Una His­to­ria Implausible

PRO­FES­SION DU PĖRE. Fran­cia, 2021. Un film de Jean-Pie­rre Amé­ris. 105 minutos.

No siem­pre una obra lite­ra­ria encuen­tra feliz tras­la­do al cine; eso es lo que acon­te­ce con Pro­fes­sion du père cuya adap­ta­ción efec­tua­da por el rea­li­za­dor Jean-Pie­rre Amé­ris de la nove­la homó­ni­ma de Sorj Cha­lan­don (2015) dis­ta de satisfacer.

Jules Lefeb­vre y Benoît Poelvoorde

Si bien el autor se ins­pi­ró en epi­so­dios de su pro­pia infan­cia lo que se obser­va en pan­ta­lla resul­ta difí­cil­men­te creí­ble. La his­to­ria se desa­rro­lla en Lyon, en 1961 don­de en la pri­me­ra esce­na André Chou­lans (Benoît Poel­voor­de) un vete­rano de la gue­rra de Arge­lia, vien­do por tele­vi­sión un dis­cur­so del pre­si­den­te Char­les de Gau­lle des­po­tri­ca furio­sa­men­te con­tra él por­que tie­ne la inten­ción de per­mi­tir la auto­de­ter­mi­na­ción arge­li­na; tan­to su mujer (Audrey Dana) como su hijo Émi­le (Jules Lefeb­vre) de 12 años per­ma­ne­cen calla­dos. Pron­ta­men­te se pue­de infe­rir que este tras­tor­na­do indi­vi­duo no se encuen­tra en buen esta­do men­tal; dan­do rien­da suel­ta a su ima­gi­na­ción se jac­ta haber sido para­cai­dis­ta en la gue­rra, ade­más de can­tan­te, juga­dor de fút­bol, espía y con­se­je­ro per­so­nal del gene­ral de Gaulle.

El rebus­ca­do rela­to alcan­za total inve­ro­si­mi­li­tud cuan­do André indu­ce a su hijo a par­ti­ci­par en una peli­gro­sa misión en repre­sen­ta­ción de la Orga­ni­za­ción de la Arma­da Secre­ta (OAS), un orga­nis­mo de extre­ma dere­cha cuya inten­ción es la de derro­car al pre­si­den­te. Émi­le que vene­ra a su padre tra­ta de satis­fa­cer­lo reci­bien­do de él el entre­na­mien­to pre­ci­so a fin de cum­plir con su deseo.

Hay varios aspec­tos que con­tri­bu­yen a que resul­te difí­cil com­pren­der a los per­so­na­jes que inte­gran a dicho núcleo fami­liar. En pri­mer lugar, es inex­pli­ca­ble que André pue­da per­ma­ne­cer en el hogar sin ayu­da psi­quiá­tri­ca tenien­do en cuen­ta sus reac­cio­nes vio­len­tas que peli­gran a su mujer y a Émi­le. A todo ello Deni­se, per­ma­nen­te­men­te humi­lla­da por su espo­so, acep­ta pasi­va­men­te sus exabrup­tos e inclu­so no inter­vie­ne para impe­dir que su mari­do en una esce­na de furia cas­ti­gue a lati­ga­zos a su hijo: tamp­co es posi­ble admi­tir que Émi­le por más que vene­re a su padre al que con­si­de­ra un héroe, sea inca­paz de ver que es un peli­gro­so psi­có­pa­ta que con­vier­te a su hogar en un infierno.

En algu­nos casos un buen elen­co pue­de miti­gar una his­to­ria incon­gruen­te; pero en este caso, a pesar de las remar­ca­bles actua­cio­nes de Poel­voor­de y Lefeb­vre los per­so­na­jes que carac­te­ri­zan care­cen de cre­di­bi­li­dad impi­dien­do de este modo que exis­ta una empa­tía con los mis­mos. Al malo­gra­do guión debe agre­gar­se el rit­mo len­to que Amé­ris impri­me al rela­to que se vuel­ve repe­ti­ti­vo y monó­tono afec­tan­do aún más el resul­ta­do de este falli­do dra­ma. Jor­ge Gutman

Cine­ma­nia 2021 (3)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

A los títu­los pre­via­men­te comen­ta­dos se agre­gan los siguien­tes films:

La vraie fami­lle (Fran­cia)

Expo­nien­do la for­ma en que la sepa­ra­ción de un hijo pue­de sen­si­ble­men­te afec­tar a una fami­lia, el rea­li­za­dor y guio­nis­ta Fabien Gor­geart narra un poten­te dra­ma basa­do en su pro­pia expe­rien­cia que resul­ta impo­si­ble dejar indi­fe­ren­te a quien lo vea.

Méla­nie Thierry

Gor­geart pre­sen­ta a Anna (Méla­nie Thierry) y Driss (Lyès Salem) un matri­mo­nio muy bien ave­ni­do que dis­fru­ta de la pre­sen­cia de sus tres hijos, Simon (Gabriel Pavie) de 6 años y los dos mayo­res Adrien (Idris Lau­ren­tin-Khe­li­fi) y Jules (Basi­le Vio­let­te). No trans­cu­rre mucho para saber que Simon a los 18 meses ha sido ubi­ca­do en el hogar de esta fami­lia de aco­gi­da al haber muer­to su madre y en el que su padre bio­ló­gi­co Eddie (Félix Moa­ti) no esta­ba en con­di­cio­nes de cui­dar­lo. Para Anna y su mari­do Simón es tra­ta­do como un hijo ver­da­de­ro brin­dán­do­le amor y pro­tec­ción al igual que con sus otros dos vás­ta­gos; ade­más de la exce­len­te rela­ción fra­ter­nal guar­da­da con sus her­ma­nos, el niño sien­te un gran ape­go hacia sus padres.

El pun­to de quie­bre se pro­du­ce cuan­do la visi­ta­do­ra social (Flo­ren­ce Muller) comu­ni­ca al matri­mo­nio que Eddie desea pro­gre­si­va­men­te recu­pe­rar la guar­dia de su hijo, en un prin­ci­pio duran­te los fines de sema­na. Es allí don­de se pro­du­ce el pri­mer con­flic­to para Simon dado que no guar­da afi­ni­dad algu­na con el padre que no lle­gó a cono­cer has­ta ese momen­to. La situa­ción se pre­ci­pi­ta cuan­do esa doble con­vi­ven­cia del menor se tor­na más dificultosa.

La cui­da­da rea­li­za­ción de Gor­geart per­mi­te refle­jar cómo el fallo de la jue­za actuan­te (Domi­ni­que Blanc), dis­po­nien­do que defi­ni­ti­va­men­te el niño con­vi­va con otra fami­lia sus­ti­tu­ta y su padre, pro­du­ce una pro­fun­da heri­da emo­cio­nal tan­to para el menor como para la fami­lia de Driss y Anna. El con­mo­ve­dor tema es tra­ta­do con suma deli­ca­de­za sin que en momen­to alguno des­bor­de en un arti­fi­cio­so sen­ti­men­ta­lis­mo; a ello se agre­ga la exce­len­te inter­pre­ta­ción de Thierry como la apa­sio­na­da madre que ve arre­ba­ta­do a su hiji­to así como mere­ce espe­cial dis­tin­ción la actua­ción del niño Pavie quiee asom­bra por su com­ple­ta iden­ti­fi­ca­ción con su per­so­na­je al pun­to tal que él no actúa sino que es ver­da­de­ra­men­te Simon.

La pla­ce d’u­ne autre (Fran­cia)

Un muy buen dra­ma his­tó­ri­co es lo que se con­tem­pla en este film de Aure­lia Geor­ges en el que la usur­pa­ción de iden­ti­dad cons­ti­tu­ye el tema central.

La rea­li­za­do­ra con la co-guio­nis­ta Maud Ame­li­ne han efec­tua­do una remar­ca­ble adap­ta­ción de la nove­la “The New Mag­da­len” de Wil­kie Collins, ubi­can­do la acción en Fran­cia en 1914 a comien­zos de la Pri­me­ra Guerra.

Lyna Khou­dri y Sabi­ne Acema

En la pri­me­ra esce­na se obser­va a la humil­de joven Nelie (Lyna Khou­dri) que es injus­ta­men­te des­pe­di­da de su empleo de cria­da en un hogar de bue­na con­di­ción eco­nó­mi­ca. Encon­trán­do­se repen­ti­na­men­te en la calle, recu­rre a la pros­ti­tu­ción a fin de sobre­vi­vir has­ta el momen­to en que es reclu­ta­da para tra­ba­jar como enfer­me­ra para la Cruz Roja. En la zona de Vos­ges su ambu­lan­cia reco­ge a Rose Jui­llet (Maud Wyler), una chi­ca sui­za quien le dice que via­ja a Nancy para tra­ba­jar como lec­to­ra para la acau­da­la­da aris­tó­cra­ta Eléo­no­re Leng­wil (Sabi­na Aze­ma), una viu­da que ha sido ami­ga de su padre.

Cuan­do un ata­que ale­mán pre­su­mi­ble­men­te oca­sio­na la muer­te de Rose, Nelie adop­ta su iden­ti­dad apro­pián­do­se de su docu­men­ta­ción y se diri­ge a la man­sión de Leng­will pre­sen­tán­do­se como Rose para ocu­par el car­go que había sido pre­vis­to para la difun­ta. En su carác­ter de dama de com­pa­ñía y lec­to­ra se va crean­do entre Nelie y la viu­da un lazo de mutuo res­pe­to y afec­to, en el que la joven ha encon­tra­do el lugar ideal de tra­ba­jo, con­fort y tran­qui­li­dad en mate­ria de alo­ja­mien­to y ali­men­ta­ción. Esa idí­li­ca situa­ción se inte­rrum­pe cuan­do apa­re­ce en esce­na la autén­ti­ca Rose que logró sal­var su vida y denun­cia a quien adop­tó su iden­ti­dad como una des­co­ra­zo­na­da impos­to­ra, aun­que la acu­sa­da rotun­da­men­te lo niega.

El doble con­flic­to moral de Nelie por haber defrau­da­do la con­fian­za depo­sit­da por Leng­wil así como por haber des­co­lo­ca­do a Rose, está muy bien plan­tea­do por Geor­ges a tra­vés de una narra­ción absor­ben­te que man­tie­ne per­ma­nen­te inte­rés gra­cias al giro que va cobran­do la intri­gan­te tra­ma. A la bue­na direc­ción se unen las mag­ní­fi­cas inter­pre­ta­cio­nes de la joven Khou­dri y de la vete­ra­na Aze­ma asu­mien­do con total con­vic­ción sus res­pec­ti­vos roles. Aun­que es posi­ble no aguar­dar un final feliz, su ambi­guo des­en­la­ce deja la puer­ta abier­ta para que lo sea pero lo más impor­tan­te es el nivel de cali­dad de este film, capaz de satis­fa­cer al públi­co que asis­ta a su visión.

L’En­ne­mi (Bél­gi­ca-Luxem­bur­go-Fran­cia)

El rea­li­za­dor y guio­nis­ta Stephan Stre­ker recrea dra­má­ti­ca­men­te un caso poli­cial que se basa en un hecho real acae­ci­do en 2013 cuan­do el miem­bro del par­la­men­to bel­ga Ber­nard Wesphael fue arres­ta­do por haber sido acu­sa­do de haber ase­si­na­do a su mujer.

Jéré­mie Renier

En la fic­ción el polí­ti­co es encar­na­do por Jéré­mie Renier bajo el nom­bre de Louis Durieux quien man­tie­ne un apa­sio­na­do víncu­lo de amor con su espo­sa Mae­va (Alma Jodo­rowsky). Una noche, en oca­sión de estar alo­ja­dos en un lujo­so hotel, Louis con ros­tro alar­ma­do comu­ni­ca a la recep­ción que encon­tró a su mujer sin vida en la habi­ta­ción. Inme­dia­ta­men­te la poli­cía se ocu­pa del cri­men y a pesar de estar bien ase­so­ra­do por su abo­ga­da (Emma­nue­lle Ber­cot) Durieux ter­mi­na sien­do dete­ni­do pasan­do un perío­do en pri­sión por sos­pe­cha de asesinato.

A tra­vés de flash­backs se pue­de saber que ocu­rrió antes del cri­men, lo que per­mi­te que el espec­ta­dor se man­ten­ga intri­ga­do por saber si exis­tió un moti­vo que haya impul­sa­do a Louis a come­ter el fatal acto. Stre­ker efec­túa un buen estu­dio carac­te­ro­ló­gi­co del pro­ta­go­nis­ta a la vez que gene­ra un cli­ma de logra­do sus­pen­so fren­te a la incer­ti­dum­bre que gene­ra este caso acer­ca de la ino­cen­cia de Durieux. Si bien en el jui­cio al que es some­ti­do, el acu­sa­do que­da exen­to de cul­pa­bi­li­dad basa­do en el cri­te­rio de que no pue­de cul­par­se a alguien cuan­do exis­te una razo­na­ble duda, la incóg­ni­ta per­ma­ne­ce sobre lo que acon­te­ció realmente.

Aca­rrean­do el mayor peso del rela­to Renier logra una mag­ní­fi­ca carac­te­ri­za­ción al trans­mi­tir la gran pesa­di­lla que atra­vie­sa su per­so­na­je, sobre todo cuan­do el cri­men adquie­re amplia difu­sión pública.

En la vida real, des­pués de haber que­da­do libe­ra­do Wesphael con­si­de­ran­do que había sido encar­ce­la­do equi­vo­ca­da­men­te logró obte­ner en 2020 una com­pen­sa­ción de 83.150 euros. A todo ello, los fami­lia­res de la víc­ti­ma no están con­ven­ci­dos de su inocencia.

Made­lei­ne Collins (Fran­cia-Bél­gi­ca-Sui­za)

La his­to­ria de una mujer que adop­ta una doble iden­ti­dad es lo que con­si­de­ra el rea­li­za­dor Antoi­ne Barraud en un dra­ma psi­co­ló­gi­co que no alcan­za a satis­fa­cer plenamente.

Vir­gi­nie Efira

La pre­mi­sa ini­cial des­pier­ta inte­rés con­tem­plan­do a Judith (Vir­gi­nie Efi­ra) tra­ba­jan­do como tra­duc­to­ra en Gine­bra y vivien­do con su com­pa­ñe­ro Abdel (Quim Gutié­rrez) y la peque­ña hija Ninon (Loï­se Ben­gue­rel). Inme­dia­ta­men­te des­pués se la ve tras­la­dar­se a París com­par­tien­do el hogar con su mari­do Mel­vil Fau­vet (Bruno Salo­mo­ne) ‑un repu­tado direc­tor musi­cal- y los dos hijos del matrimonio.

Tenien­do en cuen­ta el pró­lo­go del rela­to, esa doble viven­cia que­da­rá par­cial­men­te jus­ti­fi­ca­da aun­que no lle­gue a con­ven­cer ple­na­men­te. Si bien hay cier­tos aspec­tos que remi­ten a algu­nas obras de Clau­de Cha­brol y Alfred Hitch­cock, los secre­tos y las men­ti­ras de las que la pro­ta­go­nis­ta se vale para para sos­te­ner esa doble exis­ten­cia podrían cua­jar si se tra­ta­ra de una come­dia o sáti­ra, pero de modo alguno como dra­ma rea­lis­ta. Lo que el guión del rea­li­za­dor escri­to con Hélé­na Katz tra­ta de trans­mi­tir es la cri­sis exis­ten­cial de su pro­ta­go­nis­ta que la con­du­ce a un esta­do de con­fu­sión men­tal. Que­da como resul­ta­do un film que se deja ver pero que resul­ta difí­cil empa­ti­zar con su anti­he­roí­na no obs­tan­te la actua­ción inten­sa de Efi­ra, una actriz que cua­les­quie­ra sea el rol que se le asig­ne siem­pre impre­sio­na gratamente.

Les jeu­nes amants (Fran­cia).

Aun­que no se tra­te de un amor juve­nil sino deci­di­da­men­te oto­ñal, el emo­ti­vo film de Cari­ne Tar­dieu demues­tra que nun­ca es tar­de para expe­ri­men­tar el subli­me sen­ti­mien­to que nutre de feli­ci­dad a una pareja.

La direc­to­ra islan­de­sa Sól­veig Ans­pach había pre­pa­ra­do un guión de un film que no lle­gó a con­cre­tar­se debi­do a su muer­te acae­ci­da en 2015; su con­te­ni­do esta­ba ins­pi­ra­do en su madre que a los 75 años había redes­cu­bier­to el amor en una per­so­na mucho más joven que ella. Ese pro­yec­to final­men­te se con­cre­tó cuan­do Tar­dieu deci­dió fil­mar esa his­to­ria y cier­ta­men­te logró un emo­ti­vo dra­ma romántico.

Fanny Ardant y Mel­vil Poupaud

En la fic­ción, la vete­ra­na actriz Fanny Ardant ani­ma a Shau­na, una arqui­tec­ta viu­da de 55 años que en Lyon visi­tan­do el hos­pi­tal don­de una gran ami­ga se halla gra­ve­men­te inter­na­da cono­ce a Pie­rre (Mel­vin Pou­paud), un médi­co de 31 años que atien­de a la pacien­te; ese encuen­tro per­mi­te entre­ver que hay entre ambos cier­ta atrac­ción no del todo definida.

Quin­ce años des­pués, Pie­rre ya está casa­do con Jean­ne (Céci­le de Fran­ce), es padre de dos hijos y pro­fe­sio­nal­men­te es un exi­to­so médi­co e inves­ti­ga­dor cien­tí­fi­co; quie­re el azar que se pro­duz­ca el reen­cuen­tro con Shau­na, ya jubi­la­da y con su ros­tro deno­tan­do el trans­cur­so del tiem­po. Es ahí don­de sur­ge un fuer­te amor entre ambos.

Aun­que resul­te sor­pren­den­te que Pie­rre pue­da lle­gar al extre­mo de dejar su hogar por su pasión hacia Shau­na, lo cier­to es que la narra­ción de Tar­dieu per­mi­te que el rela­to adquie­ra ple­na vero­si­mi­li­tud; eso en gran medi­da se debe a la bri­llan­te carac­te­ri­za­ción de Ardant como la mujer que encuen­tra un nue­vo sen­ti­do a su vida y a la con­vin­cen­te com­po­si­ción de Pou­paud como el hom­bre capaz de brin­dar­se por com­ple­to a la mujer que logra ilu­mi­nar su existencia.

Monó­lo­go de Mary­li­ne Chery

AFRO­DI­SIA­QUE 

En una espe­cial actua­ción la actriz cana­dien­se de ori­gen hai­tiano Mary­li­ne Chery pre­sen­ta­rá la pie­za Afro­di­sia­que.  

A tra­vés de un monó­lo­go de la cual es auto­ra, la come­dian­te enfo­ca un tema rara­men­te abor­da­do en el que entre­mez­cla el racis­mo con el feminismo.

Mary­li­ne Chery (Foto: marilynechery.com)

Fun­da­men­tal­men­te, la esen­cia de su con­ver­sa­ción con la audien­cia se cen­tra en demos­trar cómo la tex­tu­ra del cabe­llo de la mujer negra, more­na y mes­ti­za es per­ci­bi­da y con­si­de­ra­da en la socie­dad actual.

La obra es inter­pre­ta­da en fran­cés bajo la direc­ción de Lydie Dubuis­son con un deco­ra­do con­ce­bi­do por San­dri­na Spa­rag­na y Darah Miah. El ves­tua­rio es de San­dri­na Spa­rag­na y el dise­ño de ilu­mi­na­ción per­te­ne­ce a Darah Miah. Ale­xis Gar­ceau tie­ne a su car­go el dise­ño sonoro.

Las repre­sen­ta­cio­nes tie­nen lugar en la Sala Stu­dio del Segal Cen­tre el 25 de Noviem­bre (19h30), 26 de Noviem­bre (15h00 y 19h30) y el 28 de Noviem­bre (16h00). Para infor­ma­ción adi­cio­nal pre­sio­ne aquí

Cine­ma­nia 2021 (2)

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

He aquí el comen­ta­rio de 5 títu­los vis­tos en el Festival

De Son Vivant (Fran­cia)

La muer­te como últi­ma eta­pa de la vida es deci­di­da­men­te ineluc­ta­ble pero si hay algo que la con­vier­te en menos teme­ro­sa es el que se igno­ra cuan­do acon­te­ce­rá; sin embar­go algo dife­ren­te acon­te­ce cuan­do alguien gra­ve­men­te enfer­mo sabe que su fin es inmi­nen­te. En base a lo que pre­ce­de la actriz y rea­li­za­do­ra Emma­nue­lle Ber­cot ofre­ce en De Son Vivant un dra­ma lace­ran­te que cons­ti­tu­ye una ver­da­de­ra radio­gra­fía del via­je sin retorno.

Cathe­ri­ne Deneu­ve y Benoît Magimel

Con la cola­bo­ra­ción de la guio­nis­ta Mar­cia Romano, el rela­to intro­du­ce a Ben­ja­min (Benoît Magi­mel), un hom­bre sol­te­ro de 39 años enfer­mo de cán­cer de pán­creas que al asis­tir a la con­sul­ta médi­ca, el Dr. Eddé (Gabriel Sara) le comu­ni­ca que estan­do en un esta­dio 4 del mal es impo­si­ble de ser cura­do y su muer­te, esta­dís­ti­ca­men­te con­si­de­ra­da, pue­de pro­du­cir­se entre 6 meses y dos años a más tar­dar. Acom­pa­ña­do de Crys­tal (Cathe­ri­ne Deneu­ve), su pose­si­va madre, ambos escu­chan ate­rra­dos el dolo­ro­so diagnóstico.

En la narrra­ción efec­tua­da a lo lar­go de un año, se asis­te a la evo­lu­ción de la enfer­me­dad en su tra­mo final don­de en un prin­ci­pio Ben­ja­min pue­de des­en­vol­ver­se sin estar hos­pi­ta­li­za­do. Es en ese perío­do que él se dedi­ca con deno­da­do fer­vor a pro­se­guir su acti­vi­dad de pro­fe­sor de tea­tro para alum­nos que están pre­pa­ran­do su ingre­so al Con­ser­va­to­rio Nacio­nal, aun­que sin divul­gar­les el mal que le aque­ja. Sin poder dete­ner el paso del tiem­po, lle­ga el momen­to en que debe per­ma­ne­cer en el hos­pi­tal con el con­si­guien­te dete­rio­ro que va expe­ri­men­tan­do su orga­nis­mo has­ta exha­lar el últi­mo suspiro..

Hay varios aspec­tos impor­tan­tes de rese­ñar que real­zan al dra­ma de mane­ra exce­len­te. Sin saber exac­ta­men­te cuál es el cen­tro hos­pi­ta­la­rio en el que Ben­ja­min es aten­di­do, en pri­mer lugar resal­ta la pro­fun­da huma­ni­dad ema­na­da por el Dr. Eddé en don­de no solo actúa como oncó­lo­go sino tam­bién como tera­peu­ta y guía espi­ri­tual del enfer­mo. Asi­mis­mo es com­ple­ta­men­te rea­lis­ta la rela­ción de Crys­tal con su hijo, en el que ambos no pue­den resig­nar­se a acep­tar lo que sobre­ven­drá; pero lo más impor­tan­te es cómo esta mujer desea que su hijo le per­do­ne debi­do a un acto de pro­fun­do egoís­mo come­ti­do cuan­do vein­te años atrás.lo impul­só a que aban­do­na­ra a la mujer aus­tra­lia­na que emba­ra­zó y al bebé que lle­gó al mun­do sin haber­lo reconocido.

Ber­cot ha logra­do de su elen­co actua­cio­nes supre­mas. Deneu­ve, la des­co­llan­te diva del cine fran­cés, con­mue­ve pro­fun­da­men­te como una madre que tie­ne que hacer deno­da­dos esfuer­zos para poder acep­tar la pér­di­da de su hijo. Magi­mel, sin duda en el papel más difí­cil y logra­do de su carre­ra, sen­ci­lla­men­te des­lum­bra en la meta­mor­fo­sis que va expe­ri­men­tan­do su per­so­na­je. El ter­cer gran pro­ta­go­nis­ta de este dra­ma es Gabriel Sara quien en la vida real es un renom­bra­do oncó­lo­go ame­ri­cano; al haber acep­ta­do el rol del Dr. Eddé, su actua­ción no pue­de resul­tar más genui­na en el apo­yo moral que le sumi­nis­tra a Ben­ja­min y a su madre. Igual­men­te des­ta­ca­ble. es la par­ti­ci­pa­ción de Céci­le De Fran­ce como la abne­ga­da enfer­me­ra que en cier­ta medi­da se extra­li­mi­ta en sus fun­cio­nes para ofre­cer sosie­go, con­fort y amor a Ben­ja­min. En pape­les de apo­yo se dis­tin­guen Lou Lam­pros como una de las estu­dian­tes de tea­tro y Oscar Mor­gan como el ile­gí­ti­mo hijo de Benjamin.

Con esta cró­ni­ca de una muer­te anun­cia­da, Ber­cot logra su mejor tra­ba­jo como rea­li­za­do­ra y a pesar de su incon­for­ta­ble temá­ti­ca su visión es alta­men­te recomendable

Rou­ge (Fran­cia-Bél­gi­ca)

Con una muy bue­na narra­ción el rea­li­za­dor Farid Ben­to­umi abor­da un dra­ma eco­ló­gi­co ins­pi­ra­do en even­tos reales. Basa­do en el guión del rea­li­za­dor con la cola­bo­ra­ción de Samuel Doux, el inte­rés del rela­to des­can­sa en la coli­sión que se pro­du­ce entre una hones­ta mujer y la corrup­ción cor­po­ra­ti­va que enfren­ta en su trabajo.

Zita Han­rot y Sami Bouajila

Al no haber logra­do sal­var la vida de un pacien­te que en esta­do de gra­ve­dad per­ma­ne­cía en la sala de emer­gen­cia de un cen­tro hos­pi­ta­la­rio, la joven prac­ti­can­te Nour (Zita Han­rot) deja su pues­to para acep­tar la posi­ción de enfer­me­ra resi­den­te en la plan­ta quí­mi­ca en que tra­ba­ja su padre Sil­ma­ne (Sami Boua­jia) don­de ade­más es el líder sin­di­cal defen­dien­do los dere­chos de los operarios.

A los pocos días de comen­zar sus labo­res Nour obser­va que cier­tas reglas sani­ta­rias no se cum­pliem­tan en la empre­sa, tales como no repor­tar los acci­den­tes de tra­ba­jo pro­du­ci­dos, la ausen­cia de revi­sa­ción médi­ca de algu­nos emplea­dos y la no con­si­de­ra­ción de los efec­tos de la polu­ción pro­du­ci­da. Esos repa­ros son mani­fes­ta­dos a su padre de mane­ra fir­me aun­que él los des­es­ti­ma seña­lan­do que la fábri­ca sumi­nis­tra empleo a 200 per­so­nas, impul­san­do de este modo la eco­no­mía local.

El nudo dra­má­ti­co del rela­to se pro­du­ce cuan­do la enfer­me­ra se vin­cu­la con Emma (Céli­ne Salle­te), una perio­dis­ta inves­ti­ga­do­ra que le hace ver cómo los resi­duos tóxi­cos que gene­ra la plan­ta son ver­ti­dos de mane­ra ocul­ta en un lago pró­xi­mo. Eso indu­ce a Nour a rea­li­zar una ope­ra­ción arries­ga­da para la obten­ción de una prue­ba que evi­den­cie el peli­gro gene­ra­do por la negli­gen­cia asu­mi­da por el direc­tor de la empre­sa (Oli­vier Gourmet).

A tra­vés de una muy bue­na des­crip­ción de los per­so­na­jes, el rea­li­za­dor plan­tea de mane­ra con­ci­sa y efec­ti­va el con­flic­to éti­co que se pro­du­ce entre la inte­gri­dad de Nour deci­di­da a denun­ciar la reali­dad impe­ran­te y la acti­tud de su padre que sien­te la obli­ga­ción de guar­dar silen­cio y man­te­ner la leal­tad con la empre­sa que le ha pro­di­ga­do tra­ba­jo y sus­ten­to duran­te 30 años. Ade­más de la acer­ta­da direc­ción de Ben­to­umi el film se valo­ri­za por las remar­ca­bles inter­pre­ta­cio­nes de Han­rot y Bouajila.

Les Intran­qui­lles (Bél­gi­ca)

La bipo­la­ri­dad es el deli­ca­do tema que el direc­tor bel­ga Joa­chim Lafos­se con­si­de­ra en su recien­te tra­ba­jo que obtu­vo una posi­ti­va aco­gi­da por par­te de los crí­ti­cos en oca­sión de su estreno mun­dial en Cannes.

Damien Bon­nard y Leï­la Bekhti

De mane­ra meticu­losa el rea­li­za­dor plan­tea el pro­ble­ma a par­tir de la pri­me­ra secuen­cia que se desa­rro­lla en una pla­ya de la Cos­ta Azul. Allí se encuen­tran el pin­tor artís­ti­co Damien (Damien Bon­nard), su mujer Leï­la (Leï­la Bekh­ti) y el peque­ño hijo Ami­ne (Gabriel Merz Cham­mah). Cuan­do Damien sale a nadar y demo­ra en regre­sar se pre­su­me que algo raro le acon­te­ce; eso se con­fir­ma en las sub­si­guien­tes esce­nas en don­de su insom­nio lo obli­ga a mitad de la noche a levan­tar­se y de mane­ra hiper­ac­ti­va poner­se a arre­glar una bici­cle­ta o bien a pin­tar. De la narra­ción de Lafos­se que­da cla­ro que se con­tem­pla a un indi­vi­duo bipo­lar con varia­cio­nes mar­ca­das en su esta­do aní­mi­co; es así que su espo­sa hace lo posi­ble para con­te­ner sus perío­dos de exci­ta­ción e inten­sa acti­vi­dad, tra­tan­do de que él ingie­ra los medi­ca­men­tos pres­crip­tos que sue­le eludir.

Cuan­do su para­noia alcan­za situa­cio­nes extre­mas urge su hos­pi­ta­li­za­ción don­de es some­ti­do a un cóc­tel de dro­gas para ali­viar su eufo­ria; al regre­sar a su hogar la medi­ca­ción sumi­nis­tra­da logra tran­qui­li­zar­lo pero a expen­sas de con­ver­tir­lo en un ser pasi­vo, tris­te, depri­mi­do e inca­paz de expe­ri­men­tar emoción.

Sin sobre­ac­tuar Bonard y Bekh­ti ofre­cen inter­pre­ta­cio­nes excep­cio­na­les. El actor rea­li­za un increí­ble tour de for­ce para carac­te­ri­zar al tor­tu­ra­do enfer­mo, en tan­to que Bekh­ti no le va en zaga como la abne­ga­da mujer que sin­tien­do un gran amor por Damien hace lo impo­si­ble para ayu­dar­lo al com­pren­der que él no es cul­pa­ble del mal que lo aque­ja; por su par­te Merz Cham­mah actúa natu­ral­men­te como el hijo que es tes­ti­go de la enfer­me­dad men­tal de su padre.

Sobria­men­te rea­li­za­do, Lafos­se se limi­ta a expo­ner el pro­ble­ma sin ofre­cer solu­cio­nes a esta gra­ve afec­ción aun­que ilus­tran­do cómo es posi­ble la con­vi­ven­cia del núcleo fami­liar fren­te a las con­di­cio­nes des­crip­tas.. Como un espec­ta­dor invi­si­ble uno empa­ti­za ple­na­men­te con la suer­te de sus per­so­na­jes apre­cian­do la nota­ble cali­dad de este angus­tian­te y dolo­ro­so relato.

Illu­sions Per­dues (Fran­cia-Bél­gi­ca)

El direc­tor Xavier Gian­no­li efec­túa una relec­tu­ra de Las Ilu­sio­nes Per­di­das, la obra maes­tra de Hono­ré de Bal­zac escri­ta entre 1837 y 1843, enfo­can­do el ascen­so, triun­fo y caí­da en des­gra­cia de un lúci­do poeta.

Ben­ja­min Voisin

En la adap­ta­ción rea­li­za­da por el cineas­ta y Jac­ques Fies­chi, la acción se ubi­ca en 1821 en la peque­ña ciu­dad de Angou­lè­me, al sudoes­te de Fran­cia. Allí vive Lucien Char­don (Ben­ja­min Voi­sin), un joven e idea­lis­ta poe­ta de humil­de ori­gen que para ganar­se el sus­ten­to tra­ba­ja duran­te el día en un taller de impren­ta. Sus poe­mas están diri­gi­dos a su ama­da Loui­se (Céci­le de Fran­ce), una bella aris­tó­cra­ta que apre­cia su talen­to y ade­más retri­bu­ye su amor a pesar de estar casa­da. Cuan­do se des­ta­pa la noti­cia del adul­te­rio, ambos huyen a París en don­de él inten­ta­rá con el apo­yo de su aman­te abrir­se camino como poe­ta y crí­ti­co literario.

Al poco tiem­po Loui­se, fuer­te­men­te influi­da por su pri­ma la Mar­que­sa de Espard (Jean­ne Bali­bar), deci­de sepa­rar­se de Lucien al com­pro­bar que la dife­ren­cia de cla­se cons­ti­tu­ye un serio obs­tácu­lo para con­ti­nuar la rela­ción. Sin la pro­tec­ción de su ena­mo­ra­da y con poco dine­ro en el bol­si­llo Lucien de mane­ra cir­cuns­tan­cial cono­ce a Louis­teau (Vin­cent Lacos­te), un arti­cu­lis­ta que apre­cian­do cómo el poe­ta escri­be lo intro­du­ce a un perió­di­co libe­ral que se carac­te­ri­za por estar al ser­vi­cio de una pren­sa libre e inde­pen­dien­te. Gra­dual­men­te, las crí­ti­cas sin­ce­ras y bien arti­cu­la­das de Lucien, per­mi­ten que obten­ga el mere­ci­mien­to que aspi­ra­ba por lar­go tiem­po has­ta el momen­to en que su des­me­di­da ambi­ción y codi­cia van desin­te­gran­do sus pro­fun­das y hones­tas convicciones.

Con gran maes­tría Gian­no­li trans­mi­te el pen­sa­mien­to crí­ti­co de Bal­zac demos­tran­do cómo la pren­sa tra­tan­do de estar al ser­vi­cio de los accio­nis­tas que la man­tie­nen, mani­pu­la el con­te­ni­do de las noti­cias y artícu­los que se publi­can; por ana­lo­gía esa acti­tud se tra­du­ce igual­men­te a dife­ren­tes mani­fes­ta­cio­nes del arte don­de un perio­dis­ta cri­ti­can­do a su anto­jo pue­de con sus comen­ta­rios ele­var o sabo­tear a un artis­ta. Lo que cla­ra­men­te ilus­tra el rela­to es que la liber­tad de expre­sión de la pren­sa escri­ta es una uto­pía en la medi­da que el poder del dine­ro pue­de lle­gar a aca­llar, men­tir y ter­gi­ver­sar la ver­dad. Aun­que escri­to hace más de siglo y medio el men­sa­je de su autor refle­ja­do en esta exce­len­te pelí­cu­la adquie­re vigen­cia con las “fake news” de la hora actual.

Lide­ran­do el elen­co inte­gra­do por con­sa­gra­dos acto­res, Voi­sin trans­mi­te mag­ní­fi­ca­men­te la evo­lu­ción del idea­lis­ta poe­ta que ter­mi­na auto­des­tru­yén­do­se con la pér­di­da de sus ilu­sio­nes. A su lado igual­men­te se des­ta­can Lacos­te, De Fran­ce, Bali­bar y Salo­mé Dewaels como la com­pa­ñe­ra de Lucien. Men­ción espe­cial mere­cen el actor y direc­tor Xavier Dolan carac­te­ri­zan­do con soli­dez a Nathan, el nove­lis­ta rival del poe­ta que en últi­ma ins­tan­cia se con­vier­te en su con­cien­cia moral y Gérard Depar­dieu ani­man­do remar­ca­ble­men­te a un edi­tor analfabeto.

Azor (Sui­za-Fran­cia-Argen­ti­na)

En un aus­pi­cio­so debut el rea­li­za­dor sui­zo Andreas Fon­ta­na trans­por­ta al espec­ta­dor a un dra­má­ti­co perío­do de la his­to­ria argen­ti­na a tra­vés de un thri­ller polí­ti­co muy bien urdido.

Fabri­zio Rongione

El efi­caz guión del rea­li­za­dor ubi­ca la tra­ma en la ciu­dad de Bue­nos Aires en 1980, duran­te la omi­no­sa dic­ta­du­ra que ensom­bre­ció al país. Pro­ve­nien­te de Sui­za lle­ga a la capi­tal Yvan De Wiel (Fabri­zio Ron­gio­ne), un ban­que­ro pri­va­do de Gine­bra, jun­to con su espo­sa Inés (Stépha­nie Cléau). El obje­ti­vo es con­tac­tar a su socio René Keys quien es el repre­sen­tan­te de la ins­ti­tu­ción finan­cie­ra en Argentina.

Ambos visi­tan­tes que domi­nan el espa­ñol son bien reci­bi­dos y aco­mo­da­dos en un lujo­so hotel don­de pron­ta­men­te comien­zan a per­ci­bir la atmós­fe­ra asfi­xian­te rei­nan­te fren­te al núme­ro de des­apa­re­ci­dos que se va regis­tran­do en el país con la anuen­cia del gobierno militar.

A medi­da que la his­to­ria va pro­gre­san­do se podrá lle­gar a cono­cer algu­nos deta­lles sobre la ausen­cia de Keys a tra­vés de la ver­sión que se tie­ne de él en los con­tac­tos man­te­ni­dos por De Wiel con algu­nos de los clien­tes del ban­co, en su visi­ta al Círcu­lo de Armas y en las reunio­nes socia­les a las que acu­de con su esposa.

Para Yvan lo más impor­tan­te es man­te­ner a su clien­te­la a pesar de la des­apa­ri­ción de su socio; en tal sen­ti­do el film expo­ne la mane­ra en que se pro­du­ce el envío de las gran­des sumas de dine­ro de los inver­so­res argen­ti­nos median­te secre­tas nego­cia­cio­nes, evi­den­cian­do al mis­mo tiem­po el rol cier­ta­men­te ambi­guo de las ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras de Suiza.

Lo fas­ci­nan­te de Azor es la nota­ble ilus­tra­ción que efec­túa Fon­ta­na de la alta bur­gue­sía argen­ti­na y su com­por­ta­mien­to duran­te ese nefas­to perío­do ade­más de haber logra­do un rela­to que gene­ra un cau­ti­van­te cli­ma de intri­ga y misterio.

Un Escri­to Suje­to a Discusión

UNE RÉVI­SION. Cana­dá, 2021. Un film de Cathe­ri­ne The­rrien. 95 minutos

El eterno con­flic­to entre la fe reli­gio­sa y el racio­na­lis­mo es expues­to en Une révi­sion, un ambi­cio­so rela­to de la rea­li­za­do­ra cana­dien­se Cathe­ri­ne The­rrien en su pri­mer largometraje.

La his­to­ria comien­za en un Cegep de Mon­treal don­de Étien­ne (Patri­ce Robi­tai­lle), un pro­fe­sor de filo­so­fía apre­cia­do y res­pe­ta­do por sus alum­nos, trans­mi­te las ideas filo­só­fi­cas de Baruch Spi­no­za (1632 – 1677); este exi­mio filó­so­fo judío, con­si­de­ra­do como uno de los más impor­tan­tes racio­na­lis­tas del pen­sa­mien­to fue exco­mul­ga­do de su comu­ni­dad por haber cues­tio­na­do la auten­ti­ci­dad de la Biblia.

Nour Belkhi­ria

Resul­ta intere­san­te obser­var la diná­mi­ca esta­ble­ci­da entre el pro­fe­sor y su alum­na­do esti­mu­lan­do el inte­rés sobre el tópi­co; todo ello se des­en­vuel­ve nor­mal­men­te has­ta el momen­to en que Étien­ne entre­ga a sus alum­nos los resul­ta­dos de un tra­ba­jo que ellos tuvie­ron que rea­li­zar. Es ahí cuan­do Naci­ra (Nour Belkhi­ria), una bri­llan­te alum­na musul­ma­na, com­prue­ba que su escri­to reci­bió una baja cali­fi­ca­ción, hecho que podría peli­grar su ingre­so a la uni­ver­si­dad. Al pedir su revi­sión el docen­te le acla­ra que ella había men­cio­na­do en uno de sus párra­fos al Corán y que él había anti­ci­pa­do que recha­za­ría cual­quier alu­sión a un tex­to reli­gio­so. De allí en más se pro­du­ce una dis­cu­sión entre la alum­na y el edu­ca­dor quien al no ceder al pedi­do de Naci­ra, moti­va a que ella soli­ci­te al con­se­jo de admi­nis­tra­ción esco­lar que tome car­tas en el asun­to para rever la mala nota dis­cer­ni­da. A todo ello, resul­ta alta­men­te imper­ti­nen­te la actua­ción de la direc­to­ra de estu­dios del cole­gio (Édith Cochra­ne), quien para evi­tar que el con­flic­to tras­cien­da exte­rior­men­te advier­te a Étien­ne que podría ser des­pe­di­do si no se amol­da al nue­vo regla­men­to esco­lar que en la prác­ti­ca impli­ca que él modi­fi­que su acti­tud con rela­ción al pro­ble­ma sur­gi­do con Nacira.

El espi­no­so con­flic­to esbo­za­do en el guión pre­pa­ra­do por Loui­sa God­bout y Nor­mand Cor­beil ‑dos anti­guos pro­fe­so­res de filo­so­fía- per­mi­te que el tema adquie­ra con­si­de­ra­ble com­ple­ji­dad en la medi­da que el pro­ble­ma cen­tral del film per­mi­te que sea juz­ga­do des­de dife­ren­tes pun­tos de vis­ta. Por un lado no cabe duda la inte­gri­dad pro­fe­sio­nal de Étien­ne, un edu­ca­dor que como prag­má­ti­co racio­na­lis­ta no admi­te que la reli­gión se inmis­cu­ya en su cla­se; pero a su vez, habién­do­se leí­do en voz alta, el párra­fo poé­ti­co con­tro­ver­ti­do no ofre­ce real moti­vo para su obje­ción. Por otra par­te resul­ta impor­tan­te con­si­de­rar que la obje­ti­vi­dad de una expo­si­ción pue­de que­dar afec­ta­da cuan­do la divi­ni­dad reli­gio­sa, en este caso el Corán como la pala­bra de Dios, pue­de influir en su resultado.

Indu­da­ble­men­te el espec­ta­dor que­da sumer­gi­do en el deba­te sus­ci­ta­do gra­cias a la natu­ra­le­za del com­ple­jo tema y espe­cial­men­te a las remar­ca­bles actua­cio­nes de Belkhi­ria y Robi­tai­lle com­po­nien­do con com­ple­ta con­vic­ción a sus res­pec­ti­vos per­so­na­jes; asi­mis­mo, en pape­les de apo­yo se dis­tin­guen Cochra­ne, Pie­rre Cur­zi y Rabah Aït Ouyahiaon. Con una bue­na pues­ta escé­ni­ca de The­rrien, esta ambi­cio­sa come­dia dra­má­ti­ca con­si­de­ra cier­tos tópi­cos rele­van­tes que deri­van del tema cen­tral, inclu­yen­do la nece­si­dad de per­mi­tir la liber­tad de expre­sión en la docen­cia asi como la inclu­sión y res­pe­to que mere­cen las mino­rías étni­cas en lo con­cer­nien­te a la reli­gión profesada.

La úni­ca obje­ción que mere­ce el rela­to es que en su par­te final intro­du­ce una vuel­ta de tuer­ca no del todo vero­sí­mil y deci­di­da­men­te pres­cin­di­ble. En todo caso eso no afec­ta mayor­men­te el resul­ta­do de esta esti­mu­lan­te pelí­cu­la que abre el terreno para su dis­cu­sión al con­cluir su pro­yec­ción. Jor­ge Gutman