gi­da en la Quin­ce­na de Rea­li­za­do­res ‑sec­ción para­le­la del Fes­ti­val de Can­nes- de 2019 aho­ra se estre­na en Cana­dá el pri­mer lar­go­me­tra­je de la direc­to­ra perua­na Meli­na León abor­dan­do un devas­ta­dor tema acae­ci­do en su tierra.

La his­to­ria de Can­ción Sin Nom­bre, basa­da en el guión de la rea­li­za­do­ra escri­to con Michael J. Whi­te, se desa­rro­lla en Lima, en 1988. A tra­vés de mate­rial de archi­vo de la épo­ca se pue­de obser­var la caó­ti­ca situa­ción eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra que atra­vie­sa el país con una infla­ción galo­pan­te, así como la des­pia­da­da actua­ción del gru­po gue­rri­lle­ro Sen­de­ro Lumi­no­so cau­san­do la muer­te de cen­te­na­res de víc­ti­ma inocentes.

Pame­la Men­do­za y Lucio Rojas

Con la espe­ran­za de un mejor por­ve­nir, Geor­gi­na Con­do­ri (Pame­la Men­do­za), una des­ti­tui­da mujer que­chua autóc­to­na, con su mari­do Leo (Lucio Rojas) se des­pla­zan de la peli­gro­sa región mon­ta­ño­sa de Aya­cu­cho hacia una villa mise­ria ubi­ca­da en la peri­fe­ria de la capi­tal habi­tan­do en una pre­ca­ria cho­za. Geor­gi­na, quien se encuen­tra en esta­do de gra­vi­dez y muy pró­xi­ma a dar a luz, escu­cha a tra­vés de una emi­sión radial el anun­cio de una clí­ni­ca pri­va­da lime­ña ofre­cien­do un ser­vi­cio de asis­ten­cia gra­tui­ta; es así que esti­mu­la­da por esa noti­cia no duda en recu­rrir a ese lugar y some­ter­se a las revi­sio­nes per­ti­nen­tes de su inmi­nen­te par­to. Cuan­do el naci­mien­to se pro­du­ce, la bebi­ta le es reti­ra­da de inme­dia­to por la par­te­ra a fin de hacer­le un che­queo; con el trans­cur­so de las horas, Geor­gi­na al insis­tir de que­rer ver a su hiji­ta sin lograr­lo adquie­re con­cien­cia que la cria­tu­ra le ha sido sus­traí­da por quie­nes están a car­go del nosocomio.

Al efec­tuar la denun­cia per­ti­nen­te, lo úni­co que encuen­tra es una com­ple­ta fal­ta de com­pa­sión por par­te de los poli­cías y ofi­cia­les de turno. La natu­ral deses­pe­ra­ción de esta madre la indu­ce a diri­gir­se a la pren­sa don­de logra con­tac­tar a Pedro Cam­pos (Tommy Párra­ga), el repor­te­ro de un dia­rio local, quien está dis­pues­to a ayu­dar­la; sin embar­go su tarea dis­ta de ser sen­ci­lla dado que la inves­ti­ga­ción que empren­de adquie­re el carác­ter de un labe­rin­to difí­cil de salir a flote.

En la narra­ción de esta his­to­ria, la novel cineas­ta se basó en el tra­ba­jo de su padre Ismael quien en 1981 fun­dó el dia­rio La Repú­bli­ca, uno de los matu­ti­nos más impor­tan­tes de Lima que denun­ció el bochor­no­so trá­fi­co de niños roba­dos de madres humil­des para ser ven­di­dos a gen­te del exte­rior deseo­sa de adop­tar­los. En tal sen­ti­do, cuan­do Cam­pos se encuen­tra con un sena­dor a fin de cla­ri­fi­car el pro­ble­ma, éste con un aire cíni­co le res­pon­de que posi­ble­men­te los bebés sus­traí­dos ten­drán la opor­tu­ni­dad de gozar de un mejor bien­es­tar que aquél que podrían ofre­cer­les sus humil­des madres en Perú.

Ade­más de pre­sen­tar un agu­do pro­ble­ma social, este hones­to film deja entre­ver el deplo­ra­ble tra­to reci­bi­do por quie­nes son pobres y des­pro­te­gi­dos a la vez que no elu­de el laten­te aspec­to de dis­cri­mi­na­ción racial de la pobla­ción indígena.

La pelí­cu­la que ha sido roda­da en blan­co y negro a fin de sumi­nis­trar un rea­lis­mo más con­tun­den­te ado­le­ce de una reso­lu­ción pre­ci­sa; con todo es enco­mia­ble el com­pro­mi­so asu­mi­do por León denun­cian­do un tris­te epi­so­dio del recien­te pasa­do his­tó­ri­co del país pero que aún reper­cu­te. Jor­ge Gutman