Dos Icó­ni­cas Personalidades

TRU­MAN & TEN­NES­SEE: AN INTI­MA­TE CON­VER­SA­TION. Esta­dos Uni­dos, 2020. Un film de Lisa Immor­dino Vree­land. 85 minutos.

Tru­man Capo­te y Ten­nes­see Williams, dos icó­ni­cas per­so­na­li­da­des de la lite­ra­tu­ra ame­ri­ca­na del pasa­do siglo, son con­si­de­ra­dos por Lisa Immor­dino Vree­land en este docu­men­tal. Para lograr su pro­pó­si­to, la rea­li­za­do­ra se ha nutri­do de impor­tan­te mate­rial de archi­vo y extrac­tos de car­tas, memo­rias y libros de ambos auto­res trans­mi­ti­dos a tra­vés de las voces de Zachary Quin­to (Williams) y Jim Par­sons (Capo­te).

Ten­nes­see Williams y Tru­man Capote

Hay varios ele­men­tos que ase­me­jan a ambos auto­res; los dos pro­vie­nen del sur de Esta­dos Uni­dos, atra­ve­sa­ron una eta­pa de com­pli­ca­da rela­ción con sus fami­lia­res, no ocul­ta­ron su homo­se­xua­li­dad así como fue­ron pro­cli­ves al con­su­mo de alcohol y bar­bi­tú­ri­cos. Como escri­to­res logra­ron su con­sa­gra­ción en la déca­da del 40, en el caso de Williams con su remar­ca­ble pie­za The Glass Mena­ge­rie (1944) y Capo­te con su auto­bio­gra­fía Other Voi­ces, Other Rooms (1948).

Lo más rele­van­te del docu­men­tal sur­ge a tra­vés de las entre­vis­tas tele­vi­si­vas rea­li­za­das por David Frost y Dick Cavett a estos dra­ma­tur­gos don­de sepa­ra­da­men­te cada uno de ellos, pro­vis­tos de abso­lu­ta fran­que­za se refie­ren a dife­ren­tes aspec­tos de su vida per­so­nal y profesional.

En el caso de Williams, mani­fies­ta su admi­ra­ción por Anton Che­jov cuya obra le sir­vió de influen­cia en su voca­ción de escri­tor; hacien­do alu­sión a la vio­la­ción que pre­do­mi­na en algu­nos de sus tra­ba­jos seña­la que todos somos víc­ti­mas de la vio­la­ción dado que en su opi­nión la socie­dad vio­la al indi­vi­duo; tam­bién men­cio­na su des­agra­do a algu­nas de las adap­ta­cio­nes cine­ma­to­grá­fi­cas de sus pie­zas que debi­do a la cen­su­ra impe­ran­te de la épo­ca apa­re­cen sani­ti­za­das en su con­clu­sión. Cuan­do se le pre­gun­ta si aca­so tuvo en men­te quie­nes serían los acto­res que inter­pre­ta­rían sus pie­zas para el cine, él res­pon­de que úni­ca­men­te tuvo en cuen­ta a Mar­lon Bran­do y Anna Mag­na­ni para el film The Fugi­ti­ve Kind. Curio­sa­men­te, a pesar de los gran­des elo­gios reci­bi­dos por la crí­ti­ca espe­cia­li­za­da, la mis­ma ter­mi­nó por encar­ni­zar­lo des­pués de 1961.

Por su par­te Capo­te expre­sa sus pun­tos de vis­ta acer­ca del amor, el sexo, la amis­tad, fama, repu­tación, como así tam­bién algu­nos temas refe­ri­dos a sus tra­ba­jos lite­ra­rios, entre ellos su obra maes­tra In Cold Blood; ade­más comen­ta su frus­tra­ción por no haber sido Marilyn Mon­troe la pro­ta­go­nis­ta de la ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca de su obra Break­fast at Tif­fan­y’s, dado que los pro­duc­to­res deci­die­ron que fue­ra Audrey Hep­burn.

Hacien­do alu­sión a su títu­lo el docu­men­tal más que refle­jar una ínti­ma con­ver­sa­ción de estos pro­mi­nen­tes auto­res, des­ta­ca los alti­ba­jos vivi­dos en la rela­ción que man­tu­vie­ron. Capo­te cono­ció a Williams a los 16 años y no obs­tan­te haber sido menor que él en 13 años sur­gió entre ambos una amis­tad basa­da en el amor por la lite­ra­tu­ra. Con todo, a lo lar­go del tiem­po Capo­te evi­den­ció un mar­ca­do celo por el éxi­to pro­fe­sio­nal de su ami­go y comen­zó a resen­tir­lo al pun­to tal que en cier­to momen­to decla­ra que su rival no es muy inte­li­gen­te; a todo ello, Williams repli­ca seña­lan­do que Capo­te es un men­ti­ro­so; más allá de las adu­la­cio­nes y los insul­tos pro­li­fe­ra­dos entre ambos, en el fon­do de ese tumul­tuo­so víncu­lo pre­do­mi­nó un pro­fun­do afec­to y mutuo respeto.

El docu­men­tal se com­ple­men­ta con varios clips de fil­mes que han sido adap­ta­dos de los tra­ba­jos de ambos. En el caso de Williams se inclu­yen A Street­car Named Desire, The Rose Tat­too, Baby Doll, Cat on a Hot Tin Roof, Sud­denly Last Sum­mer, The Fugi­ti­ve Kind, The Roman Spring of Mrs Sto­ne, Sweet Bird of Youth, The Night of the Igua­na y The Glass Mena­ge­rie en su ver­sión tele­vi­si­va con Kathe­ri­ne Hep­burn. Por el lado de Capo­te se mues­tran esce­nas de Break­fast at Tif­fanys e In Cold Blood.

El docu­men­tal, más apro­pia­do para la tele­vi­sión que para el cine, resul­ta atrac­ti­vo aun­que al mar­gen de cier­tas anéc­do­tas no agre­ga algo tras­cen­den­te que fue­se des­co­no­ci­do por el espec­ta­dor. De todos modos, la rea­li­za­do­ra pro­vee un buen entre­te­ni­mien­to que segu­ra­men­te apre­cia­rá el públi­co aman­te de la lite­ra­tu­ra, el tea­tro y el cine. Jor­ge Gutman