Crónica de Jorge Gutman
He aquí otras 5 películas juzgadas en esta muestra.
Slalom (Francia)
El título del film referente al deporte invernal de esquí alpino es el tema que Charlène Favier aborda para reflejar la relación existente entre una joven atleta y su instructor.
Noée Abita quien impresionó gratamente en Ava (2017) reafirma sus condiciones artísticas brindando una magnífica caracterización de Lyz, una estudiante de enseñanza media en los Alpes de Francia que manifiesta una gran pasión hacia el esquí. Es así que logra ser aceptada en un selectivo club cuyo propósito es el de entrenar a través de la práctica del slalom a futuros esquiadores. Es allí donde es adiestrada por Fred (Jérémie Renier), un ex campeón al que una severa herida lo obligó a salir del ruedo.
Más allá de las múltiples escenas deportivas, el guión de la realizadora y Marie Talon se interna en la psicología de sus dos protagonistas. Liz es expuesta como una joven que en su etapa adolescente atraviesa por una gama de sentimientos y contradicciones; en tal contexto es fácil empatizar con su ambivalente conducta de querer superarse en la práctica de un deporte que exige enorme precisión, habilidad y velocidad, así como el tener que afrontar el extremado esfuerzo tanto físico como emocional. Por su parte, Fred autoritariamente explota la vulnerabilidad de su alumna para lograr que eventualmente pueda desempeñar un digno rol en las competencias olímpicas; precisamente, debido a su extremado nivel de exigencia que requiere de su discípula, se va creando entre ambos una relación tóxica de absoluta tensión.
https://www.youtube.com/watch?v=V2JavMmHoXM
Otro aspecto importante del relato está involucrado con el del abuso generado en el campo deportivo entre instructores y alumnos. En este caso la infatuación que ejerce en Lyz la personalidad de su mentor quien la va dominando hasta límites extremos, conduce a un inevitable vínculo sexual.
Con una solvente dirección y una inmejorable actuación de Abita y Renier, Favier expresa muy bien los sentimientos que animan a sus protagonistas; asimismo ‑como no podía ser de otro modo- ofrece excelentes secuencias de esquí slalom que son excelentemente captadas por el director de fotografía Yann Maritaud así como el esplendoroso paisaje montañoso de los Alpes. En esencia, no se necesita ser esquiador para disfrutar de este buen film.
Mica (Marruecos-Francia)
El realizador franco-marroquí Ismaël Ferroukhi conoce muy bien la realidad imperante en su país natal y es por ello que no resulta extraño comprobar la autenticidad que refleja en su descripción de la desigualdad social aún reinante en Marruecos. Para ello se vale de un excepcional niño actor como lo es Zakaria Inane quien prácticamente porta sobre sus hombros todo el peso del conmovedor relato contenido en el guión del cineasta y Fadette Drouard.
En una villa miseria de la ciudad de Meknès, en el centro norte del país, vive Saïd (Inane) ‑apodado Mica- con su madre y su padre enfermo, quien trata de obtener magros ingresos vendiendo bolsas de plástico en el mercado local. Sabiendo de que en ese medio no puede aspirar mucho para su futuro, su deseo es emigrar a Marsella, como lo hizo su amigo, suponiendo que allí le aguardará un porvenir más halagüeño. Su rutina se ve alterada cuando Hajji Kaddour (Mohamed Az Elarab), un amigo de la familia que se desempeña como guardián de un prestigioso club de tenis privado en Casablanca, lleva al niño para que lo ayude en ciertas tareas domésticas.
En su nuevo ambiente el chico va confrontando un mundo para él desconocido, sufriendo de las burlas e incluso de los agravios físicos cometidos por los chicos de familias pudientes que practican el tenis en dicho estadio deportivo. Contemplando la práctica del tenis, Mica se siente inclinado a practicarlo y en tal sentido la suerte le sonríe cuando Sophia (Sabrina Ouazani), la entrenadora del club que descubre el potencial existente en el chico, se convierte en su devota instructora.
A través de un relato que excede lo meramente deportivo, el director enfatiza los obstáculos que Mica debe afrontar, especialmente en lo que concierne a la discriminación de que es objeto por su humilde origen; con todo, adquiriendo conciencia de su condición social él se obstinará en cambiar su destino gracias al tenis.
Tanto el director como los integrantes del equipo de producción interesados en promover un cine comprometido socialmente han logrado un film a todas luces realista que desbordando inmensa humanidad permite seducir tanto al gran público como al selectivo por su remarcable nivel de calidad. Además de la excelente dirección de Ferroukhi, causa admiración la interpretación de Inane quien vive en carne propia las desventuras de un chico que comienza a perder su inocencia frente a la realidad que lo circunda; a su lado también se lucen Kaddour como el padre sustituto del niño y Ouazani transmitiendo ternura a la vez que frescura y simpatía como la tenaz profesora de Mica.
Notre Dame du Nil (Francia-Bélgica-Ruanda)
El director afgano Atiq Ramini explora las raíces del endémico odio entre hutus y tutsis valiéndose de la novela publicada en 2012 de la escritora ruandesa Scholastique Mukasonga de etnia tutsi; la consagrada novelista que perdió a casi una treintena de familiares en la atroz matanza que afectó a su país natal vuelca en su libro su propia experiencia.
En una buena adaptación el guión del realizador y de Ramata Sly está estructurado en un prólogo y cuatro partes ‑Inocencia, Sagrado, Sacrilegio y Sacrificio- ubicando la acción en Ruanda en 1973. Allí se sigue los pasos de un grupo de alumnas internadas en una elitista escuela católica belga de enseñanza media donde la mayoría de las estudiantes pertenece a familias encumbradas de la zona. Dentro del contexto social en que la población hutu prodiga amenazas a la minoría tutsi, la escuela también admite a través de una cuota establecida a alumnas tutsis.
El relato adquiere gradualmente un clima de tensión al internarse en zonas más oscuras donde quedan reflejados los residuos del colonialismo, como así también una muestra del marcado racismo existente de los hutus hacia los tutsis, a manera de preludio de lo que sobrevendrá en el ominoso genocidio de la guerra civil de 1994.
Aunque en ciertos momentos la narración adquiere un carácter errático, lo cierto es que el realizador se compenetra en los complejos vericuetos de la realidad imperante; así, brinda un drama ciertamente hipnótico realzado por la sólida prestación de jóvenes actrices ruandesas, entre ellas Clariella Bizimani como la estudiante tutsi y Albina Kirenga animando a una provocadora condiscípula hutu.
La troisième guerre (Francia)
En su primer film de ficción el realizador Giovanni Aloi no alude a una futurista tercera guerra mundial sino a la que lamentablemente la humanidad se ve expuesta enfrentando sucesos de extremada violencia que victimizan a innumerables personas inocentes; es en tal sentido que el realizador se inspiró en los sangrientos atentados terroristas que azotaron a Francia en los últimos años.
La historia gira en torno de Leo (Anthony Bajon), un joven francés quien decidió enlistarse en el ejército para que como soldado pudiera servir mejor a su patria; junto con otros camaradas y muy especialmente con su compinche Hicham (Karim Leklou) procedente de África, recorren las calles de París tratando de estar en máxima alerta frente a cualquier indicio o sospecha de que pudiera acontecer un atentado. Estando a las órdenes de la sargento Coline (Leïla Bekhti), Leo se encuentra obligado a moderar sus impulsos de perseguir a sospechosos frente al celo policial que se lo impide.
El guión de Dominique Baumard en su mayor parte se dedica a mostrar el intercambio que se produce entre los soldados a través de anécdotas que si bien al principio pueden interesar, al irse alargando resienten su ritmo. A ello se agregan algunas escenas poco convincentes como las que transcurren en los contactos telefónicos mantenidos entre Leo y la pareja de un sospechoso arrestado a través de su celular que le ha sido expropiado.
https://www.youtube.com/watch?v=PjKySdiZTo4
Lo más importante del relato reside en los tramos finales cuando una masiva demostración callejera abogando contra el capitalismo se enfrenta con la policía y se producen las refriegas consiguientes; es allí que nuevamente se origina el dilema de hasta dónde la brigada antiterrorista del ejército testimoniando hechos violentos debe permanecer ajena para que únicamente intervenga la autoridad policial. En ese escenario, la historia adquiere vigor cuando Leo no pudiendo admitir su impotencia decide actuar como un digno soldado, desobedeciendo las órdenes de sus superiores.
El film, ciertamente bien intencionado, interesa más por su temática que por su realización; eso es debido a que su narrativa no está convenientemente esbozada como así también no existe una mayor exploración psicológica de sus personajes; de todos modos, queda claro su mensaje de que “el enemigo está entre nosotros” y de algún modo es necesario superarlo.
Mes jours de gloire (Francia)
La simpatía que ofrece Vincent Lacoste como protagonista de este film de Antoine DeBary no compensa la falencia de su endeble guión escrito con Elias Belkeddar dando como resultado una endeble e intrascendente comedia.
Lacoste da vida a Adrien, un joven de 25 años que se acerca a su treintena pero que aún no logró la madurez completa como adulto dado su comportamiento propio de un adolescente quiceañero. Así en la primera escena se le observa haber llamado a los bomberos por la amenaza de fuego que se cierne en su departamento; obviamente, ese es un falso pretexto para que pueda penetrar en su vivienda porque olvidó su llave. Ese paso de comedia cede inmediatamente lugar a otra secuencia en la que Adrien como actor anima el rol del joven Charles de Gaulle para una película a cargo de un realizador alemán.
Lo esencial de la trama reside en la vulnerabilidad de Adrien al sentirse amedrentado y temeroso por problemas de erección; eso motiva a que en sus encuentros con Léa (Noée Abita), una muchacha que simpatiza con él, evite cualquier acercamiento demasiado íntimo para que no se refleje su impotencia.
Si bien la crisis existencial que afecta al muchacho con su virilidad puesta a prueba podría generar una sólida comedia dramática, el efecto se diluye a través de diferentes peripecias que no terminan de encuadrar.
Con una realización no exenta de situaciones estereotiopadas, la historia deja en un segundo plano el ámbito familiar de su protagonista en donde Emmanuelle Devos como la psicóloga madre y Christophe Lambert como el alcohólico padre de Adrien poco aportan a este desabrido relato.