Eva­lua­ción de Fan­ta­sia (Segun­da Parte)

Comen­ta­rio de Jor­ge Gutman

LA DOSIS (Argen­ti­na)

Una vez más el fes­ti­val demues­tra su volun­tad de pre­sen­tar en su pro­gra­ma­ción fil­mes que abar­can géne­ros diver­si­fi­ca­dos como acon­te­ce con este valio­so e intri­gan­te dra­ma del direc­tor y guio­nis­ta Mar­tin Kraut.

La his­to­ria se cen­tra en Mar­cos Rol­dán (Car­los Por­ta­lup­pi), un hom­bre de media­na edad de natu­ra­le­za soli­ta­ria y más bien abú­li­co que se desem­pe­ña como enfer­me­ro noc­turno en la uni­dad de cui­da­dos inten­si­vos de una clí­ni­ca hos­pi­ta­la­ria. Con meticu­losa pre­ci­sión, el rea­li­za­dor ilus­tra el modo en que Rol­dán se vin­cu­la con los pacien­tes inter­na­dos. Des­pués de 20 años de ser­vi­cio todo pare­ce­ría indi­car que podrá ser pro­mo­vi­do al car­go de super­vi­sor para reem­pla­zar al actual que se encuen­tra gra­ve­men­te enfer­mo. La ruti­na de este hom­bre se alte­ra con la lle­ga­da de Gabriel (Igna­cio Rogers), un joven prac­ti­can­te cuya per­so­na­li­dad ani­ma­da y opti­mis­ta con­tras­ta con­si­de­ra­ble­men­te con la de Mar­cos. Gran par­te del rela­to está des­ti­na­do a mos­trar cómo la rela­ción entre ambos se va mani­fes­tan­do con el correr de los días; si bien en un comien­zo la acti­tud ami­ga­ble y ser­vi­cial de Gabriel encuen­tra eco ‑aun­que no des­bor­dan­te- en Mar­cos, él no pue­de evi­tar el temor que le pro­du­ce pen­sar que el nue­vo cole­ga pue­da lle­gar a des­pla­zar­lo; de allí que una ten­sión laten­te resul­ta inevitable.

LA DOSIS

El nudo con­flic­ti­vo del rela­to acon­te­ce cuan­do el hos­pi­tal es obje­to de una audi­to­ria exter­na debi­do a una denun­cia efec­tua­da sobre la inusual muer­te de una can­ti­dad de pacien­tes internados.

Con rit­mo pau­sa­do y nota­ble rea­lis­mo Kraut cons­tru­ye una his­to­ria vibran­te del mun­do hos­pi­ta­la­rio que gene­ra cons­tan­te aten­ción al pro­pio tiem­po que efec­túa un remar­ca­ble estu­dio de carac­te­res. Eso se apre­cia en la exce­len­te des­crip­ción de las per­so­na­li­da­des de Mar­cos y Gabriel demos­tran­do cómo la natu­ra­le­za de la con­duc­ta huma­na refle­ja­da en las mis­mas pue­de con­du­cir a situa­cio­nes com­ple­jas y difí­ci­les de impe­dir tal como se mani­fies­ta en su con­vin­cen­te desenlace.

El direc­tor ha con­vo­ca­do a un elen­co estu­pen­do. Por­ta­lup­pi está com­ple­ta­men­te iden­ti­fi­ca­do con su per­so­na­je que le vie­ne como ani­llo al dedo; sus ges­tos y expre­sio­nes facia­les trans­mi­ten la pro­fun­da sole­dad de un indi­vi­duo cuyos sen­ti­mien­tos de celos hacia Gabriel van con­du­cién­do­lo a un pro­ce­so de degra­da­ción. Elo­gios simi­la­res mere­ce Rogers como el afa­ble asis­ten­te hos­pi­ta­la­rio que sus­ci­ta la caí­da en des­gra­cia del anti­hé­roe de esta his­to­ria. En pape­les de apo­yo se des­ta­can Lore­na Vega como una de las enfer­me­ras, Mai­ti­na De Mar­co ani­man­do a una inso­por­ta­ble que­jum­bro­sa pacien­te así como Alber­to Sua­rez y Artu­ro Bonin carac­te­ri­zan­do a los doc­to­res del noso­co­mio. En con­clu­sión, La Dosis es un remar­ca­ble film psi­co­ló­gi­co cuya exhi­bi­ción pres­ti­gia a Fantasia.

FREE COUNTRY (Ale­ma­nia)

Como un buen expo­nen­te del cine poli­cial negro esta pelí­cu­la ale­ma­na es un rema­ke del lau­rea­do film espa­ñol La Isla Míni­ma (2014) de Alber­to Rodrí­guez. Aun­que el esce­na­rio sea Ale­ma­nia en lugar de Espa­ña, la esen­cia del rela­to prevalece.

FREE COUNTRY

El guión del rea­li­za­dor Chris­tian Alvart escri­to con Sieg­fried Kamm ubi­ca la acción en 1992 poco tiem­po des­pués de la reuni­fi­ca­ción ale­ma­na. Dos detec­ti­ves poli­cia­les de dife­ren­te per­so­na­li­dad deben des­en­tra­ñar la des­apa­ri­ción de dos her­ma­nas ado­les­cen­tes de vida un tan­to disi­pa­da ocu­rri­da en Lowitz, un peque­ño pue­blo humil­de del este del país. Aun­que Patrick Stein (Trys­tan Püt­ter) que resi­de en Ber­lín, es un indi­vi­duo cau­to y bas­tan­te racio­nal, su com­pa­ñe­ro Mar­kus Bach (Felix Kra­mer), habien­do tra­ba­ja­do en la poli­cía secre­ta de la Sta­si del gobierno de Ale­ma­nia Orien­tal, no pue­de des­pren­der­se de cier­tas mañas auto­ri­ta­rias que solía uti­li­zar en el pasa­do. Así cada uno de ellos uti­li­za méto­dos dife­ren­tes para resol­ver el caso don­de la rela­ción de tra­ba­jo no está exen­ta de cier­ta tirantez.

Al poco tiem­po se des­cu­bre que las jóve­nes han sido ase­si­na­das y ese es el deto­nan­te para que la his­to­ria se rami­fi­que con nue­vos crí­me­nes per­pe­tra­dos por un ase­sino serial de la región. A tra­vés del rela­to se evi­den­cia la apa­tía de la pobla­ción local en cola­bo­rar con los detec­ti­ves para cla­ri­fi­car los hechos; ade­más que­dan expues­tos algu­nos temas can­den­tes como el de la corrup­ción poli­cial vigen­te, las men­ti­ras a gra­nel que van sur­gien­do, el des­con­ten­to sin­di­cal por los bajos sala­rios de los tra­ba­ja­do­res que ame­na­zan entrar en huel­ga y sobre todo se com­prue­ba que no todos los habi­tan­tes de la ex Ale­ma­nia comu­nis­ta están com­pla­ci­dos de que aho­ra exis­ta una nación úni­ca. En la medi­da que todos esos tópi­cos se cohe­sio­nan arti­cu­la­da­men­te a la his­to­ria cen­tral, el film reúne los esen­cia­les ingre­dien­tes para gene­rar un muy efi­cien­te thri­ller, capaz de crear una intri­ga cons­tan­te des­de su ini­cio has­ta su con­vin­cen­te des­en­la­ce.

LEGALLY DECLA­RED DEAD (Hong Kong)

Con una pre­mi­sa intere­san­te, este rela­to de terror comien­za a per­der vue­lo al pro­me­diar su desa­rro­llo. El film escri­to y diri­gi­do por Yuen Kim-Wai al prin­ci­pio se cen­tra en las acti­vi­da­des de una com­pa­ñía de segu­ros y la rela­ción man­te­ni­da con sus clien­tes. Allí se desem­pe­ña Yip Wing-shun (Car­los Chan), un inte­gro agen­te de segu­ros quien un buen día a pedi­do de Chu Chung-tak (Anthony Wong), uno de sus clien­tes, lo va a visi­tar a su hogar y allí des­cu­bre que su ado­les­cen­te hijas­tro se ha sui­ci­da­do. Es así que Chu requie­re que la com­pa­ñía le indem­ni­ce el mon­to del segu­ro de vida. Pos­te­rior­men­te, adop­tan­do una acti­tud agre­si­va él se diri­ge a la ofi­ci­na de Yip urgién­do­le que se efec­ti­vi­ce el pago.

LEGALLY DECLA­RED DEAD

La his­to­ria se com­pli­ca cuan­do Yip con­fir­ma sus sos­pe­chas de que Chu es un psi­có­pa­ta y que él ha sido res­pon­sa­ble de la muer­te del joven a pesar de que la poli­cía haya con­fir­ma­do que efec­ti­va­men­te se tra­tó de un sui­ci­dio. De allí en más este agen­te vuel­ca todos sus esfuer­zos para des­en­mas­ca­rar al ase­sino aun­que en ese come­ti­do pone en ries­go su pro­pia vida por las ame­na­zas que reci­be como así tam­bién la de su novia (Kathy Yuen). Lo que Yip teme es que Chu deci­da matar a Shum Tszi-ling (Kare­na Lam), su espo­sa visual­men­te dis­ca­pa­ci­ta­da, a fin de ver incre­men­ta­da su indemnización.

De allí en más el argu­men­to adop­ta la moda­li­dad de un rela­to san­grien­to de horror a tra­vés de dis­pa­ra­ta­das situa­cio­nes que no logran con­ven­cer. A pesar de las muy bue­nas actua­cio­nes de Chan y Wong, este thri­ller no lle­ga a crear la ten­sión nece­sa­ria disi­pan­do la intri­ga vis­lum­bra­da al ini­cio del relato.

THE PROPHET AND THE SPA­CE ALIENS (Israel-Aus­tria-Sudá­fri­ca-Cana­dá)

En este intere­san­te docu­men­tal el direc­tor israe­lí Yoav Sha­mir que es un con­fe­sa­do ateo enfo­ca su aten­ción en Raël, el fun­da­dor de una sec­ta reli­gio­sa que lle­va su nom­bre y que tie­ne segui­do­res en diver­sos luga­res del planeta.

Ata­via­do com­ple­ta­men­te de blan­co, este pro­fe­ta de mane­ra apa­ci­ble se diri­ge a su púl­pi­to pre­go­nan­do el amor y la no vio­len­cia así como con­de­nan­do la homo­fo­bia, el fana­tis­mo y toda suer­te de into­le­ran­cia. En vez de rezar, él opta por la medi­ta­ción como medio de alcan­zar la tran­qui­li­dad de espíritu.

THE PROPHET AND THE SPA­CE ALIENS

Entre algu­nos de los luga­res visi­ta­dos por Raël se encuen­tra el via­je rea­li­za­do a Bur­ki­na Faso, don­de es alta­men­te esti­ma­do. Al estar sor­pren­di­do de que las muje­res de ese país afri­cano ven su clí­to­ris cas­tra­do por razo­nes reli­gio­sas, encuen­tra la solu­ción a este pro­ble­ma crean­do un cen­tro hos­pi­ta­la­rio des­ti­na­do a res­ta­ble­cer ese vital órgano geni­tal feme­nino cuya fun­ción es pro­cu­rar la satis­fac­ción sexual femenina.

A medi­da que el docu­men­tal pro­si­gue, se sabe que Raël mani­fies­ta su ado­ra­ción hacia los extra­te­rres­tres, a los que deno­mi­na “Elohim” y a quie­nes les atri­bu­ye el haber crea­do la huma­ni­dad. Según mani­fies­ta, en 1973 entró por pri­me­ra vez en con­tac­to con uno de estos alie­ní­ge­nos y de ese encuen­tro reci­bió el men­sa­je de difun­dir los prin­ci­pios de su reli­gión basa­dos fun­da­men­tal­men­te en la liber­tad y feli­ci­dad del géne­ro humano.

De su vida ante­rior se sabe que Raël nació en Fran­cia en 1946 sien­do su ver­da­de­ro nom­bre Clau­de Vorilhon y que par­te de su juven­tud actuó en París como can­tan­te y com­po­si­tor de músi­ca pop, para pos­te­rior­men­te desem­pe­ñar­se como perio­dis­ta depor­ti­vo de auto­mo­vi­lis­mo en una revis­ta por él creada.

Su trans­for­ma­ción a par­tir del encuen­tro cita­do y su ilu­mi­na­ción como pro­fe­ta deja más pre­gun­tas que res­pues­tas. Así, en un momen­to dado del docu­men­tal Sha­mir como asi­mis­mo el his­to­ria­dor Daniel Boya­rin que tam­bién inter­vino en el mis­mo comien­zan a dudar si la extra­te­rres­tre comu­ni­ca­ción man­te­ni­da por Raël no es más que la obra de un mega­ló­mano. Con todo, lo que que­da en cla­ro es que sus cre­yen­tes se mani­fies­tan recon­for­ta­dos con las ense­ñan­zas reci­bi­das por su cáli­do men­tor, sin que les intere­se saber si su inter­cam­bio con los Elohim es o no verí­di­co; lo impor­tan­te es que ellos se sien­ten feli­ces al haber­les dado un nue­vo un sen­ti­do a su existencia.

Des­pués de obser­var al con­tro­ver­ti­do gurú, el docu­men­tal per­mi­te refle­xio­nar sobre la esen­cia de la reli­gión, la fe de sus cre­yen­tes y fun­da­men­tal­men­te el mis­te­rio de la creación.

SHEEP WITHOUT A SHEPHERD (Chi­na)

¿Es posi­ble salir indem­ne des­pués de haber come­ti­do un cri­men? Es el públi­co el que debe­rá des­cu­brir­lo en este inge­nio­so thri­ller de Sam Quah.

El tema se cen­tra en una fami­lia chi­na que resi­de en Tai­lan­dia y que lle­va una vida tran­qui­la don­de Lee Wei­jie (Yang Xiao) es el patriar­ca fami­liar rodea­do de su que­ri­da mujer Ayu (Zhuo Tan) y sus dos hijas. Este hom­bre que se dedi­ca a repa­rar cone­xio­nes de inter­net es un adic­to ciné­fi­lo habien­do vis­to innu­me­ra­bles pelí­cu­las don­de las comen­ta y asi­mis­mo cri­ti­ca. Sin haber­lo ima­gi­na­do ese amor por el cine le será muy útil fren­te a un ines­pe­ra­do acontecimiento.

SHEEP WITHOUT A SHEPHERD

El motor que impul­sa el desa­rro­llo de la tra­ma se pro­du­ce cuan­do Ping­ping (Audrey Hui), su hija de 16 años, es ase­dia­da por el joven Suchat (Tian­yang Bian), un com­pa­ñe­ro de cla­se, que requi­rien­do de ella favo­res sexua­les la chan­ta­jea con un video com­pro­me­te­dor; eso ori­gi­na una pelea enre ambos don­de la joven ate­rro­ri­za­da lo mata acci­den­tal­men­te. Las cosas se com­pli­can tenien­do en cuen­ta que el difun­to era el úni­co hijo de la jefa de poli­cía local Laoorn (Joan Chen) y de su mari­do Dut­pon (Phi­lip Keung), un polí­ti­co influ­yen­te y can­di­da­to a inten­den­te municipal.

En con­se­cuen­cia ahí está Lee quien apro­ve­chan­do de todas las arti­ma­ñas apren­di­das de los fil­mes que ha vis­to tra­ta­rá de bus­car una inge­nio­sa coar­ta­da que per­mi­ta a su hija que­dar libre de car­go alguno. Es así que se asis­te a un due­lo de volun­ta­des entre el ciné­fi­lo dis­pues­to a todo por sal­var a su hija y Laoorn que bien cono­ci­da por elu­ci­dar todos los casos que se le pre­sen­ta aquí dedi­ca espe­cial inte­rés tra­tan­do de que Ping­ping con­fie­se haber sido la auto­ra de la muer­te de Suchat.

A tra­vés de un diná­mi­co jue­go de gato y ratón, el direc­tor demues­tra en su pri­mer lar­go­me­tra­je una nota­ble madu­rez don­de ade­más del tema cen­tral deja tras­lu­cir algu­nos tópi­cos vin­cu­la­dos con el nivel de corrup­ción exis­ten­te, un sis­te­ma de jus­ti­cia que sue­le demos­trar­se débil para ser­vir debi­da­men­te, como así tam­bién la dife­ren­cia entre las cla­ses socia­les don­de la sar­tén por el man­go la tie­nen los más pode­ro­sos. En resu­men, sin ser excep­cio­nal, éste es un muy buen film sazo­na­do con algu­nas esce­nas de buen humor y ani­ma­do por un impe­ca­ble elen­co que sin duda satis­fa­rá a los ciné­fi­los del festival.