IL ÉTAIT UNE FOIS DANS L’EST. Rusia, 2019. Un film escrito y dirigido por Larisa Sadilova
Después de su estreno mundial en Cannes en 2019 ahora se puede juzgar Il était une fois dans l’est cuyo tema se centra en la relación adúltera de dos personas, cada una de las mismas respectivamente casadas.
La directora y guionista Larisa Sadilova ubica la acción en el tranquilo pueblo de Trubchevsk ‑al suroeste de Moscú- donde reside Anna (Kristina Schneider) con su esposo Yury (Yury Kiselev), su hijita pre-púber y su entrometida suegra, Ella se dedica a tejer guantes y bufandas para revenderlas en las tiendas de Moscú; es por esa razón que su marido periódicamente la acompaña a la estación de buses convencido de que Anna viaja directamente a la capital de Rusia. Pero la realidad es diferente porque a medio camino la mujer desciende del ómnibus donde la aguarda su amante camionero (Egor Barinov) ‑cuyo nombre nunca es mencionado– que además vive al lado de su casa con su esposa Tamara (Maria Semyonova) y un hijo adolescente. Los sucesivos viajes de los amantes en el camión son amenizados con paradas para comer y alternar estos encuentros en una habitación de algún hotel de la ruta para amarse sin interferencia alguna.
Anna cree que ha llegado el momento de decirle a su marido lo que está sucediendo y cuando ya está decidida a hacerlo en una reunión de familia festejando el año nuevo, se arrepiente y calla. El camionero por su parte promete a Anna que también le hará saber a Tamara que está enamorado de otra mujer pero esa promesa se va postergando indefinidamente.
La verdad sale a relucir cuando Yury descubre el affaire lo que obliga a Anna a dejar su hogar para residir en una vivienda ubicada en un lugar perdido del mapa que su amante le ha procurado y que pertenece a una parlanchina anciana de 83 años. Al poco tiempo Tamara también se impone que su marido la engaña con Anna pero pareciera aceptar la situación creyendo que él no seguirá viéndola, además ella le pide que lo más conveniente es mudarse del lugar donde están viviendo. El adulterio concluye cuando Anna, sintiéndose aislada donde vive, está convencida que su amante nunca dejará a su esposa y por lo tanto retorna a su hogar para nuevamente convivir con su esposo e hija.
La infidelidad aquí presenciada nunca alcanza verdadera envergadura dramática como por ejemplo acontecía con el film La femme d’ à côté (1981) de François Truffaut donde se asiste al vínculo pasional de dos ex-amantes viviendo en casas vecinas con sus respectivos cónyuges. En la película de Sadilova la relación de los adúlteros esposos carece de la intimidad necesaria como así tampoco es lo suficientemente romántica. De todos modos, sin mayor grandilocuencia y con total sencillez, el film se deja ver por la sólida actuación de Schneider, a pesar de que no resulta fácil simpatizar con su personaje; en tal sentido habría sido interesante que la directora en su condición de guionista incluyera alguna faceta de la relación de Anna con su marido a fin de comprender mejor qué es lo que la ha impulsado a serle infiel. En el reducido elenco igualmente se destaca Kiselev como el patético marido decidido a perdonar a su mujer, en tanto que Barinov y Semyonoa se desempeñan correctamente.
La realizadora someramente ilustra a la gente del pequeño pueblo donde todo el mundo se conoce; con todo, cabe admitir que resulta agradable comprobar la alegría de sus habitantes celebrando con música y canciones el 75° aniversario de la liberación de los alemanes nazis. Jorge Gutman
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