Eva­lua­ción de Fil­mes Vis­tos en el TIFF 2021 (1)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

Muri­na (Croa­cia-Bra­sil-Esta­dos Unidos-Eslovenia)

Con los bue­nos ante­ce­den­tes de haber obte­ni­do la Cáma­ra de Oro al mejor pri­mer film exhi­bi­do en el recien­te fes­ti­val de Can­nes y con Mar­tin Scor­ce­se como pro­duc­tor eje­cu­ti­vo lle­ga al TIFF Muri­na de la novel direc­to­ra Anto­ne­ta Ala­ma Kusi­ja­no­vić. En un guión que le per­te­ne­ce con la cola­bo­ra­ción de Frank Gra­ziano, la his­to­ria rela­ta­da per­mi­te crear en su ini­cio una sutil ten­sión que se va inten­si­fi­can­do a lo lar­go de su desarrollo.

Muri­na

La acción trans­cu­rre en una idí­li­ca isla croa­ta don­de su visión se ase­me­ja a una foto­gra­fía turís­ti­ca que invi­ta a visi­tar sus her­mo­sas pla­yas fren­te al inten­so mar azul. Allí habi­ta la joven Juli­ja (Gra­ci­ja Fili­po­vić) con su padre Ante (Leon Lučev) y su madre Nela (Dani­ca Cur­cic). La espe­cial atrac­ción que el mar ejer­ce en Juli­ja la moti­va a zam­bu­llir­se con fre­cuen­cia, com­pen­san­do en par­te el des­con­ten­to que expe­ri­men­ta. Des­de el comien­zo se hace evi­den­te cómo ella sufre inte­rior­men­te el bru­tal tra­to que le dis­pen­sa su auto­ri­ta­rio pro­ge­ni­tor a la vez que con­tem­pla cómo su madre lo tole­ra some­tién­do­se a su volun­tad sin protestar.

El rela­to adquie­re fuer­za cuan­do Javier (Cliff Cur­tis) arri­ba al lugar: él es un empre­sa­rio millo­na­rio y ami­go de juven­tud de Ante quien lo ha invi­ta­do para pro­po­ner­le su aso­cia­ción en un ambi­cio­so pro­yec­to que con­sis­te en trans­for­mar la isla en un paraí­so turís­ti­co que habrá de redi­tuar­les un gran bene­fi­cio. A par­tir de allí se va crean­do un cli­ma enra­re­ci­do cuan­do Nela comien­za a flir­tear con Javier y al pro­pio tiem­po Juli­ja ve en el hués­ped la for­ma de poder libe­rar­se de su bru­tal padre. Es aquí que se pro­du­ce el enfren­ta­mien­to de las dos muje­res tra­tan­do de sedu­cir a Javier como así tam­bién la vio­len­ta reac­ción de Ante al des­cu­brir las inten­cio­nes de su hija. De este modo el film va adqui­ri­len­do el carác­ter de un thri­ller en don­de todo está pre­pa­ra­do para que la tóxi­ca rela­ción de la mucha­cha con su padre lle­gue a estallar.

El elen­co se desem­pe­ña remar­ca­ble­men­te des­ta­can­do en espe­cial la nota­ble carac­te­ri­za­ción de Fili­po­vić como la joven ansio­sa de lograr su inde­pen­den­cia así como la de Lučev ani­man­do al des­pre­cia­ble machis­ta quien es cons­cien­te de que su fami­lia lo detes­ta. Por su par­te la foto­gra­fía de Hélè­ne Lou­vart cap­ta mag­ní­fi­ca­men­te la belle­za de la isla real­za­da por el colo­ri­do del ardien­te mar que se con­vier­te en un per­so­na­je adi­cio­nal de esta historia.

Este dra­ma croa­ta demues­tra la inusual madu­rez de Kusi­ja­no­vić como rea­li­za­do­ra cons­ti­tu­yen­do una muy bue­na car­ta de pre­sen­ta­ción para sus futu­ros proyectos.

Futu­ra (Ita­lia)

Pie­tro Mar­ce­llo, Ali­ce Roh­wa­cher y Fran­ce­so Mun­zi, tres impor­tan­tes direc­to­res de Ita­lia de la pre­sen­te gene­ra­ción, efec­túan un via­je a tra­vés del país con el pro­pó­si­to de entre­vis­tar a ado­les­cen­tes y jóve­nes entre 15 y 20 años de edad a fin de reca­bar sus pun­tos de vis­ta sobre cómo avi­zo­ran el futuro.

Futu­ra

Ese reco­rri­do a lo lar­go de Ita­lia que comen­zó en febre­ro de 2020 abar­có dife­ren­tes zonas urba­nas como asi­mis­mo rura­les de Roma, Milán, Nápo­les, Pisa, Turín, Savo­na, Vene­cia, Tren­to, Tre­vi­so, Pisa, Caglia­ri, Viter­bo, y Bres­cia; en esas entre­vis­tas que se rea­li­zan en gru­pos se detec­tan jóve­nes de dife­ren­te con­di­ción social, eco­nó­mi­ca e inte­lec­tual, quie­nes en mayor o menor gra­do res­pon­den a las pre­gun­tas de sus interlocutores.

Algu­nas res­pues­tas se carac­te­ri­zan por un mar­ca­do pesi­mis­mo al enfa­ti­zar que se vive en una socie­dad muy indi­vi­dua­lis­ta con un mun­do en deca­den­cia y sin aguar­dar mejo­ras en tal sen­ti­do. Otras opi­nio­nes coin­ci­den en afir­mar que no hay gran espe­ran­za de con­ce­bir un futu­ro pro­mi­so­rio en la Ita­lia actual y que resul­ta­ría con­ve­nien­te tra­ba­jar en el exte­rior. En el comen­ta­rio sobre las redes socia­les resul­ta intere­san­te escu­char cómo varios jóve­nes sos­tie­nen que las mis­mas cons­ti­tu­yen una pla­ga que alie­na a la per­so­na sin con­du­cir a algo posi­ti­vo y por lo tan­to es nece­sa­rio afir­mar­se en la vida real; indi­rec­ta­men­te hay refe­ren­cias acer­ca de cómo la tec­no­lo­gía afec­ta las rela­cio­nes personales.

La nece­si­dad de obte­ner en el futu­ro un buen tra­ba­jo que per­mi­ta una vida dig­na es lo que esta juven­tud aspi­ra pero para varios sub­sis­te la duda de si real­men­te una bue­na for­ma­ción aca­dé­mi­ca per­mi­ti­rá lograr­lo. En cuan­to a la pro­fe­sión que les gus­ta­ría ejer­cer, las res­pues­tas varían inclu­yen­do la de tra­ba­jar de actor en la tele­vi­sión, ser fut­bo­lis­ta, desem­pe­ñar­se como cri­mi­nó­lo­go foren­se, aspi­rar a ser médi­co, lograr ser exper­ta en belle­za, etc.

La pan­de­mia no se encuen­tra ausen­te del repor­ta­je y en ese aspec­to no hay res­pues­ta pre­ci­sa de cómo será el mun­do una vez que esta pesa­di­lla con­clu­ya; de todos modos, los vene­cia­nos lamen­tan la mane­ra en que el mal­di­to Covid afec­tó al turis­mo de la región que cons­ti­tu­ye su prin­ci­pal fuen­te de recursos.

De modo gene­ral que­da la impre­sión de las ansie­da­des, sue­ños y temo­res de una juven­tud cuya res­pues­ta sobre el futu­ro no resul­ta muy con­cre­ta; eso en par­te se debe a que la pre­gun­ta sobre el tema es muy amplia y no per­mi­te pro­fun­di­zar dema­sia­do; así hay quie­nes res­pon­den que en tiem­pos tan cam­bian­tes sólo se pue­de saber lo que ocu­rri­rá, maña­na, pasa­do o qui­zá has­ta algu­nos meses más pero impo­si­ble de aven­tu­rar­se a pre­de­cir lo que acon­te­ce­rá den­tro de 10 años. De todos modos, que­da como resul­ta­do un docu­men­tal que cap­ta el espí­ri­tu que ani­ma a la gene­ra­ción naci­da en el siglo actual y des­ti­na­da a vivir en un mun­do incier­to e inseguro.

Le Bal des Folles (Fran­cia)

En el fir­ma­men­to cine­ma­to­grá­fi­co de Fran­cia, Méla­nie Lau­rent se dis­tin­gue como una de las más des­ta­ca­das actri­ces y direc­to­ras. Tras su actua­ción en más de 35 pelí­cu­las y 4 lar­go­me­tra­jes como rea­li­za­do­ra, aho­ra retor­na con Le Bal des Folles don­de ade­más de asu­mir uno de los dos roles pro­ta­gó­ni­cos, es tam­bién la direc­to­ra y auto­ra del guión com­par­ti­do con Chris­tophe Deslandes.

Le Bal des Folles

El dra­ma trans­cu­rre en Fran­cia hacia fina­les del siglo 19 pre­sen­tan­do a Eugé­nie (Lou de Laâ­ge) quien es una joven que está dota­da de un don espe­cial por el que oye y ve a los muer­tos. De libre espí­ri­tu y libe­ral para las cos­tum­bres de la épo­ca y per­te­ne­cien­do a un hogar de la alta bur­gue­sía, su fami­lia se encuen­tra alar­ma­da por sus visio­nes cre­yen­do que hay algo raro en ella; con­se­cuen­te­men­te, su padre deci­de inter­nar­la ‑en con­tra de su volun­tad- en la clí­ni­ca neu­ro­ló­gi­ca de Pitié-Sal­pê­triè­re ubi­ca­da en París, diri­gi­da por el pro­fe­sor Jean-Mar­tin Char­cot (Gré­goi­re Bon­net) quien es con­si­de­ra­do un pio­ne­ro de la psiquiatría.

Prác­ti­ca­men­te ence­rra­da y pri­va­da de liber­tad, el sitio no pue­de resul­tar más depri­men­te para ella al tener que con­vi­vir con muje­res de toda edad diag­nos­ti­ca­das de his­te­ria, epi­lep­sia y de enfer­me­dad men­tal. A pesar de los esfuer­zos que Eugé­nie rea­li­za demos­tran­do que está en su sano jui­cio, nada cam­bia has­ta el momen­to en que se vin­cu­la con Gene­viè­ve (Méla­nie Lau­rent), la enfer­me­ra de la uni­dad neu­ro­ló­gi­ca que se encuen­tra ator­men­ta­da por la muer­te de su her­ma­na; cuan­do la joven le demues­tra que efec­ti­va­men­te es capaz de comu­ni­car­se con el espí­ri­tu de su her­ma­na, Gene­viè­ve le ayu­da­rá a cam­biar su destino.

https://www.youtube.com/watch?v=K0JI-jes0Es

Basa­da en la pre­mia­da nove­la de la escri­to­ra Vic­to­ria Mas publi­ca­da en 2019, la adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca de Lau­rent res­pe­ta la ver­sión ori­gi­nal, trans­mi­tien­do muy bien la miso­gi­nia de la épo­ca, el con­ro­ver­ti­do rol que en cier­tos casos asu­me la psi­quia­tría en nom­bre de la obje­ti­vi­dad cien­tí­fi­ca — en este caso a tra­vés del méto­do emplea­do por el nar­ci­sis­ta Char­cot– y sobre todo el tra­to muchas veces inhu­mano reci­bi­do por los pacientes.

A las irre­pro­cha­bles actua­cio­nes de Laâ­ge como la des­afor­tu­na­da Eugé­nie y de Lau­rent como la huma­na enfer­me­ra se aña­de la remar­ca­ble pues­ta escé­ni­ca de la cineas­ta; la mis­ma alcan­za su cli­max en el gran bai­le que rea­li­za el hos­pi­tal para los habi­tan­tes de París en don­de las inter­nas dis­fra­za­das con extra­va­gan­tes atuen­dos dan­zan al com­pás de los valses.