Edul­co­ran­te Come­dia Dramática

ENVO­LE-MOI /FLY ME AWAY. Fran­cia-Ita­lia, 2021. Un film de Chris­tophe Barra­tier. 90 minutos

Basa­da en una nove­la ale­ma­na publi­ca­da en 2013 de Lars Amend y Daniel Meyer, el direc­tor Chris­tophe Barra­tier ofre­ce en Envo­le-Moi una come­dia dra­má­ti­ca bien inten­cio­na­da aun­que débil­men­te lograda.

Resul­ta difí­cil no aso­ciar este film con el emo­ti­vo Intou­cha­bles (2011)l de Oli­vier Naka­che y Eric Tole­dano, don­de un joven ser­vi­dor negro actúa como fiel cui­da­dor de un madu­ro indi­vi­duo para­plé­ji­co blan­co; en este caso la dife­ren­cia estri­ba en que el blan­co es un mucha­cho inma­du­ro que tie­ne como misión ocu­par­se de un niño negro enfermo.

Vic­tor Bel­mon­do y Yoann Eloundou

El guión del rea­li­za­dor escri­to con Matthieu Dela­por­te y otros dos cola­bo­ra­do­res intro­du­ce a Tho­mas (Vic­tor Bel­mon­do) de 26 años quien es huér­fano de madre y vive com­ple­ta­men­te des­preo­cu­pa­do con el apo­yo finan­cie­ro de su padre Reinhard (Gérard Lan­vin) quien es un pres­ti­gio­so ciru­jano. Cuan­do Tho­mas pro­du­ce un acci­den­te con su coche cau­sa­do por su irres­pon­sa­ble mane­jo, su pro­ge­ni­tor deci­de cor­tar­le los víve­res, a menos que acep­te ayu­dar a Mar­cus (Yoann Eloun­dou), un niño de 12 años que es uno de sus pacien­tes sufrien­do des­de su naci­mien­to una mal­for­ma­ción car­día­ca que le gene­ra com­pli­ca­cio­nes adicionales.

Vien­do que no tie­ne alter­na­ti­va posi­ble, Tho­mas sin expe­rien­cia algu­na en la mate­ria toma a su car­go la tarea de aten­der a Mar­cus tenien­do en cuen­ta las indi­ca­cio­nes que su madre (Marie-Soh­na Con­dé) le pro­vee; entre las mis­mas se halla la de pres­tar aten­ción a las pas­ti­llas que el chi­co debe inge­rir dia­ria­men­te, evi­tar­le fuer­tes emo­cio­nes, pres­cin­dir de acti­vi­da­des depor­ti­vas y muy espe­cial­men­te sumi­nis­trar­le el oxí­geno nece­sa­rio que Mar­cus por­ta con­si­go por si lle­ga a expe­ri­men­tar difi­cul­ta­des res­pi­ra­to­rias. Como es pre­vi­si­ble, la rela­ción ini­cial de des­con­fian­za y aprehen­sión mutua, con el correr de los días se va tra­du­cien­do en un lazo de fra­ter­nal amis­tad, a pesar de la dife­ren­cia de edad; así cada uno apren­de­rá algo del otro como es el caso de Tho­mas encon­tran­do en su tarea con el niño la madu­rez nece­sa­ria de apor­tar uti­li­dad a su vida, en tan­to que Mar­cus halla en su cui­da­dor a la per­so­na que le hace son­reír y per­mi­tir que a pesar de su enfer­me­dad tra­ta­ble pero no cura­ble expe­ri­men­te la ale­gría de vivir.

El pro­ble­ma de este livia­nol film no resi­de en que la his­to­ria resul­te dema­sia­do fami­liar, dado que la nove­la se ins­pi­ra en un caso real, sino en su tra­ta­mien­to poco sutil y exce­si­va­men­te edul­co­ran­te que tra­tan­do de crear la emo­ción de mane­ra no genui­na, a la pos­tre afec­ta su cre­di­bi­li­dad. A su favor cabe des­ta­car las muy bue­nas actua­cio­nes de Bel­mon­do y de Eloun­dou en su pri­me­ra incur­sión cine­ma­to­grá­fi­ca, así como la de Con­dé en un papel de apo­yo; de todos modos ese fac­tor posi­ti­vo no alcan­za a com­pen­sar la fal­ta de con­vic­ción nece­sa­ria para que esta pelí­cu­la lle­gue a satis­fa­cer como debie­ra. Jor­ge Gutman