Una His­to­ria Inverosímil

ADIEU LES CONS. Fran­cia, 2020. Un film de Albert Dupon­tel. 87 minutos

Con el pre­ce­den­te de haber obte­ni­do varios pre­mios Cesar, entre otros el de mejor film y mejor direc­ción de 2020, el públi­co cana­dien­se pue­de aho­ra juz­gar Adieu Les Cons. Habien­do sido cali­fi­ca­do por el direc­tor Albert Dupon­tel como una “tra­ge­dia bur­les­ca” el film fluc­túa entre varios géne­ros, inclu­yen­do humor negro, come­dia, sáti­ra y dra­ma social den­tro del mar­co de una irre­ve­ren­te fantasía.

Vir­gi­nie Efi­ra y Albert Dupontel

La pri­me­ra esce­na pre­sen­ta a Suze Tra­pet­to (Vir­gi­nie Efi­ra) una pelu­que­ra de 43 años que al visi­tar a su médi­co éste le diag­nos­ti­ca poco tiem­po de vida debi­do a una enfer­me­dad auto­in­mu­ne pro­du­ci­da por los efec­tos del espray emplea­do en su salón de belle­za. Esa noti­cia des­pier­ta su ins­tin­to mater­nal impul­sán­do­la a tra­tar de ubi­car a su hijo que había naci­do cuan­do ella era una ado­les­cen­te de 15 años y que fue dado en adop­ción debi­do a la pre­sión ejer­ci­da por sus padres.

Simul­tá­nea­men­te el guión del rea­li­za­dor escri­to con Xavier Nemo y Mar­cia Romano pre­sen­ta a Jean-Bap­tis­te Cuchas ‑alias JB- (inter­pre­ta­do por Dupon­tel), un fun­cio­na­rio públi­co del depar­ta­men­to de sani­dad de apro­xi­ma­da­men­te 50 años; a él le es enco­men­da­do la misión de entre­nar a un joven emplea­do, don­de todo pare­ce indi­car que habrá de reem­pla­zar­lo en sus fun­cio­nes a pesar de desem­pe­ñar­se como remar­ca­ble exper­to en infor­má­ti­ca. Fren­te a esta noti­cia devas­ta­do­ra deci­de sui­ci­dar­se pero al apun­tar su fusil para hacer­lo el tiro no da en el blan­co, pro­du­cien­do en cam­bio un des­tro­zo en su ofi­ci­na eli­mi­nan­do una de las pare­des que sepa­ra el lugar de tra­ba­jo de Suze. Al ser res­ca­ta­do por ella del lugar, la mujer le pide que le ayu­de a bus­car el expe­dien­te que le per­mi­ta ubi­car a su hijo; a cam­bio de esa tarea, tes­ti­mo­nia­rá a favor suyo ates­ti­guan­do que JB no es un delin­cuen­te terro­ris­ta sino que lamen­ta­ble­men­te inten­tó poner fin a su vida pro­vo­can­do un gra­ve accidente.

De allí en más ambos des­co­no­ci­dos jun­to con Blin (Nico­las Marié), un no viden­te rele­ga­do a los ser­vi­cios de archi­vo de una depen­den­cia públi­ca, se ponen en acción a fin de dar con el para­de­ro del hijo de Suze; para ello pre­via­men­te tie­nen que encon­trar su par­ti­da de naci­mien­to, tarea para la cual deben enfren­tar los obs­tácu­los de una buro­cra­cia admi­nis­tra­ti­va; a todo ello, el trío está al ace­cho de la per­se­cu­ción poli­cial que inten­ta cap­tu­rar a JB.

Las peri­pe­cias atra­ve­sa­das por los per­so­na­jes de esta rocam­bo­les­ca aven­tu­ra ori­gi­nan situa­cio­nes deci­di­da­men­te absur­das, anár­qui­cas y cier­ta­men­te incon­sis­ten­tes don­de con algu­nos gags físi­cos, el rea­li­za­dor pro­cu­ra pro­vo­car comi­ci­dad aun­que no siem­pre logra encon­trar el jus­to tono; en todo caso, dejan­do a un lado las ins­tan­cias ridí­cu­las, la úni­ca for­ma de apre­ciar la pelí­cu­la es el de dejar­se lle­var sin tener en con­si­de­ra­ción su racio­na­li­dad lógica.

Lo más impor­tan­te del film radi­ca en su men­sa­je. Así, ape­lan­do a un enfo­que surrea­lis­ta Dupon­tel lan­za sus dar­dos crí­ti­cos a algu­nos aspec­tos de la era actual expo­nien­do una socie­dad hiper tec­no­ló­gi­ca y des­hu­ma­ni­za­da don­de el indi­vi­duo es mera­men­te un obje­to en el mer­ca­do de tra­ba­jo; no menos tras­cen­den­te es la injus­ti­cia pre­do­mi­nan­te con res­pec­to a los seres mar­gi­na­li­za­dos del medio social, como así tam­bién la vio­len­cia poli­cial mani­fes­ta­da en varias secuen­cias del rela­to. Los ele­men­tos cita­dos con­du­cen a que el direc­tor impreg­ne en esta his­to­ria un mar­ca­do nihi­lis­mo que que­da tras­lu­ci­do en la esce­na final. Jor­ge Gutman