El Revo­lu­cio­na­rio Diseñador

HOU­SE OF CAR­DIN. Esta­dos Uni­dos-Fran­cia. Un film de P. David Eber­so­le y Todd Hugues. 97 minutos

Pie­rre Car­din, la leyen­da vivien­te de 98 años, es obje­to de un muy buen docu­men­tal rea­li­za­do por P. David Eber­so­le y Todd Hughes. De mane­ra sen­ci­lla pero efec­ti­va sin recu­rrir a nin­gu­na ampu­lo­si­dad, los direc­to­res per­mi­ten que el espec­ta­dor ten­ga la opor­tu­ni­dad de inte­rio­ri­zar­se en algu­nos aspec­tos tras­cen­den­tes del mun­dial­men­te con­sa­gra­do modisto.

(Foto: Eber­so­le Hughes Company)

Naci­do cer­ca de Vene­cia en 1922 como Pie­tro Car­din su nom­bre se con­vir­tió en Pie­rre cuan­do se mudó a Fran­cia en 1945. En ese mis­mo año comen­zó a tra­ba­jar como emplea­do en la casa de moda de Jean­ne Paquin y pos­te­rior­men­te en la de Elsa Schia­pa­re­lli. Habien­do demos­tra­do su sin­gu­lar don hacia la cos­tu­ra, su encuen­tro con el gran autor Jean Coc­teau moti­va a que se encar­gue de dise­ñar el ves­tua­rio de su emble­má­ti­co film La Bella y la Bes­tia (1946). Des­pués de haber cola­bo­ra­do como jefe de taller de Chris­tian Dior deci­de fun­dar su pro­pia casa de alta cos­tu­ra en 1950. Lo que ha hecho famo­so si aca­so no revo­lu­cio­na­rio a este ícono es su fer­vien­te inte­rés en libe­rar el cuer­po de la mujer de la tira­nía pro­ve­nien­te de los cor­sets para lle­gar a ser el pri­mer dise­ña­dor en con­ce­bir el pret à por­ter; es así que el nue­vo esti­lo de ves­ti­do pudo lle­gar a un mer­ca­do masi­vo suje­to a un pre­su­pues­to sig­ni­fi­ca­ti­vo menor que el de la tra­di­cio­nal alta costura.

Entre otro de los aspec­tos que dis­tin­guen a Car­din es la rapi­dez con que su arte se difun­dió en mer­ca­dos que como Chi­na o Japón y algu­nos paí­ses de Euro­pa orien­tal no muy pro­cli­ves a adqui­rir pro­duc­tos del mun­do occi­den­tal. Pero este crea­dor nun­ca se dur­mió en los lau­re­les y su pres­ti­gio­sa com­pa­ñía deci­dió par­ti­ci­par en otros rubros, inclu­yen­do el ves­tua­rio para el sec­tor mas­cu­lino, el dise­ño de mue­bles así como su incur­sión en el cam­po de las artes en el deno­mi­na­do Espa­ce Car­din don­de fue­ron pro­gra­ma­dos espec­tácu­lo tea­tra­les y musi­ca­les de van­guar­dia. Demás está decir que el arte no ha exclui­do al hom­bre de nego­cios don­de a tra­vés de lucra­ti­vas licen­cias su famo­so logo PC se hizo pre­sen­te en múl­ti­ples y varia­dos ítems a tra­vés del mundo.

El docu­men­tal se nutre de abun­dan­te mate­rial de archi­vo y ade­más de la pre­sen­cia del indis­cu­ti­ble ícono, los direc­to­res entre­vis­ta­ron a per­so­na­li­da­des que direc­ta o indi­rec­ta­men­te tuvie­ron víncu­lo con él; entre algu­nos de los tes­ti­mo­nios de quie­nes han sido y son gran­des admi­ra­do­res del artis­ta se encuen­tran Jean-Paul Gaul­tier, Sha­ron Sto­ne, Nao­mi Camp­bell, Ali­ce Cooper, Jean-Michel Jarre, Dion­ne War­wick y Rodri­go Basi­li­ca­ti Car­din, sobrino del modisto.

Los rea­li­za­do­res no entra­ron a inda­gar aspec­tos per­so­na­les del modis­to, excep­to bre­ves refe­ren­cias a sus dos gran­des amo­res que fue­ron Jean­ne Moreau y su cole­ga dise­ña­dor André Oli­ver; asi­mis­mo el docu­men­tal tam­po­co son­dea dema­sia­do sobre la riva­li­dad que exis­tió entre Car­din e Yves Saint Laurent.

Glo­bal­men­te con­si­de­ra­do, este es un docu­men­tal entre­te­ni­do que home­na­jea a quien ha deja­do una mar­ca­da impron­ta en la moda del siglo XXJor­ge Gutman

Jun­tos en la Música

LOS 15 AÑOS DE ANDRÉ RIEU EN MAASTRICHT

Ya es tra­di­cio­nal aguar­dar duran­te el verano los con­cier­tos del popu­lar com­po­si­tor y direc­tor musi­cal André Rieu en Maas­tricht. Así des­de 2005 una gran mul­ti­tud aplau­de al maes­tro holan­dés en la pla­za prin­ci­pal de su ciu­dad natal don­de con su orques­ta Johann Strauss inte­gra­da por 60 músi­cos, ade­más de sopra­nos, teno­res e invi­ta­dos espe­cia­les ofre­cen un bello espec­tácu­lo pleno de can­cio­nes y danzas.

Este año la cele­bra­ción de los 15 años de esta gran fies­ta popu­lar adquie­re carac­te­rís­ti­cas dife­ren­tes debi­do a la pan­de­mia que afli­ge al mun­do; es así que con gran núme­ro de con­cier­tos can­ce­la­dos debi­do a las res­tric­cio­nes impues­tas para man­te­ner la dis­tan­cia social a fin de evi­tar con­ta­gios, la edi­ción de este año está con­for­ma­da en un espec­tácu­lo fil­ma­do don­de André Rieu ha selec­cio­na­do los momen­tos más impor­tan­tes de los con­cier­tos efec­tua­dos duran­te ese perío­do para su exhi­bi­ción en más de 500 salas de dife­ren­tes luga­res del mundo.

Para esta oca­sión espe­cial Char­lot­te Haw­kins, la perio­dis­ta de la tele­vi­sión bri­tá­ni­ca, se uni­rá al Rey del Vals en una entre­vis­ta exclu­si­va rea­li­za­da en la Pla­za Vriijthof de Maas­tricht don­de él se refie­re al modo en que su vida ha cam­bia­do duran­te el Covid 19, qué es lo que sig­ni­fi­ca para el futu­ro y cómo se des­en­vuel­ve duran­te este for­za­do ais­la­mien­to como músi­co, padre y abuelo.

Con las carac­te­rís­ti­cas espe­cia­les men­cio­na­das, este espe­cial even­to deno­mi­na­do André Rieu’s Magi­cal Maas­tricht: Together in Music será exhi­bi­do en Cana­dá a par­tir del 21 de Agos­to de 2020 en las salas de Cine­plex. Para infor­ma­ción adi­cio­nal pre­sio­ne aquí.

Un Dra­ma Impiadoso

THE PAIN­TED BIRD. Repú­bli­ca Che­ca-Eslo­va­quia-Ucra­nia. Un film escri­to y diri­gi­do por Václav Marhoul. 169 minutos

Es posi­ble que The Pain­ted Bird sea una de las pelí­cu­las más des­car­na­das de los últi­mos tiem­pos. Con el pro­pó­si­to de refle­jar de la mane­ra más fiel posi­ble el con­te­ni­do del libro homó­ni­mo de Jerzy Kosins­ki publi­ca­do en 1965, duran­te casi tres horas de metra­je el direc­tor che­co Václav Marhoul ofre­ce un rela­to devas­ta­dor enfo­can­do la odi­sea de un niño judío sepa­ra­do de sus padres duran­te el trans­cur­so de la Segun­da Guerra.

Petr Kotlar

Estruc­tu­ra­do en capí­tu­los, el rela­to se ini­cia con el Niño (Petr Kotlar) ‑al cual no se lo cono­ce con otro nom­bre- que deam­bu­lan­do por el bos­que es ata­ca­do por varios chi­cos cam­pe­si­nos y por aña­di­du­ra le que­man vivo a su perro. Vivien­do con una ancia­na que lo cui­da y lo alien­ta al decir­le que sus padres ven­drán a reco­ger­lo pron­to, cuan­do ella mue­re y la casa don­de habi­ta se incen­dia por un des­afor­tu­na­do acci­den­te, el Niño se ve obli­ga­do a errar.

Tran­si­tan­do a tra­vés de dife­ren­tes aldeas de Euro­pa Orien­tal el Niño tra­ta de sobre­vi­vir encon­tran­do en su tra­yec­to a per­so­nas que lo sojuz­gan y mal­tra­tan; entre algu­nas de las situa­cio­nes vio­len­tas que enfren­ta figu­ra la de unos igno­ran­tes veci­nos cató­li­cos que lo gol­pean a palos para lue­go ven­der­lo como escla­vo a una curan­de­ra local; no menos impac­tan­te es su encuen­tro con un gran­je­ro pedó­fi­lo que lo tor­tu­ra, así como el de una nin­fo­ma­nía­ca que se sien­te atraí­da por él y al no lograr que la satis­fa­ga sexual­men­te recu­rre a un des­pia­da­do acto de ven­gan­za. Pero en esta suce­sión de cala­mi­da­des lo más repul­si­vo acon­te­ce cuan­do el Niño tra­ba­jan­do para un moli­ne­ro con­tem­pla cómo éste, valién­do­se de una cucha­ra le des­pren­de los ojos al indi­vi­duo que supo­ne que es aman­te de su esposa.

Para ate­nuar la visión de una des­pia­da­da huma­ni­dad el rela­to intro­du­ce los encuen­tros del Niño con un ama­ble caza­dor de pája­ros, un sol­da­do ger­mano que lo sal­va de ser eje­cu­ta­do por la Ges­ta­po, un sacer­do­te bien inten­cio­na­do y un sol­da­do ruso que habrá de protegerlo.

Fil­ma­da en 35 mm en blan­co y negro para que las imá­ge­nes de la pelí­cu­la adquie­ran mayor rea­lis­mo, ade­más de Kotlar en el rol pro­ta­gó­ni­co, su cali­fi­ca­do elen­co inclu­ye entre otros nom­bres a Ste­llan Skars­gard, Har­vey Kei­tel, Julian Sands, Udo Kier, Julia Valen­to­va, Lech Dyblik, Alek­sei Krav­chen­ko y Barry Pepper.

Fren­te a este dra­má­ti­co rela­to impe­ca­ble­men­te diri­gi­do por Marhoul, la pre­gun­ta que sur­ge des­pués de su pro­yec­ción es si era nece­sa­rio expo­ner tan cruel­men­te la face­ta som­bría de la natu­ra­le­za huma­na como metá­fo­ra del Holo­caus­to al haber inclui­do esce­nas que en algu­nos momen­tos adquie­ren mor­bo­sa dimen­sión. En tal sen­ti­do un poco más de reca­to habría igual­men­te res­pe­ta­do el men­sa­je del film sin pro­du­cir la sen­sa­ción poco con­for­ta­ble que adquie­re su visión. De todos modos cada espec­ta­dor ten­drá su res­pues­ta a ese inte­rro­gan­te. Jor­ge Gutman

Con Gus­to a Odio

THE HATER. Polo­nia, 2020. Un film de Jan Koma­sa. 135 minu­tos. Dis­po­ni­ble en Netflix

Des­pués de haber impre­sio­na­do gra­ta­men­te en Cor­pus Chris­ti (2019) abor­dan­do el deli­ca­do pro­ble­ma de la fe, el direc­tor Jan Koma­sa retor­na con The Hater, un nota­ble segun­do film que aun­que temá­ti­ca­men­te dife­ren­te tie­ne amplia reso­nan­cia en los tiem­pos actua­les. Nue­va­men­te ha con­ta­do con la valio­sa par­ti­ci­pa­ción del guio­nis­ta Mateusz Pace­wicz quien con­ci­bió una his­to­ria que ate­rra por sus con­no­ta­cio­nes rea­lis­tas demos­tran­do has­ta dón­de el empleo de la moder­na tec­no­lo­gía digi­tal pue­de oca­sio­nar inco­men­su­ra­bles daños. Por sus inne­ga­bles méri­tos la pelí­cu­la fue pre­mia­da como la mejor en el Fes­ti­val Inter­na­cio­nal de Tri­be­ca de este año, a pesar de haber sido can­ce­la­do por la pandemia.

Maciej Musia­lows­ki

El pro­ta­go­nis­ta del rela­to es Tomasz (Maciej Musia­lows­ki), un joven estu­dian­te pola­co de abo­ga­cía cuyo ros­tro de nin­gún modo refle­ja su per­so­na­li­dad mal­sa­na y maquia­vé­li­ca. En la pri­me­ra esce­na se lo ve fren­te a las auto­ri­da­des de la uni­ver­si­dad don­de es recri­mi­na­do por la gra­ve fal­ta éti­ca come­ti­da al haber pla­gia­do un tra­ba­jo que tenía a su car­go; sin­tién­do­se arrin­co­na­do y al ser­le dene­ga­do una segun­da opor­tu­ni­dad no pue­de impe­dir el ser des­pe­di­do del establecimiento.

Habien­do sido sus estu­dios finan­cia­dos por Robert y Zofia (Jacek Koman y Danu­ta Sten­ka), un matri­mo­nio ami­go de la fami­lia, en la cena que com­par­te ese día con ellos y con su hija Gabi (Vanes­sa Alek­san­der), él les ocul­ta lo suce­di­do actuan­do como si nada hubie­se pasa­do. Median­te un inge­nio­so ardid con­sis­ten­te en ocul­tar su telé­fono celu­lar, Tho­masz lle­ga a ente­rar­se de que sus bene­fac­to­res lo des­pre­cian y que Gaby, de quien está ena­mo­ra­do des­de su tem­pra­na edad, no está intere­sa­da en su per­so­na. El des­pe­cho pro­du­ci­do así como su expul­sión uni­ver­si­ta­ria cons­ti­tu­yen los fac­to­res que incen­ti­va­rán el pro­fun­do sen­ti­mien­to de resen­ti­mien­to y odio gene­ra­do en este joven.

Para imple­men­tar su ven­gan­za, Tomasz se vin­cu­la con una tur­bia agen­cia de rela­cio­nes públi­cas cuya emplea­do­ra (Aga­ta Kules­za) lo con­tra­ta gra­cias a sus cono­ci­mien­tos de infor­má­ti­ca y a su sagaz mane­jo de las redes socia­les. Su pri­me­ra tarea es deni­grar a una figu­ra de la tele­vi­sión mos­tran­do cómo pro­mo­cio­na una bebi­da que deja ras­tros en las manos de los con­su­mi­do­res, sin que eso sea cier­to. El paso siguien­te es el lan­za­mien­to de una cam­pa­ña de des­in­for­ma­ción ten­dien­te a des­pres­ti­giar y sabo­tear a Pawel Rud­nic­ki (Maciej Stuhr), un polí­ti­co libe­ral que en su cam­pa­ña elec­to­ral aspi­ra a ocu­par el pues­to de alcal­de de Var­so­via y que ade­más es el can­di­da­to al que Robert y Zofia apoyan.

Si bien la tra­ma de Pace­wicz alcan­za momen­tos de fir­me ten­sión lo que más gra­vi­ta en la mis­ma es la for­ma en que ilus­tra cómo pue­de resul­tar sen­ci­llo mano­sear las infor­ma­cio­nes trans­mi­ti­das. Eso es real­men­te alar­man­te en la medi­da que una noti­cia fal­sa pue­de adqui­rir visos reales según cómo se difun­da y la mane­ra en que lle­ga a pro­pa­gar­se a tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción que hoy día se emplean. Hilan­do fino, lo que pre­ce­de podría per­fec­ta­men­te apli­car­se a las esta­dís­ti­cas refe­ri­das al núme­ro de infec­cio­nes y víc­ti­mas oca­sio­na­das por la actual pan­de­mia don­de cier­tos gober­nan­tes pare­cie­ran no estar de acuer­do con la infor­ma­ción sumi­nis­tra­da por los agen­tes de salud pública.

A pesar de que algu­nos per­so­na­jes secun­da­rios no están sufi­cien­te­men­te des­crip­tos, los valo­res de este per­tur­ba­dor film están sus­ten­ta­dos por la acer­ta­da pues­ta escé­ni­ca de Koma­sa quien impri­me un rit­mo febril a su narra­ción como así tam­bién al exce­len­te guión de Pace­wicz por haber con­ce­bi­do una intri­ga que esti­mu­la per­ma­nen­te­men­te la ansie­dad del espec­ta­dor. A todo ello cabe remar­car la excep­cio­nal inter­pre­ta­ción de Musia­lows­ki intro­du­cién­do­se en la per­so­na­li­dad de un indi­vi­duo moral­men­te repu­dia­ble quien con su infa­me odio no tie­ne rece­lo alguno en difa­mar y des­truir la vida de ter­ce­ros con tal de satis­fa­cer sus mez­qui­nos intereses.

En esen­cia, a pesar de no basar­se en una his­to­ria real, este inquie­tan­te dra­ma adquie­re hoy más que nun­ca ple­na vigen­cia. Jor­ge Gutman

Acu­sa­da de Homicidio

LA FILLE AU BRA­CE­LET / THE GIRL WITH A BRA­CE­LET. Fran­cia-Bél­gi­ca, 2019. Un film escri­to y diri­gi­do por Stépha­ne Demous­tier. 95 minu­tos 

En 2018 el públi­co asis­ten­te al Fes­ti­val de Vene­cia y al de Toron­to tuvo opor­tu­ni­dad de apre­ciar Acu­sa­da, un sóli­do dra­ma rea­li­za­do en Argen­ti­na por Gon­za­lo Tobal; curio­sa­men­te un año des­pués Stépha­ne Demous­ter resuel­ve efec­tuar una nue­va ver­sión del mis­mo basa­do en el guión ori­gi­nal de Uli­ses Porra y Tobal con un resul­ta­do simi­lar­men­te satis­fac­to­rio. El nue­vo títu­lo adju­di­ca­do, La Fille au Bra­ce­let, se refie­re a la pul­se­ra que la pro­ta­go­nis­ta de esta his­to­ria debe por­tar adhe­ri­da elec­tró­ni­ca­men­te a su tobi­llo mien­tras aguar­da el jui­cio al que será sometida.

Melis­sa Guers

En la pri­me­ra secuen­cia se ve a Lise (Melis­sa Guers), una ado­les­cen­te de 16 años, estan­do en la pla­ya con su fami­lia cuan­do dos gen­dar­mes se le acer­can y le soli­ci­tan que les acom­pa­ñe, supues­ta­men­te a una esta­ción poli­cial; esta esce­na fil­ma­da sin diá­lo­go alguno cons­ti­tu­ye el bre­ve pró­lo­go del rela­to cuya acción se des­pla­za dos años des­pués; allí se la ve en su hogar ubi­ca­do en Nan­tes jun­to a sus padres (Roschdy Zem y Chia­ra Mas­troian­ni) y her­mano menor, estan­do bajo arres­to domi­ci­lia­rio por haber sido acu­sa­da de un crimen.

Cuan­do el jui­cio comien­za es sabi­do que Lise había con­cu­rri­do con Flo­ra, su mejor ami­ga, a una fies­ta y que al fina­li­zar la mis­ma, ya en ple­na noche resuel­ve per­noc­tar en su casa. Al día siguien­te, des­pués que Lise aban­do­na la casa de su ami­ga mien­tras ella sigue dur­mien­do, se des­cu­bre que Flo­ra ha sido bru­tal­men­te acu­chi­lla­da. Al no exis­tir nin­gún otro sos­pe­cho­so, habi­da cuen­ta del tiem­po trans­cu­rri­do, todo hace supo­ner que ella ha sido la asesina.

Demous­tier arti­cu­la este thri­ller de mane­ra impe­ca­ble sin que lo más impor­tan­te sea deve­lar quien ha sido la per­so­na auto­ra del homi­ci­dio; el inte­rés de la his­to­ria radi­ca en la exce­len­te des­crip­ción tan­to del per­so­na­je pro­ta­gó­ni­co como los que lo rodean. Per­te­ne­cien­te a una fami­lia bien cons­ti­tui­da que­da en cla­ro cómo los padres de Lise han vis­to la tran­qui­li­dad per­tur­ba­da por el cri­men atri­bui­do a su hija, a pesar de estar con­ven­ci­dos de su ino­cen­cia. A todo ello, a pesar del remar­ca­ble desem­pe­ño de la abo­ga­da defen­so­ra (Annie Mer­cier) demos­tran­do que no hay razo­nes feha­cien­tes para incul­par a su defen­di­da, su argu­men­ta­ción se con­tra­po­ne con la de la fis­cal (Anaïs Demous­tier) cuya acu­sa­ción está basa­da en el com­por­ta­mien­to pro­mis­cuo de la ado­les­cen­te y en la pelea que man­tu­vo con su ami­ga días antes del ase­si­na­to. Lo más des­ta­ca­ble es la pasi­vi­dad man­te­ni­da por Lise tan­to en su hogar como duran­te el jui­cio don­de a pesar de decla­rar­se ino­cen­te, su fal­ta de emo­ción exte­rior no cons­ti­tu­ye pre­ci­sa­men­te un fac­tor de ayu­da para su exoneración.

La actua­ción del elen­co es exce­len­te don­de cada uno de sus inte­gran­tes se ha sumer­gi­do de lleno en la psi­co­lo­gía de sus per­so­na­jes; en todo caso, a títu­lo per­so­nal de quien esto comen­ta la joven Guers en su debut para el cine fas­ci­na en la medi­da que su remar­ca­ble carac­te­ri­za­ción de la incul­pa­da otor­ga al film la ambi­güe­dad nece­sa­ria para tor­nar­lo atractivo.

Más allá del dra­ma judi­cial expues­to, su con­te­ni­do per­mi­te explo­rar un tópi­co rele­van­te como lo es el obs­tácu­lo que en cier­tos casos los padres pue­den encon­trar para lle­gar a cono­cer por com­ple­to la vida de sus hijos cuan­do tran­si­tan por la difí­cil eta­pa de la ado­les­cen­cia; ade­más, este sobrio film refle­ja cómo la mora­li­dad de una per­so­na no pue­de ser uti­li­za­da como ins­tru­men­to de acu­sa­ción cuan­do no exis­ten prue­bas fide­dig­nas del deli­to come­ti­do. Jor­ge Gutman