THE COURIER. Gran Bretaña-Estados Unidos, 2020. Un film de Dominic Cooke
He aquí un relato de delación basado en hechos reales acontecidos durante la Guerra Fría en el que el realizador Dominic Cooke, un aplaudido director teatral de la escena británica, logra un film cautivante.
El acertado guión de Tom O’Connor ubica la historia en 1962 durante la crisis de los misiles cubanos. Debido a informaciones estratégicas recibidas por el gobierno británico acerca de la política del Kremlin en materia nuclear, se realiza una reunión de urgencia en Londres donde participan Dickie Franks, (Angus Wright), funcionario de alto rango del M16 — el servicio de inteligencia secreto del Reino Unido- y Emily Donovan (Rachel Brosnahan), operadora de la CIA. Como consecuencia de la misma se decide contratar los servicios de Greville Wynne (Benedict Cumberbatch), un hombre de familia y modesto vendedor londinense que suele realizar viajes de negocios al bloque comunista. Su misión consiste en trasladarse a Moscú asumiendo el papel de representante comercial para que sigilosamente contacte al coronel ruso Oleg Penkovsky (Merab Ninidze) a fin de obtener la documentación necesaria que refleje las intenciones soviéticas dada la crisis de los misiles en Cuba. En su elevado rango, Penkovsky está hastiado con la política soviética liderada por Nikita Khrushchev (Vladimir Chuprikov); por lo tanto no tiene reparo alguno en traicionarlo por temor a que el programa nuclear de la URSS, pueda repercutir trágicamente en el mundo y es por ello que actúa como espía informante de Occidente.
El relato fundamentalmente se basa en la relación especial que se establece entre Wynne y el doble agente moscovita; a medida que van desarrollándose los escrupulosos y arriesgados encuentros, se va cimentando entre los dos una cálida amistad a pesar de provenir de culturas y actividades profesionales diferentes. Tangencialmente el guión provee escenas de las familias de ambos personajes, en especial la de Wynne cuya esposa (Jessie Buckley) ignorando por completo el motivo de los frecuentes viajes de su esposo a Moscú supone que mantiene un affaire amoroso.
Esta verídica historia, aunque con algunas licencias habituales propias de los relatos de ficción, capta permanentemente la atención del espectador quien se adentra en los dramáticos entretelones que se producen en su desarrollo desembocando en un sombrío y conmovedor desenlace. Este thriller de espionaje, sin ser el mejor de lo visto en el género, conforma plenamente por varias razones; entre las mismas, se encuentra la eficiente realización de Cooke al haber sido capaz de generar un relato fluido con un muy buen suspenso sin sucumbir a efectos sensacionalistas. No menos importante es el nivel de interpretación logrado por Cumberbatch y Ninidze en sus respectivos personajes permitiendo que entre los mismos guarden una remarcable química.
El efectivo montaje de Tariq Anwar y Gareth C. Scales, así como la muy buena fotografía de Sean Bobbitt acrecientan los méritos de The Courier. Jorge Gutman