La Rei­na del Soul

RES­PECT. Esta­dos Uni­dos, 2021. Un film de Lie­si Tommy. 143 minutos

Jen­ni­fer Hud­son, quien obtu­vo un Oscar como mejor actriz de repar­to en Dream­girls (2006), des­te­lla en Res­pect refle­jan­do en su con­di­ción de intér­pre­te y can­tan­te a la indis­cu­ti­ble Rei­na del Soul Aretha Fran­klin (1942 – 2018). Sin imi­tar­la y valién­do­se de su pro­pio esti­lo Hud­son rin­de un hono­ra­ble y mere­ci­do tri­bu­to a la recor­da­da y admi­ra­da can­tan­te afro­ame­ri­ca­na al trans­mi­tir mara­vi­llo­sa­men­te su legado.

Jen­ni­fer Hudson

La rea­li­za­do­ra Lie­si Tommy en su pri­mer lar­go­me­tra­je se vale del guión per­ge­ña­do por Tra­cey Scott Wil­son para ofre­cer un tra­di­cio­nal rela­to bio­grá­fi­co, enfo­can­do poco más de dos déca­das de la vida de Aretha. A par­tir de su niñez trans­cu­rri­da en Detroit, a los 9 años de edad (expre­si­va com­po­si­ción de Skye Dako­ta Tur­ner) demues­tra sus apti­tu­des para el can­to de la músi­ca gós­pel en la igle­sia bau­tis­ta New Bethel don­de su padre C.L. Fran­klin (mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción de Forest Whi­ta­ker) es el pas­tor. Habien­do su madre Bar­ba­ra (Audra McDo­nald) deja­do el hogar por infi­de­li­dad de su espo­so, la niña es cria­da por su pro­ge­ni­tor quien si bien la quie­re, al pro­pio tiem­po de pre­di­car la biblia es inca­paz de pro­te­ger­la ade­cua­da­men­te al pun­to tal que a los 12 años lle­ga a ser vio­la­da en su pro­pio hogar por un ami­go de la fami­lia deján­do­la embarazada.

En los años 60 la adul­ta Aretha (Hud­son) es una sen­sa­ción cau­ti­van­do a los feli­gre­ses de la igle­sia con sus can­cio­nes al pro­pio tiem­po que des­pier­ta el inte­rés de los eje­cu­ti­vos de las empre­sas gra­ba­do­ras de Nue­va York comen­zan­do con Colum­bia Records y pos­te­rior­men­te con Atlan­tic Records. A todo ello su pri­mer mari­do Ted Whi­te (Mar­lon Wayans) es quien se con­vier­te en su mana­ger ocu­pán­do­se de los con­tra­tos con­cer­nien­tes a regis­tros dis­co­grá­fi­cos y actua­cio­nes en públi­co, nego­cian­do con el impor­tan­te pro­duc­tor musi­cal Jerry Wex­ler (Marc Maron) quien logra que ella se con­vier­ta en una res­plan­de­cien­te y autén­ti­ca estre­lla inter­na­cio­nal del soul con actua­cio­nes en el Madi­son Squa­re y el Olym­pia de París, entre otros impor­tan­tes esce­na­rios del mun­do. Si bien duran­te par­te de su exis­ten­cia tuvo que sopor­tar el auto­ri­ta­ris­mo de su padre, en su rela­ción con­yu­gal con Ted sufrió las duras aspe­re­zas de tener a su lado a un mari­do domi­nan­te, teme­ra­rio y violento.

El film des­ti­na una bre­ve par­te del metra­je expo­nien­do a Aretha como ardien­te acti­vis­ta de los dere­chos cívi­cos de los afro­ame­ri­ca­nos en pro­cu­ra de jus­ti­cia social fren­te a la dis­cri­mi­na­ción racial exis­ten­te; en tal carác­ter como gran admi­ra­do­ra y ami­ga del vene­ra­ble Mar­tin Luther King Jr. (Gil­bert Glenn Brown), uno de los momen­tos más emo­ti­vos del rela­to se pro­du­ce en el home­na­je que ella le rin­de can­tan­do en su fune­ral des­pués de su cruen­to asesinato.

En lo que hace a la tra­ma pro­pia­men­te dicha, no obs­tan­te su lar­ga dura­ción, el guión resul­ta un tan­to esque­má­ti­co al no con­si­de­rar con mayor pro­fun­di­dad los demo­nios inte­rio­res que pla­ga­ron la exis­ten­cia de la artis­ta así como los moti­vos que la vuel­can a no cum­plir con algu­nas fechas fija­das para sus con­cier­tos y su adic­ción a la bebi­da. Sin embar­go la rique­za del film se encuen­tra en la músi­ca y en la mara­vi­llo­sa pres­ta­ción de Hud­son ento­nan­do algu­nas de las céle­bres can­cio­nes de Fran­klin, en algu­nos casos acom­pa­ña­da de sus her­ma­nas (Say­con Seng­bloh y Hai­ley Kil­go­re); entre los núme­ros musi­ca­les se encuen­tran Chain of Fools, Think (You Make Me Feel Like) a Natu­ral Woman, I Never Loved a Man (The Way I Love You) y obvia­men­te Res­pect cuya gra­ba­ción en 1967 cons­ti­tu­yó la con­sa­gra­ción de Aretha.

Con bue­nos valo­res de pro­duc­ción recrean­do la épo­ca en que trans­cu­rre esta his­to­ria, que­da como resul­ta­do un film que mere­ce la pena ser vis­to aun­que más no fue­ra por apre­ciar a Hud­son, sin duda mere­ce­do­ra de un Oscar, quien se sumer­ge por com­ple­to en la piel de la encum­bra­da voca­lis­ta. Jor­ge Gutman