SEULES LES BÊTES. Francia-Alemania, 2019. Un film de Dominik Moll. 116 minutos
Con las características propias de las obras de misterio de Agatha Christie, Seules les bêtes se basa en la novela homónima de Colin Niel. Merced a la muy buena adaptación efectuada por el realizador Dominik Moll y el co-guionista Gilles Marchand, este drama crea una atractiva intriga que se mantiene desde el comienzo hasta su desenlace.
La trama se desarrolla en la comunidad rural de Causse Mejean, Francia, en donde Evelyne Ducat (Valeria Bruni Tedeschi), una mujer de mediana edad que habita el lugar, ha desaparecido en una noche tormentosa dejando su coche abandonado en una ruta de la localidad. De allí en más, a la manera de Rashomon la trama adopta la perspectiva de varios personajes de la zona que tuvieron directa o indirecta relación con Evelyne, mediante cinco diferentes historias.
Al principio se sale al cruce de Alice (Laure Calamy), una enfermera casada con el granjero Michel (Denis Menochet), quien poco feliz en su matrimonio no tiene reparos en cometer adulterio con Joseph (Damien Bonnard), uno de sus pacientes. En tanto, Michel que permanece todo el tiempo delante de su computador, aparentemente atendiendo las cuentas financieras, mantiene en línea una relación sentimental con una desconocida joven que vive en Côte d’Ivoire y a quien la ayuda monetariamente. Por su parte se aprecia que Joseph es un consternado granjero que vive aislado después de que su madre murió un año atrás y que solo mantiene comunicación con su perro.
Apelando a saltos temporales el fragmentado relato introduce a Marion (Nadia Tereszkiewicz), una joven camarera de hotel, que vive una apasionada relación con Evelyne hasta llegado un momento en que decide dejarla.
En base a lo que antecede el enigma se va acrecentando sobre el destino de la desaparecida y si acaso ha sido víctima de un crimen queda por saber quién de los personajes mencionados pudo haber sido el autor. A todo ello persiste la incógnita sobre cómo se desenvolverá el romance electrónicamente forjado entre Michel y la bella joven africana; por razones de discreción no conviene anticipar el rol que juega Armand (Guy Roger ‘Bibesse’ N’drin), un muchacho de 20 años que habita en Côte d’Ivoire.
Moll es un realizador que sabe cómo generar un clima de suspenso como ya lo demostrara en sus anteriores trabajos, entre otros Harry, un ami qui vous veut du bien (2000). Aquí nuevamente mantiene el misterio hasta el momento de completar el crucigrama propuesto en este relato ingeniosamente estructurado. Aunque su desenlace pueda resultar discutible, eso no aminora la calidad del mismo valorizado por su calificado elenco, la destacable fotografía de Patrick Ghringhelli y el remarcable montaje de Laurent Rouan.
Jorge Gutman