Home­na­jean­do a Céline

ALI­NE. Fran­cia-Cana­dá, 2020. Un film de Valé­rie Lemer­cier. 123 minutos

Ins­pi­ra­da libre­men­te en la vida de la super diva Céli­ne Dion, la actriz, guio­nis­ta y rea­li­za­do­ra Valé­rie Lemer­cier con­si­de­ra su tra­yec­to­ria des­de su infan­cia has­ta la épo­ca actual.  Aun­que es bien cono­ci­da la carre­ra artís­ti­ca de Dion, gran par­te del inte­rés de esta bio­gra­fía resi­de en abor­dar deta­lles de su vida per­so­nal; aun­que los per­so­na­jes son autén­ti­cos, sus nom­bres han sido modificados.

Valé­rie Lemercier

En el guión de la rea­li­za­do­ra escri­to con Bri­git­te Buc se enfo­ca a la gran fami­lia de la estre­lla don­de ella es la menor de los 14 hijos que tuvie­ron sus padres Anglo­mard (Roc Lafor­tu­ne) y Syl­vet­te Dieu (Danie­lle Fichaud) en Char­le­mag­ne, Que­bec. Ya a los 12 años de edad Ali­ne (Lemer­cier) demues­tra nota­bles dotes para el can­to; esti­mu­la­da por su empren­de­do­ra madre no tar­da­rá mucho para que el pro­duc­tor Guy-Clau­de Kamar (Syl­vain Mar­cel) habien­do escu­cha­do un caset gra­ba­do por la ado­les­cen­te que­de gra­ta­men­te sor­pren­di­do por su remar­ca­ble voz. Aun­que siem­pre guia­da y acom­pa­ña­da por Syl­vet­te será Guy-Clau­de quien hará que su carre­ra empren­da vue­lo has­ta lle­gar a la cumbre.

Ya a los 17 años de edad Ali­ne se ena­mo­ra de su repre­sen­tan­te pro­fe­sio­nal inquie­tan­do a su pose­si­va madre que no ve con bue­nos ojos que su hija una su vida con un hom­bre 26 años mayor que ella y a la vez divor­cia­do; con todo, dejan­do de lado las obje­cio­nes de Syl­vet­te, el amor pue­de más para Ali­ne en don­de en una esce­na muy emo­ti­va sabo­rean­do en Ita­lia un hela­do de cho­co­la­te ella encuen­tra el ani­llo de casa­mien­to que su ama­do Guy-Clau­de colo­có en su inte­rior. Ape­na­da en un prin­ci­pio por no poder que­dar emba­ra­za­da, des­pués de un tra­ta­mien­to ella logra con­ce­bir un varón y varios años des­pués su hogar se com­ple­ta con mellizos.

Si bien el rela­to enfo­ca los con­cier­tos de la diva tan­to en Cana­dá, Esta­dos Uni­dos como asi­mis­mo en Euro­pa ‑espe­cial­men­te París- el guión demues­tra que no todo es color de rosa para Ali­ne. Es así que su mul­ti­car­ga­da agen­da pre­pa­ra­da por su mari­do moti­va que una afec­ción a las cuer­das voca­les la obli­gue en cier­to momen­to a tener que can­ce­lar sus actua­cio­nes como asi­mis­mo no hablar por 3 meses a fin de recu­pe­rar su voz y poder vol­ver al rue­do. Aun­que el cari­ño y eufo­ria de su públi­co la gra­ti­fi­ca, lo cier­to es que cuen­ta con un limi­ta­do espa­cio para su pri­va­ci­dad; en tal sen­ti­do el rela­to ilus­tra muy bien la difi­cul­tad de equi­li­brar satis­fac­to­ria­men­te el rol de la triun­fal artis­ta de Las Vegas con el de madre de sus ado­ra­dos 3 hijos quie­nes desea­rían com­par­tir más tiem­po con ella. Final­men­te, cuan­do la tra­ge­dia irrum­pe al morir Guy-Clau­de, el hom­bre de sus sue­ños, ella debe disi­mu­lar fren­te a su públi­co el inmen­so dolor y la sole­dad que la envuel­ve por­que “el espec­tácu­lo debe continuar”.

Den­tro de los cáno­nes de un rela­to clá­si­co, Lemer­cier ha logra­do trans­mi­tir mara­vi­llo­sa­men­te la per­so­na­li­dad de Céli­ne en la que la pasión y el entu­sias­mo que la embar­ga resul­ta posi­ti­va­men­te con­ta­gio­so; su mími­ca, movi­mien­tos, des­pla­za­mien­tos y su actua­ción en el esce­na­rio cons­ti­tu­ye una imi­ta­ción per­fec­ta de la can­tan­te, aun­que las can­cio­nes son muy bien inter­pre­ta­das por la soprano Vic­to­ria Sio. Igual­men­te es con­vin­cen­te la actua­ción de Mar­cel quien brin­da el per­fil que el públi­co tie­ne de René Angé­lil. No obs­tan­te quien se lle­va las pal­mas es Fichaud com­po­nien­do a Maman Dieu, una impe­tuo­sa y deci­di­da pro­ge­ni­to­ra que no repa­ra en uti­li­zar cual­quier medio con tal de lograr que su prin­ce­sa alcan­ce la cima del éxi­to; su excep­cio­nal inter­pre­ta­ción per­mi­te que esta his­to­ria se ade­re­ce con notas de sabro­so humor.

Aun­que que­de la duda si lo que el film expo­ne refle­ja feha­cien­te­men­te lo vivi­do por Céli­ne, lo cier­to es que Lemer­cier ofre­ce un her­mo­so home­na­je a la diva a tra­vés de una his­to­ria que ade­más de agra­dar a sus fie­les segui­do­res, sin duda algu­na satis­fa­rá ple­na­men­te a una inmen­sa audien­cia. Jor­ge Gutman

Eva­lua­ción del RIDM

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

A con­ti­nua­ción se comen­ta seis des­ta­ca­dos fil­mes pre­sen­ta­dos en la vigé­si­mo cuar­ta edi­ción de Ren­con­tres du Ciné­ma Docu­men­tai­re de Mon­treal (RIDM).

Seuls (Cana­dá)

El pro­ble­ma que atra­vie­san los refu­gia­dos de dife­ren­tes luga­res del mun­do es tra­ta­do con hones­ti­dad y res­pe­to por par­te del rea­li­za­dor Paul Tom. Sobre un guión pre­pa­ra­do por Julie Bois­vert y Mylè­ne Péthel, el docu­men­ta­lis­ta ha enfo­ca­do su aten­ción en 3 per­so­nas quie­nes sin sus padres han deja­do sus paí­ses de ori­gen para lle­gar como refu­gia­dos a Canadá.

Afshin, el mayor de ellos, aban­do­nó Tehe­rán en 1986 a los 14 años de edad impul­sa­do por su fami­lia que temía por su segu­ri­dad si aca­so era obli­ga­do de par­ti­ci­par en el ejér­ci­to. El pri­mer tra­mo lo rea­li­za en un camión que lo trans­por­ta a Tur­quía para pos­te­rior­men­te lle­gar a Gre­cia y final­men­te de allí empren­der el via­je aéreo a Cana­dá. El recuen­to de las peri­pe­cias que tuvo que atra­ve­sar para lograr su obje­ti­vo gene­ra momen­tos de genui­na ten­sión. Con el paso de los años, regre­sa al país con sus hijos para que conoz­can la tie­rra en que nació y man­te­ner lazos con sus familiares.

En 2006 Alain tenía 13 años cuan­do huyó de Burun­di (Bujum­bu­ra) con su madre y sus dos her­ma­nos para refu­giar­se en Kenia, en tan­to que su padre se encon­tra­ba en la cár­cel por una ten­ta­ti­va de gol­pe de esta­do. Con la muer­te de su madre acae­ci­da años des­pués, él con sus her­ma­nos median­te la ayu­da brin­da­da por la Agen­cia de Refu­gia­dos de las Nacio­nes Uni­das, logran lle­gar a Cana­dá en 2009.

El ter­cer caso es el de Patri­cia que vivien­do en Kam­pa­la dejó Ugan­da debi­do a que a los 16 años había mani­fes­ta­do ínti­mos sen­ti­mien­tos hacia una ami­ga. Sus padres, temien­do que su bise­xua­li­dad pudie­se ser reve­la­da, orga­ni­zan su par­ti­da envián­do­la a lo de un tío en Nue­va York; de allí la joven deci­dió diri­gir­se a Cana­dá arri­ban­do en 2019 y dos años des­pués obtu­vo el esta­tus de refugiada.

Entre­mez­clan­do las entre­vis­tas rea­li­za­das con logra­das esce­nas de ani­ma­ción, Tom acer­ta­da­men­te ilus­tra la dra­má­ti­ca aven­tu­ra expe­ri­men­ta­da por estos tres per­so­na­jes quie­nes gra­cias a la soli­da­ri­dad y apo­yo reci­bi­dos han podi­do reor­ga­ni­zar sus vidas vis­lum­bran­do un futu­ro más alentador.

Dehors Ser­ge Dehors (Cana­dá)

Ser­ge Thé­riault es un guio­nis­ta, actor y come­dian­te de Que­bec de 73 años muy cono­ci­do por el públi­co de esta pro­vin­cia pero que des­de hace un tiem­po no se sabe de él. Eso se debe a que afec­ta­do por una pro­fun­da depre­sión ha per­ma­ne­ci­do duran­te los últi­mos 7 años con­fi­na­do en su vivien­da al rehu­sar de mane­ra ter­mi­nan­te dejar su domicilio.

Lo que ante­ce­de ha moti­va­do a los rea­li­za­do­res Mar­tin Four­nier y Pier-Luc Latu­lip­pe a con­si­de­rar lo que acon­te­ce con Thé­riault sin entrar a ana­li­zar la cau­sa de su enfer­me­dad. Es así que cui­dan­do de no inter­fe­rir en la vida pri­va­da del actor, los docu­men­ta­lis­tas han entra­do en con­tac­to con su espo­sa Anna, su hija Meli­na y la devo­ta pare­ja de veci­nos Robert y Jolan­de que viven en el piso infe­rior del inmue­ble; a tra­vés de esos encuen­tros los rea­li­za­do­res van reco­gien­do las impre­sio­nes y vici­si­tu­des de quie­nes tra­tan de ayu­dar a Thé­riault para que emer­ja de su encie­rro volun­ta­rio y comien­ce el pro­ce­so de recu­pe­ra­ción hacia una vida normal.

En poco más de una hora de dura­ción, Four­nier y Latu­lip­pe han obte­ni­do un sen­si­ble docu­men­tal que dado su natu­ra­le­za extre­ma­da­men­te deli­ca­da des­ti­la pro­fun­da huma­ni­dad y que hacia el final per­mi­te vis­lum­brar una luz de esperanza.

Zo Reken (Cana­dá)

Lau­rea­do como el mejor film cana­dien­se en el Fes­ti­val Hot Docs de Toron­to, así como habien­do reci­bi­do igual­men­te el pre­mio al mejor docu­men­tal cana­dien­se en el RIDM, este exce­len­te film del direc­tor Ema­nuel Licha expo­ne mag­ní­fi­ca­men­te el esta­do de situa­ción en que se encuen­tra Hai­tí que ade­más de haber sufri­do los daños del gra­ve terre­mo­to de 2010 está sumi­do en una per­ma­nen­te cri­sis política.

En Hai­tí el tér­mino “zo reken” está aso­cia­do al Toyo­ta Land Crui­ser que gene­ral­men­te uti­li­za la poli­cía como un medio de repre­sión así como tam­bién es emplea­do por la ONG (Orga­ni­za­ción No Guber­na­men­tal) para sumi­nis­trar ayu­da huma­ni­ta­ria. Es en ese vehícu­lo que con­du­ci­do por el hai­tiano Pas­cal Antoi­ne via­ja Licha acom­pa­ña­do de diver­sos pasa­je­ros que lo abor­dan a tra­vés de una ruta no muy segu­ra, blo­quea­da con barri­ca­das y en don­de el Land Crui­ser sue­le reci­bir el ape­dreo de los transeúntes.

De las con­ver­sa­cio­nes que sur­gen duran­te el reco­rri­do que­da evi­den­cia­do el des­en­can­to de los pasa­je­ros por los pro­ble­mas que atra­vie­sa el país. Así la mar­ca­da des­igual­dad de los nive­les de ingre­so de la pobla­ción, la mala con­duc­ción eco­nó­mi­ca, el deplo­ra­ble sis­te­ma de edu­ca­ción y el mar­ca­do sexis­mo exis­ten­te han con­du­ci­do a que la mayor par­te del pue­blo man­ten­ga una gran des­con­fian­za hacia los polí­ti­cos y que esa frus­tra­ción se tra­duz­ca en las con­ti­nua­das mani­fes­ta­cio­nes calle­je­ras de pro­tes­tas que son fre­na­das vio­len­ta­men­te por los policías.

Uno de los temas más impor­tan­tes es el cues­tio­na­mien­to de los via­je­ros con res­pec­to al rol que cum­ple la ONG, adu­cien­do que la ayu­da pro­vis­ta con­tri­bu­ye en últi­ma ins­tan­cia a inten­si­fi­car la corrup­ción sin que el ciclo de la pobre­za pue­da ser eli­mi­na­do. Curio­sa­men­te no fal­tan las crí­ti­cas al Pre­si­den­te Jove­nel Moï­se, tenien­do en cuen­ta que el film se rodó antes de su ase­si­na­to en el pasa­do mes de julio.

A tra­vés de la visión de varios repre­sen­tan­tes de la comu­ni­dad de Hai­tí, Licha per­mi­te que el espec­ta­dor ten­ga una idea más cla­ra y pre­ci­sa de lo que está acon­te­cien­do en el país más pobre del con­ti­nen­te ame­ri­cano. Tenien­do en cuen­ta que el cine docu­men­tal debe refle­jar la reali­dad exis­ten­te, este exce­len­te docu­men­tal lo con­fir­ma plenamente.

Loo­king for Hor­ses (Holan­da-Bos­nia-Her­ze­go­vi­na-Fran­cia)

El docu­men­ta­lis­ta Ste­fan Pavlo­vic radi­ca­do en Áms­ter­dam retor­na a Bos­nia, la tie­rra de sus padres, para conec­tar­se con su pasa­do. Al hacer un alto en el pue­blo de Orah se impo­ne de la exis­ten­cia de un pes­ca­dor vivien­do en una igle­sia ubi­ca­da en una remo­ta isla en las pro­xi­mi­da­des de un lago. Es allí que se diri­ge con su cáma­ra para ubi­car y entre­vis­tar a dicho individuo.

No obs­tan­te que el rea­li­za­dor tar­ta­mu­dea al hablar y que el pes­ca­dor Zdrav­ko tie­ne difi­cul­tad de expre­sar­se, entre ambos exis­te una sin­gu­lar comu­ni­ca­ción que en par­te se pro­du­ce median­te ges­tos facia­les. Así Pavlo­vic se impo­ne que su inter­lo­cu­tor se auto­exi­lió del mun­do duran­te los últi­mos 18 años tra­tan­do de supe­rar los trau­mas sufri­dos duran­te la gue­rra civil que azo­tó al país don­de ade­más de haber per­di­do un ojo, la explo­sión de una gra­na­da afec­tó su audi­ción. Es así que en esa isla soli­ta­ria ha logra­do encon­trar la cal­ma y tran­qui­li­dad espi­ri­tual que le brin­da un nue­vo sen­ti­do a su existencia.

No obs­tan­te las dife­ren­cias exis­ten­tes de edad y ante­ce­den­tes de ambos indi­vi­duos, gra­dual­men­te se va for­jan­do entre los dos una sin­ce­ra amis­tad duran­te las muchas horas trans­cu­rri­das en el peque­ño bote pes­que­ro del isleño.

El poé­ti­co pro­ce­so narra­ti­vo de Pavlo­vic, la remar­ca­ble cap­ta­ción de las imá­ge­nes que rea­li­za del apa­ci­ble lugar y del ros­tro cur­ti­do de Zdrav­ko, gene­ran un muy buen docu­men­tal en don­de resul­ta fácil de empa­ti­zar con la suer­te de sus dos pro­ta­go­nis­tas. Por sus inne­ga­bles méri­tos, el RIDM dis­tin­guió a este docu­men­tal con el pre­mio al mejor film de la com­pe­ten­cia internacional.

One of Ours (Cana­dá)

Demos­tran­do que el racis­mo no se evi­den­cia úni­ca­men­te por el color de la piel, con este docu­men­tal la direc­to­ra y guio­nis­ta Yas­mi­ne Mathu­rin ilus­tra cómo exis­ten otras vías por las que la dis­cri­mi­na­ción y recha­zo pue­den emo­cio­nal­men­te dañar a un individuo.

El film sigue los pasos de Josiah Wil­son quien naci­do en Hai­tí en 1996 a los cua­tro años fue adop­ta­do por una abne­ga­da fami­lia radi­ca­da en Cál­gary per­te­ne­cien­te a la comu­ni­dad indí­ge­na Heil­tsuk. Natu­ral­men­te el chi­co cre­ció, fue edu­ca­do y pro­vis­to de amor por sus padres al igual que sus hermanastros.

Josiah ve alte­ra­da su vida nor­mal fren­te a un inusi­ta­do acon­te­ci­mien­to. Como depor­tis­ta aman­te del balon­ces­to, en 2016 los orga­ni­za­do­res del All Nati­ve Bas­ket­ball Tour­na­ment no le per­mi­ten par­ti­ci­par en el tor­neo adu­cien­do que su san­gre no es legí­ti­ma­men­te autóc­to­na. Esa fla­gran­te y des­co­mu­nal des­ca­li­fi­ca­ción del equi­po crea en el joven un cues­tio­na­mien­to acer­ca de su ver­da­de­ra identidad.

Des­ta­can­do la soli­da­ri­dad de su fami­lia como así­mis­mo el afec­to reci­bi­do por la comu­ni­dad, Joshua apre­cia ese gran apo­yo duran­te la tris­te eta­pa vivi­da. Afor­tu­na­da­men­te en 2020 la absur­da medi­da segre­ga­cio­nis­ta es revocada.

A no dudar­lo que Mathu­rin guar­da un sin­gu­lar afec­to hacia los autóc­to­nos de Heil­tsuk como asi­mis­mo a la fami­lia de Joshua y en espe­cial a su per­so­na. Ade­más de retra­tar estu­pen­da­men­te la diná­mi­ca esta­ble­ci­da entre los miem­bros del núcleo fami­liar, este logra­do docu­men­tal per­mi­te refle­xio­nar sobre los ele­men­tos que con­cu­rren para for­jar la iden­ti­dad de una per­so­na a fin de ser acep­ta­da en el medio en que se desenvuelve.

Dear Audrey (Cana­dá)

Este emo­ti­vo docu­men­tal de Jere­miah Hayes que obtu­vo el pre­mio del públi­co en el RIDM cons­ti­tu­ye una car­ta de amor que el rea­li­za­dor y direc­tor de foto­gra­fía Mar­tin Duck­worth dedi­ca a su mujer Audrey con quien ha com­par­ti­do duran­te casi 50 años de vida conyugal.

Dada la rela­ción de amis­tad exis­ten­te entre el docu­men­ta­lis­ta y Duck­worth, éste últi­mo ha per­mi­ti­do que su ami­go entra­se en la inti­mi­dad de su hogar ilus­tran­do a tra­vés de un perío­do de 4 años el modus viven­di de cui­dar a su espo­sa enfer­ma del mal de Alzhei­mer. El cari­ño y devo­ción que el octo­ge­na­rio Duck­worth vuel­ca en su espo­sa y la ter­nu­ra que ella le retri­bu­ye a pesar de su con­di­ción men­tal, gene­ra momen­tos de inten­sa emo­ción don­de per­ma­nen­te­men­te Hayes cui­da que su fil­ma­ción man­ten­ga una impe­ca­ble sobriedad.

Con mate­rial de archi­vo emplea­do, el film des­ta­ca momen­tos remar­ca­bles de la vida de Duck­worth; inclu­yen­do cómo cono­ció a su mujer hacia fines de la déca­da del 60, cuan­do como fotó­gra­fa y acti­vis­ta social cap­ta­ba las mani­fes­ta­cio­nes de pro­tes­ta por la gue­rra de Vietnam.

Ade­más de con­si­de­rar la aflic­ción de Audrey, el docu­men­tal expo­ne la mane­ra en que Duck­worth debe lidiar con Jac­que­li­ne, su hija autis­ta de 46 años, que requie­re ple­na aten­ción y per­ma­nen­te cui­da­do. Final­men­te se lle­ga a la eta­pa final del Alzhei­mer en la que Mar­tin com­pren­de que su espo­sa debe ser tras­la­da­da a una resi­den­cia; allí per­ma­ne­ce­rá has­ta su dece­so acon­te­ci­do en 2019.

En esen­cia, Hayes ha logra­do un bello docu­men­tal ilus­tran­do la fuer­za de un entra­ña­ble amor capaz de per­du­rar más allá de la muerte.

La Reale­za Conspira

Cró­ni­ca de Jor­ge Gutman

LES REINES. Autor: Nor­mand Chau­ret­te — Direc­ción: Denis Mar­leau – Cola­bo­ra­ción Artís­ti­ca: Stépha­nie Jas­min —  Elen­co: Céli­ne Bon­nier, Sophie Cadieux, Kath­leen For­tin, Marie-Pier Labrec­que, Loui­se Mar­leau y Moni­que Spa­zia­ni — Esce­no­gra­fía: Michel Gou­let — Ves­tua­rio: Ginet­te Noi­seux — Ilu­mi­na­ción: Marc Parent – Video Stépha­nie Jas­min — Músi­ca Ori­gi­nal: Ale­xan­der Macs­ween — Acce­so­rios: Kari­ne Cus­son — Maqui­lla­jes y Pei­na­dos: Ange­lo Bar­set­ti — Asis­ten­te de Direc­ción: Carol-Anne Bour­gon Sicard — Dura­ción: 90 minu­tos (sin entre­ac­to). Repre­sen­ta­cio­nes: Has­ta el 11 de diciem­bre de 2021 en el Théâ­tre du Nou­veau Mon­de

La pie­za del dra­ma­tur­go Nor­mand Chau­ret­te que data de 1991 y ha sido repre­sen­ta­da una quin­ce­na de veces no sólo en Cana­dá sino a nivel inter­na­cio­nal, inclu­yen­do la céle­bre com­pa­ñía Royal Sha­kes­pea­re y la pro­du­ci­da por la renom­bra­da Comé­die-Fra­nçai­se, resul­ta más que bien­ve­ni­da con la pre­sen­te repo­si­ción del TNM tenien­do en cuen­ta su remar­ca­ble nivel de calidad.

Céli­ne Bon­nier (Foto: Yves Renaud)

Como es bien sabi­do, Chau­ret­te, un fer­vien­te admi­ra­dor de Sha­kes­pea­re, tra­du­jo al fran­cés 11 de sus obras; al sen­tir­se espe­cial­men­te ins­pi­ra­do por Richard III, deci­dió dar vida a los per­so­na­jes feme­ni­nos deri­va­dos de ese tex­to. Si bien la pro­po­si­ción his­tó­ri­ca que efec­túa el dra­máur­go cana­dien­se sobre la reale­za de Ingla­te­rra hacia fina­les del siglo 15 no es nece­sa­ria­men­te la mis­ma que la del Bar­do de Avon, el resul­ta­do de Les Reines es a todas luces fascinante.

La acción tie­ne lugar en Lon­dres, el 14 de enero de 1483, cuan­do Eduard IV, el monar­ca que fue una figu­ra cen­tral en La Gue­rra de las Dos Rosas, está ago­ni­zan­do en su lecho de enfer­mo y muy pró­xi­mo de su muer­te. Len­ta­men­te cada una de las rei­nas sur­ge en el esce­na­rio don­de a tra­vés de sus monó­lo­gos y diá­lo­gos mor­da­ces van des­nu­dan­do la ambi­ción común que les envuel­ve. Eli­za­beth (Kath­leen For­tin), la frá­gil rei­na con­sor­te, sien­te que con la muer­te del sobe­rano per­de­rá todo los pri­vi­le­gios goza­dos y sobre todo su preo­cu­pa­ción esen­cial es la pro­tec­ción de sus hiji­tos. En tan­to Isa­be­lle War­wick (Céli­ne Bon­nier) aguar­da que su mari­do Geor­ge, her­mano del rey, asu­ma el trono lue­go de su dece­so. A todo ello, su her­ma­na menor Anne War­wick (Sophie Cadieux) es la ambi­cio­sa mani­pu­la­do­ra que tra­ta­rá de con­quis­tar el poder con­tra­yen­do enla­ce con el malé­fi­co Richard, el her­mano menor del rey. Pos­te­rior­men­te apa­re­ce la ancia­na Mar­gue­ri­te d’An­jou (Moni­que Spa­zia­ni), viu­da del pre­ce­den­te rey Hen­ri VI quien cons­cien­te de su des­tino deja de lado su orgu­llo deci­dien­do tras­la­dar­se a Chi­na. Al pro­me­diar el rela­to se sale al encuen­tro de la Duque­sa de York (Loui­se Mar­leau), que es madre del rey, Geor­ge y Richard como tam­bién de Anne Dex­ter (Marie Pier Labrec­que); la mons­truo­sa mujer no guar­da repa­ro alguno en rene­gar y ampu­tar las manos de Anne por el amor inces­tuo­so que ella man­tu­vo con Geor­ge; la vio­len­ta con­fron­ta­ción entre madre e hija gene­ra una de las esce­nas más tras­cen­den­tes y fuer­tes del relato.

El direc­tor Denis Mar­leau, quien duran­te 25 años ha teni­do opor­tu­ni­dad de tra­ba­jar con Chau­ret­te inclu­yen­do la pues­ta escé­ni­ca de esta pie­za en 2005, refle­ja su gran com­pli­ci­dad con el autor obte­nien­do con esta nue­va pre­sen­ta­ción un sóli­do éxi­to al haber con­vo­ca­do a un elen­co inte­gra­do por seis estu­pen­das actri­ces de Que­bec; ellas trans­mi­ten con ple­na con­vic­ción las alian­zas, leal­ta­des, trai­cio­nes y com­ba­tes ver­ba­les gene­ra­dos por la codi­cia del poder que nutre a sus personajes.

El elen­co (Foto: Yves Renaud)

Com­ple­men­tan­do los valo­res de la obra, Mar­leau ha con­ta­do con la con­tri­bu­ción del pres­ti­gio­so esce­nó­gra­fo Michel Gou­let quien ha crea­do un inge­nio­so deco­ra­do median­te un muro ver­ti­cal pro­vis­to de esca­le­ras en las que se des­pla­zan sus per­so­na­jes. Por su par­te Stépha­nie Jas­min, cola­bo­ra­do­ra artís­ti­ca de la obra, es tam­bién res­pon­sa­ble de la con­cep­ción del video que lúci­da­men­te va refle­jan­do la tor­men­ta de nie­ve pro­du­ci­da duran­te la jor­na­da inver­nal en que trans­cu­rre la acción.

En esen­cia, el TNM siem­pre aten­to en real­zar con su pre­sen­cia el nivel cul­tu­ral de Mon­treal, ofre­ce con la repo­si­ción de esta bri­llan­te pie­za la opor­tu­ni­dad para que el públi­co dis­fru­te de una gra­ti­fi­can­te vela­da teatral.

Un Muy Buen Western

THE POWER OF THE DOG. Aus­tra­lia-Gran Bre­ta­ña-Cana­dá-Nue­va Zelan­da, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Jane Cam­pion. 126 minutos

Des­pués de más de una déca­da de haber rea­li­za­do Bright Star (2008), la rea­li­za­do­ra Jane Cam­pion retor­na con brío en The Power of the Dog, rela­tan­do una his­to­ria de vaque­ros del vie­jo oes­te ame­ri­cano. Enca­ran­do un tema tan caro para el cine ame­ri­cano, en este remar­ca­ble psi­co­dra­ma la cineas­ta apor­ta su visión per­so­nal del wes­tern ilus­tran­do los valo­res impe­ran­tes de la épo­ca en que transcurre.

Bene­dict Cum­ber­batch y Jes­se Plemons

Basa­do en la nove­la homón­ma de Tho­mas Sava­ge publi­ca­da en 1967, el guión de Cam­pion ubi­ca la acción en Mon­ta­na en 1925. Allí viven los Bur­bank, dos ricos her­ma­nos gana­de­ros de opues­ta per­so­na­li­dad; uno de ellos es Phil (Bene­dict Cum­ber­batch), per­fec­ta repre­sen­ta­ción del cow­boy rudo y machis­ta, que se ocu­pa de las tareas físi­cas de la explo­ta­ción del gana­do; su her­mano Geor­ge (Jes­se Ple­mons) es de natu­ra­le­za tran­qui­la, capaz de gene­rar ter­nu­ra, cuya fun­ción es la de aten­der la bue­na ges­tión de la empresa.

El con­flic­to del rela­to se cen­tra en la ten­sión que va creán­do­se entre ambos her­ma­nos cuan­do Geor­ge se ena­mo­ra de Rose Gor­don (Kirs­ten Dunst) que es la viu­da pro­pie­ta­ria del res­tau­ran­te local; su hijo Peter (Kodi Smit-McPhee) es un sen­si­ble mucha­cho quien debi­do a su afe­mi­na­mien­to es obje­to de bur­la por par­te de Phil y sus secuaces.

Cuan­do des­pués del casa­mien­to Rose y Peter se mudan a la casa de los her­ma­nos, Phil no pue­de con­te­ner sus celos al com­pro­bar que la mujer va ocu­pan­do un lugar impor­tan­te en la vida de Geor­ge; es así que con abier­ta mali­cia la humi­lla tra­tan­do de hacer­le su exis­ten­cia mise­ra­ble, muy en espe­cial cuan­do ella ner­vio­sa­men­te toca el piano que Geor­ge le ha comprado.

Hay varios ele­men­tos que con­cu­rren a valo­rar esta pro­duc­ción. En pri­mer lugar cabe men­cio­nar la acer­ta­da for­ma en que Cam­pion ha cons­trui­do a los com­ple­jos per­so­na­jes de la his­to­ria quie­nes se des­en­vuel­ven en un mun­do de corro­si­va mas­cu­li­ni­dad. Aun­que res­pe­tan­do el espí­ri­tu de la nove­la ori­gi­nal, la rea­li­za­do­ra intro­du­ce algu­nos cam­bios que se carac­te­ri­zan por la mane­ra ambi­gua en que los per­so­na­jes se van rela­cio­nan­do sobre todo en el víncu­lo esta­ble­ci­do entre Phil y Peter; así el ini­cial odio indi­si­mu­la­do entre ambos va cedien­do lugar a una rela­ción afec­ti­va un tan­to difí­cil de pre­ci­sar que pue­de des­ubi­car al espectador.

Los cua­tro acto­res se desem­pe­ñan estu­pen­da­men­te, sobre todo Cum­ber­bach ofre­cien­do la mejor inter­pre­ta­ción de su carre­ra como un hom­bre a la pos­tre vul­ne­ra­ble cuya repre­sión sexual la encu­bre median­te su cora­za misó­gi­na. En pape­les de apo­yo el repar­to se com­ple­ta con Keith Carra­di­ne, Tho­ma­sin McKen­zie, Gene­viè­ve Lemon y Fran­ces Conroy.Jorge

La muy bue­na foto­gra­fía de Ari Weg­ner cap­tan­do las lla­nu­ras de Mon­ta­na (no obs­tan­te que la fil­ma­ción se efec­tuó en Nue­va Zelan­da) así como la satis­fac­to­ria ban­da sono­ra de Jonny Green­wood, recu­rrien­do a extrac­tos musi­ca­les de com­po­si­to­res con­tem­po­rá­neos, refuer­zan los méri­tos de este film que Net­flix produjo.

Pala­bras fina­les para resal­tar la exce­len­te pues­ta escé­ni­ca de Cam­pion que le ha vali­do el pre­mio a la mejor direc­ción en el últi­mo fes­ti­val de Vene­cia. En suma, es de aguar­dar que el pró­xi­mo pro­yec­to de la inte­li­gen­te rea­li­za­do­ra no demo­re mucho en con­cre­tar­se. Jor­ge Gutman

Un Film Inti­mis­ta y Personal

BEL­FAST. Gran Bre­ta­ña, 2021. Un film escri­to y diri­gi­do por Ken­neth Branagh

En su recien­te tra­ba­jo, el sha­kes­pe­riano rea­li­za­dor Ken­neth Bra­nagh ofre­ce un rela­to semi-bio­grá­fi­co de su niñez trans­cu­rri­da en la capi­tal de Irlan­da del Nor­te, cuan­do se vio dra­má­ti­ca­men­te afec­ta­da por los vio­len­tos enfren­ta­mien­tos pro­du­ci­dos entre los repu­bli­ca­nos cató­li­cos y los unio­nis­tas pro­tes­tan­tes. Al igual que Alfon­so Cua­rón pro­ce­dió con su rela­to auto­bio­grá­fi­co en Roma, Bra­nagh home­na­jea a Bel­fast, su ciu­dad natal, median­te una his­to­ria ple­na de melan­co­lía y ternura.

Jude Hill

El rela­to del rea­li­za­dor comien­za en Bel­fast el 15 de agos­to de 1969 cuan­do ines­pe­ra­da­men­te la vio­len­cia explo­ta con la con­fron­ta­ción sec­ta­ria entre cató­li­cos y pro­tes­tan­tes. Es allí don­de vive Buddy (Jude Hill), un niño de 9 años cuya fami­lia pro­tes­tan­te está inte­gra­da por sus padres (Jamie Dor­man, Cai­trio­na Bal­fe), su her­mano mayor (Lewis McAs­kie) y sus abue­los (Cia­ran Hinds y Judi Dench).

Dejan­do en segun­do plano el con­tex­to polí­ti­co de la región, que no obs­tan­te cons­ti­tu­ye el telón de fon­do, el film ilus­tra la vida coti­dia­na del sec­tor en que Buddy habi­ta don­de cató­li­cos y pro­tes­tan­tes se codean sin rece­lo, no obs­tan­te las dife­ren­cias reli­gio­sas. En el queha­cer coti­diano, se pue­de obser­var, entre otros aspec­tos, los jue­gos de fút­bol del chi­co con los otros niños y la asis­ten­cia esco­lar don­de sien­te atrac­ción hacia una de sus compañeras.

En un plano más per­so­nal Buddy no es ajeno a las dispu­tas de sus padres; así su papá que por razo­nes de tra­ba­jo se tras­la­da sema­nal­men­te a Ingla­te­rra, está con­ven­ci­do que la gue­rra civil que se apro­xi­ma en Irlan­da del Nor­te no es el lugar más con­ve­nien­te para vivir y por lo tan­to es nece­sa­rio emi­grar del país en bus­ca de hori­zon­tes más pro­mi­so­rios; sin embar­go su mujer se opo­ne por­que le resul­ta­ría difí­cil ade­cuar­se a una cul­tu­ra dife­ren­te de la suya. No obs­tan­te esas dis­cre­pan­cias exis­te un sóli­do víncu­lo de amor entre ambos y que al ser pro­yec­ta­do al núcleo fami­liar Buddy se sien­te pro­te­gi­do por sus padres ade­más de gozar del cari­ño reci­bi­do de sus entra­ña­bles abuelos.

Bra­nagh ha logra­do un film inti­mis­ta que des­ti­la una sin­gu­lar dul­zu­ra que jamás lle­ga a empa­la­gar. A tra­vés de la mira­da de Buddy ‑su alter ego- que­da expre­sa­da su iden­ti­fi­ca­ción con Bel­fast que que­da resal­ta­da en una esce­na en la que el niño pata­lea por­que no quie­re de nin­gún modo que sus padres dejen la ciu­dad. Las inter­pre­ta­cio­nes son estu­pen­das a nivel glo­bal en don­de Hill lide­ran­do el elen­co sale airo­so expre­san­do el can­dor e ino­cen­cia que ema­na de su per­so­na­je; igual­men­te es bella la secuen­cia can­ta­da y bai­la­da por Dor­man y Bal­fe como tam­bién tras­cien­de la pro­fun­da huma­ni­dad que Dench y Hinds trans­mi­ten como la inque­bran­ta­ble pare­ja que han sabi­do pro­di­gar su amor a toda la familia.

El fotó­gra­fo Haris Zam­bar­lou­kos median­te una fil­ma­ción en blan­co y negro entre­mez­cla­da con esca­sas esce­nas de color, per­mi­te que la pelí­cu­la cobre nota­ble inten­si­dad. Igual­men­te des­ta­ca­ble es el dise­ño de pro­duc­ción de Jim Clay repro­du­cien­do fiel­men­te el esce­na­rio en que trans­cu­rre la acción.

Con un des­en­la­ce pro­fun­da­men­te emo­ti­vo, el rea­li­za­dor dedi­ca este buen film a quie­nes emi­gra­ron de la ciu­dad, a los que deci­die­ron que­dar­se y a las víc­ti­mas pro­du­ci­das por los con­flic­tos fra­tri­ci­das. Jor­ge Gutman