FATHERHOOD. Estados Unidos, 2020. Un film de Paul Weitz. 110 minutos. Disponible en Netflix
Como su título lo indica, este film de Paul Weitz se centra en la paternidad, más específicamente en la condición de ser padre a través de un relato de ficción basado en una historia real. Fatherhood se basa en el libro “Two Kisses for Maddy: A memoir of Loss & Love” escrito por Matthew Logelin en el que transmite su experiencia personal frente a la circunstancia que el destino le impuso para actuar como padre y madre a la vez de su querida hijita.
Aunque el guión del realizador escrito con Dana Stevens es sencillo lo que prima en este relato es la sinceridad con que Weitz transmite la singular experiencia vivida por Logelin que en la ficción es animado por Kevin Hart. Residiendo en Boston con su querida esposa Liz (Deborah Ayorinde) Matt transmite en su rostro la dicha que le embarga frente a la inminencia del nacimiento del primer hijo. Esa felicidad se trastoca cuando momentos después del satisfactorio parto con la llegada de Maddy al mundo, Liz muere de una embolia pulmonar. El dolor de Matthew es inmenso y a la vez compartido por los familiares que han llegado de Minneapolis para conocer a la bebita. Dado que su madre (Thedra Porter) y sobre todo su suegra (Alfre Woodard) son conscientes de que Matthew no está suficientemente preparado para valerse por sí solo en atender a la pequeña, le sugieren que por un período de 6 meses se traslade a Minnesota para que ellas puedan cuidarla. Sin embargo él se opone a la idea, decidido a asumir la total responsabilidad de su hijita.
Durante la primera mitad del relato se asiste a todos los pormenores propios del cuidado de la criatura, que no resulta necesario describirlos, y cómo Matthew se debe arreglar para superar los inconvenientes que se van presentando; para ello este devoto papá cuenta con el apoyo incondicional que le brindan sus dos queridos amigos Jordan (Lil Rel Howery) y Oscar (Anthony Carrigan) así como en su trabajo es apoyado por la benevolente actitud de su jefe (Paul Reiser) quien le ofrece varias semanas de asueto para que pueda desempeñarse apropiadamente con la criatura.
La segunda parte transcurre varios años después donde Maddy (Melody Hurd) es una prodigiosa niña que adora a su padre y reconoce todo lo que él hace por ella. Ese tierno vinculo paterno-filial reboza completa genuinidad donde para Matthew su hija es la prioridad absoluta en su vida; eso se lo hace saber a Swan (DeWanda Wise) una joven con quien ha comenzado un vínculo sentimental y que simpatiza plenamente con Maddy.
No obstante su trasfondo dramático, Weitz ha sabido equilibrar su narración con la comedia a través de algunas situaciones graciosas que se presentan en la dinámica entablada entre padre e hija, como por ejemplo la insistencia de la niña en vestir pantalones en lugar de pollera en el colegio católico donde asiste; pero también hay momentos de emoción en ese cálido vínculo; a ello cabe agregar la relación entablada por Matthew con su noble suegra a pesar de algunas diferencias existentes como así también la de esta entrañable abuela con su nieta.
La sobria actuación de Hart unida a la estupenda prestación ofrecida por la talentosa Hurd y la humana composición ofrecida por Woodard permiten que sin mayores pretensiones este afable y cándido relato impregnado de cierta melancolía pueda ser gratamente apreciado. Jorge Gutman