LES OISEAUX IVRES / DRUNKEN BIRDS. Canadá, 2021. Un film de Ivan Grbovic. 105 minutos.
Después de haberse consagrado con Roméo Onze (2011), diez años más tarde retorna el talentoso realizador Ivan Grbovic con Les Oiseaux Ivres, un atractivo drama que por sus innegables méritos ha sido escogido por Canadá para competir por el Oscar al mejor film internacional de 2021 que será adjudicado por la Academia de Hollywood.
Esta película que transcurre principalmente en Quebec y asimismo en México tiene todas las características de un film latino en el que hay varios temas que se plantean en el remarcable guión pergeñado por el realizador con la colaboración de Sara Mishara.
El protagonista de esta historia es Willy (Jorge Antonio Guerrero), el joven chofer de un poderoso barón de la droga mexicana, cuya vida peligra al haberse enamorado perdidamente de Marlena (Yoshira Escárrega), la mujer de su patrón; con la ayuda de su amada logra escapar quedando la promesa de que pronto volverán a reunirse.
Pasan los años y sin haber logrado reencontrarse con Marlena, Willy cree que ella podría haber ido a vivir con su tía que habita en Montreal. Para llegar a Canadá legalmente, se une al grupo de migrantes trabajadores que estacionalmente arriban a Quebec para ayudar en las tareas agrícolas.
El relato se desplaza a la región de Montéregie donde se observa a estos migrantes trabajando para Richard (Claude Legault), el dueño de la granja que los ha contratado. Prontamente se sabe que su esposa Julie (Helène Florent) le es infiel habiéndole engañado con uno de los trabajadores; esa situación familiar genera el resentimiento de la joven hija Lea (Marine Johnson), quien censura a su madre por su desleal conducta.
Involuntariamente Willy se encuentra involucrado con esta desunida familia. Eso se produce cuando ayuda a Julie al encontrarla en el invernadero de la finca en estado maltrecho después de haber regresado de un viaje donde ha sido atacada; ese gesto generoso tendrá para él repercusiones dramáticas donde su única opción es huir nuevamente.
Si bien la disfuncionalidad de la familia es uno de los tópicos convincentemente analizados por el realizador, asimismo deja trascender la vulnerabilidad que experimentan los trabajadores estacionales donde impera un latente racismo; así cuando algo desagradable ocurre, los primeros en despertar sospecha son los jornaleros extranjeros. Con una fluida realización, Grbovic logra un remarcable drama que adquiere plena vitalidad con el magnífico conjunto de actores que integran el elenco, en el que igualmente auténticos agricultores participan como extras. La excelente fotografía de Mishara captando la panorámica belleza pastoral del lugar donde transcurre la acción es otro de los factores que realzan a este humano, sensible y poético film que permite reafirmar la innegable idoneidad de Grbovic. Es de aguardar que no transcurra otra década para que se pueda disfrutar del próximo proyecto del inteligente cineasta. Jorge Gutman