LE CLUB VINLAND. Canadá, 2020. Un film de Benoît Pilon. Duración: 125 minutos
El período conocido en la provincia de Quebec como el de “la gran oscuridad” es el telón de fondo de Le Club Vinland. Esta remarcable película de Benoît Pilon ilustra la labor desplegada por un devoto educador y la influencia positiva ejercida en su alumnado.
El guión escrito por el realizador junto a Normand Bergeron y Marc Robitaille sitúa la acción en enero de 1949 en el internado colegio religioso St. Antoine ubicado en la localidad de Charlevoix. El padre Jean (Sébastien Ricard) es uno de los profesores con ideas progresistas que se distingue del resto de sus colegas; como un apasionado de la historia y la arqueología considera a los vikingos de Europa liderados por el explorador islandés Leif Erikson, haber sido los primeros que alrededor del año 1000 llegaron a América del Norte desmintiendo así a Cristóbal Colón como su descubridor en 1492. El sacerdote dramatiza ese evento en una representación escolar a la que asisten sus colegas, el padre Léon (Remi Girard) que es el director de la escuela y el rígido y dogmático clérigo visitante Roséau (Guy Thauvette). Al término del espectáculo, este último critica seriamente el contenido del texto al considerarlo pagano y moralmente degradante; en consecuencia advierte al padre Jean que debe abstenerse de cambiar la historia oficial y que su misión consiste exclusivamente en procurar que los alumnos sepan leer y escribir para que en el futuro puedan desempeñarse como eficientes trabajadores y granjeros. Es aquí donde se evidencia en toda su dimensión la filosofía conservadora de la iglesia que imponiendo su propio criterio rige la vida social de la comunidad mediante retrógradas normas y valores que deben ser respetados.
El quiebre del relato se produce con la llegada a la escuela de Émile Lacombe (Arnaud Vachon), un adolescente de 13 años que ha sido enviado por su madre (Émilie Bibeau) con el propósito de que pueda lograr la educación formal que ella no está en condición de proveerle. No pasará mucho tiempo para que este adolescente, conflictuado en sus sentimientos por haber perdido a su padre en la guerra, encuentre en el carismático padre Jean al mentor que habrá de reemplazarlo; ese hecho se manifiesta especialmente cuando en las actividades extraescolares, bajo la guía del querido profesor, Émile con sus compañeros comienzan a rastrear a lo largo del río St. Laurent el posible asentamiento de una colonia de vikingos, según lo descripto en las sagas islandesas. El lazo de Jean con Émile se consolida aún más cuando el maestro le facilita una cámara filmadora despertando en él su amor por el cine.
Con una sobria y clásica puesta escénica, Pilon ofrece un relato que aunque de ficción se asemeja a un documental por su notable autenticidad, constatando cómo la devoción de un docente por sus estudiantes constituye la fuente de inspiración para que éstos puedan aspirar a un prominente porvenir. Al propio tiempo esta aleccionadora historia demuestra cómo hasta en los momentos más sombríos de una época, como la transcurrida en Quebec durante el gobierno del primer ministro Duplessis, puede aparecer la luz que ilumine el sendero con personajes como los del padre Jean. Es importante remarcar que aunque los escándalos de la Iglesia en torno al abuso de menores no constituyen el propósito de este film, Pilon de manera efímera destaca la nefasta presencia del malévolo padre Cyprien (François Papineau)
Además de su impecable realización, el conmovedor film se valoriza por su calificado elenco. En el mejor rol de su carrera Ricard emociona como el benevolente educador vanguardista; a su lado el joven actor Vachon constituye una revelación en su magnífica caracterización de Émile. El veterano Girard sólidamente encarna al director del establecimiento que aunque convencido que el statu quo existente dista de ser satisfactorio, con todo no puede contradecir el mandato conferido por las autoridades eclesiásticas; animando al único personaje femenino Bibeau se destaca como la abnegada madre de Émile. No menos importante es la participación de los juveniles actores que dan vida a los alumnos del colegio.
Como un tributo a los docentes de Quebec, este inspirador y humanista drama histórico satisfará a la audiencia sin que tenga relevancia alguna su fe religiosa o agnosticismo. Jorge Gutman