Comen­ta­rios de Films de TIFF 2020 (5)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

SEI­ZE PRIN­TEMPS (Fran­cia)

Una de las más agra­da­bles sor­pre­sas de un fes­ti­val es cuan­do se des­cu­bre nue­vos valo­res capa­ces de revi­ta­li­zar la cine­ma­to­gra­fía. Esto es lo que acon­te­ce con Suzan­ne Lin­don, de ape­nas 20 años que es toda una reve­la­ción como direc­to­ra, guio­nis­ta y pro­ta­go­nis­ta en su pri­mer largometraje

Lin­don da vida a su alter ego Suzan­ne, una ado­les­cen­te de 16 años un tan­to tími­da y retraí­da pro­ve­nien­te de una fami­lia de cla­se media que vive en París. Bien que­ri­da por sus padres (Fré­dé­ric Pie­rrot y Flo­ren­ce Via­la) y su her­ma­na mayor, no hay nada que en ese ámbi­to pue­da afec­tar­la. Apar­tán­do­se de los clá­si­cos pro­ble­mas que sur­gen duran­te la tran­si­ción ado­les­cen­te, en este caso la joven direc­to­ra no los con­si­de­ra aquí sino que el fac­tor que moto­ri­za a su rela­to es la casual atrac­ción que des­pier­ta en ella Raphaél (Arnaud Valois), un actor de 35 años a quien lle­gó a divi­sar en su camino de la escue­la hacia su hogar al pasar por la puer­ta del tea­tro don­de actúa. Indu­ci­da por ella, pron­ta­men­te se esta­ble­ce una apro­xi­ma­ción entre ambos don­de sus encuen­tros se pro­du­cen en algu­nos cafés y cami­na­tas. A tra­vés de ges­tos y de no muchas pala­bras entre los dos se esta­ble­ce una espe­cial comu­ni­ca­ción don­de la dife­ren­cia de 19 años de edad que los sepa­ra pare­ce­ría no exis­tir. Para Suzan­ne ese acer­ca­mien­to pro­du­ce el pri­mer sen­ti­mien­to amo­ro­so que bro­ta de su cuer­po; en cuan­to a él, que igual­men­te se ena­mo­ra de ella, pre­fie­re guar­dar la dis­tan­cia nece­sa­ria, res­pe­tán­do­la en todo momen­to y evi­tan­do que la pasión irrum­pa en ese amor platónico.

Con poco diá­lo­go, a tra­vés de obser­va­cio­nes pre­ci­sas Lin­don trans­mi­te elo­cuen­te­men­te la tur­bu­len­cia, con­fu­sión, emo­ción y has­ta cier­to temor de Suzan­ne hacia una per­so­na que más que la dobla en edad pero que la hace feliz aun­que el víncu­lo román­ti­co no lle­gue a con­su­mar­se. Con un final abier­to, la inte­li­gen­te rea­li­za­do­ra demos­tran­do una inusual madu­rez entre­ga una peque­ña joya ple­na de ter­nu­ra y poe­sía capaz de con­for­mar ente­ra­men­te al espec­ta­dor. Sien­do Lin­don la hija de dos exce­len­tes acto­res como lo son Vin­cent Lln­don y San­dri­ne Kiber­lain aquí podría apli­car­se el refrán “De tal palo, tal astilla”.

ANOTHER ROUND (Dina­mar­ca)

La cul­tu­ra de la bebi­da alcohó­li­ca en Dina­mar­ca es abor­da­da por el cono­ci­do direc­tor danés Tho­mas Vin­ter­berg en una his­to­ria que pre­ten­de diver­tir aun­que el balan­ce final resul­te discutible.

El pro­ta­go­nis­ta es Mar­tin (Mads Mik­kel­sen), un pro­fe­sor de his­to­ria de media­na edad en una escue­la de ense­ñan­za media de Copenha­gue; él ha lle­ga­do a una eta­pa de su vida don­de se sien­te un tan­to apa­ga­do, de esca­so ali­cien­te y sin la vita­li­dad nece­sa­ria de anta­ño; eso se refle­ja tan­to en su acti­vi­dad docen­te como tam­bién en su vida per­so­nal dado que como mari­do y padre de fami­lia no demues­tra mayor inte­rés sobre lo que acon­te­ce en su hogar.

Su vida social se cen­tra en la amis­tad que man­tie­ne con Tommy (Bo Lar­sen), Peter (Lars Ranthe) y Niko­laj (Mag­nus Millang) quie­nes tam­bién son pro­fe­so­res de dife­ren­tes cáte­dras en el mis­mo esta­ble­ci­mien­to esco­lar. La ruti­na de Mar­tin cam­bia a par­tir de una comi­da con sus ami­gos cele­bran­do los 40 años de Niko­laj don­de el fes­te­ja­do les hace saber que, según la teo­ría sus­ten­ta­da por el filó­so­fo y psi­có­lo­go norue­go Finn Skår­de­rud, los seres huma­nos nacen con una defi­cien­cia de alcohol en la san­gre; por lo tan­to él pro­po­ne al gru­po rea­li­zar un expe­ri­men­to con­sis­ten­te en no res­trin­gir­se en el con­su­mo de bebi­das alcohó­li­cas, para com­pro­bar si real­men­te les habrá de sumi­nis­trar mayor ener­gía y vigor en lo que empren­den. Aun­que reluc­tan­te al prin­ci­pio, Mar­tín acep­ta la pro­pues­ta y com­prue­ba que la bebi­da le per­mi­te mayor fres­cu­ra y entu­sias­mo en la rela­ción con sus alum­nos, como así tam­bién revi­ta­li­zar su matri­mo­nio con su mujer Tri­ne (María Bonnevie).

Has­ta aquí el guión de Tobías Lindholm y de Vin­ter­berg tie­ne la inten­ción de ame­ni­zar con las andan­zas de 4 inma­du­ros suje­tos que tan­to en el lugar de tra­ba­jo como fue­ra del mis­mo apro­ve­chan sus encuen­tros para dar rien­da suel­ta a la bebi­da con exce­si­vas dosis de vino, whisky, vod­ka y cham­pán, ter­mi­nan­do a la pos­tre borra­chos. A par­tir de allí el desa­rro­llo de la tra­ma adquie­re un carác­ter más serio; así, las con­se­cuen­cias del desor­bi­ta­do con­su­mo de alcohol reper­cu­te nega­ti­va­men­te en Mar­tin pro­du­cien­do la sepa­ra­ción de su cón­yu­ge y sus dos hijos ado­les­cen­tes, como al pro­pio tiem­po esa peli­gro­sa adic­ción adquie­re con­no­ta­cio­nes simi­la­res para los res­tan­tes ami­gos don­de uno de ellos sufre un dra­má­ti­co percance.

La obje­ción que mere­ce esta his­to­ria resi­de en su men­sa­je deci­di­da­men­te con­tra­dic­to­rio. Por un lado ilus­tra cla­ra­men­te los efec­tos per­ni­cio­sos de la dro­ga­dic­ción alcohó­li­ca; pero por el otro pare­cie­ra ofre­cer una oda a la vida don­de en la esce­na final los estu­dian­tes del cur­so cele­bran su gra­dua­ción esco­lar bai­lan­do y con­su­mien­do alcohol. En todo caso, más allá de igno­rar hacia dón­de Vin­ter­berg apun­ta con este film ‑que sin mayor pro­fun­di­dad fluc­túa entre la come­dia y el drama‑, cabe des­ta­car la correc­ta rea­li­za­ción y su buen elen­co en don­de Mik­kel­sen asu­mien­do el rol pro­ta­gó­ni­co reafir­ma una vez más que es uno de los mejo­res acto­res de Europa.

MLK/FBI (Esta­dos Unidos)

He aquí otro de los remar­ca­bles docu­men­ta­les pre­sen­ta­dos en esta edi­ción del TIFF. El rea­li­za­dor Sam Pollard pasa revis­ta a una de las eta­pas más oscu­ras de la his­to­ria ame­ri­ca­na del siglo pasa­do ilus­tran­do cómo el gobierno tra­tó de des­pres­ti­giar a Mar­tin Luther King Jr.

A par­tir de la des­cla­si­fi­ca­ción de docu­men­tos del FBI el film recons­tru­ye mag­ní­fi­ca­men­te el enfren­ta­mien­to de J. Edgar Hoo­ver, quien duran­te 48 años ha sido el direc­tor de dicha agen­cia fede­ral de inves­ti­ga­ción, con su enemi­go más temi­ble MLK. Esa ani­mo­si­dad comien­za en 1956 cuan­do Luther King, el afro­ame­ri­cano minis­tro de la fe cris­tia­na, como deci­di­do acti­vis­ta per­si­gue de mane­ra pací­fi­ca que sus com­pa­trio­tas de color adquie­ran los mis­mos dere­chos civi­les que los blan­cos sin sufrir la inhu­ma­na dis­cri­mi­na­ción exis­ten­te de la época.

Dada la gra­vi­ta­ción que MLK va adqui­rien­do en la medi­da que sus pré­di­cas alcan­zan amplia reso­nan­cia en Esta­dos Uni­dos, Hoo­ver con­si­de­ra que Luther King es una per­so­na peli­gro­sa para la nación, fun­da­men­tán­do­se en el hecho de que él está apo­ya­do por influ­yen­tes per­so­nas de ideo­lo­gía comu­nis­ta. A tra­vés de impor­tan­te mate­rial de archi­vo, entre­vis­tas con algu­nas per­so­na­li­da­des aca­dé­mi­cas como el his­to­ria­dor Beverly Gage y en espe­cial Cla­ren­ce Jones que fue­ra ami­go per­so­nal de King, se demues­tran los méto­dos nefas­tos de espio­na­je emplea­dos por el FBI para des­acre­di­tar a su adver­sa­rio. Sin embar­go las manio­bras de la agen­cia no logran dis­mi­nuir la popu­la­ri­dad de MLK que alcan­za su pico máxi­mo con su más famo­so dis­cur­so “I have a dream” de agos­to de 1963 en el cual expre­sa su deseo de que la gen­te blan­ca y negra pue­da coexis­tir armo­nio­sa­men­te; ese hito uni­do al Pre­mio Nobel de la Paz obte­ni­do en 1964 moti­va a que un decep­cio­na­do y alar­ma­do Hoo­ver tuvie­ra que recu­rrir a la extor­sión denun­cian­do su infi­de­li­dad con­yu­gal. Como es bien sabi­do, la vida del após­tol del paci­fis­mo lle­ga a su fin a los 39 años al ser ase­si­na­do en abril de 1968 por un segre­ga­cio­nis­ta blanco.

Este cau­ti­van­te y bien cons­trui­do docu­men­tal pue­de que para muchos no agre­gue mucho a lo ya cono­ci­do; sin embar­go su men­sa­je es impor­tan­te para las nue­vas gene­ra­cio­nes. Tenien­do en cuen­ta que hoy día la vio­len­cia racial hacia el afro­ame­ri­cano aún per­du­ra ‑bas­ta recor­dar el cri­men de Geor­ge Floyd de mayo pasado‑, este film es más que bien­ve­ni­do a la vez que cons­ti­tu­ye un indi­rec­to apo­yo a la cau­sa del loa­ble movi­mien­to “Black lives matter”.