MINARI. US. 2019. Un film escrito y dirigido por Lee Isaac Chung. Duración 115 minutos.
Prestigiado con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance 2020, es ahora con la reapertura de las salas de cine que se podrá juzgar Minari.
Basado en su propia experiencia como hijo de inmigrantes surcoreanos, el director Lee Isaac Chung brinda una conmovedora saga familiar que transcurre en Estados Unidos en la década del 80 centrándose en una familia coreana que como muchos otros inmigrantes de ese país ha llegado a Estados Unidos en procura del sueño americano.
En un guión que le pertenece Chung presenta al núcleo familiar integrado por Jacob (Steven Yeun), su mujer Monica (Yeri Han), sus hijos David (Alan Kim) de 7 años y Anne (Noel Kate Cho) de 11 años. Previamente la familia se había afincado en California pero todo indica que el ambicioso Jacob prefirió trasladar a los suyos a una zona campestre de Arkansas para la explotación de una granja; para ello compró un vasto terreno de tierra a fin de construirla y como vivienda decidió adquirir una casa prefabricada ya instalada en ese campo.
Esencialmente, el relato se centra en la dinámica familiar establecida y en torno a las dificultades que deben superarse para que Jacob pueda concretar su objetivo. Como hombre empeñoso y buen padre de familia anhela lo mejor para los suyos pero se topa con la insatisfacción de su esposa que hubiese preferido seguir en California; en tanto, para subsistir ambos trabajan en un criadero de pollos, no muy alejado de donde habitan. El estado anímico de Monica tiende a cambiar levemente con la llegada de su madre Soon-ja (Yuh-Jung Youn) procedente de Corea del Sur en donde su presencia modifica el orden familiar existente. Esta abnegada anciana tratando de cumplir con su rol de abuela adopta una actitud afectuosa granjeándose el cariño de la familia con excepción de David quien si bien al principio no simpatiza con ella a la postre llegará a conquistarlo.
A pesar de que la cultura del país de origen es muy diferente a la americana, Chung resalta la buena disposición de la vecindad hacia los recién llegados; eso se manifiesta por parte de Paul (Will Patton), un apasionado evangelista que ayuda a Jacob en la siembra del terreno, como así también de los parroquianos de la iglesia cristiana a la que Jacob acude con su familia, recibiendo una cordial bienvenida.
Entre los variados problemas que van surgiendo en la familia se encuentra el soplo cardíaco que afecta a David y un infarto que aqueja a la querendona abuela; a eso se agregan las continuas discusiones que genera Monica al ver los obstáculos que enfrenta su marido para implementar su proyecto debido a la escasez del agua necesaria para humidificar la tierra y por las deudas que él contrae para financiar su anhelado proyecto. A pesar de estas querellas, predomina un sentimiento de cariño y solidaridad para evitar que el matrimonio se disgregue.
No obstante tratarse de un relato muy personal del realizador, esta intimista historia permite llegar a todo tipo de público debido a la humanidad que trasuntan los personajes y la lograda caracterización obtenida por su elenco. Yeun conmueve como el padre que quiere triunfar en la vida y que no concibe que su proyecto fracase, así como Han asume satisfactoriamente la personalidad de un ser conflictivo que llegado el momento de máximo apremio comprende la necesidad de preservar la unidad familiar. Distinción especial merecen las intervenciones de Kim y Yuh-Jung Youn en la tierna relación establecida entre el travieso y pícaro niño ‑el alter ego del realizador-. y su tierna abuela.
De inmejorable factura técnica, sobre todo por la magnífica fotografía de Lachlan Milne, Chung con su óptima puesta escénica y una narración esmeradamente articulada confirma con este cautivante film ser uno de los más importantes directores del cine americano. Jorge Gutman