Una Difi­cul­to­sa Relación

FALLING. Cana­dá-Gran Bre­ta­ña-Dina­mar­ca, 2020. Un film escri­to y diri­gi­do por Vig­go Mor­ten­sen. 112 minu­tos. Dis­po­ni­ble en las pla­ta­for­mas digi­ta­les Apple TV app y Telus

Vig­go Mor­ten­sen se ubi­ca por pri­me­ra vez detrás de la cáma­ra e igual­men­te par­ti­ci­pa como actor en Falling enfo­can­do la extre­ma­da­men­te difi­cul­to­sa rela­ción exis­ten­te entre un abne­ga­do hijo y su bru­tal padre.

Lan­ce Hen­rik­sen y Vig­go Mortensen

John (Mor­ten­sen) es un pilo­to cali­for­niano que trae a su hogar de Los Ánge­les a su lon­ge­vo padre Willis (Lan­ce Hen­rik­sen) quien vivien­do en una zona pró­xi­ma a Chica­go ya no se encuen­tra en con­di­cio­nes de seguir explo­tan­do la gran­ja que posee por estar afec­ta­do de demen­cia senil; el pro­pó­si­to del tras­la­do es para que su padre ven­da su pro­pie­dad y resi­da en un hogar cer­ca de su hijo. Des­de el momen­to en que arri­ba a la casa de John, fuer­tes resen­ti­mien­tos del anciano aflo­ran al demos­trar­le el menos­pre­cio que sien­te por su homo­se­xua­li­dad. John, que vive en pare­ja con su noble mari­do Eric (Terry Chen) y la peque­ña hija adop­ti­va Moni­ca (Gabby Velis), debe tole­rar los exabrup­tos de su pro­ge­ni­tor quien ade­más de mos­trar la facha­da de un hom­bre extre­ma­da­men­te homó­fo­bo es ade­más un indi­vi­duo racis­ta y misógino.

Retro­ce­dien­do la acción hacia el pasa­do el joven Willis (Sve­rrir Gud­na­son) aso­ma en prin­ci­pio como buen espo­so de Gwen (Han­na Gross), aun­que su tem­pe­ra­men­tal machis­mo con­du­ce a que ella ter­mi­ne alie­na­da y se sepa­re. Por su par­te, John reci­be duran­te su infan­cia el afec­to de su padre pero ese sen­ti­mien­to se dete­rio­ra por com­ple­to cuan­do en su eta­pa de cre­ci­mien­to sale a relu­cir su orien­ta­ción sexual.

La inter­pre­ta­ción de Mor­ten­sen es inob­je­ta­ble como el hijo que due­ño de gran pacien­cia y tole­ran­cia resis­te los agre­si­vos insul­tos de su pro­ge­ni­tor tenien­do en cuen­ta su ende­ble con­di­ción físi­ca. La gran reve­la­ción es Hen­rik­sen que si bien actuó en pelí­cu­las de rela­ti­va impor­tan­cia aquí se lle­va las pal­mas en su pri­mer rol pro­ta­gó­ni­co; el actor des­lum­bra carac­te­ri­zan­do de mane­ra inten­sa y rea­lis­ta a un indi­vi­duo com­ple­ta­men­te into­le­ran­te, abu­si­vo y viru­len­to que lan­za su pon­zo­ña ape­lan­do a un len­gua­je vul­gar, soez y en cier­tos momen­tos esca­to­ló­gi­co. En un papel de apo­yo se luce Lau­ra Lin­ney ani­man­do a la adul­ta her­ma­na de John.

Mor­ten­sen como rea­li­za­dor evi­den­cia una remar­ca­ble sen­si­bi­li­dad en su con­mo­ve­dor rela­to; la úni­ca obje­ción es la for­ma en que está estruc­tu­ra­do al recu­rrir con dema­sia­da fre­cuen­cia a los flash­backs don­de las idas y vuel­tas tem­po­ra­les dis­traen un poco la debi­da aten­ción. De todos modos, su ópe­ra pri­ma deja una favo­ra­ble impre­sión per­mi­tien­do que el espec­ta­dor se invo­lu­cre en el dra­ma vivi­do por sus dos per­so­na­jes cen­tra­les. En los fac­to­res téc­ni­cos de pro­duc­ción es muy bue­na la foto­gra­fía de Mar­cel Zys­kind así como la músi­ca com­pues­ta por el direc­tor. Jor­ge Gutman