THE BURNT ORANGE HERESY. Gran Bretaña-Italia, 2019. Un film de Giuseppe Capotondi. 98 minutos
El mundo del arte es abordado en The Burnt Orange Heresy, un film que partiendo de una premisa interesante a mitad de camino pierde aliento convirtiéndose en un rutinario relato de suspenso.
Así como Ruben Ostlund abordó en The Square (2017), la forma en que una aburguesada clase social de Suecia se vincula con el mundo del arte moderno, ahora con ciertas variantes y menor inslpiración el director Giuseppe Capotondi lo enfoca tomando como referencia la novela homónima de Charles Willeford publicada en 1971 donde la acción ya no transcurre en Estados Unidos sino en Italia.
Claes Bang que en el film de Ostlund interpretó a un curador de un museo, aquí retorna como James Figueras, un erudito aunque poco ético crítico de arte europeo donde en la primera escena se lo ve explicando a un grupo de turistas americanos visitando Milán los secretos inherentes a una remarcable pintura de autor desconocido; al final de su conferencia les hace saber que en realidad lo expuesto ha sido realizado por él. En consecuencia queda reflejado cómo resulta sencillo manipular a personas no muy adentradas en materia pictórica para distinguir un cuadro auténtico de otro imitado o falso. Entre la audiencia se encuentra Berenice Hollis (Elizabeth Debicki), una bella joven procedente de Minnesota de paseo por Europa, quien al final de la charla entabla una conversación con James; al existir entre ambos una espontánea simpatía no resulta sorpresivo que el próximo paso conduzca a un placentero encuentro sexual.
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Ya relacionados íntimamente, Berenice acepta la invitación de Figueras de viajar con él a la fastuosa residencia de Joseph Cassidy (Mick Jagger), un millonario coleccionista de arte que habita en Lake Commo. Este individuo ofrece a Figueras la posibilidad de lograr una exclusiva entrevista con Jerome Debney (Donald Sutherland), un recluido celebrado artista que vive en las cercanías y que ha estado durante largo tiempo incomunicado con el público. A cambio de la misma, el inescrupuloso magnate, que conoce algunos aspectos turbios del pasado de su invitado, le pide que se apodere de una de las recientes pinturas de Debney a fin de engrosar su envidiable colección artística.
Es una pena que lo que comienza como una irreverente sátira al mundo del arte, continuando con una aventura romántica, el guión de Scott B. Smith convierta al relato en un pedestre thriller coronado de un desenlace que aunque imprevisible resulta malogrado.
Sin duda, existe una muy buena química en la pareja romántica con satisfactorias prestaciones de Bang y Debicki, como así también en breves intervenciones resultan convincentes Jagger y el veterano Sutherland; pero este eficaz cuarteto actoral no puede compensar las limitaciones de un libreto que a través de ciertas vueltas de giro no logra persuadir al espectador. En todo caso, la buena fotografía de David Ungaro produce un placer visual captando los esplendores de una de las regiones más bellas de Italia.
Jorge Gutman