ABOUT ENDLESSNESS / POUR L’ÉTERNITÉ. Suecia-Noruega-Alemania, 2019. Un film escrito y dirigido por Roy Andersson.
Con el precedente de haber sido galardonado como el mejor director en el Festival de Venecia de 2019, Roy Andersson brinda en About Endlessness (Omdet oändliga) un film extraño, diferente, aunque ciertamente ambicioso.
La película de 75 minutos de duración abarca 32 viñetas que transcurren en su mayor parte en algunas de las ciudades de Suecia. Salvo ciertos episodios que mantienen cierta vinculación entre sí, la mayoría de los mismos son independientes. En todos ellos, el propósito del realizador es el de abordar rasgos del comportamiento humano a través de diferentes situaciones.
El tema de la religión se ilustra enfocando a un sacerdote que se lamenta de que Dios lo haya abandonado; por eso acude a un psiquiatra a fin de solucionar s angustia existencial. La intolerancia queda reflejada en la reproducción del calvario de Cristo, donde en una calle de Estocolmo se ve a un pobre hombre cargando una cruz mientras que una enfurecida multitud estalla a gritos pidiendo que lo crucifiquen. El fanatismo religioso se desnuda en la perturbadora escena donde un padre llorando a más no poder abraza el inerte cuerpo ensangrentando de su hija a la que acuchilló para proteger el honor de su familia. La violencia machista es considerada enfocando a un hombre que en un supermercado delante de un público que lo contempla castiga furiosamente a su mujer diciéndole que la ama. La pena capital se evidencia con un individuo que atado a un poste por varios soldados desesperadamente implora piedad para que no lo ejecuten.
El pasado histórico se trasluce con Hitler que en los últimos días de la guerra arriba a su búnker donde se encuentran tres jerarcas nazis, en tanto que resuenan los bombardeos de las fuerzas aliadas en los últimos días de la Segunda Guerra; en otro fragmento se aprecia a un ejército prisionero derrotado en el conflicto bélico que en medio del rigor invernal se encuentra marchando en las estepas de Siberia.
En una anécdota absurda se observa a un camarero de un restaurante que mientras le está sirviendo vino a un comensal desborda su vaso ensuciando el mantel. El asordinado humor de Andersson queda ilustrado con un paciente que en el consultorio del dentista se niega a recibir la anestesia local para su tratamiento; en consecuencia, cuando el odontólogo comienza el procedimiento, el paciente grita por el dolor que le está causando lo que motiva a que el doctor lo abandone sin querer saber más de él.
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He aquí algunos esbozos banales que se presentan a lo largo del relato. Desde el piso en que trabaja, una ejecutiva observa a través de una ventana los rascacielos de la ciudad. Un hombre guarda su dinero bajo el colchón de su cama porque no confía en las instituciones bancarias. Un padre en medio de una lluvia torrencial lleva a su hijita a una fiesta de cumpleaños, deteniéndose en el trayecto para atarle el cordón de su zapato. Una joven que arriba a la estación de un tren no encuentra a la persona que debía aguardarla; posteriormente, un hombre que se supone ser su pareja llega corriendo para recogerla. Habiéndosele roto la suela de uno de sus zapatos una mujer opta por caminar descalza. Al descomponérsele el coche que manejaba a lo largo de una ruta aislada, su conductor intenta arreglar el desperfecto.
Una viñeta conmovedora es la que presenta a un padre y una madre en un cementerio, donde el hombre recoge el ramo de flores que porta su esposa para colocarlo en la tumba de su hijo muerto en la guerra, al mismo tiempo que ambos expresan el gran amor que sienten por él.
Algunos de los episodios son narrados en off por una mujer (Jessica Louthander) sin que ello se justifique porque lo que se ve en pantalla es suficientemente evidente y no requiere comentario adicional.
En más de una oportunidad la cámara del director se mantiene fija para transmitir con mayor intensidad los fotogramas de las viñetas expuestas. En ese quehacer cabe destacar la proeza visual de la escena inicial donde Andersson enfoca a una pareja de amantes que va flotando en el aire sobre una ciudad en ruinas a causa de la guerra; esa imagen ofrece una deslumbrante belleza pictórica que probablemente el genial Marc Chagall habría gustado plasmar en la tela.
Andersson confirma una vez más que es un remarcable realizador demostrándolo con su esmerada dirección artística mediante una notable puesta escénica. Aunque su trabajo es ciertamente estimulante, las numerosas minihistorias contenidas en el guón de breve duración no permiten alcanzar el impacto necesario. De todos modos, este anticonvencional caleidoscopio se deja ver e indudablemente los cinéfilos seguidores del realizador no quedarán defraudados. Jorge Gutman