AU REVOIR LE BONHEUR / GOOD BYE HAPPINESS. Canadá. Un film escrito y dirigido por Ken Scott
El realizador Ken Scott popularizado en Canadá por La Grande Séduction (2003) y Starbuck (2011), retorna a Quebec para incursionar nuevamente en el género de la comedia popular centrando su atención en los lazos fraternales puestos a prueba como consecuencia de un acontecimiento dramático.
Después del fallecimiento del padre (Pierre-Yves Cardinal), sus cuatro hijos acompañados de sus familias se congregan en Île de la Madeleine para los funerales y con el propósito de dispersar posteriormente las cenizas del difunto.
Como es tradicional en este tipo de relatos, el guión de Scott destaca la diferente personalidad de cada uno de los hijos. Charles-Alexandre (Louis Morissette), el pragmático hermano mayor es un rico hombre de negocios, William (Patrice Robitaille) es un escritor que sufre el bloqueo del autor al que le falta inspiración para completar su pieza teatral; el nostálgico Thomas (Antoine Bertrand) es el que más sufre por la muerte de su progenitor y Nicolas (François Arnaud), el menor de los cuatro hermanos, es la personificación del típico bon vivant, placentero e irresponsable individuo que aficionado a la cocina aspira a ser chef.
Los conflictos comienzan cuando Nicolas pierde la valija conteniendo las cenizas de su padre y las complicaciones prosiguen cuando al llegar a la mansión familiar comprueban que Liliane (Julie Le Breton), la leal encargada de cuidar la residencia, la ha utilizado como bread and breakfast para turistas que visitan la zona; con todo la gran sorpresa se produce con la lectura del testamento del padre.
Dentro de una historia previsible, la trama va originando los encuentros y desencuentros que se producen entre los hermanos discutiendo los trámites de la sucesión del progenitor; de todos modos no se requiere ser muy avispado para aventurar que finalmente las diferencias de criterio quedarán zanjadas predominando el lazo fraternal que los terminará uniendo. Ausente de mayor emoción, el relato se nutre de algunas instancias levemente graciosas sin trascender demasiado. A falta de ideas sorprendentes, cabe destacar la correcta actuación del cuarteto protagónico y de Le Breton en el prácticamente único personaje femenino que adquiere relevancia; asimismo es buena la fotografía de Norayr Kasper captando la belleza natural del archipiélago quebequense.
Plagada de nobles sentimientos, esta comedia dramática aunque no lograda plenamente se deja ver sin ser muy exigente. Jorge Gutman