Crónica de Jorge Gutman
PASSION SIMPLE (Francia-Bélgica)
Habiendo sido programada para el cancelado Festival de Cannes, es en el TIFF donde por primera vez ha sido presentada esta voluptuosa película que como su título lo anticipa se centra en una pasión.
El film está basado en la novela autobiográfica de Annie Ernaux publicada en 1992 aunque la adaptación para el cine realizada por la directora Danielle Arbid y la autora del libro ubica la acción en el momento actual.
El relato que transcurre en París introduce a Hélène (Laetitia Dosch) una profesora investigadora divorciada y madre de un hijo preadolescente que siente un irresistible deseo sexual hacia Alexandre (Sergei Polunin), un hombre más joven que ella quien se desempeña en Francia como diplomático en la embajada rusa. No es la primera vez que el cine aborda una temática semejante pero en este caso lo objetable es la falta de descripción adecuada de estos dos personajes. Nada se sabe del pasado de Hélène, su actitud asumida en su fracasada vida conyugal como así también se ignora cómo llegó a conocer a su amante y qué es lo que incentivó su fuerte atracción. Asimismo, Alexandre con su cuerpo tatuado resulta un enigma; sólo se sabe que es casado y con su rostro completamente inexpresivo lo único que deja traslucir es el modo en que utiliza a Hélène como muñeca sexual.
https://www.youtube.com/watch?v=IEqB3398Zq4
A lo largo de su desarrollo Arbid trata de transmitir hasta qué punto la desenfrenada pasión de Hélène y su total dependencia hacia un hombre manipulador que nada siente por ella, la conduce a un desequilibrio emocional afectando su labor profesional y su responsabilidad maternal al descuidar a su hijo. Sin embargo el propósito de la realizadora se desvirtúa al ilustrar el vínculo amoroso de los amantes mediante repetidas y alargadas escenas de copulación rodadas en primer plano que insumiendo considerable parte del metraje llegan a producir letargo; su errática puesta escénica atenúa la atracción del relato que se encuentra agravado por un precipitado desenlace.
Lo más importante del film reside en la muy buena prestación de Dosch quien a pesar de las limitaciones del guión logra reflejar la profunda angustia y sufrimiento de una mujer que no puede dominar su enfermizo instinto sexual. Queda como balance un drama erótico de escasa convicción en el que su protagonista femenina contrasta fuertemente con el empoderamiento de la mujer embanderado por el movimiento #metoo.
CASA DE ANTIGUIDADES (Brasil-Francia)
Escrito y dirigido por Joäo Paulo Miranda Maria, este bien intencionado film parte de una premisa interesante pero posteriormente se bifurca desvaneciendo el potencial contenido en sus primeras escenas.
La acción transcurre en la época actual donde Cristoyam (Antônio Pitanga), un hombre negro de edad madura proveniente del norte brasileño, ha estado trabajando durante 30 años en una factoría láctea ubicada en una ciudad sureña del país y que ahora pertenece a una compañía austríaca. Debido a la crisis económica que aflige a la fábrica, él está obligado a aceptar la reducción de su salario para seguir conservando su empleo. De inmediato, el relato adopta un rumbo diferente cuando el hombre encuentra un refugio en una casa abandonada donde descubre diferentes objetos que le hacen rememorar sus orígenes y el de sus ancestros.
https://www.youtube.com/watch?v=QKxnNSHZhLU
Miranda Maria desea transmitir la dimensión espiritual de su protagonista dentro del trauma que vive en el marco de una sociedad conservadora y prejuiciosa. Asimismo puede inferirse que el realizador quiere demostrar que el legado colonial del pasado con la intolerancia y discriminación racial por parte de los políticos de los ricos estados sureños del país hacia los habitantes autóctonos de color de las regiones del norte, sigue subsistiendo en el presente; con todo, el guión no logra encontrar el foco preciso al haber recurrido a una narración abstracta que afecta la coherencia del relato desestimulado su interés. A su favor, el insuficientemente logrado film se beneficia por sus buenos efectos visuales.
TRUE MOTHERS (Japón)
La presentación de filmes en línea del TIFF culminó con este conmovedor drama de la veterana realizadora japonesa Noami Kawase. Si bien el delicado tema de la adopción ya ha sido tratado por el cine, como por ejemplo lo abordó Jeane Herry en Pupille (2018), aquí Kawase lo considera desde un ángulo diferente basándose en la novela homónima de 2015 de Mizuki Tsujimura.
De manera no lineal el relato está estructurado en tres partes muy bien cohesionadas. En su comienzo se observa al matrimonio japonés conformado por Satoko (Hiromi Nagasaku), su marido Kiyokazu (Arata Lula) y el hijo Asato (Reo Sato) de 6 años. Más allá de un incidente escolar entre el niño y un compañero de escuela, se aprecia el calor de familia imperante entre sus tres integrantes. Posteriormente el guión retrocede la acción hacia atrás reseñando las dificultades del matrimonio que deseosos de ser padres se encuentran impedidos por una deficiencia espermática de Kiyokazu. Habiendo tomado nota de la existencia de Baby Baton, una organización sin fines de lucro destinada a niños recién nacidos de madres que no pueden hacerse cargo de sus hijos para ser adoptados por quienes no pueden concebir, la pareja acude a la misma y es así que con gran alegría logran adoptar a Asato al momento de nacer, teniendo todos los derechos de actuar como verdaderos padres. Volviendo la acción al tiempo actual el nudo conflictivo del relato se produce cuando de manera sorpresiva aparece en escena Hikari (Aju Makita), la joven madre biológica de Asato reclamándolo. De allí en más la historia se retrotrae nuevamente a la época en que Hikari con sus 14 años quedó embarazada de Takumi (Taketo Tanaka), un compañero de escuela, y sus estrictos padres (Tetsu Hirahara, Hiroko Nakajima) se encuentran imposibilitados de abortar la gestación por estar bastante avanzada; es así que ella es enviada a Baby Baton durante el período restante de su embarazo.
Excelentemente el film expone el gran dilema entre una madre que junto a su esposo ha brindado todo su amor al hijo adoptivo y la madre biológica que desearía no quedar eliminada de la vida de Asato. Kawase con gran sutileza logra imprimir genuina emoción a esta humana historia sobre lo que implica ser una verdadera madre así como las diferentes facetas que puede adquirir la maternidad; para ello contó con las remarcables actuaciones de Nagasaku y Makita quienes con completa naturalidad se adentran en sus respectivos personajes. De excelente factura técnica, la excepcional fotografía de Yuta Tsukinaga contribuye a realzar los valores de este ponderable drama.